Salieron de la ciudad, tomaron una autopista, sumidos ambos en un silencio que los llevaba a sus propios pensamientos, pero sin que fuera incomodo, luego de conducir durante una hora David tomó un camino a su derecha, que era más angosto, aunque le carretera estaba muy bien conservada, llegando a una villa, prácticamente en el medio del bosque.
Amira se dejó envolver por el ambiente mágico de la villa. Todo allí parecía sacado de un cuento, desde el paisaje verde salpicado de flores silvestres hasta el aire fresco que le llenaba los pulmones con cada respiración. La paz que sentía era casi irreal, como si por un momento el bullicio del mundo exterior desapareciera, dejándola en un remanso de tranquilidad.
David, a su lado, lucía más relajado que nunca. Con el viento jugando con su cabello suelto, parecía completamente en su elemento, como si la naturaleza misma lo reconociera como parte de ella. Amira lo notó, y aunque no comprendía exactamente por qué, algo en él parecía diferente. Había una serenidad y una fuerza que irradiaban de su presencia, como si aquel lugar lo revitalizara de una manera especial.
David la observó, con una suave sonrisa en los labios. Sabía que Amira estaba disfrutando del lugar, y eso lo complacía. Sin decir una palabra, permitió que ella absorbiera cada detalle, cada sonido y cada aroma del entorno. La conexión entre ambos era palpable, aunque ninguno de los dos quería romper la armonía con palabras innecesarias.
Mientras caminaban hacia el centro de la villa, Amira se sentía extrañamente conectada no solo con el lugar, sino también con David. Había algo primitivo, algo salvaje en él que emergía en este entorno, pero no de una manera amenazante, sino reconfortante. David pertenecía a este lugar, y de alguna manera, por más extraño que pareciera, ella sentía que también lo hacía.
—Es hermoso aquí —dijo Amira, rompiendo suavemente el silencio mientras miraba a su alrededor.
David asintió, con los ojos dorados brillando bajo la luz suave de la tarde.
—Lo es —respondió—. Este lugar es especial para mí. Quería compartirlo contigo.
Amira sonrió, agradecida por el gesto y la intimidad del momento. Por un instante, olvidó el juego de poder entre ellos, los negocios, las tensiones, y solo se permitió disfrutar de lo que parecía ser una pausa en medio de todo aquello.
—Gracias por traerme —dijo ella, y por primera vez desde que se conocieron, su tono no tenía ni un ápice de sarcasmo o desafío. Solo sinceridad.
Amira quedó pasmada al entrar en lo que parecía ser una casa de campo, sólo para descubrir que en realidad era una joyería. La sorpresa la dejó sin palabras, mientras sus ojos recorrían los vitrales llenos de joyas brillantes y exquisitas. No podía evitar preguntarse por qué David la habría llevado allí. Justo cuando las dudas comenzaron a formarse en su mente, él pareció leer sus pensamientos y habló antes de que pudiera preguntar.
—No, no te voy a comprar joyas —dijo David rápidamente, su tono calmado y con una leve sonrisa en sus labios—. Quiero que veas algo más.
El alivio que sintió Amira al escuchar esas palabras fue inmediato, pero la curiosidad se avivó aún más. ¿Qué era lo que David quería mostrarle en un lugar tan inusual? Antes de poder formular otra pregunta, él hizo algo que la tomó completamente desprevenida: la tomó de la mano. El contacto, aunque breve, desató una corriente de energía entre ambos que fue imposible ignorar. Por un instante, el mundo se detuvo, y la electricidad en el aire fue palpable.
Amira notó cómo su corazón se aceleraba, pero se obligó a mantener la compostura. Sabía que lo que había ocurrido entre ellos no era algo que pudieran simplemente ignorar, pero por el momento, ambos parecían estar de acuerdo en no mencionarlo. El toque de David había sido algo más que un simple gesto de cortesía; había una conexión allí, una que no podía explicarse tan fácilmente.
David, por su parte, también parecía luchar por controlar la intensidad de sus propios sentimientos. Apretó ligeramente la mano de Amira, como si ese breve contacto le diera el control necesario para seguir adelante sin perderse en lo que claramente los estaba envolviendo. La condujo por un pasillo lateral que se alejaba del área principal de la joyería, y ambos hicieron un esfuerzo por no reaccionar a la magia de ese instante.
