David la miró sorprendido por la forma en que Amira había dirigido la conversación. No podía evitar sonreír ante su picardía y el tono juguetón de sus palabras. Ella sabía exactamente cómo girar la situación a su favor, y eso lo fascinaba aún más.
— Touché, Amira, me has pillado. -dijo con una sonrisa de medio lado.
-Creo que los resultados son... impresionantes —respondió sin poder ocultar el ligero tono seductor en su voz—. Se nota que pones mucho esfuerzo en todo lo que haces, no solo en el gimnasio. Tu determinación es evidente.
David hizo una pausa, cruzando las manos sobre la mesa mientras mantenía su mirada fija en ella.
—Y tienes razón, definitivamente eres directa. Algo que aprecio mucho. Aunque debo admitir que aquella primera vez en el ascensor… —soltó una leve risa—, bueno, fue algo inesperado, pero digamos que dejaste una impresión bastante duradera en mí.
Amira arqueó una ceja, satisfecha con su pequeña victoria.
—Duradera, ¿eh? —dijo, fingiendo inocencia—. Me alegra saber que me recuerdas tan bien, Sr. Stone. Aunque debo decir, creo que esta vez me verás con otra perspectiva.
David la observó, con una mezcla de diversión y admiración en sus ojos dorados.
—Definitivamente —respondió, inclinándose un poco hacia adelante—, pero debo advertirte, Amira, que siempre estaré dispuesto a aceptar cualquier reto que me pongas. Porque si algo he aprendido de ti es que no te rindes... y yo tampoco.
La tensión entre ambos era palpable, pero esta vez era una mezcla de atracción y respeto mutuo, un juego en el que ambos parecían disfrutar mientras medían sus fuerzas.
Amira:
-Si, me lo voy a comer, solo y sin ensaladas, hoy no las necesito, pero el vino si, blanco, porque es pescado. - dijo y su conversación hizo que David se pusiera duro solo de oírla, pues estaba claro que lo que Amira, acababa de decir era más que una simple elección para almorzar.
David trago duro y trató de mantener la compostura mientras las palabras de Amira resonaban en su mente, cargadas de un doble sentido que no pasó desapercibido para él. Se aclaró la garganta y sonrió, aunque debajo de esa calma aparente, su cuerpo reaccionaba de una manera que solo él y Zeus conocían.
—Parece que sabes exactamente lo que quieres, Amira —respondió, tratando de que su voz no traicionara el efecto que ella estaba causando—. Un vino blanco será perfecto para acompañar tu elección.
David hizo una señal al mesero para que trajera el mejor vino blanco disponible. Mientras tanto, sus pensamientos giraban alrededor de la energía irresistible que ella emanaba. Amira jugaba su propio juego y aunque él estaba acostumbrado a ser el que controlaba la situación, esta vez era diferente.
—Y en cuanto a mí —continuó, con una sonrisa ligeramente torcida—, creo que seguiré siendo más... básico. Carne, en término medio, pero sin dejar de disfrutar de este almuerzo contigo. Aunque debo admitir que parece que en esta comida tú ya tienes el control.
Amira lo miró a los ojos con esa chispa traviesa que la caracterizaba, consciente de cómo sus palabras y acciones afectaban a David. Estaba disfrutando ver cómo el poderoso hombre de negocios, que acostumbraba a intimidar y dominar, ahora parecía estar desarmado frente a ella.
—David, me parece que en esta ocasión ambos sabemos lo que estamos haciendo —respondió con una sonrisa cómplice, saboreando el juego entre ellos—. Y a veces, dejarse llevar es la mejor manera de disfrutar.
David soltó una suave risa, reconociendo la verdad en sus palabras. Sin embargo, en su mente, Zeus rugía, ansioso por tomar el control. "Ten paciencia", pensó David, "tenemos que jugar bien nuestras cartas."
David:
-Amira quiero que la tarde no termine con este almuerzo. Ahora soy yo, quien te invita a un lugar más espacial, si estás de acuerdo claro, - ¿Confías en mis elecciones?
Amira levantó una ceja, intrigada por mi propuesta. Hubo algo en mi tono, una mezcla de desafío y sinceridad, que la hizo sentirse aún más curiosa. Creo que sus instintos de empresaria le decían que debía mantener las cosas bajo control, pero la curiosidad, que yo le generaba pudo más, y eso la atraía a mi como un imán
—Bueno, David, debo admitir que hasta ahora tus elecciones no han sido malas —respondió juguetonamente, mientras llevaba la copa de vino a sus labios—. Y como mujer de negocio, suelo ser cautelosa, pero… me gusta vivir el momento, así que... acepto. —Me miró directamente a los ojos, sosteniéndome la mirada con confianza y me dijo: —Sorpréndeme.
