No puedo sacarme la imagen del hombre que las lobas murmuran. Mientras camino por el bosque, lejos de las miradas de la manada, mis pensamientos se desvían hacia esa figura que no puedo dejar de imaginar. El cazador. El ser al que todos temen, pero que, de alguna manera, atrae mi curiosidad de una forma que ni yo misma puedo entender.Las ramas crujen bajo mis pies mientras avanzo entre los árboles. Me he alejado lo suficiente de la manada, y la oscuridad me envuelve como una manta protectora. El aire es fresco, con un toque de humedad que llena mis pulmones, pero mi mente sigue nublada por la historia que escuché.Los ecos del viento me hacen pensar que tal vez sea solo una leyenda. Tal vez las lobas estaban sólo bromeando o exagerando, como siempre lo hacen. Pero en el fondo de mi ser, sé que hay algo real en sus palabras. Algo que me hace sentir viva de una manera que nunca antes había experimentado.Mis pasos se detienen. El aire se vuelve denso,
El amanecer llegó lentamente, pintando el cielo con tonos dorados y rosados. Aún con los ojos cerrados, podía sentir el calor del sol sobre mi rostro, como si intentara sacarme del abismo de mis pensamientos. No había descansado bien. Las preguntas sobre el cazador y la sensación de ser observada me habían acompañado durante toda la noche, como una sombra persistente.Me levanté antes de que alguien de la manada notara mi ausencia. Era un ritual que había perfeccionado a lo largo de los años: escabullirme antes de que las miradas inquisitivas y los reproches comenzaran. Mi padre siempre decía que un líder debe estar presente, pero ¿cómo podía liderar cuando ni siquiera sabía quién era yo realmente?El bosque me recibió con el mismo silencio expectante de la noche anterior. El aire estaba cargado de una extraña energía, como si los árboles susurraran secretos entre sus ramas. Mi piel se estremeció al recordar lo que sentí: esa presencia desc
La madrugada era fría y silenciosa, como si el bosque contuviera el aliento. El cielo estaba despejado, y la luna llena iluminaba el camino entre los árboles con un resplandor plateado. Algo dentro de mí me empujaba a salir una vez más. Era una fuerza inexplicable, un llamado que no podía ignorar.Debía salir de mi tienda antes de que el sol saliera, encontrarme con los primeros rayos volviendo a mi tienda, ni mi padre ni el vigía podían darse cuenta de mi ausencia. Mi madre y yo solíamos escaparnos al claro del bosque por un sendero secreto, era nuestro tiempo juntas, nadie más que mamá y yo.Caminé descalza para que no me escucharan, el frío de la tierra bajo mis pies trajo a mi memoria la voz de mi madre decir:— Ponte pronto los zapatos Lyra, o te dará catarro y tu padre nos descubrirá.Su risa pícara era música para mí. Mamá era mi mejor amiga. Mientras caminaba, mi respiración se entrecortaba con cada paso qu
La madrugada ya no era silenciosa para mí. Los ecos de aquella conversación con el cazador resonaban en mi mente, repitiéndose una y otra vez. La luna todavía brillaba, pero su luz ya no me parecía reconfortante, sino inquietante. La semilla que él había dejado en mi corazón crecía, alimentada por cada uno de sus misteriosos gestos y palabras.Sentí miedo de lo que sentía, así que decidí no volver al claro del bosque. No quería volver a verlo. Aunque, eso no era completamente verdad.Por las noches antes de cerrar mis ojos recordaba su mirada, y el toque de su dedo sobre mis labios. Era demasiado inquietante, tanto que me asustada. Nunca me había sentido así. El amor no era parte de mi compromiso matrimonial, mi prometido solo me hablaba para darme órdenes, como si yo fuera parte de su equipo de vigilancia. Él era un gran guerrero, un lobo fuerte y no era tan feo, pero no lograba sentir esa chispa con él. Al verlo solo sentí
