Su jefe, el padre de su hija, hombre arrogante, con muchas reglas, quién decía no gustarle las jóvenes termino loco por ella, al igual que por la hija que los unió, una copia de él, y responsable de no pensar en volver a tener hijos, pero sus palabras no concordaron con sus actos, cuándo se volvió adicto a esa joven, dejando como resultado una vientre gordo que asegura volverlo loco.
Leer más—¿Qué haces aquí, Ignacio? ¿Vienes a insistir en esa ridícula acusación sin pruebas? Ya te dije una y otra vez que no tuve nada que ver con el incidente de tu mujercita. Si no sabe caminar, no es mi problema. Déjame en paz. Intentó cerrar la puerta en su cara, pero Ignacio puso el pie, impidiéndolo. —Eres astuta, Franyely, pero te metiste con la persona equivocada. He estado siguiéndote de cerca, sé exactamente lo que le hiciste a Violet. Antes estaba sola, pero ya no lo está. Te dejé llegar demasiado lejos. El tono severo de Ignacio hizo que Franyely se quedara en silencio por un instante, pero rápidamente recuperó su postura altanera. —Ambos están locos —replicó con descaro—. Esta vez seré yo quien solicite una orden de alejamiento. Tú y tu mujercita me tienen cansada. Ignacio perdió la paciencia, entró y empujó la puerta con fuerza, cerrándola tras de él con un estruendo que asustó a Franyely. —No le doy importancia a cosas insignificantes, no me interesan tus estúpidos motiv
Durante esa visita, el hombre estuvo tan lúcido como en los días siguientes. Violet no solo se sentía más tranquila, sino que disfrutaba de su embarazo, a menudo volviendo loco a Ignacio con sus antojos y deseos, se sentían un poco preocupados porque su vientre comenzó a crecer de manera acelerada, habían agendado una cita con la especialista. Se mantenían tranquilos y se habían confiado, pues en esas semanas, Franyely había parecido darse por vencida. Como nunca antes, la vida de Ignacio se estaba volviendo un caos que le costaba controlar. Ese hombre ordenado y autoritario ahora estaba bajo el mando de sus dos hijos, o al menos eso era lo que él creía. Todo parecía ir bien hasta esa mañana de viernes, cuando Violet sufrió un accidente en la universidad. Franyely, con una broma cruel, había provocado que Violet cayera por las escaleras, lo que resultó en un intento de aborto. La noticia de que esperaban mellizos dejó a Ignacio perplejo, sin palabras. Violet y el resto de la famili
—Vaya, vaya, qué sorpresa encontrarlos aquí —escucharon desde cierta distancia, lo que la orden de alejamiento le permitía a Franyely. —Vámonos, por favor —dijo nerviosa Violet. Ignacio le sujetó la mano y la guio hacia la salida, dejando a Franyely atrás, aunque esta los seguía sin violar la distancia permitida. Una vez seguros en el auto, Ignacio acarició el vientre de Violet. Acción notada y fotografiada por Franyely. —No te preocupes, amor. Haré lo posible para mantenernos a salvo. Franyely no podrá hacerte daño. Violet suspiró aliviada, pero aún nerviosa. —Está loca, no la conoces, mis traumas y miedos se deben a lo que me hizo. Tengo miedo de sus acciones, ha demostrado ser capaz de todo, si de verdad me odia, tengo miedo amor. —miró en la dirección en que ella estaba y la vio fotografiándolos. Violet pidió la llevara a casa, ambos se pusieron el cinturón, mientras observaban a Franyely sonreír. En tanto conducía con dirección a la casa, Ignacio pensaba en las medida
Su felicidad hizo que no le diera importancia al asunto, no le contó nada, aunque se mostró muy emocionado. Al dejar la llamada se dispuso a continuar con sus deberes, aunque se habían encontrado un par de veces para comer algunas cosas con Violet. Así finalmente se había ido el día. La familia se había ido a casa, donde disfrutaron de una cena preparada por Violet, dado que quería cumplir un antojo, mientras Ignacio trabajaba en nuevas campañas y veía a Salomé jugar. Luego de cenar, compartieron algunos pensamientos y situaciones, hasta que finalmente se fueron a la cama. Al día siguiente, un nuevo extraño antojo la despertó tan puntual como Salomé al robot, quien debió irse sin desayunar para atender una reunión importante. Luego de un par de horas, Ignacio la recogió. Los tres se acercaron por los resultados: tres meses y unas semanas de un embarazo sano. Escucharon todo lo necesario, pidieron discreción y salieron los tres a celebrar desayunando en un lugar prestigioso pero pr
