Capitulo 25

El aire en la habitación denso y pesado, impregnado del olor a antiséptico y del suave pitido rítmico del monitor cardíaco. Nicolás yacía en la cama, su rostro pálido y delgado, cubierto de una leve barba que había crecido durante los días en que estuvo inconsciente. Los tubos del respirador se habían retirado, pero aún tenía una fina cánula que suministraba oxígeno a sus fosas nasales. Su pecho se alzaba y descendía con lentitud, como si cada respiro fuera un esfuerzo titánico.

Valeria, sentada a su lado, le sostenía la mano con firmeza. Sus dedos temblaban ligeramente, y sus ojos estaban enrojecidos por las lágrimas que no había dejado de derramar. No podía apartar la vista del rostro de Nicolás, temiendo que si lo hacía, él pudiera volver a perderse en el abismo del que había regresado.

—Mi amor, por favor, despierta. Nuestro hijo necesita tener a sus padres juntos. —Susurro Valeria con un hijo de voz.

Para ella estaba siendo muy difícil dejarlo horas solo, para descansar y así cui
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