—¡Para! —gritó Cala, excitadísima, y Manuel temió que se abalanzara sobre él y le arrebatase el volante. El viaje estaba resultando emocionante para ella y Manuel se sentía exultante en su papel de maestro que le descubre todos los secretos de la vida a su alumno.
No tenía que preguntar para saber qué era lo que había llamado tanto la atención de Cala. La fuente se alzaba majestuosa en el centro de la plaza y echaba, como por arte de magia, chorros de agua a gran altura. Manuel echó un rápido vistazo a la zona.
—No tengo dónde parar Cala, daré una vuelta.
Manuel llegó a dar tres vueltas sin resultado. Cala esperaba ansiosa en cada una de ellas la visión que la había conmocionado. Finalmente, Manuel se detuvo en doble fila.
—¿Qué es? —preguntó con un hilo de voz.
—Se llama fuen
Yuma llegó al día siguiente de la visita que Cala había hecho a la ciudad. A ella aún no le había dado casi tiempo a recuperarse del impacto de aquella visita, cuando le vio aparecer entre los árboles. Ella y Léndula estaban sacudiendo a la entrada de la guarida las pieles que les servían de mantas. Léndula notó la presencia del muchacho y se detuvo, mientras Cala sacudió sola de un lado una de las pieles.—¡Yuma! —gritó Léndula un segundo antes de que él apareciera, sonriendo pese al dolor que ya hacía unas horas se le había vuelto a instalar en la frente. La madre le abrazó y luego le miró moviendo de un lado a otra la cabeza y reprimiendo las lágrimas. No hacía falta preguntar para saber que no le había ido muy bien en el clan de Ona.Cala se abrazó a su pecho. Aspiró su olor y pudo n
¡Una guerra entre clanes! Cala aún daba vueltas a la frase en su cabeza cuando Kasa y Namid entraron en la cueva como un vendaval. Y todo por su culpa. ¡No! Por la de Ona, o por la de las dos. Cala se sentó conmocionada en la mesa de la cocina y escondió el rostro entre sus manos, pero en aquel momento nadie la prestaba atención y ella lo agradeció. De todas formas, no quería robarle protagonismo a nadie, sabía que en poco tiempo todas la miradas se volverían sobre ella y, aunque no lo dijeran, pensarían que no era más que un saco lleno de problemas.Cavilaba en silencio, apoyada en la mesa de la cocina. Su cabeza se escapaba de nuevo a la ciudad. ¿Podía ser que si ella abandonara el clan se terminaran los problemas? No podía imaginarse viviendo en la ciudad, todo era tan nuevo, se sentiría más bicho raro que nunca. Pero quizá Manuel pudiera acogerla. Pe
Cuando Yuma despertó, ya casi había anochecido. La guarida permanecía en silencio, y era extraño, porque toda la familia estaba en su interior.Min volvió a entrar sola en la habitación de Yuma y le obligó a tomarse una sopa y comer un poco de pescado.Cuando ella consideró que su nieto se hallaba en condiciones de hablar le dejó levantarse y todo el clan se reunió en la cocina. Las miradas de Yuma y Cala se encontraron y él le dedicó una sonrisa radiante que ella interpretó como un "no te preocupes" que no la convenció en absoluto.Léndula sostenía a Azca en brazos y Yuma le hizo unas fiestas al bebé antes de colocarse casi en el centro del grupo. Kasa abrazó a su hijo y se colocó junto a él.—Bueno —comenzó Yuma—, como ya os imaginaréis no me recibieron demasiado bien en el clan de On
El clan siguió discutiendo un buen rato acerca de cómo debían actuar. Léndula quería desmentir a toda prisa que Cala y Yuma fueran amantes y exigía una disculpa por parte del clan de Ona.Aquello le parecía indignante, aberrante, no encontraba palabras para describir el asco que le generaba. Se encargó de repetirlo, una y otra vez, hasta que Min le pidió que se callara.Min decía que creía que lo mejor sería esperar prudentemente a ver cómo reaccionaban el resto de clanes antes de actuar y le dijo a Léndula que se dejara de bobadas, el clan de Ona jamás se disculparía, pues se sentía ofendido.—Ni siquiera sabemos si esa chica está realmente embarazada —se quejó Léndula—, tal vez sea otra de sus mentiras.—Por eso creo que deberíamos esperar —dijo Min —. Hay muchas cosas que
No llegaron hasta al arroyo. Apenas se separaron unos metros de la guarida, Yuma se volvió hacia ella. Los ojos de Yuma reflejaban todo el dolor y la incomprensión que sentía. Su nuez subía y bajaba en su garganta, agitada por la rabia contenida.—¿Por qué?Qué pregunta tan sencilla y tan difícil.Cala quería explicárselo, decirle que todo lo que Léndula estaba diciendo, el calificar su relación de repulsiva y absurda, le habían hecho sentir pequeña y miserable, pero ahora que le tenía frente a ella y estaban solos, lo único que quería hacer era lanzarse en sus brazos.¿Por qué? Qué pregunta tan difícil, se repetía Cala. Qué difícil explicar lo que uno siente, cómo daña a unas personas para sanar a otras.—Supongo que no soy tan valiente como tú.
Cala se incorporó en el suelo con las mejillas ruborizadas y se colocó descuidadamente el pelo con los dedos. Yuma la acarició la espalda aún recostado sobre la hierba. Cala se metió la túnica de piel por la cabeza y se volvió a mirarlo.—¿Qué va a pasar ahora?— preguntó bajito.—Nada —dijo él—, ahora ya no hay marcha atrásSe puso de pie de un golpe con la agilidad de un tupi y le tendió la mano a Cala para ayudarla a levantarse. Le apartó el pelo del rostro y la besó suavemente en los labios.—Tenía miedo —dijo Cala —, miedo de que no funcionara al no ser yo una tupi.Yuma se rió.—¡Cala! Eres una miedosa, todo te da miedo, incluso la tontería más grande del mundo como esa que acabas de decir.Cala se ruborizó.—Es cierto,
—¿Dónde está Cala? —exclamó Yuma entrando en la cocina, después de haberla buscado por todas partes. Su pecho se movía agitado y tenía dilatadas las fosas nasales. Estaba claro que tenía activados todos sus sentidos felinos para dar con el mínimo rastro que pudiera llevarle a la chica.El ambiente en la guarida era el de un funeral y el grito de Yuma se vio amplificado entre el silencio. Kasa había partido para llevar al consejo de los clanes el mensaje que Min les quería transmitir, Yuma y Cala se reafirmaban como pareja, pero el daño lo había causado Ona con su actitud. Después deberían esperar a que el consejo les dijera cómo debían proceder.—¿Alguien la ha visto?Léndula se levantó de la mesa, de golpe, tirando el cuenco de barro en el que estaba tomando leche de cabra. Corrió al cuarto de Cala
Cala había esperado hasta que toda la guarida quedó en silencio. Luego contuvo la respiración y, con todo el sigilo que pudo, salió de la cueva y se adentró en el bosque.Aún era de noche y hacía frío. Se abrazó a sí misma, trató de ahuyentar sus temores y, luego, salió corriendo hacia la cabaña del guardabosques. No había luna y el camino estaba oscuro, demasiado para sus ojos humanos, pero nada podría detenerla. Sabía que lo que estaba haciendo no iba a hacer otra cosa más que enfadar aún más al clan, pero sentía la necesidad de hablar con Manuel, y pensó que si había conseguido ser valiente y confesar lo que sentía hacia Yuma, podría soportar una regañina más.Las palabras de Léndula retumbaban en su cabeza. La había rechazado como hija, pero Cala estaba segura de que era u