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Cala se sintió muy sola en cuanto Yuma desapareció en el bosque.

Sasa la rodeó con sus brazos, desde la espalda, y la susurró a un oído que Yuma no tardaría en volver. Cala le apretó una mano y supo con seguridad que Sasa sabía lo que sentían el uno por el otro, y, aun así, no le importó. No hacía falta que hablaran de ello, Cala sabía que podía contar con todo su apoyo. Tampoco nadie en el clan había hecho referencia a su reciente descubrimiento de ser una humana. Cala se lo agradecía, pero sentía que, en el fondo, necesitaba hablar de aquello y no sabía con quién podía hacerlo. Si el abuelo siguiera vivo... Ahora podía entender un montón de las conversaciones que habían mantenido poco antes de que él muriera. Cala sonrió al recordarle.

Buscó a Min, y cuando la encontró en su cuarto

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