Buscaron a Ona por el bosque sin obtener ningún resultado. Ya había oscurecido por completo y Yuma y Namid se adelantaron al resto de la familia. Solo Sasa se había quedado en la guarida con el bebé y con Min.
Kasa iba también unos metros por delante y Léndula y Cala caminaban más atrás.
—Deberías haberte quedado en la guarida, no ves apenas en la oscuridad y puedes herirte.
—Ahora sé por qué —dijo Cala.
Léndula la abrazó.
—Lo siento, Cala. Sush quería contártelo pero yo tenía tanto miedo... tanto como Yuma a perderte ¿entiendes?
Kasa regresó a su lado y lanzó un agudo silbido que los tupi reconocían entre ellos.
—Es inútil, nos saca mucha ventaja.
Finalmente, abandonaron la búsqueda y dieron por hecho que habría vuelto a su clan, con su fa
Kasa comenzó a explicar, con los ojos llorosos por el recuerdo de su amado padre, aquella misma historia que él le había transmitido para convencerle de que quedarse a Cala no tenía por qué suponer un peligro, y que no todos los humanos eran esos seres malvados que ellos contaban a las generaciones más jóvenes para mantenerlos alejados de ellos.Después de que Kasa les contara a todos la historia que el abuelo Sush le había contado a él quince años atrás, Cala decidió retirarse y dejarles que tomaran una decisión sin que ella interfiriera.Min miró a Kasa, aún asombrada con tantos descubrimientos. A su cabeza acudió la imagen de Sush el día que ella se dio cuenta de que ya no llevaba la huella de puma tallada. Sonrío mientras recordaba cómo él le había dicho que se le había desprendido del cuello mientras pesca
A pesar de lo tarde que era, aún había luz en las ventanas de la cabaña del guardabosques. Cala se detuvo frente a la puerta y golpeó la madera con los nudillos. Estaba temblando. Un nudo apretaba la boca de su estómago y le costaba respirar. Parecía que sus pulmones no consiguieran llenarse completamente de aire.Era una noche gélida, como la que Yuma la había encontrado en los contenedores de los humanos, y, ahora, era ella la que expulsaba una nube de vapor por su boca mientras apretaba las uñas contra las palmas de sus manos sin apenas darse cuenta.Cuando el hombre abrió la puerta, Cala notó que todo su cuerpo se relajaba, porque, en el fondo, era como si toda su vida hubiera estado esperando aquel momento. Tantas veces como había preguntado cómo eran los humanos, ahora tenía uno allí, frente a ella, al que podía contemplar sin esconderse.El homb
Manuel no podía creer que tuviese a aquellos seres frente a él. Al fin, después de tantos años, podía observarlos a su antojo. Sus dibujos eran bastante acertados y las facciones ya le resultaban casi hasta familiares.—Entrad —dijo. Se le veía asombrosamente tranquilo.—No vamos a hacerte daño —quiso aclarar Kasa, de todas formas.—Lo sé —dijo el hombre.Sin embargo, Yuma le miraba de forma amenazante. Manuel reconoció en él al muchacho que le había atacado junto al árbol desarraigado. Yuma habló al oído de su padre y Kasa dirigió su mirada al pecho del hombre. Manuel recordó el amuleto que Román le había dejado en herencia y lo cogió entre sus manos.—Es el amuleto de mi padre —susurró Kasa, emocionado, y alargó la mano hacia Manuel. Éste se sac&oa
Cuando salieron de la cabaña eran cerca de las dos de la mañana. Helaba. El frío era intenso y las estrellas brillaban con rabia. Kasa, que sabía que el resto de la familia — y Léndula en particular — estaría muerta de la preocupación, se adelantó a ellos para contarles al resto del clan la noticia: se quedaban. Decidían confiar en el hombre, aunque siempre estarían alerta, aquel sería siempre su modo de vida. Tampoco iba a ser tan distinto a lo que estaban acostumbrados, pensaba Kasa. Extremar un poco más la atención, al menos durante un tiempo, por si acaso. Al salir ellos, Yuma se detuvo en la puerta de la cabaña y dejó que Cala se adelantara unos pasos antes de volverse hacia el hombre. —Podría matarte en un segundo —le dijo—, te puedo retorcer el cuello como a un simple pato —continuó. —Lo sé —contestó el hombre, impasible. Yuma hizo el gesto de retorcerle el cuello a ese pato imaginario. —Ándate con cuidado. Yo vendré con Cala y
