Capítulo 30

Ona atravesó el bosque a gran velocidad y llegó sofocada al arroyo. Era tarde, sabía que llevaba demasiado tiempo fuera y que estarían preocupándose por dónde estaría, pero tenía que recomponerse antes de volver al clan. Se detuvo junto al arroyo, se agachó y se lavó la cara. Bebió agua y levantó la cabeza asustada cuando oyó la voz de Yuma tras ella.

—¡Ona! —gritó él.

Llegaba también fatigado, como si hubiese llegado corriendo a gran velocidad. Se acercó a ella y la sujetó por los hombros.

—¿Qué te ha pasado? Es muy tarde, ¿por qué no has vuelto al clan?

Ona le miraba dubitativa ¿cuánto sabía él? Le pareció obvio que acababa de llegar al arroyo, estaba incluso más fatigado que ella, o, al menos, él no se molestaba en disimularlo. A

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