Capítulo 02

Consuelo Daza, por su parte, estaba a punto de terminar su carrera y necesitaba hacer las pasantías o prácticas, para poder culminar sus estudios de diseñadora, en una costosa universidad privada de la ciudad, los cuales había podido realizar por el esfuerzo titánico de su madre, quien al ser abandonada con su criatura en brazos, se vio en la necesidad de trabajar en otro país para costear los estudios a su hija y poderle garantizar las herramientas de una vida futura más cómoda, la que ella misma no había podido tener, pues tan solo conocía las privaciones, el exceso de trabajo y los sacrificios. La crianza de su única hija, lo había convertido en su único propósito, en una especie de apostolado.

Dos hechos hicieron posibles que Consuelo Daza, ingresara como pasante en la construcción de la casa de Don Giovanni. El administrador Michelangelo Ferrari, un primo de su madre, quien trabajaba como contador y manejaba con eficiencia los cuantiosos ingresos y gastos de don Giovanni. El supuso que podía cobrarse un favor pendiente, solicitándole al anciano y experimentado arquitecto José Miguel Mares, constructor de la lujosa mansión que el «próspero comerciante», profesión como era conocido por todos, construía en la exclusiva urbanización que era el sitio de moda de los acaudalados de la ciudad costera y que, según muchos comentarios, era una mansión de diseño y acabados exquisitos, propia de la época del renacimiento italiano y como solo aquel profesional de la arquitectura, tenía fama de poder construir. No en vano, el arquitecto tenía una larga lista de clientes esperando su turno para que le iniciara sus obras y esto abarcaba, por lo menos, un par de años hacia adelante.

Una sola obra se hacía cargo cada vez y mientras la ejecutaba, la larga lista de clientes esperaba pacientemente su turno para que le empezara la suya. c El arquitecto José Miguel Mares, se daba el lujo, dado su holgado patrimonio, de no cobrar un solo centavo mientras ejecutaba cada obra y solo al final, solicitaba los costos del monto total gastado al contador de su cliente y se liquidaba un porcentaje preestablecido, que correspondía según convenio, lo correspondiente a sus honorarios.

Al tener manos libres sobre los diseños que construía, al final el monto, siempre significaba una cifra enorme, de varios dígitos.

El otro hecho, una llamada de Orángel Daza a su jefe, pidiéndole una oportunidad para una hija nacida fuera del matrimonio, y quien estaba terminando sus estudios y necesitaba iniciar sus prácticas académicas, lo que llamaban, unas pasantías. A pesar de que nunca tuvo que ver con sus obligaciones de padre, Orángel pensó que el solo hecho de colocarla cercana a su patrón, pudiera serle útil en la trama que tenía en mente para salir de sus apuros financieros.

Por otro lado, la mirada misteriosa de la joven, desde el primer instante que se cruzó con ella por accidente, fue como si hubiese sido atravesado por un rayo a Calógero, el hijo de don Giovanni, mientras que, para él, todo el entorno y el tiempo se detuvieron, quedando su universo detenido por unos instantes. Parecía que se había congelado el binomio espacio-tiempo, sin poder moverse en el ambiente, ni siquiera una mosca.

Desde ese primer instante, ya no pudo seguir en paz y no tuvo de nuevo ningún momento de sosiego, habiendo ocupado la imagen de la muchacha todos los espacios, los pensamientos e incluso tuvo la certeza, que el simple hecho de respirar no escapaba a aquel embrujador hechizo. Pensó que era posible que se tratase de algo pasajero, sin saber, en ese momento, lo equivocado que a veces una persona puede estar.

Por su parte, Consuelo Daza había conocido, por referencias, del mal carácter de Calógero y un par de compañeras de la universidad, hablaban pestes del trato patán y desconsiderado del joven. Por otro lado, desde el primer día que lo vio en la construcción de la casa de su padre, no estaba muy segura, pero le parecía haberlo visto observándola por lo menos en un par de oportunidades con detenimiento. Si bien, no le pareció un chico horripilante, tampoco era alguien que pudiera siquiera poder llegar a quitarle el sueño.

Don Giovanni, quien en un principio le llamó la atención la propuesta de Orángel, para que la chica fuese una de sus infinitas conquistas y satisfacer sus apetitos, en un momento dado se dio cuenta de que su hijo, quien hacía mucho tiempo, miraba con desprecio a cuanta mujer se le atravesaba en la vida, todo como producto y a raíz de la mala experiencia amorosa que había vivido, no le era indiferente la hija de Orángel.

Algo que no supo que era, le hizo pensar que probablemente estaba equivocado, pero su hijo Calógero no miraba con el mismo desprecio a la nueva empleada, la hija de Orángel. Ya era sabido lo mal que trataba a todas las mujeres que conocía, por más hermosas que estuviesen, y esto comenzaba a preocuparle.

Le exigió a su hijo, que, en un tiempo prudencial, debía contraer matrimonio con alguna muchacha de las muchas que conocía dentro de su círculo de socios y amigos, pues era mal visto que entre las familias que formaban la organización, solo existía las conformadas por hogares estables, como lo mandaba la santa madre iglesia, principio establecido desde los inicios en el país del norte, por el propio “Capo di tutti capi” (jefe de todos los jefes), Lucky Luciano.

El arquitecto José Miguel Mares, al principio no estaba muy contento con tener dando vueltas por su obra a una estudiante aprendiz, pero después de un tiempo, dado el carácter reservado de la muchacha, su evidente alto coeficiente y debido a unas charlas casi diarias que tenía con ella, tomó como costumbre explicar cada nueva idea que concebía para implementarla en los acabados de la lujosa casa en construcción e incluso, algunos pequeños proyectos dentro de la misma, le ponía como tarea, los cuales Consuelo ejecutaba con la mayor diligencia e ingenio. El arquitecto José Miguel Mares descubrió, sin querer, que sentía un placer en ser didáctico y transmitir sus conocimientos a la inteligente muchacha.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo