Capítulo 10: Explicaciones

Escucho los suaves toques en la puerta y dejo que quien sea entre. Yo me mantengo acostado en la cama, mirando al techo. No sé de qué hora estoy despierto, lo que sí sé es que he estado pensando las mil y una posibilidades de lo que pudo haberle ocurrido a Melike.

Mi último mensaje sigue sin llegarle y ella no me ha llamado. Como no sé dónde vive, no tengo idea de si está bien o si algo le ocurrió. No tengo motivos para pensar que pudiese haberme dejado plantado a propósito, así que asumo que fue un asunto de último momento.

—Te traje el desayuno —la voz de mi madre me saca de mis cavilaciones, me siento en la cama y recibo la bandeja que me ofrece, veo que el desayuno es para tres y en pocos segundos veo que mi padre también entra. Al parecer esto es serio.

—Muchas gracias, madre. No deberías molestarte.

—La verdad, sí —dice mi padre—. Anoche te notamos que llegaste temprano y sin querer estar con nosotros, asumí que algo había pasado con Melike, ¿tal vez una pelea?

—Nada de eso, ni siquiera la vi —tomo una de las tostadas, las miro unos segundos y le doy una mordida, puedo ver que mi madre y mi padre se miran entre sí y suspiran ambos al mismo tiempo que sacan una tostada para ellos.

—¿Cómo es eso que no la viste?

—Eso. Melike no llegó a nuestra cita, le escribí, la llamé y no respondió a nada. Lo peor de todo es que como no sé dónde vive, ni siquiera sé si está bien. En momentos como este me arrepiento de no haberle pedido conocer a su familia para haber llamado a alguno de ellos y saber si se encuentra bien o no.

—Lorenzo… Quisiera tanto no decirte esto, pero —sé lo que mi madre quiere decirme y la verdad es que ahora mismo no lo quiero escuchar.

—No lo digas, mamá, por favor, no lo hagas —dejo salir, un suspiro, cansado y recuesto mi espalda en el respaldo de la cama, miro el techo para evitar llorar, han sido tantas las cosas que he decido pasar el último tiempo que por un momento pensé que Melike iba a ser un respiro. Pero ahora mismo no lo siento así.

—Lorenzo, no me gusta verte así y la verdad es que me preocupa que quieras continuar con esta relación —veo en mi madre auténtica preocupación—. Ya te lo dicho y te lo repito, esa niña se me hace con muchos secretos a su alrededor y en verdad tengo miedo de que te lastime. Ahora te dejó plantado y ni siquiera se ha dignado a llamarte, ¿cómo puedo confiarle yo mi hijo a una mujer así?

—Mamá, no exageres. Debe tener una buena explicación.

—Eso espero, Lorenzo, porque no me gustaría volver a verte mal y destruido como hace un tiempo. Has sido tú quien ha decidido alejarse de las chicas y has sido tú quien ha decidido ahora mantener esta relación con esta muchacha —me dice mi padre con seriedad—. Pero eso no quiere decir que yo no vaya a intervenir si la situación lo amerita.

—Lo sé y entiendo que lo hacen porque me aman, pero también deben dejarme equivocar. Y en verdad siento que esta vez no me estoy equivocando con ella, esperaré a que me llame para hablar acerca del asunto y luego veremos qué es lo que sucede.

Mi madre me tomaba una mano y yo la miro sus hermosos ojos verdes. Sé que está preocupada y que tiene miedo de que me lastimen. Pero tampoco puedo vivir bajo las faldas de ella. Por el resto de mi vida. En el caso extremo de que Melike decidiera romperme el corazón debo estar preparado como un hombre fuerte para enfrentarlo.

«El problema es que tú no estás preparado para el rechazo», me dice mi conciencia y siento que tiene un poco de razón.

Mi padre cambia de tema radicalmente y comienza a contarme que la noche anterior se unieron todos en contra de mi madre, la gran tramposa, y pudieron ganarle en cada uno de los juegos de canasta, pero que eso también le valió a él dormir en el sofá del cuarto.

Yo me río por lo extremista que puede ser mi madre solo por un juego. Cuando terminamos de comer, seguimos conversando un poco más, nos reímos y antes de irse, tanto mi madre como mi padre me dan un fuerte abrazo.

Y me doy cuenta de que por este rato, estos minutos que he pasado con ellos, aquella sensación de vacío se ha esfumado de mi corazón.

Una vez que me dejan solo me quedo allí pensativo, decido que ya es hora de levantarme. Subo el volumen de mi teléfono y me voy a la ducha. Dejo que el agua se lleve todos mis pensamientos y todas las cosas que debo decidir de ahora en adelante.

Lo que ha sucedido anoche debe dejarme claro que tengo que proteger mi corazón de alguna manera, porque si me llegase a suceder algo, fuese lo que fuese, mi familia también pagaría las consecuencias y eso es algo que ahora yo no pretendo arriesgar.

Cuando estoy saliendo de la ducha suena mi teléfono y veo que es Melike, por supuesto que le respondo de inmediato porque quiero saber si es que me dirá algo de lo ocurrido de la noche anterior.

—Lorenzo… —me dice con suavidad y en ese preciso momento todo lo que tenía pensado decirle se me olvida—. Lamento tanto no haber llegado contigo anoche al restaurante, pero me surgió algo de último minuto.

—Pudiste habérmelo dicho antes, ¿no crees?

—Lo sé y lo siento, pero es que… Mi padre no quiso que yo saliese y me quitó el teléfono, está sospechando que estoy saliendo con alguien y yo no quiero que sepa aún que estoy contigo, tengo miedo de que me prohíba verte y que se ponga aún más restrictivo.