Sonreí con satisfacción y algo más profundo, algo que Amira aún no podía comprender. Sentí cómo la química entre nosotros se hacía más palpable con cada palabra y cada gesto. La tarde recién comenzaba, y yo tenía planes que irían más allá de un simple almuerzo.
—Perfecto, Amira —le dije, dejando un billete sobre la mesa para cubrir la cuenta—. Prometo que será una experiencia que recordarás.
Me levanté y le ofrecí mi mano, con una mezcla de anticipación y algo más que yo sentía, pero no me atrevía a mencionar.
Pero ella no tomo mi mano, miró en la mesa el billete que yo había puesto y con una sonrisa maliciosa me dijo:
- David, discúlpame, pero soy una mujer de palabra y yo te invité hoy.
- Ya tendrás tiempo de invitarme tú. -me devolvió mi billete, dejando el suyo en el lugar, a la vez que me decía con la mirada, -"Te descubrí"
Salieron de la ciudad, tomaron una autopista, sumidos ambos en un silencio que los llevaba a sus propios pensamientos, pero sin que fuera incomodo, luego de conducir durante una hora David tomó un camino a su derecha, que era más angosto, aunque le carretera estaba muy bien conservada, llegando a una villa, prácticamente en el medio del bosque.Amira se dejó envolver por el ambiente mágico de la villa. Todo allí parecía sacado de un cuento, desde el paisaje verde salpicado de flores silvestres hasta el aire fresco que le llenaba los pulmones con cada respiración. La paz que sentía era casi irreal, como si por un momento el bullicio del mundo exterior desapareciera, dejándola en un remanso de tranquilidad.David, a su lado, lucía más relajado que nunca. Con el viento jugando con su cabello suelto, parecía completamente en su elemento, como si la naturaleza misma lo reconociera como parte de ella. Amira lo notó, y aunque no comprendía exactamente por qué, algo en él parecía diferente. Ha
David se volvió para verla y le dijo:- Este es mi pequeño taller Amira, aquí vengo cuando quiero pensar o simplemente cuando estoy inspirado. Hace mucho tiempo que no venía por inspiración. -hiso una pausa y continuo, -Los "hombres" de mi familia, todos debemos aprender una práctica que nos entrene en la paciencia y la voluntad de dominar nuestro espíritu, mi padre eligió la joyería, y yo la he amado con pasión.-Amira, ¿Conoces la Casa oro rojo?Amira quedó completamente pasmada, incapaz de ocultar su sorpresa. Había escuchado rumores sobre la "Casa oro rojo", una joyería legendaria cuyas piezas eran famosas por ser únicas en su tipo, forjadas con una maestría sin igual y valoradas, la más mínima en más de un millón de dólares. Sin embargo, la parte más fascinante de la leyenda era que nadie conocía al verdadero creador de esas joyas; las piezas se subastaban o eran encargadas de manera privada. Y ahora, aquí estaba ella, en el taller personal del hombre que, aparentemente, era el m
Amira envuelta en tanta emoción, para ella sin sentido, pero super fuertes, trató de enfriar la atmosfera, con una pregunta.-Dime, David, dijiste cuando llegamos que hacía tiempo que no venias aquí por inspiración. -hizo una pausa para continuar, - Asumo entonces que hoy estas inspirado y que vas a comenzar algo.David observó a Amira con una sonrisa, apreciando su intento de aliviar la intensidad del momento. Sin embargo, sus ojos dorados seguían reflejando esa profundidad que parecía imposible de eludir.-Sí, Amira, tienes razón —respondió mientras caminaba hacia una mesa cercana, donde había herramientas y materiales esparcidos, claramente esperando ser usados—. Hoy me siento inspirado, aunque, para ser honesto, la inspiración no surgió hasta que llegaste tú.Sus palabras fueron directas, pero su tono era suave. No parecía querer
Amira:Eran las cinco de la mañana del sábado cuando un timbre que no puedo dejar de reconocer me despertó, -Dime Ronny que pasa, -le pregunto, porque sé que él no me llamaría a esta hora un sábado a menos que fuera vital.-Amira, -dijo el aludido- tienes reservado un vuelo de regreso a Miami, para las 8.30 de la mañana, el cliente de Londres llega a la 3 de la tarde de hoy y pido reunirse con nosotros a las 8 de la noche. Es para ayer, recoge tus cosas y muévete.Me quedé unos segundos en silencio en silencio, procesando la información mientras me desperezaba. El tono urgente de Ronny no dejaba lugar a dudas: esto era un asunto crítico.—Está bien, Ronny, no te preocupes, estaré en el aeropuerto a tiempo —respondí con determinación, aunque una pequeña parte de mi lamentaba tener que irse tan abruptamente.Colgué el teléfono y miré alrededor de mi habitación. La tarde anterior con David había sido un giro inesperado en este viaje, y no podía evitar sentir una mezcla de emociones. "Así
