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—¡Hijos!

Léndula se abalanzó sobre ellos en cuanto pusieron un pie en la guarida. Cala se abrazó a ella, pero Yuma pasó de largo y se encerró en su cuarto ante la mirada asombrada de todo el clan. Aquel "hijos" pronunciado por su madre, le había dolido más que nunca. Cala tenía razón, pero él era incapaz de aceptar que tendría que reconducir todos aquellos sentimientos que tenía hacia ella.

—Hay algo que áun no os he contado —dijo Kasa al ver cómo todos seguían mirando el lugar por el que Yuma acababa de desaparecer—. El humano quiere que le dejemos ver a Cala a menudo.

Léndula, como siempre, puso el grito en el cielo.

—Ni hablar, eso es demasiado peligroso. Cazarla a ella o a cualquiera de nosotros será un juego para ellos —volvió a mirar hacia la habitación de Yuma—. Ahora en

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