Capítulo 29

En su pequeña agenda, cada anotación de movimiento, realmente tenía un trasfondo. Por otro lado, si por alguna casualidad la perdía y esta información llegaba a caer en manos equivocadas, solo vería anotaciones correspondientes a los movimientos de piezas adecuadas al desarrollo de alguna partida de los grandes maestros, por lo general, rusos o en su defecto, el cubano Capablanca, por quien el que guardaba especial admiración.

Además, en la larga conversación sostenida con su esposa, Calógero Di Vicenzo había sacado en claro, dentro de todo lo dialogado, dos hechos que le parecieron importantes. Debía tratar de recuperar tiempo de calidad con su único hijo y, además, a Consuelo Daza sin mucha dificultad. A pesar de su dureza aparente, era fácil deducir que su talón de Aquiles, era el niño que habían concebido y el cual ella adoraba con locura.

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