Amira envuelta en tanta emoción, para ella sin sentido, pero super fuertes, trató de enfriar la atmosfera, con una pregunta.
-Dime, David, dijiste cuando llegamos que hacía tiempo que no venias aquí por inspiración. -hizo una pausa para continuar, - Asumo entonces que hoy estas inspirado y que vas a comenzar algo.
David observó a Amira con una sonrisa, apreciando su intento de aliviar la intensidad del momento. Sin embargo, sus ojos dorados seguían reflejando esa profundidad que parecía imposible de eludir.
-Sí, Amira, tienes razón —respondió mientras caminaba hacia una mesa cercana, donde había herramientas y materiales esparcidos, claramente esperando ser usados—. Hoy me siento inspirado, aunque, para ser honesto, la inspiración no surgió hasta que llegaste tú.
Sus palabras fueron directas, pero su tono era suave. No parecía querer intimidarla, sino más bien compartir algo personal. Se quedó en silencio por un momento, recogiendo un pequeño trozo de metal que comenzó a moldear entre sus manos.
—Mi padre me enseñó a canalizar mis pensamientos y emociones en esta práctica. La joyería no es solo una forma de arte; es una manera de dominar el caos interno, de encontrar equilibrio. Pero no siempre es fácil encontrar ese estado mental... hasta hoy.
David comenzó a trabajar el metal con una destreza que hablaba de años de experiencia, pero esta vez, su atención seguía en Amira, como si ella fuera la verdadera fuente de esa inspiración.
—Cada pieza que hago tiene un propósito, una intención —continuó—. Y aunque no había venido aquí en mucho tiempo, hoy siento que estoy creando algo más que una joya.
Amira lo observó en silencio, procesando lo que había dicho. El ambiente en la sala seguía siendo íntimo, cargado de una energía palpable, pero ahora había una conexión más clara entre ellos. Era como si David le estuviera mostrando una parte de sí mismo que pocos conocían.
—Entonces, ¿qué es lo que te inspira ahora? —preguntó Amira, más curiosa que nunca.
David levantó la mirada, y sus ojos dorados la estudiaron con una intensidad que la hizo estremecerse.
—Tú, Amira Gutiérrez. Hoy me inspiras tú.
Amira sintió un cosquilleo recorrer su piel, una mezcla de vulnerabilidad y poder, como si en ese preciso momento se desvaneciera cualquier máscara que ambos pudieran haber llevado. Era una sensación tan pura y profunda que la sorprendió, haciéndola sentir expuesta, pero no en la manera en que habría esperado. David no la miraba con lujuria, sino con algo mucho más intenso y genuino, como si viera su alma desnuda ante él, y eso le provocaba un calor inexplicable.
Se quedó quieta, observándolo trabajar con una concentración tan profunda que parecía olvidarse del mundo exterior. Pero sabía que, aunque sus manos estuvieran ocupadas en la creación de algo físico, toda su atención seguía puesta en ella. Esa conexión silenciosa entre ellos era abrumadora, pero también increíblemente liberadora.
Amira intentó romper el hechizo que la envolvía, carraspeando ligeramente antes de hablar.
—Nunca pensé que… me sentiría tan… —comenzó, pero se detuvo, sin saber cómo poner en palabras lo que estaba experimentando—. Esto es diferente.
David sonrió sin apartar la vista de su trabajo.
—Lo sé. Esto no es lo que imaginaba cuando te conocí. —Hizo una pausa, levantando la mirada hacia ella—. Pero a veces las mejores cosas en la vida son aquellas que no planeamos.
Amira no pudo evitar reír suavemente. La ironía de que el imponente "Gran Alfa" la estuviera desarmando sin siquiera intentar seducirla la descolocaba. Ella, que siempre había tenido el control, que sabía cómo jugar el juego de los negocios y las relaciones, se encontraba en un territorio desconocido. Pero, extrañamente, le gustaba.
—¿Siempre eres así de profundo o es solo porque estamos aquí en tu refugio? —bromeó, intentando aligerar el ambiente.
David dejó a un lado la pieza en la que trabajaba y se acercó a ella con una mirada tranquila.
—Solo cuando encuentro algo que realmente me importa —respondió, su tono tan sincero que hizo que Amira sintiera una ola de calidez que la recorrió de pies a cabeza.
Por primera vez en mucho tiempo, Amira se permitió estar presente en ese momento, sin pensar en el futuro, los negocios, o las barreras que había levantado. Y mientras David volvía a tomar sus herramientas, ella supo que algo profundo había comenzado a cambiar entre ellos.
Amira sintió el calor envolvente del cuerpo de David, la suave presión de su brazo firme alrededor de ella mientras despertaba camino al automóvil. Por un breve instante, el miedo la invadió, pero pronto se disipó al notar la delicadeza con la que él la acomodaba en el asiento del copiloto. Su fragancia —una mezcla de naturaleza salvaje y algo misteriosamente masculino— la reconfortaba, envolviéndola en una sensación de seguridad que no había experimentado en mucho tiempo.