—Tal vez ese es el problema, Melike —me siento en mi cama y me paso la mano por el cabello húmedo—. Creo que lo mejor sería que tú y yo nos paremos frente a tus padres y les digamos de nuestra relación. Al menos de mi parte esto es serio y jamás dejaría qué pases por todo esto tú sola si al menos me permitieras poner la cara.

—Mi amor es que tú no los conoces, ellos no van a querer que tú y yo estemos juntos.

—¿Por qué estás tan segura de eso? Yo también soy de una buena familia, las empresas que algún día heredaré junto a mis hermanos y mis primos también son importantes y están en diferentes países.

—No se trata tanto de dinero Lorenzo… Sino de culturas. Mis padres jamás van a permitir que me case con alguien que no es de ascendencia como la mía.

—¿Quiere decir que si no soy de ascendencia turca no me permitirán estar contigo?

—Así es, porque no conoces nuestras tradiciones. Si ellos supieran que yo ya no soy virgen les daría un ataque.

—Pero eso ahora mismo no tiene importancia, porque de todas maneras tú y yo nos vamos a casar.

—Espera… ¿Tú quieres casarte conmigo? —la sorpresa en la voz de Melike no deja de hacerme sentir mal. No puedo creer que ella no haya entendido cuál es la seriedad de mis sentimientos.

—¡Por supuesto que sí! En realidad me duele un poco que no te hayas dado cuenta de eso, puede ser que en el pasado haya sido un hombre que le gusta hace jugar con los sentimientos de las personas, pero ahora mismo me doy cuenta de que contigo lo quiero todo.

—Pero Lorenzo sí, apenas nos conocemos hace unos meses. ¿Cómo es posible que quieras hacer tu vida conmigo?

—Meli, que esto no se trata de tiempo, el amor no se mide en tiempo, sino en intensidad y lo que yo siento por ti es bastante fuerte. Supongo que esta es una conversación para la que aún no estás lista. Así que es mejor que lo dejemos hasta aquí.

—Lorenzo, por favor. No te molestes conmigo en verdad quiero verte.

—Pero me temo que yo no, estoy un poco dolido y la verdad es que no quisiese que me cites a algún lugar y que simplemente no llegues.

—Bueno, eso se soluciona fácil, ¿no crees? —corta la llamada y me deja bastante sorprendido su reacción.

Sus últimas palabras no han sonado como la mujer dulce que suelo ver frente a mí. Lanzo el teléfono hacia atrás y no tengo idea dónde queda, me visto y salgo a caminar al jardín porque en verdad necesito aire fresco. Allí me encuentro a Isabella estudiando su libro y me siento a su lado, en silencio para no distraerla.

—¿Vienes a ayudarme? —me pregunta ella unos minutos después.

—Sólo viene a respirar aire fresco, pero si quieres que te ayude ahora, no tengo problema en hacerlo.

—Gracias —me dice ella extendiendo el libro.

Comienzo a hacerle preguntas y repasamos todo en italiano. La verdad es que no entiendo por qué Fabio le dijo aquello de que le falta mucho porque lo habla bastante bien. Estamos tan entretenidos hablando acerca de sus películas favoritas, que no me doy cuenta de que alguien se para a mi lado hasta que habla.

—Hola, Lorenzo, he venido a verte y a arreglar las cosas —veo a Melike parada a mi lado con evidente cara de arrepentida, me pongo de pie y le entrego el libro a Isabella.

—Bella, ¿podrías dejarme a solas con mi novia?

—Claro, porque como yo llegué después —miro a la pequeña sorprendido, pero ella ya está de espaldas caminando hacia su cuarto.

—Que niña más grosera —me dice Melike y en parte me molesta su comentario.

—Sólo está molesta porque estábamos estudiando y tuve que decirle que se fuera para que no tenga que oír la probable discusión que tú y yo vamos a tener.

—Lorenzo, por favor, no vine a pelear contigo —me dice en un tono de voz un poco más calmado. Pero yo no lo estoy.

—Melike, lo de anoche es verdad que no es tu culpa, pero las razones por las cuales lo fueron, si lo son. Si quieres que me contente contigo, quiero conocer a tus padres —ella abre mucho los ojos y veo que las lágrimas se acumulan en ellos.

—No puedes pedirme eso, tú no entiendes lo que es sentir miedo…

—¡Claro que lo sé y es lo que sentí yo desde que no apareciste y no respondiste mis mensajes! Pensé lo peor… Si tanto te aterran tus padres, ¿por qué simplemente no te vas de la casa y te vienes conmigo? Estoy seguro de que aquí mis padres te recibirán bastante bien. Hay un cuarto vacío que ha dejado mi hermana, yo podría comenzar a trabajar en la empresa de mi padre y estaría pendiente de ti en todo momento.

—Tú no entiendes nada… Y lo peor de todo es que siento que no lo harás jamás.

—Entonces, si no soy capaz de entender. Nada, Tal vez debamos dejarlo hasta aquí porque yo no quiero seguir arriesgándome con una persona que se avergüenza de mí.

—¡Que yo no me avergüenzo de ti!

—No es lo que parece… —Melike tira de mí y me calla con un beso. Trato de resistirme, pero la verdad es que el suave toque de sus labios me anula la voluntad y me dejo llevar por lo que siento al estar cerca de ella.

Puede que me arrepienta más adelante, pero ahora mismo estar así con ella es todo lo que necesito para saber que ella también me ama.

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