Me encuentro acostado en la tumbona en el jardín mirando a la nada que me ofrece la sombrilla, pensando en cuándo Melike al final va a regresar. Primero me dijo que se iba por una semana, pero luego me envió un mensaje rápido diciendo que tendría que quedarse cinco días más… Y eso fue hace diez días.
No puedo evitar dejar salir un bufido absoluto de frustración, me siento la tumbona y veo que frente a mí está mi hermano Piero.—¿Pensando en tu chica que no ha regresado? —me dice ofreciéndome un jugo de naranja frío que me sienta de maravilla.—Sí —le digo mirando el vaso fijamente—, este viaje no me ha gustado para nada, se está tardando en regresar y yo ya estoy desesperado.—Cálmate, seguramente le surgieron algunos contratiempos y es por eso por lo que no ha podido viajar aún.—Como sea, la extraño demasiado ya quiero que regrese y que al fin podamos hacer algo juntos —suspiro con las ganas de que mi teléfono suene ahora mismo, pero por más que lo miro no lo hace—. Muy pronto entraremos a la universidad y ya no tendremos el mismo tiempo para vernos.—Bueno, mientras tú piensas en tu chica, ¿qué te parece si jugamos algo? —se pone de pie animado y así no podría decirle que no.—Me parece perfecto, en especial porque voy a alimentar tu ego. Estoy tan distraído con Melike que lo más probable que, sea lo que sea que juguemos, me vas a ganar en todo.Piero se ríe de mí, me pongo de pie y entramos a la casa para ver qué es lo que podemos jugar para pasar el tiempo. Nos decidimos por jugar canasta, así que mientras Piero busca las cartas yo voy por algunos refrescos y cosas para comer.Así es como se me va pasando la tarde junto a mi hermano, nos reímos en especial cuando Francesca se nos une, porque lo mejor de todo es que entre los dos le ganamos a nuestra hermanita.—Ustedes son unos malos, lo más probable es que me hayan hecho trampa —dice cruzándose de brazos y haciendo un puchero que no nos convence para nada.—No, hermana, no hicimos trampa… Solo nos pusimos de acuerdo para ganarte —le dice Piero muerto de la risa mientras guarda las cartas.—Ya lo decía, yo voy a decirle a mamá, son un par de odiosos.—No te hará caso, tú y yo sabemos perfectamente que esta casa la más tramposa de todas es mamá —Piero y yo nos reímos por sus palabras, justo en el momento en que mamá va entrando y nos quedamos helados.—¿Así que soy la más tramposa de la casa, eh? —Piero y yo nos tapamos las orejas para que no las hale, ella se ríe y se acerca para darnos un beso a cada uno—. Qué bueno que lo tengan claro.Al final terminamos todos riendo y cuando terminamos de ordenar todo, nos vamos juntos a la cocina para preparar la mesa para la cena.En ese instante me llega un mensaje de mi Melike bella, comienzo a dar saltitos emocionado y mi familia no puede hacer, sino reírse de mí. Le respondo de inmediato y veo que sigue en línea, por lo que al parecer podremos conversar tranquilamente.Melike: «Te tengo una sorpresa, mi amor… abre la puerta.»Miro como bobo el pasillo que da a la puerta, corro hacia ella y allí está, con su hermosa sonrisa, su figura delicada, la levanto en el aire haciéndola dar un gritito de sorpresa y la beso como si no la hubiese besado en diecisiete días.—Que bienvenida más deliciosa —me dice con su mirada llena de amor y vuelve a enterrarse en mi pecho—. Te extrañé tanto.—Y yo a ti, mi amor… me estaba volviendo loco, a punto de subirme por las paredes.—Eres un exagerado —me dice ella y la voz de Piero llega detrás de nosotros.—Más bien no te está diciendo la verdad, ya se trepó por toda la casa, hoy tuvimos que exorcizarlo con un juego entre hermanos, porque no se estaba quieto.Melike me mira con sus bellos ojos dulces, me acaricia el rostro con una sonrisa y yo vuelvo a besarla con más dulzura. A separarnos, nuestros ojos se enfrentan y no decimos con la mirada todo lo que las palabras no pueden decir en este momento.Mi madre se acerca a nosotros y le da un abrazo fuerte de bienvenida, la invita a cenar y ambas se abrazan y se van caminando mientras Melike le va contando cómo le fue en su viaje. De pronto, mi chica se detiene y saca de su cartera una pequeña cajita que le entrega a mi madre.