—Quizás a Salomé le emocione —dijo Ignacio, rompiendo el silencio después de unos minutos—. Será un gran cambio para ella también. Violet abrió los ojos y asintió, considerando las palabras de Ignacio. —No quiero que se sienta desplazada o confundida. Con eso de que te quiere solo para ella, creo que será un reto. —Lo manejaremos con cuidado —dijo Ignacio, apretando suavemente su mano—. Le explicaremos que va a tener un hermanito o hermanita y que siempre será nuestra princesa. La conversación continuó. Tras los minutos, Violet comenzó a sentirse menos nerviosa y estaba aceptando su nueva realidad. El resto de la tarde pasó en calma para ambos. Se quedaron en la oficina, disfrutando de la compañía mutua y planificando con calma los próximos pasos. La conversación fluyó entre temas ligeros y serios, con risas intercaladas que ayudaban a aliviar la tensión. —Creo que deberíamos hacer algo especial para nosotros esta noche —sugirió Ignacio—. Algo que nos ayude a recordar que,
—¡Por Dios, esto no puede ser! —exclamó Ignacio llamando la atención de Violet. —¿Qué pasa? —Dos benditas rayas, Violet. Vas a tener dos bebés. Me vas a enloquecer. Violet se echó a reír, a pesar de estar siendo consumida por los nervios. —Creí que estabas leyendo las instrucciones. Además, creí que serías quien me daría valor. Ignacio, no significa que son dos bebés, significa que estoy embarazada. Dos líneas significa que es positivo. —¿Estás segura? —buscó las instrucciones y comenzó a leerlas de nuevo. Al levantar su rostro, un poco avergonzado, se acercó a ella, quien nuevamente se sumergió en la angustia. —Voy a ser mamá, estoy embarazada de nuevo —lo miró con cara de nostalgia y hablando mimado—. Aún no quería, no me siento preparada. Salomé aún es pequeña. Él se acercó y la acurrucó contra su pecho. —Lo sé, hermosa, pero no te pongas triste. Esta vez estoy contigo, será diferente. —Estoy haciendo una carrera, Ignacio. Había arreglado las cosas con mis padres, tenía t
DOS HORAS DESPUÉS. —Tráeme unos chocolates blancos y un helado de vainilla cuando regreses. —No, Violet, no voy a hacer eso, si tienes ansiedad entra a mi oficina, quédate allí y medita. Yo iré a dejar a tus padres y a Salomé, luego debo ir a una reunión y cumplir con otros asuntos pendientes. —Si no vas a traer eso, ¿puedes ir a dejarlos y volver para que pasemos un rato agradable? —¿Puedes esperar hasta la noche, hermosa? —Sí, aunque me sienta muy caliente, ya sabes, caliente de… —Ok, iré a dejarlos y volveré, solo por unos minutos. Violet sonrió y se acercó a despedirse de sus padres e hija, quienes estarían con la vigilancia y Lana en casa de Ignacio. Al verlos irse y con mucha ansiedad, Violet se dirigió a la cocina, donde se comió un poco de chocolate de pasta y regresó con Michael. Continuaron haciendo su trabajo, mientras hablaban de Michael y sus planes. Violet comenzó a ir al baño con frecuencia, pero se lo atribuyó a estar consumiendo mucho líquido. Violet se conc
—Te amo, hoy es nuestro cuarto mes viviendo juntos, tengo una sorpresa para ti. —Sí, meses complicados, pero lo estamos logrando, aunque me están sacando canas tú y Salomé, me encanta que… —Eres un amor, Ignacio, por lo menos ya no te molesta que mezcle la ropa o deje cosas por ahí. Creí que me acostumbraría a tu forma de ser, pero creo que eres tú quien se está adaptando a nuestra forma de ser, eso es muy lindo —le acarició con ternura la mejilla y lo besó. —¿Qué tienes para mí? ¿Cuál es tu sorpresa? Le enseñó la lencería, él sonrió, lo volvía loco verla usar encaje, tener que quitárselo luego de que ella se lo modelara. —Tendré que esperar a que la familia se vaya. —Podemos escaparnos un rato, Ignacio, además, debe ser cuanto antes. Presiento que el método anticonceptivo me tiene alterada la menstruación, tengo pechos sensibles y otros síntomas. —¿Sí? Sabes que no me importaría ser tu vampiro, disfrutaría de ti incluso en tus días, hermosa. Ella rechazó el comentario y e
Mientras aquello ocurría, Violet disfrutaba de compartir con sus padres y les comentaba sobre su entrada a la universidad, y el cuánto le preocupaba eso. Les mencionó que aceptó trabajar con Ignacio porque no quería volver a sumergirse en una rutina y aquel trabajo le permitiría ocupar más su tiempo y tener más actividad, pasar tiempo con su familia. Así transcurrieron las horas, de actividad en actividad, para Ignacio, quién había conseguido establecer seguridad e investigadores privados para su tranquilidad. Luego de terminar con aquello y discutir algunos puntos con su amigo, con quien quedó de verse al día siguiente, decidió visitar a su padre a quien encontró un poco mejor, aunque este no hubiese tenido grandes momentos de lucidez, pasó alrededor de una hora con él y luego se dirigió a verse con Violet, decidió ir a la casa para verlas allí, pasaron el resto del día en familia. Violet era feliz, su familia estaba bien y juntos, pero no se comparaba con la dicha de Ignacio. Al