David, por su parte, notó el momento exacto en que Amira abrió los ojos, pero decidió no decir nada. Fingió estar concentrado en el camino, permitiéndole a ella disfrutar de ese instante íntimo. Una sonrisa apenas visible curvó sus labios, mientras sentía cómo Amira se relajaba contra él, dejando que su propio instinto de protección surgiera de manera natural. Zeus, su lobo interior, estaba más calmado que nunca, disfrutando también de la cercanía de su compañera destinada.
Amira se permitió un suspiro suave, entrelazando sus propios pensamientos. "¿Cómo llegamos a este punto?", se preguntó. La tarde había sido emocionalmente intensa, y el hecho de estar hace unos instantes en los brazos de David, aún con todo lo que desconocía de él, extrañamente la hacía sentir… bien.
—Gracias —susurró, rompiendo el silencio sin mirar directamente a David.
David mantuvo la mirada en la carretera, pero su tono reflejaba una calma cálida.
—No hay de qué. Solo quería que descansaras un poco más.
Amira sonrió para sí misma. Tal vez las cosas con David Stone, el hombre impenetrable de negocios, estaban comenzando a tomar un giro que jamás imaginó. Y por primera vez en mucho tiempo, no quiso anticipar el siguiente movimiento; prefirió simplemente disfrutar del presente.
Eran las diez de la noche cuando David detuvo su auto frente a la entrada del hotel en el que Amira se hospedaba. Él se bajó del auto, para abrir la puerta de Amira. Ella con el corazón palpitante como una adolescente, nerviosa y emocionada, solo atino a besarle la mejilla, muy, muy cerca de los labios de David y se alejó, sin correr, pero sin dar tiempo a que el lobo reaccionara. -Buenas noches David Stone. -dijo.
David la observó alejarse, con una sonrisa suave que apenas pudo contener. El beso inesperado, tan cerca de sus labios, había dejado una chispa en su piel. El lobo dentro de él, Zeus, rugió de frustración, pero David respiró profundo, luchando por mantener el control.
—Buenas noches, Amira Gutiérrez —murmuró, mientras la veía desaparecer en el vestíbulo del hotel.
Amira, por su parte, caminaba sin voltear, pero su corazón latía con más fuerza. Se sentía como una adolescente, incapaz de controlar las emociones que David despertaba en ella. Había sido una jugada atrevida, pero necesaria. "Era hora de dejarle una marca", pensó, sonriendo para sí misma.
Al llegar a su habitación, Amira se recostó sobre la cama, mirando el hermoso aro de oro que brillaba en su dedo anular, repasando mentalmente cada detalle de la tarde. La química entre ellos era indudable, pero más allá de la atracción física, había algo más profundo que la inquietaba. A pesar de su desconcierto, se sentía emocionada por lo que podría venir.
David, de vuelta en su auto, apoyó la cabeza en el volante por un momento, cerrando los ojos y permitiendo que el aroma de Amira —canela, miel y mar— lo invadiera. -Ella es nuestra, -susurró Zeus, pero David se limitó a sonreír. Sabía que la paciencia sería la clave.
—Paso a paso, amigo —murmuró David, arrancando el auto nuevamente.
Amira:Eran las cinco de la mañana del sábado cuando un timbre que no puedo dejar de reconocer me despertó, -Dime Ronny que pasa, -le pregunto, porque sé que él no me llamaría a esta hora un sábado a menos que fuera vital.-Amira, -dijo el aludido- tienes reservado un vuelo de regreso a Miami, para las 8.30 de la mañana, el cliente de Londres llega a la 3 de la tarde de hoy y pido reunirse con nosotros a las 8 de la noche. Es para ayer, recoge tus cosas y muévete.Me quedé unos segundos en silencio en silencio, procesando la información mientras me desperezaba. El tono urgente de Ronny no dejaba lugar a dudas: esto era un asunto crítico.—Está bien, Ronny, no te preocupes, estaré en el aeropuerto a tiempo —respondí con determinación, aunque una pequeña parte de mi lamentaba tener que irse tan abruptamente.Colgué
Ambos estaban atados a una mujer que aún no comprendía la magnitud de su conexión, y el hecho de no poder explicarle lo que realmente sentían hacía que su partida y el vacío que dejo fueran insoportableAmira, llegó a su departamento de Miami Beach, triste y con la cabeza en otro lugar, sólo fueron cuarenta y ocho horas en Seattle, pero para ella era como si esa ciudad y David fueran su vida entera y esto un viaje de negocios que no quería hacer; se sentó en el sofá, mirando por la ventana hacia el mar. La brisa del mar no lograba aliviar la tristeza que sentía. A pesar de lo breve que había sido su estancia en Seattle, cada momento con David había dejado una huella en su corazón. Los recuerdos de su conexión, las risas y la complicidad, la perseguían mientras intentaba prepararse mentalmente para la reunión con su cliente esa noche. "¿Qué estaba pasando con ella?", se preguntó. ¿Era solo el encanto de un viaje de negocios o había algo más profundo en su conexión con él?Ronny, llegó