—Estos son aros hechos a mano por artesanos turcos, espero que le gusten —vuelve a meter la mano en su cartera y saca dos más—. Estos son para Francesca y estos para Pía.—Están realmente hermosos, muchas gracias por este regalo, en verdad me encantaron —me acerco para mirarlos y me doy cuenta de que son aros colgantes. Es una hermosa flor de seis pétalos de plata, con un jade central y todo el borde está rodeado por pequeños diamantes. Los de Francesca tienen el centro de color azul y los aros de Pía cada flor tiene el color de sus ojos.—Para Aurora también le traje y también tienen el color de sus ojos —me entrega la cajita a mí y me sonríe—. Me parece que deberías guardarlo tú para que cuando ellos vengan, se las puedas entregar.—En verdad te lo agradezco, son presentes muy hermosos y sobre todo, bastante originales —mi madre contiene una caminando con ella hacia la cocina y yo las veo con una sonrisa boba, pensando en que tal vez esa imagen va a ser la que voy a tener de aquí hasta el día de mi muerte.Cuando llegamos a la cocina para terminar de preparar la mesa Helen está allí con Isabella, La pequeña en cuanto nos ve sale de allí como si estuviese molesta, lo cual me sorprende bastante porque ella no suele ser así.—Helen —le digo acercándome a ella—. ¿Le pasa algo a Isabella?—Está molesta por algo, ya se le pasará, no le hagas caso. A esta edad ustedes se ponen bastante difíciles —yo solo sonrío por su dramatismo—. Es que lidiar con hijos es uno acabar cada día.Me quedo mirando la puerta por donde Isabella acaba de irse y luego me encojo de hombros. Tal vez mañana pueda hablar con ella y saber qué es lo que le pasó.Terminamos de llevar las cosas al comedor y cada uno toma su puesto, Melike se sienta a mi lado, nos tomamos de la mano y no dejamos de mirarnos y de abrazarnos. De vez en cuando miro a mi madre y ella sonríe feliz porque sé que le encanta ver a sus hijos así.La cena se pasa entre risas y preguntas a Melike cerca de su viaje, al parecer, sólo se ha tratado de asuntos de la empresa de sus padres y ella solamente los acompañó.Cuando terminamos mi madre se disculpa y dice que se irá a acostar ya que está un poco cansada, mi padre por supuesto la sigue y cada uno de mis hermanos va a sus respectivas habitaciones. El último en irse es Fabio, quien se acerca a nosotros con esa mirada pícara que sólo él tiene y me dice al oído.—No se te vaya a ocurrir subir con ella tu habitación porque es sabremos exactamente lo que estarás haciendo con ella —lo miró a la cara bastante sorprendido por lo que me está diciendo y él sólo se carcajea, para luego irse haciendo un baile bastante extraño.—Tu hermano es bastante especial —se ríe Melike.—Sí, nos salió bastante revoltoso. Hasta hace un tiempo creía que yo era uno de los más desordenados de la familia, pero nos dimos cuenta de que nos equivocamos —me pongo de pie y le ofrezco mi mano—. ¿Quieres ir a caminar conmigo al jardín?—Por supuesto, me encantaría.Y así, tomados de la mano caminamos hacia una noche agradable en soledad, pasamos por la cocina y me doy cuenta de que Helen está con otra de las chicas del servicio ya lavando y guardando los platos sucios, pero de Isabella no hay luces.La noche está bastante cálida, como suele ser el verano aquí en la capital. Nos sentamos cerca de la piscina y de la nada Melike se quita los zapatos, se sube el pantalón para luego ponerse de pie y sentarse justo a la orilla de la piscina para refrescarse un poco. Yo la imito y me siento a su lado, tomándole la mano fuertemente.—Tu familia es muy linda, no tienes idea cuánto me encantaría que la mía fuese igual.—Eso es porque no has visto cuando se enojan —ella se ríe y asiente.—Pero ustedes son unidos, veo que tus padres no los obligan a hacer nada que ustedes no quieran. Especialmente en temas del amor.