Ambos estaban atados a una mujer que aún no comprendía la magnitud de su conexión, y el hecho de no poder explicarle lo que realmente sentían hacía que su partida y el vacío que dejo fueran insoportableAmira, llegó a su departamento de Miami Beach, triste y con la cabeza en otro lugar, sólo fueron cuarenta y ocho horas en Seattle, pero para ella era como si esa ciudad y David fueran su vida entera y esto un viaje de negocios que no quería hacer; se sentó en el sofá, mirando por la ventana hacia el mar. La brisa del mar no lograba aliviar la tristeza que sentía. A pesar de lo breve que había sido su estancia en Seattle, cada momento con David había dejado una huella en su corazón. Los recuerdos de su conexión, las risas y la complicidad, la perseguían mientras intentaba prepararse mentalmente para la reunión con su cliente esa noche. "¿Qué estaba pasando con ella?", se preguntó. ¿Era solo el encanto de un viaje de negocios o había algo más profundo en su conexión con él?Ronny, llegó
Amira y Ronny llegaron al elegante restaurante del JW Marriott, listos para su reunión con Harry Wood. Al entrar, Amira captó la atención del lugar con su impecable estilo y seguridad, y como siempre, Harry no pudo evitar quedarse maravillado por su presencia. Esta cena prometía ser mucho más que solo negocios, por las dinámicas de buenas relaciones que siempre han existido entre ellos.Esta vez hubo un detalle en Amira que Harry Wood no pudo evitar notar y fue el pequeño aro de tres tipos de oro que colgaba del cuello de la chica. Aunque para otros podría parecer una joya más, para él fue como una alarma silenciosa. Sus ojos se clavaron en el anillo, su ceño se frunció por un instante, conocía bien el simbolismo de ese tipo de pieza, aunque no quería admitirlo. El hombre que siempre había creído tener alguna oportunidad con Amira, ahora sentía una barrera que nunca antes había percibido tan claramente. Mientras intentaba ignorar la incomodidad, algo en su interior le susurraba que ese
—La verdad, Harry, es que esta pieza me la regaló alguien muy especial. —Su voz salió suave, pero segura—. No fue comprada, ni subastada. Es un detalle personal que me entregaron como... bueno, como un símbolo.Harry ladeó la cabeza, visiblemente intrigado.—Un símbolo, dices. ¿De qué?Amira lo miró con una sonrisa que decía más de lo que las palabras podían expresar.—De una conexión que no muchos podrían entender. —Respondió de manera enigmática, dejando la explicación flotando en el aire, sin revelar más de lo necesario. Sabía que esa respuesta dejaría a Harry insatisfecho, pero era todo lo que estaba dispuesta a decir en ese momento.Ronny, viendo la intensidad del momento, decidió cambiar el tema antes de que las preguntas de Harry se volvieran demasiado personales.—Bueno, Harry, creo que todos tenemos nuestras historias detrás de lo que usamos —dijo Ronny con una sonrisa—, pero lo importante es que cerramos el trato de esta noche y qu
David sonrió con esa mezcla de arrogancia y vulnerabilidad que solo él sabía conjugar. Sabía que era cuestión de tiempo antes de que Amira entendiera el verdadero significado del anillo. Pero por ahora, estaba dispuesto a esperar, porque, en el fondo, él también disfrutaba del juego.—Sabes que siempre será tuyo —murmuró, apenas audible, pero lo suficientemente claro para que sólo ella lo escuchara.Pero no fue solo Amira la única que la escucho. Esa frase hiso que Harry se pusiera alerta y David supo que el Sr. Wood era otro Alfa, no como él, pero fuerte también y si bien Amira no era su destinada, tanto el hombre como su lobo estaban alucinando con ella. David captó inmediatamente el cambio en el ambiente. La mirada de Harry Wood se endureció, su cuerpo se tensó casi imperceptiblemente. No era solo una reacción humana; su instinto alfa se