Tuve miedo de volver al claro y encontrarme con él, sus besos seguían haciendo arder mis labios, temía que si volvía a encontrarme con él no pudiera controlar mis emociones. Para poder contener mis deseos de ir a él me quedé con mi padre, escuchando hablar al Consejo de ancianos. Mi prometido estaba allí, su actuaba como el segundo al mando, me molestaba ver como papá se lo permitía. Pero no me sentía con ánimos de debatir. Esa noche me fui a dormir muy tarde, lo suficientemente como para caer dormida y no ceder al llamado que sentía en mi alma. Podía escuchar su voz decir: — Ven a mí. Me dormí entre lágrimas, deseando que lo que sentía desapareciera dentro de mí. El bosque parecía diferente al día siguiente, como si compartiera mi secreto. Las hojas crujían bajo mis pies con un ritmo más suave, y el viento que atravesaba las ramas traía con
El amanecer bañó el bosque con tonos dorados, la mañana se veía igual que ayer, pero para mí, el mundo había cambiado. La noche en la cabaña con él había marcado un antes y un después en mi vida. Me sentía más viva, como una flor que acaba de abrir sus pétalos al sol, me sentía feliz. Pero también más vulnerable. Las palabras del cazador resonaban en mi cabeza . Su recuerdo palpitaba en todo mi ser, hubiera deseado que las horas fueran eternas y poder disfrutar del calor de su cuerpo junto al mío y despertar junto a él. Pero debía volver a la aldea antes de que alguien notara mi ausencia. Mi corazón latía con fuerza, temerosa de que mi secreto se reflejara en mi rostro. Me miré en el río, buscando alguna señal de cambio en mí, pero solo vi a la misma Lyra… o eso quería creer.Con una sonrisa recordé su nombre, Eirik. — ¡No puedo creer que lo hiciera! Ahora, le pertenezco.Esa idea era una m
El viento susurraba entre los árboles, como si conociera el secreto que mi corazón guardaba. Había vuelto a la aldea antes del amanecer, pero la inquietud no me dejaba descansar. Las miradas de mi padre y mi prometido parecían perforar mi alma, como si pudieran ver a través de mí, como si supieran.Pasé la mañana con las ancianas, preparando cestas y recolectando hierbas. Mi mente, sin embargo, estaba lejos, en el claro del bosque donde Eirik y yo nos habíamos prometido amor eterno. Pero algo me perturbaba: ¿Qué pasaría si mi padre o mi prometido se enteraran de Eirik?El temor acechaba mis pensamientos, no podía perder a Eirik, tampoco a mi manada.Mi alma se dividía entre el amor y el deber.Al caer la tarde, mi padre me llamó a su tienda.—Lyra, siéntate —dijo con un tono grave que me heló la sangre.Me senté frente a él, intentando ocultar mi nerviosismo.—He notado que últimamente estás distraída, incluso esq
El bosque despertaba con el sol apenas acariciando las copas de los árboles. Mi padre lideraba el grupo, con su figura imponente y su mirada firme. Cada paso resonaba en el suelo cubierto de hojas secas. Los guerreros caminaban en silencio, atentos a cada sonido, a cada movimiento. Yo, en cambio, sentía el peso de sus miradas. Mi prometido estaba cerca, demasiado cerca, y su presencia me inquietaba.—Hoy, Lyra, demostrarás que estás lista para ser mi sucesora —dijo mi padre sin mirarme.Asentí, pero mis pensamientos estaban lejos, con Eirik. ¿Había logrado ocultarse en el lugar sagrado? ¿Había borrado todas las huellas?Mi corazón latía con la preocupación de que hallaran su rastro.Nos adentramos más en el bosque, siguiendo un rastro fresco. Mi corazón latía con fuerza cada vez que alguno de los guerreros olfateaba el aire. Temía que, en cualquier momento, alguien detectara algo más que el rastro de una presa.Mi prometido