—¿Acaso a ti te han obligado a estar con alguien? —le preguntó mirándola, y ella me regresa el gesto con sus ojos un poco afligidos y una sonrisa que no alcanza a llegar a ellos.—Sí, en una oportunidad quisieron obligarme a estar con alguien —suspira y vuelve a mirar a la piscina—. Pero me encargué de dejarles claro que yo no iba a casarme con nadie que no amase. Si ellos quieren arreglar un matrimonio, que vean a quién en casan, porque a mí no.—Bueno, mientras tanto eso no suceda, tú y yo podemos seguir disfrutando juntos… Quién sabe, a lo mejor algún día llego frente a tu padres y les pido tu mano.Ella sólo se ríe suave y se queda mirando un rato el agua que se mueve suavemente por causa del filtro.A pesar de todo, Melike sigue siendo un enigma para mí, nunca me imaginé que sus padres pudiesen obligarla a casarse con alguien, especialmente por conveniencia, es que ni siquiera me puedo creer que eso pase aún en estos tiempos. La veo un poco pensativa, así que decido hacer una locura.Me quito todas las cosas del bolsillo, la playera y me dejo caer en la piscina.—¡Lorenzo que haces, estás loco!—Estoy tratando de calmar un poco el calor que siento y créeme que el agua está deliciosa, ven conmigo.—No tengo ropa para cambiarme.—Luego le pedimos algo a Francesca, ven aquí conmigo —extiendo mi mano hacia ella y me quedo esperando a que la tome. La miro a los ojos y puedo ver que ya está decidida, hace exactamente lo mismo, solo que se queda con su playera y el pantalón, me toma la mano y se deja caer en la piscina.Nos abrazamos, nos besamos, nadamos y nos volvemos a besar, estos momentos con ella en realidad son un tesoro, porque sé que no volveremos a hacer lo mismo nunca más, porque no habrá un día como este nuevamente, porque esta hora ya se habrá pasado y no la volveremos a vivir.De pronto, el beso se intensifica y necesitamos salir de aquí lo antes posible. Salimos de la piscina y nos secamos un poco, aunque en el caso de ella es casi imposible porque está completamente empapada.Tomamos nuestras cosas y caminamos hacia la casa, le digo que me espere un momento y cojo una de las toallas que guardamos en un mueble de la cocina, por si alguien se le ocurre meterse a la piscina sin haberlo pensado antes… como acabamos de hacerlo nosotros.La envuelvo con una de las toallas y la llevo al baño que está al lado de la cocina para que pueda quitarse la ropa.Yo me voy a buscar a mi hermana para que me preste algo de ropa y afortunadamente Francesca no se duerme temprano en los días de verano. Me entrega todo lo que necesito y bajo a buscar a mi chica.Toco la puerta, ella la abre y le extiendo la ropa, pero Melike tira de mí, cierra la puerta y me acorrala mientras sus manos pasan por mi torso aún desnudo.—Dios… te extrañé tanto —le obliga a bajar para que la bese, mis manos la rodean por la cintura y puedo sentir que está desnuda. Me separa un poco de ella y veo su diversión en los ojos, sonríe como ella lo hace, la levanto y la siento en el mueble del baño, me meto entre sus piernas, ella las levanta para atraparme y yo no puedo hacer nada más que fundirme en su cuerpo.Cubro su boca con la mía para cubrir sus gemidos, llegamos al clímax rápidamente y sonreímos cómplices por lo que acabamos de hacer.—Quédate conmigo —le digo pegando mi frente a la de ella mientras nuestra respiración se va calmando.—No puedo, debo regresar a casa, pero te prometo que mañana nos veremos —me besa con dulzura y me abraza dejando su cabeza en mi pecho, mientras yo acaricio su espalda con suavidad.La ayudo a bajarse y se viste rápidamente, buscamos sus cosas en la entrada de la cocina, la acompaño a la entrada y me dice que ha venido en su auto.—Te amo —me dice besándome.—Y yo te amo a ti, llámame cuando estés en casa.