En un principio "Hasta que el amor nos separe" fue escrito como una novela independiente, surgió un día en el que me puse a escribir un libro para mi hija, que entonces tenía ocho años, pero la historia fue creciendo en mi cabeza, así como los personajes, las situaciones, reflexiones y demás y se convirtió en una novela. Cuando lo publiqué originalmente muchas personas disfrutaron con la historia y me hacían preguntas acerca del futuro de los personajes, así que me pareció que los lectores tenían derecho a saber cómo había continuado la historia. De este afán nació "Lo que el amor ha unido" que presento a continuación y que espero sea de su agrado. Si has llegado hasta aquí te lo agradezco mucho, igual que agradezco cualquier comentario y valoración de la obra que pueda enriquecerla. Con mucho cariño, la autora.
—¡Hijos!Léndula se abalanzó sobre ellos en cuanto pusieron un pie en la guarida. Cala se abrazó a ella, pero Yuma pasó de largo y se encerró en su cuarto ante la mirada asombrada de todo el clan. Aquel "hijos" pronunciado por su madre, le había dolido más que nunca. Cala tenía razón, pero él era incapaz de aceptar que tendría que reconducir todos aquellos sentimientos que tenía hacia ella.—Hay algo que áun no os he contado —dijo Kasa al ver cómo todos seguían mirando el lugar por el que Yuma acababa de desaparecer—. El humano quiere que le dejemos ver a Cala a menudo.Léndula, como siempre, puso el grito en el cielo.—Ni hablar, eso es demasiado peligroso. Cazarla a ella o a cualquiera de nosotros será un juego para ellos —volvió a mirar hacia la habitación de Yuma—. Ahora en
Cala era incapaz de dormirse. En su cabeza, la imagen de Yuma besándola se repetía una y otra vez. Notaba sus manos fuertes investigando su cuerpo y sentía que el deseo que Yuma desprendía hacia ella conseguía que el suyo brotara de nuevo con fuerza. Ya no le importaba saber que era una humana. Él la deseaba tal y como era. Cala cerró los ojos y volvió a imaginar, una y otra vez, el calor de sus labios. Aún estaba impregnada de su olor. Pero ¿qué iba a pasar ahora? Ellos se habían criado como hermanos, así los había visto siempre el clan.Léndula se volvería loca si supiera que entre ellos existía cualquier otro sentimiento que no fuera el fraternal.Yuma había estado con una tupi. Él ya había conocido el amor con una chica de su raza, e incluso así le había confesado a Cala que la amaba, que hacía tiempo que l
Al cerrar la puerta, Manuel notó que las piernas le comenzaban a temblar. Se sentó en la sencilla silla de madera, frente al escritorio, con todos los dibujos que había hecho a lo largo de los años, y comenzó a pasarlos uno a uno. El tupi y la niña humana iban creciendo en su dibujos igual que habían ido creciendo en la vida real. Pensó en todas las horas que había pasado sentado en su escritorio dibujándolos mientras esperaba a que algún día pasara lo que finalmente había sucedido. Ahora, todo parecía un sueño más.Aquella chiquilla de los dibujos se había convertido en una preciosa adolescente. Aquellos asombrosos ojos dorados desprendían una luz que envolvía todo. Manuel notaba que le acompañaba una incómoda sensación de irrealidad y deseaba con todas sus fuerzas que la muchacha regresara a verle. La ansiedad de la espera