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LA HIJA DEL ALFA Y EL CAZADOR
LA HIJA DEL ALFA Y EL CAZADOR
Por: Grace Luna
Capítulo 1: La Jaula Dorada

Soy Lyra, la hija del Alfa Kaelen, y mi vida siempre ha estado marcada por las expectativas que pesan sobre mí, por las reglas que la manada impone, y por el destino que mi padre ha trazado para mí desde el momento en que nací. Tengo 21 años, lo suficientemente mayor para ser la futura esposa de un guerrero de la manada, lo suficientemente joven para seguir siendo su hija, pero nunca lo suficiente para ser yo misma.

Mis ojos no brillan por amor, ni por deseo. Brillan por obedecer. El hombre con el que estoy comprometida es un guerrero fuerte y respetable, pero mi corazón no late por él. Sus gestos me parecen un recordatorio constante de lo que se espera de mí: ser una figura de poder, una líder, una mujer cuya vida gira en torno a la manada, que debe servir y no preguntar.

Me miran como si fuera una joya, preciosa, de gran valor, pero atrapada en una caja de cristal. Y a veces, cuando las reglas se vuelven demasiado pesadas, me pregunto si esta es la vida que quiero vivir.

Mi padre, el Alfa Kaelen, siempre ha dicho que no hay lugar para debilidades. La manada es nuestra familia, nuestra razón de ser, y cualquier intento de apartarse de su voluntad es una traición. Pero dentro de mí, una rebelión callada comienza a crecer. Mi vida está marcada por sacrificios que nunca elegí. Siempre me he preguntado qué hay más allá de este territorio, más allá de las montañas y los bosques que rodean nuestra tierra.

Me gustaría que mi madre estuviera viva para escuchar su voz y recostar mi cabeza en su regazo como cuando era niña, pero lo único que me queda de ella es el aroma a miel y flores del campo.

Así olía su pelaje, tan suave que el viento parecía divertirse jugando con él. La extraño tanto.

Esta mañana el sol comienza a salir, tiñendo el cielo de sus dorados rayos. Todos duermen después de una noche de caza. Hoy quiero sentir el espíritu de mi madre, por eso iré a bañarme al lago donde ella siempre lo hacía.

Estoy de pie, sumergida hasta las rodillas en el agua del lago. El fresco aire de la mañana acaricia mi piel, mientras el agua se desliza suavemente alrededor de mis piernas. Mi cabello cae en largas ondas a mi alrededor, mojado y pesado, esperando que lo libere de su peso.

Con las manos, saco el frasco que era de mamá, lo conservo conmigo como un recuerdo de su amor, lleno de miel dorada que brilla bajo la luz del sol.

Lo abro con cuidado, sintiendo la suavidad de la tapa. Extraigo un poco de miel con mis dedos, su textura pegajosa y dulce me recuerda a las caricias de mamá, llenos de calidez.

La aplico en mi cabello, masajeando lentamente desde la raíz hasta las puntas. El aroma dulce y floral de la miel se mezcla con la frescura del agua, creando una fragancia natural que me envuelve, como si todo el lago estuviera en armonía conmigo.

A lo lejos, los pájaros comienzan a cantar. Sus trinos se entrelazan con la suave brisa, creando una melodía tranquila que me acompaña mientras sigo mi ritual. El sonido de las aves es suave, casi como un susurro, y por un momento, todo parece detenerse, como si el tiempo se suspendiera solo para mí.

Me agacho, dejando que el agua fría me rodee mientras enjuago el exceso de miel de mi cabello. Las gotas caen lentamente, resbalando por mi cuello y mis hombros, mientras siento cómo mi melena se vuelve más ligera, más suave. Siento que el agua, como un bálsamo, limpia no solo mi cabello, sino mi alma también.

Cierro los ojos, absorbiendo la paz de este momento, mientras el sol acaricia con sus rayos el lago, los pájaros continúan su canto haciéndome sentir libre de todo el peso de mi linaje.

En mi alma escucho la voz de mi madre pronunciando mi nombre — Lyra. Como si todo a mi alrededor, la naturaleza, el agua, el aire y el sonido, estuvieran allí para recordarme lo simple y hermoso que existe a mi alrededor.

— Te extraño mamá — dije, antes de salir del agua y vestirme. Necesitaba renovar mis fuerzas.

Mientras camino hacia el claro donde la manada se reúne, escucho murmullos entre las lobas. Se habla en susurros, con miradas furtivas, como si temieran que alguien pudiera escuchar. Me acerco a una de ellas, una loba vieja y sabia, conocida por sus historias y su mirada penetrante.

— “¿Sabes, Lyra?”, comienza, su voz temblando ligeramente como si compartiera un secreto oscuro. “Se dice que un hombre camina por el bosque, tan peligroso como atractivo. Nadie sabe quién es, ni qué busca, pero lo sienten cerca. Algunos dicen que sus ojos pueden despojarte de tu alma, y su presencia... ah, su presencia te hace sentir como si estuvieras al borde de un abismo. Nadie lo ha visto de cerca, pero todos lo han sentido.”

No sé por qué, pero las palabras de la loba me estremecen. Una curiosidad insaciable despierta en mí, como si algo profundo dentro de mí me empujara a buscar a ese hombre, aunque no pueda explicarlo.

— A veces, en la penumbra del bosque, parece que las sombras se mueven... como si él estuviera observando desde algún rincón, esperando el momento justo para revelarse. — continúa la loba, su voz más baja ahora.

— Pero ten cuidado, Lyra, el peligro que representa no es solo físico.

Mis pasos se detienen y un extraño cosquilleo recorre mi piel. ¿Qué tipo de hombre sería capaz de causar tales murmullos? ¿Qué busca en nuestro territorio? Mi mente da vueltas, explorando las posibilidades, pero hay algo en esas palabras que me llama, algo que no puedo ignorar.

Un hombre peligroso. Atractivo. Misterioso.

Tal vez, si me lo permitieran, ese fuera el tipo de vida que anhelo. Uno donde el deber no sea la única razón de mi existencia. Quizás... solo quizás, ese hombre tiene algo que ofrecerme. Algo que no puedo encontrar aquí.

Era una idea un poco loca, pero en mi interior no dejaba de decir: Tal vez.

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