—Por supuesto.Se sube al auto y sale de allí, dejándome con la necesidad de estar más con ella. Y una idea comienza a surgir en mi cabeza desde ese momento que me hace sonreír.Me despierto como cada día, con esa sensación de vacío. Es algo extraño porque incluso aquellos días en que pude compartir con Melike, en donde me despertaba con ella a mi lado, aun podía sentir esa sensación. Aunque de todas maneras igual me despertaba feliz. Me levanto con cierta pereza y me voy al baño para darme una buena ducha, me coloco un short de tela y una playera un poco casual, en caso de que Melike quiera que nos veamos en algún momento del día. Bajo a la cocina y me doy cuenta de que nadie se ha despertado todavía. Me meto en la nevera para ver qué es lo que puedo prepararme para el desayuno y me decido por un sándwich sencillo de jamón y queso. Helen aparece con su linda sonrisa de cada mañana. Yo me acerco a ella para darle un beso en la frente y decirle buenos días. —Tan guapo —me dice con esa sonrisa pícara—. ¿Piensas salir temprano? —No lo sé, todo depende de Melike si me llama para que nos juntemos en algún lugar —unto mayonesa a mi pan, porque no puedo vivir
Escucho los suaves toques en la puerta y dejo que quien sea entre. Yo me mantengo acostado en la cama, mirando al techo. No sé de qué hora estoy despierto, lo que sí sé es que he estado pensando las mil y una posibilidades de lo que pudo haberle ocurrido a Melike. Mi último mensaje sigue sin llegarle y ella no me ha llamado. Como no sé dónde vive, no tengo idea de si está bien o si algo le ocurrió. No tengo motivos para pensar que pudiese haberme dejado plantado a propósito, así que asumo que fue un asunto de último momento. —Te traje el desayuno —la voz de mi madre me saca de mis cavilaciones, me siento en la cama y recibo la bandeja que me ofrece, veo que el desayuno es para tres y en pocos segundos veo que mi padre también entra. Al parecer esto es serio. —Muchas gracias, madre. No deberías molestarte. —La verdad, sí —dice mi padre—. Anoche te notamos que llegaste temprano y sin querer estar con nosotros, asumí que algo había pasado con Melike, ¿tal vez una pelea? —Nada de eso
Tras esa primera pelea, la reconciliación no se hizo esperar, nos fuimos a un hotel cerca de casa en donde dimos rienda suelta a la pasión toda la tarde, pero ella luego dijo que debía irse porque su padre estaba preguntando dónde estaba metida. Lo cierto es que ya estaba bastante cansado de estar escondido, algo que hoy no ha cambiado para nada. El verano se nos pasó entre sus viajes y las constantes citas a las cuales no llegó. Aunque no puedo negar que la reconciliación después era bastante buena, lo cierto es que nuestra relación no puede basarse sólo en intimidad. Ya tuve muchas de esas y no quiero más Estoy sentado en la cocina, bebiendo una taza de leche caliente y comiendo un sándwich de queso fundido que me ha preparado Helen. Frente a mí está sentada Isabella, quien también está perfectamente peinada y arreglada para ir a su primer día de clases. Yo estoy listo para el ingreso a la universidad y me he comprometido con Helen de llevar a Isabella al colegio. —En verdad mi
Los meses han seguido pasando con más peleas y reconciliaciones sin sentido, porque luego de terminarlas cinco minutos después estamos peleando de nuevo. Tengo una semana sin saber de Melike, no me ha llamado y yo tampoco lo haré porque sé que eso puede meterla en problemas con su padre. Estoy tirado en mi cama, pensando miles de cosas, estos últimos meses han sido complicados para mí, pero trato de no pensar mucho en lo malo, sino en lo bueno. Se me viene a la mente la boda de mi hermana Francesca, que se casó con su profesor de la universidad sin pensárselo dos veces, sin miedo a nada, mientras que yo estuve solo porque mi novia no quiso estar conmigo. De pronto, oigo que llaman a la puerta, me pongo de pie para ver quién es y veo a Helen algo preocupada. —¿Pasa algo? —Mi ’jo, la señorita Melike está allá abajo, se ve muy mal y dice que necesita hablar contigo urgente. —Pero yo no quiero, de verdad que no… —Lorenzo, es mejor que vayas, parece enferma y… ve con ella. Abro tod
