Amira estaba frente al espejo de su suite en el hotel, admiraba su reflejo en el enterizo gris perla de patas palazo, que había elegido. Las mangas largas y el escote cerrado en el cuello le daban una apariencia seria, formal, pero el verdadero impacto estaba en la espalda. El enterizo, ajustado como un guante en la parte superior, se abría por completo en la espalda, dejando la piel expuesta hasta la cintura. El contraste entre la sobriedad del frente y la audacia del diseño posterior era desconcertante, justo como a ella le gustaba. Sabía que causaría impresión, y eso era exactamente lo que quería. Una sonrisa traviesa en sus labios delataba su estado de ánimo. Sabía que la cena de esa noche no era una simple reunión de negocios. Algo en la forma en que Román Smith se lo había mencionado la inquietaba, pero no tenía miedo. Después de todo, ella no era fácil de intimidar, y menos por alguien como David Stone, el "bello gruñón", como ella había empezado a llamarlo en su mente.
Amira Gutiérrez
—Bueno, en dos horas tengo una cena y no tengo idea de cuál es el objetivo —se dijo mientras terminaba de retocar su maquillaje, para luego calzarse sus zapatos rojos de siete centímetros de tacón aguja como le gustaba usar. —. Por supuesto, sé que el jefecito "bello gruñón" va a estar. Pero esta vez, sí le voy a dar para que mire con ganas… y luego salga corriendo otra vez —sonrió, disfrutando de la anticipación.
—Esta vez, no sabrá si mirarme de frente o de espaldas —murmuró, satisfecha con su elección.
—Si pensó que me iba a intimidar por lo que hizo, se equivocó totalmente. Conmigo no se juega —dijo en voz alta, reafirmando su confianza.
Amira recordaba perfectamente su primer encuentro con David Stone. Su actitud arrogante y su tono cortante la habían irritado profundamente. Pero lo que más le había molestado era la manera en que la había dejado sin aliento, tanto por su presencia como por esa chispa intensa e inexplicable que había sentido en el ascensor. No iba a dejar que se repitiera. Esta vez, ella tenía el control, y estaba más que lista para jugar el juego.
Recogió su cabello en un moño alto, dejando algunos mechones sueltos que caían suavemente alrededor de su rostro, dándole un toque elegante pero seductor. Sabía que cada detalle de su apariencia esta noche estaba pensado para causar un impacto, y no precisamente uno pequeño. Amira era una mujer de negocios astuta, pero también sabía usar su encanto y presencia cuando era necesario, y esta vez planeaba dejar a David Stone sin palabras.
Lista para lo que viniera, se giró y tomó su bolso rojo. Esta cena sería su terreno, y David Stone no tendría ninguna ventaja sobre ella.
Cuando Amira bajó al lobby del hotel, notó de inmediato a un joven uniformado preguntando por ella. Con una postura profesional, el joven se acercó tan pronto la vio.
Chofer:
—Disculpe, ¿Srta. Gutiérrez? Soy su chofer para llevarla a la residencia de los Smith.El hombre, aunque entrenado para mantener la compostura, no pudo evitar que sus ojos se agrandaran por un segundo al verla. El enterizo gris perla ajustado a la perfección y el toque inesperado de su espalda descubierta lo dejaron sin aliento, aunque lo disimuló con un rápido parpadeo. Su profesionalismo no permitía otra cosa, pero no había duda de que estaba impresionado.
Mientras Amira avanzaba con gracia hacia la puerta, sintió las miradas de todos los caballeros presentes en el lobby, como si el mundo se hubiera detenido por un momento. Cada paso que daba era acompañado por susurros y miradas admirativas. Sin querer, había robado la atención de toda la sala. Algunos hombres se quedaron embobados, mientras que las mujeres presentes intercambiaban miradas de envidia y admiración. Pero Amira no necesitaba confirmación externa; ella ya sabía que iba a ser el centro de atención desde el momento en que eligió su atuendo.
Con una media sonrisa en sus labios, se dirigió hacia el coche, sabiendo que apenas era el comienzo de una noche en la que ella tendría todo el control.
La mansión de los Smith estaba ubicada en una zona apartada y extremadamente exclusiva de la ciudad, casi oculta entre los árboles, cerca de un denso bosque que parecía envolver la propiedad en un aire de misterio. Desde el coche, Amira observó cómo el paisaje urbano iba dando paso a un entorno más natural, y pronto apareció ante ella la imponente residencia.
Era una mansión con un diseño clásico, construida con materiales que parecían haber resistido el paso del tiempo. La estructura tenía una elegancia atemporal, pero no era solo su tamaño lo que impresionaba. A diferencia de muchas mansiones enormes que parecen diseñadas para alardear de espacios vacíos e innecesarios, esta tenía una sensación de hogar. Amira pudo percibir, solo con verla desde afuera, que cada rincón y cada habitación probablemente tenían un propósito claro. No era solo una casa grande, era una casa pensada para una familia grande, quizás con la idea de tener mínimo cuatro o cinco niños correteando por los pasillos.
Mientras el coche se acercaba a la entrada principal, Amira no pudo evitar pensar en lo que aquella casa significaba para los Smith. No solo era una muestra de poder, sino de tradición y de algo que ellos querían construir a largo plazo.Amira, se quedo mirando, recordando su infancia en Cuba, donde no tenía muchos hermanos, solo eran ella y su hermana menor, Suset, pero tenía muchos primos que en verano se reunían en su casa, que era la de sus abuelos y todo era bullicio y fiesta. A pesar de todo el tiempo que había pasado, ella seguía recordando con mucho cariño esos años de su infancia.Por fin el auto se detuvo en la entrada principal y el chofer con una sonrisa profesional, se bajó del coche y se acercó para abrirle la portezuelaChofer:-Adelante Srta., hemos llegado, ha sido un gusto servirle. -dijo.Amira quedo agradecida con la amabilidad del joven.-Gracia
Ocho en punto. Justo cuando el reloj marcó la hora, las puertas del salón se abrieron, y Amira Gutiérrez hizo su entrada. Todo lo que había estado preocupando a David Stone hasta ese momento desapareció en un instante. La sala, repleta de su círculo cercano, quedó sumida en un silencio absoluto. Era como si el mundo mismo hubiese hecho una pausa para admirarla.Amira, con su piel color canela que brillaba bajo la luz suave del salón, caminaba con una gracia natural y una presencia que llenaba todo el espacio. Vestida con su impresionante enterizo gris perla, el contraste entre su frente serio y la sensualidad de su espalda descubierta era suficiente para dejar a todos sin palabras. Parecía una reina que acababa de entrar en la presenc
-Sr. Stone, buenas noches, es un gusto volver a verlo- me dijo la muy ladina.-Srta. Gutiérrez, el gusto es todo mío, - fue todo lo que pude decir antes de que se volteara.Todo se mantuvo bajo control hasta que Amira se dio la vuelta para continuar su recorrido. Zeus y yo sentimos lo mismo en ese momento, incapaces de soportar más lo que estábamos viendo, Amira literalmente rompió no sólo la bajilla, si no también mi razón y mi cordura, Zeus lanzó un rugido con una fuerza que sacudió todo mi ser. Fue un rugido que resonó en lo más profundo de mi alma, yo, por primera vez en mucho tiempo, no pude contener el poder que llevaba dentro.El cambio fue instantáneo, sentí cómo mis ojos, usualmente dorados y calculadores, se oscurecían, tiñéndose de ese rojo profundo que solo aparecía cuando mi Alfa interior tomaba el control. La me
Amira GutiérrezSentí como si el tiempo se hubiera detenido por completo. Durante ese breve pero intenso instante, solo existíamos David y yo, frente a frente, como si el resto del mundo hubiera desaparecido. Era una batalla silenciosa, una prueba de fuerza entre dos almas poderosas, midiendo nuestras voluntades como si fuésemos titanes en un campo de batalla invisible. La tensión en el aire era palpable, y mi corazón latía con fuerza mientras intentaba procesar lo que estaba sucediendo.Y de repente, todo se desvaneció.Me estoy despertando justo ahora en una cama y en una habitación nueva para mí. Miro todo a mi alrededor, para afirmar lo que ya sé, no es mi habitación. Mi mente trata de encontrar respuestas rápidamente. ¿Qué había pasado? No recuerdo cómo llegué aquí. El pánico me golpeó con fuerza cuando mir&oacut
David, se encontraba solo en su habitación, la misma que había usado tantas veces en la casa de Román y Vanessa, pero esta noche su mente no estaba tranquila. Se pasó la mano por el rostro, intentando sacudir la tensión acumulada.—Lo que pasó en la cena no puede volver a ocurrir —murmuró en voz baja, hablando tanto para sí como para Zeus, su lobo interior, quien permanecía inquieto en su mente.Zeus gruñó, claramente insatisfecho, pero David lo ignoró.—Es crucial que mantengamos el autocontrol —continuó, su tono firme pero lleno de frustración—. No podemos permitirnos perder el control de esta manera, no frente a todos... y mucho menos frente a ella.La imagen de Amira entrando al salón, el impacto que tuvo en todos y, sobre todo, en él, lo golpeaba una y otra vez. El simple hecho de que todos la hubieran mirado c
Soltó una risa interna ante el entusiasmo de su lobo. Sabía que tendría que mantener a Zeus bajo control, pero también debía admitir que su propio autocontrol estaba tambaleándose desde que Amira apareció en su vida.—No te preocupes —dijo con determinación—. Yo me encargaré de hacer que se quede. Amira no podrá resistirse a mis encantos de hombre. La haremos nuestra, pero a su tiempo, de la forma correcta, tú déjamelo a mí.Zeus, aunque impaciente, pareció satisfecho con la promesa.—Lo que sea, David, tenemos un trato, pero no podemos perderla.
Amira Gutiérrez:Me sentí un poco insegura, pero de pronto recordé que debía jugar este juego con astucia. Observando a David frente a mí, pensé: - “Este hombre es astuto, ahora se deshace en amabilidad. Pero estoy aquí para hacer negocios, así que, ok, Amira, juega su juego.”Con una determinación renovada, le devolví la mirada, manteniendo la compostura mientras tomaba una respiración profunda.—Gracias, Sr. Stone. La verdad es que me sentí un poco abrumada ayer, pero dormí lo suficiente. Aprecio su preocupación, realmente significa mucho para mí —dije con una sonrisa sincera.— Amira sonrió, sintiéndose más cómoda con la cercanía que David había establecido al pedirle que lo llamara por su nombre.—Gracias por la recomendación, prometo que no te decepcionaré con mi elección de vestuario, y también me puede llamar por mi nombre. —agregó con una sonrisa confiada, sintiendo que ese encuentro podría ser el comienzo de algo interesante entre ellos.Sintió que la atmósfera se estaba aligerando, y eso la motivaba aún más para prepararse adecuadamente. La idea de un almuerzo en un ambiente relajado le gustaba, y estaba decidida a hacer que fuera un momento meBien, te invito a almorzar (II)