Amira y Ronny llegaron al elegante restaurante del JW Marriott, listos para su reunión con Harry Wood. Al entrar, Amira captó la atención del lugar con su impecable estilo y seguridad, y como siempre, Harry no pudo evitar quedarse maravillado por su presencia. Esta cena prometía ser mucho más que solo negocios, por las dinámicas de buenas relaciones que siempre han existido entre ellos.Esta vez hubo un detalle en Amira que Harry Wood no pudo evitar notar y fue el pequeño aro de tres tipos de oro que colgaba del cuello de la chica. Aunque para otros podría parecer una joya más, para él fue como una alarma silenciosa. Sus ojos se clavaron en el anillo, su ceño se frunció por un instante, conocía bien el simbolismo de ese tipo de pieza, aunque no quería admitirlo. El hombre que siempre había creído tener alguna oportunidad con Amira, ahora sentía una barrera qu
—La verdad, Harry, es que esta pieza me la regaló alguien muy especial. —Su voz salió suave, pero segura—. No fue comprada, ni subastada. Es un detalle personal que me entregaron como... bueno, como un símbolo.Harry ladeó la cabeza, visiblemente intrigado.—Un símbolo, dices. ¿De qué?Amira lo miró con una sonrisa que decía más de lo que las palabras podían expresar.—De una conexión que no muchos podrían entender. —Respondió de manera enigmática, dejando la explicación flotando en el aire, sin revelar más de lo necesario. Sabía que esa respuesta dejaría a Harry insatisfecho, pero era todo lo que estaba dispuesta a decir en ese momento.Ronny, viendo la intensidad del momento, decidió cambiar el tema antes de que las preguntas de Harry se volvieran demasiado personales.—Bueno, Harry, creo que todos tenemos nuestras historias detrás de lo que usamos —dijo Ronny con una sonrisa—, pero lo importante es que cerramos el trato de esta noche y qu
David sonrió con esa mezcla de arrogancia y vulnerabilidad que solo él sabía conjugar. Sabía que era cuestión de tiempo antes de que Amira entendiera el verdadero significado del anillo. Pero por ahora, estaba dispuesto a esperar, porque, en el fondo, él también disfrutaba del juego.—Sabes que siempre será tuyo —murmuró, apenas audible, pero lo suficientemente claro para que sólo ella lo escuchara.Pero no fue solo Amira la única que la escucho. Esa frase hiso que Harry se pusiera alerta y David supo que el Sr. Wood era otro Alfa, no como él, pero fuerte también y si bien Amira no era su destinada, tanto el hombre como su lobo estaban alucinando con ella. David captó inmediatamente el cambio en el ambiente. La mirada de Harry Wood se endureció, su cuerpo se tensó casi imperceptiblemente. No era solo una reacción humana; su instinto alfa se
La emoción en la mesa se volvió palpable cuando Ronny preguntó dónde irían a bailar.—Salsa Mia —respondió Harry, con algo de escepticismo—. Dicen que es la mejor.Para sorpresa de David y Harry, Amira y Ronny coincidieron en un sonoro "¡Sí!", casi como dos adolescentes entusiasmados por una noche de fiesta. La energía era contagiosa, y David sintió un impulso de ser parte de esa alegría.—Bueno, entonces, parece que tenemos un plan —dijo David, intentando mantener la seriedad a pesar de la diversión que estaba empezando a emerger dentro de él.Harry, aunque un poco desconcertado por la unión casi instantánea de Amira y Ronny, decidió seguir el juego. La noche se volvía cada vez más interesante, y la idea de ver a Amira bailando lo llenaba de una mezcla de admiración y deseo.—Perfec
La pista de baile se llenó de energía, y todos los ojos estaban en ellos. Amira, con su vestido de un solo hombro y su cabello suelto, brillaba. Y David, con su encanto natural, era imposible de ignorar. La química entre ellos era palpable, y la forma en que se miraban hacía que el resto del mundo desapareciera.—¿Te gustaría bailar un poco más? —le preguntó David, su voz más profunda por la emoción.Amira asintió, sintiendo que la noche apenas comenzaba. Con cada acorde, se acercaban más el uno al otro, disfrutando no solo de la música, sino también de la promesa de lo que podría venir.Cuando, "Qué manera de quererte" llenó el aire, la música cubana envolvió la pista de baile. David, sintiendo cada nota, se entregó completamente al ritmo, moviéndose con Amira de manera sincronizada. Era como si cada acor
Al llegar a su departamento, Amira abrió la puerta y lo invitó a pasar. La vista desde su balcón era impresionante: la ciudad iluminada brillaba como un océano de estrellas. David se acercó a la barandilla, maravillado por la belleza del lugar, pero su atención rápidamente se desvió hacia Amira, que lo observaba con una mezcla de nerviosismo y expectativa.—Eres hermosa, —dijo él, sin apartar la vista de ella.—No tanto como tú, —respondió Amira, dando un paso más cerca, restando el espacio entre ellos.David se giró hacia ella, su corazón latiendo con fuerza. —¿Sabes? Desde el momento en que te vi, supe que había algo especial entre nosotros.Amira sintió que una chispa de electricidad recorría su piel. Era el momento perfecto, y aunque la tensión era palpable, también había una t