Ella ve a su padre con los ojos a punto de salir de sus cuencas mientras niega con vehemencia, pero su padre no se detiene y no sé por qué si a penas lo conozco de hace cinco minutos, pero le creo más a él —Sabes que ese muchacho es de honor y me confesó que ustedes estaban teniendo intimidad, además de que con él perdiste la virginidad hace meses. —¿Qué? —le pregunto a ella, que no deja de mirarme con miedo—. Se supone que yo fui tu primera vez. Eso es lo que me dijiste… ¡Yo mismo lo comprobé! —Esta chiquilla tiene mil manera de fingir toda su vida, lo aprendió de su verdadera madre —el hombre se acerca a mí sin titubear y mi padre se para a mi lado, sé que está listo para darle su merecido al hombre si llega a tocarme un pelo. «Melike salió tan descarriada como su madre, la encontré con un novio que tenía sin mi consentimiento. En aquella oportunidad la castigué y la mandé a una himenoplastia, con la esperanza de que no volvería a hacerlo hasta que lograra encontrarle un buen ho
Tiempo actual… Elena, mi asistente, da unos suaves toques en la puerta para llamar mi atención y asiento para que entre. —La cita de las tres ya está aquí, ¿a dónde la llevo para que la atienda? —A la sala de siempre, por favor —me pongo de pie, me arreglo el traje y respiro hondo. Sólo espero que no sea una sorpresa desagradable. Salgo de mi oficina, la que en los tiempos de mi madre era de mi tío Gabriel. Insumos Manterola debía ser dirigida por Ángello, pero luego de hablarlo bien entre nosotros, Cavalcanti Moda necesitaba a los mejores a la cabeza y esos eran Alex, Agustín y Ángello. Camino a la reunión pensando en quién podrá ser la persona que está esperando a que llegue, cuando abro la puerta me quedo de una pieza un par de segundos, pero recuerdo que soy un hombre maduro, serio y que nada de lo que ocurriera en mi pasado puede afectar ahora la empresa de nuestras familias. —Buenas tardes —digo con voz ronca y Melike se gira rápidamente, sin creer el verme allí. —Lo-Lore
Mi madre me ha llamado para invitarme a un almuerzo familiar, Piero ha llegado con su esposa y sus hijos desde Italia y quiere a todos reunidos. Eso seguro será un caos, porque no sólo somos los Castelli Cavalcanti, también irán todos los demás. Lo gracioso de todo esto es cómo nos enteramos de los récords de Fabio en cuanto a conquistas, quien se ha dispuesto a vencer a mi tío Luca, Agustín y a mí, pero lo que mi madre le hace cuando comienza con esas cosas… pobre de él. Con veintitrés años recién cumplidos, mi hermano se ha vuelto en el dolor de cabeza de mis padres de una manera en que yo nunca lo fui. Mientras manejo para ir a casa de mis padres, me pongo a pensar en qué es lo que será de mi vida cuando ellos no estén, porque como va la cosa me veo como el tío solterón, porque aunque Fabio sea tremendo, es obvio que en algún momento alguien le pondrá atajo a sus andadas y se casará. —Lo mejor que puedo hacer es comenzar a pensar en una casa para invitarlos a jugar y que tengan
El día se me pasa volando y debe ser porque estoy con todas las ganas de irme a casa de mi madre. Veo la hora en mi reloj, corro a mi oficina, apago todo y salgo de allí apresurado. —¡Señor Castelli, no firmó estos papeles! —No importa, mañana lo hago. Sé que es raro, yo nunca dejo nada para después, pero por alguna razón desde que supe que Isabella llegaría me siento como en una nube de ansiedad y se me quitará sólo viéndola. Isabella se fue un año después que yo dejara la casa, a los dieciséis años mis padres la ayudaron a que se fuera de intercambio a Cambridge, Helen se sintió muy mal por eso, porque no se imaginó que su pequeña se fuera tan lejos, pero mis padres la halaron de un brazo y la llevaron a ver dónde estaría su hija. La familia que la acogió era bastante especial, según las propias palabras de Helen, quien al final la llamaba una vez a la semana y ese escribían diariamente. Para las vacaciones, mis padres le daban los dos meses de verano y un mes en invierno para