Capítulo 36

La muerte de Don Giovanni Di Vicenzo, sobrevino tal como se presentía. No quiso moverse de la hacienda donde vivía y más bien a toda prisa, fueron construidas y adaptadas las instalaciones con los equipos más modernos existentes en el mercado, para asistir al anciano.

A pesar de que se trajeron a los mejores oncólogos especialistas del país, incluyendo a quien era una eminencia y amigo de infancia de Salvatore, el doctor Morales Blanco, en otras palabras, lo mejor que el dinero pudo contratar, el implacable mal, avanzó sin contemplaciones y en poco tiempo lo redujo, dejándolo indefenso y solo, a las puertas del sepulcro.

Dados sus principios católicos, apostólicos y romanos, alcanzó a confesarse por última vez y el propio señor Obispo, amigo personal y confidente por muchos años, lo asistió en sus últimos momentos imponiéndole, incluso, los santos &oac

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