El pasillo era angosto, con paredes decoradas de manera rústica pero elegante. Amira caminaba en silencio, confiando en David, aunque aún no tenía ni idea de hacia dónde la llevaba ni qué debía esperar.
—Confía en mí —dijo él suavemente, como si hubiera sentido la ligera tensión en su mano—. Esto es algo que debes ver.
Finalmente, llegaron al final del pasillo, y David empujó una puerta de madera que revelaba un salón, en el cual se sentía un fresco natural, tal vez frio si estabas mucho tiempo, pero era silencioso y tranquilizante. Decorado con buen gusto, a Amira le pareció un lujoso taller de joyería.
David se volvió para verla y le dijo:- Este es mi pequeño taller Amira, aquí vengo cuando quiero pensar o simplemente cuando estoy inspirado. Hace mucho tiempo que no venía por inspiración. -hiso una pausa y continuo, -Los "hombres" de mi familia, todos debemos aprender una práctica que nos entrene en la paciencia y la voluntad de dominar nuestro espíritu, mi padre eligió la joyería, y yo la he amado con pasión.-Amira, ¿Conoces la Casa oro rojo?Amira quedó completamente pasmada, incapaz de ocultar su sorpresa. Había escuchado rumores sobre la "Casa oro rojo", una joyería legendaria cuyas piezas eran famosas por ser únicas en su tipo, forjadas con una maestría sin igual y valoradas, la más mínima en más de un millón de dólares. Sin embargo, la parte más fascinante de la leyenda era que nadie conocía al verdadero creador de esas joyas; las piezas se subastaban o eran encargadas de manera privada. Y ahora, aquí estaba ella, en el taller personal del hombre que, aparentemente, era el m
Amira envuelta en tanta emoción, para ella sin sentido, pero super fuertes, trató de enfriar la atmosfera, con una pregunta.-Dime, David, dijiste cuando llegamos que hacía tiempo que no venias aquí por inspiración. -hizo una pausa para continuar, - Asumo entonces que hoy estas inspirado y que vas a comenzar algo.David observó a Amira con una sonrisa, apreciando su intento de aliviar la intensidad del momento. Sin embargo, sus ojos dorados seguían reflejando esa profundidad que parecía imposible de eludir.-Sí, Amira, tienes razón —respondió mientras caminaba hacia una mesa cercana, donde había herramientas y materiales esparcidos, claramente esperando ser usados—. Hoy me siento inspirado, aunque, para ser honesto, la inspiración no surgió hasta que llegaste tú.Sus palabras fueron directas, pero su tono era suave. No parecía querer
Amira:Eran las cinco de la mañana del sábado cuando un timbre que no puedo dejar de reconocer me despertó, -Dime Ronny que pasa, -le pregunto, porque sé que él no me llamaría a esta hora un sábado a menos que fuera vital.-Amira, -dijo el aludido- tienes reservado un vuelo de regreso a Miami, para las 8.30 de la mañana, el cliente de Londres llega a la 3 de la tarde de hoy y pido reunirse con nosotros a las 8 de la noche. Es para ayer, recoge tus cosas y muévete.Me quedé unos segundos en silencio en silencio, procesando la información mientras me desperezaba. El tono urgente de Ronny no dejaba lugar a dudas: esto era un asunto crítico.—Está bien, Ronny, no te preocupes, estaré en el aeropuerto a tiempo —respondí con determinación, aunque una pequeña parte de mi lamentaba tener que irse tan abruptamente.Colgué
Ambos estaban atados a una mujer que aún no comprendía la magnitud de su conexión, y el hecho de no poder explicarle lo que realmente sentían hacía que su partida y el vacío que dejo fueran insoportableAmira, llegó a su departamento de Miami Beach, triste y con la cabeza en otro lugar, sólo fueron cuarenta y ocho horas en Seattle, pero para ella era como si esa ciudad y David fueran su vida entera y esto un viaje de negocios que no quería hacer; se sentó en el sofá, mirando por la ventana hacia el mar. La brisa del mar no lograba aliviar la tristeza que sentía. A pesar de lo breve que había sido su estancia en Seattle, cada momento con David había dejado una huella en su corazón. Los recuerdos de su conexión, las risas y la complicidad, la perseguían mientras intentaba prepararse mentalmente para la reunión con su cliente esa noche. "¿Qué estaba pasando con ella?", se preguntó. ¿Era solo el encanto de un viaje de negocios o había algo más profundo en su conexión con él?Ronny, llegó
Amira y Ronny llegaron al elegante restaurante del JW Marriott, listos para su reunión con Harry Wood. Al entrar, Amira captó la atención del lugar con su impecable estilo y seguridad, y como siempre, Harry no pudo evitar quedarse maravillado por su presencia. Esta cena prometía ser mucho más que solo negocios, por las dinámicas de buenas relaciones que siempre han existido entre ellos.Esta vez hubo un detalle en Amira que Harry Wood no pudo evitar notar y fue el pequeño aro de tres tipos de oro que colgaba del cuello de la chica. Aunque para otros podría parecer una joya más, para él fue como una alarma silenciosa. Sus ojos se clavaron en el anillo, su ceño se frunció por un instante, conocía bien el simbolismo de ese tipo de pieza, aunque no quería admitirlo. El hombre que siempre había creído tener alguna oportunidad con Amira, ahora sentía una barrera qu
—La verdad, Harry, es que esta pieza me la regaló alguien muy especial. —Su voz salió suave, pero segura—. No fue comprada, ni subastada. Es un detalle personal que me entregaron como... bueno, como un símbolo.Harry ladeó la cabeza, visiblemente intrigado.—Un símbolo, dices. ¿De qué?Amira lo miró con una sonrisa que decía más de lo que las palabras podían expresar.—De una conexión que no muchos podrían entender. —Respondió de manera enigmática, dejando la explicación flotando en el aire, sin revelar más de lo necesario. Sabía que esa respuesta dejaría a Harry insatisfecho, pero era todo lo que estaba dispuesta a decir en ese momento.Ronny, viendo la intensidad del momento, decidió cambiar el tema antes de que las preguntas de Harry se volvieran demasiado personales.—Bueno, Harry, creo que todos tenemos nuestras historias detrás de lo que usamos —dijo Ronny con una sonrisa—, pero lo importante es que cerramos el trato de esta noche y qu
David sonrió con esa mezcla de arrogancia y vulnerabilidad que solo él sabía conjugar. Sabía que era cuestión de tiempo antes de que Amira entendiera el verdadero significado del anillo. Pero por ahora, estaba dispuesto a esperar, porque, en el fondo, él también disfrutaba del juego.—Sabes que siempre será tuyo —murmuró, apenas audible, pero lo suficientemente claro para que sólo ella lo escuchara.Pero no fue solo Amira la única que la escucho. Esa frase hiso que Harry se pusiera alerta y David supo que el Sr. Wood era otro Alfa, no como él, pero fuerte también y si bien Amira no era su destinada, tanto el hombre como su lobo estaban alucinando con ella. David captó inmediatamente el cambio en el ambiente. La mirada de Harry Wood se endureció, su cuerpo se tensó casi imperceptiblemente. No era solo una reacción humana; su instinto alfa se
La emoción en la mesa se volvió palpable cuando Ronny preguntó dónde irían a bailar.—Salsa Mia —respondió Harry, con algo de escepticismo—. Dicen que es la mejor.Para sorpresa de David y Harry, Amira y Ronny coincidieron en un sonoro "¡Sí!", casi como dos adolescentes entusiasmados por una noche de fiesta. La energía era contagiosa, y David sintió un impulso de ser parte de esa alegría.—Bueno, entonces, parece que tenemos un plan —dijo David, intentando mantener la seriedad a pesar de la diversión que estaba empezando a emerger dentro de él.Harry, aunque un poco desconcertado por la unión casi instantánea de Amira y Ronny, decidió seguir el juego. La noche se volvía cada vez más interesante, y la idea de ver a Amira bailando lo llenaba de una mezcla de admiración y deseo.—Perfec