Su felicidad hizo que no le diera importancia al asunto, no le contó nada, aunque se mostró muy emocionado. Al dejar la llamada se dispuso a continuar con sus deberes, aunque se habían encontrado un par de veces para comer algunas cosas con Violet. Así finalmente se había ido el día. La familia se había ido a casa, donde disfrutaron de una cena preparada por Violet, dado que quería cumplir un antojo, mientras Ignacio trabajaba en nuevas campañas y veía a Salomé jugar. Luego de cenar, compartieron algunos pensamientos y situaciones, hasta que finalmente se fueron a la cama. Al día siguiente, un nuevo extraño antojo la despertó tan puntual como Salomé al robot, quien debió irse sin desayunar para atender una reunión importante. Luego de un par de horas, Ignacio la recogió. Los tres se acercaron por los resultados: tres meses y unas semanas de un embarazo sano. Escucharon todo lo necesario, pidieron discreción y salieron los tres a celebrar desayunando en un lugar prestigioso pero pr
—Vaya, vaya, qué sorpresa encontrarlos aquí —escucharon desde cierta distancia, lo que la orden de alejamiento le permitía a Franyely. —Vámonos, por favor —dijo nerviosa Violet. Ignacio le sujetó la mano y la guio hacia la salida, dejando a Franyely atrás, aunque esta los seguía sin violar la distancia permitida. Una vez seguros en el auto, Ignacio acarició el vientre de Violet. Acción notada y fotografiada por Franyely. —No te preocupes, amor. Haré lo posible para mantenernos a salvo. Franyely no podrá hacerte daño. Violet suspiró aliviada, pero aún nerviosa. —Está loca, no la conoces, mis traumas y miedos se deben a lo que me hizo. Tengo miedo de sus acciones, ha demostrado ser capaz de todo, si de verdad me odia, tengo miedo amor. —miró en la dirección en que ella estaba y la vio fotografiándolos. Violet pidió la llevara a casa, ambos se pusieron el cinturón, mientras observaban a Franyely sonreír. En tanto conducía con dirección a la casa, Ignacio pensaba en las medida
Durante esa visita, el hombre estuvo tan lúcido como en los días siguientes. Violet no solo se sentía más tranquila, sino que disfrutaba de su embarazo, a menudo volviendo loco a Ignacio con sus antojos y deseos, se sentían un poco preocupados porque su vientre comenzó a crecer de manera acelerada, habían agendado una cita con la especialista. Se mantenían tranquilos y se habían confiado, pues en esas semanas, Franyely había parecido darse por vencida. Como nunca antes, la vida de Ignacio se estaba volviendo un caos que le costaba controlar. Ese hombre ordenado y autoritario ahora estaba bajo el mando de sus dos hijos, o al menos eso era lo que él creía. Todo parecía ir bien hasta esa mañana de viernes, cuando Violet sufrió un accidente en la universidad. Franyely, con una broma cruel, había provocado que Violet cayera por las escaleras, lo que resultó en un intento de aborto. La noticia de que esperaban mellizos dejó a Ignacio perplejo, sin palabras. Violet y el resto de la famili
—¿Qué haces aquí, Ignacio? ¿Vienes a insistir en esa ridícula acusación sin pruebas? Ya te dije una y otra vez que no tuve nada que ver con el incidente de tu mujercita. Si no sabe caminar, no es mi problema. Déjame en paz. Intentó cerrar la puerta en su cara, pero Ignacio puso el pie, impidiéndolo. —Eres astuta, Franyely, pero te metiste con la persona equivocada. He estado siguiéndote de cerca, sé exactamente lo que le hiciste a Violet. Antes estaba sola, pero ya no lo está. Te dejé llegar demasiado lejos. El tono severo de Ignacio hizo que Franyely se quedara en silencio por un instante, pero rápidamente recuperó su postura altanera. —Ambos están locos —replicó con descaro—. Esta vez seré yo quien solicite una orden de alejamiento. Tú y tu mujercita me tienen cansada. Ignacio perdió la paciencia, entró y empujó la puerta con fuerza, cerrándola tras de él con un estruendo que asustó a Franyely. —No le doy importancia a cosas insignificantes, no me interesan tus estúpidos motiv
—¿Estás bien? —preguntó Lana, notando la expresión en su rostro. —Sí… creo que sí. Solo necesito tiempo para asimilar todo lo que está pasando. Supongo que es escuchar todo eso y las hormonas. Lana no insistió. La conocía y sabía que necesitaba tiempo para procesar lo que había escuchado. Había tenido la muerte en sus narices en forma de amiga. Ignacio recibió la confirmación y condujo hasta el hospital. Se quedó en el auto, agradeciendo que no había prensa, se liberó de toda su mala energía y entró sin apuro, pero con la seguridad de siempre. Caminó directo hacia Violet, a quien vio ya más tranquila jugando con Salomé. Se acercó y le dio un beso en los labios, acarició la mejilla de Salomé con ternura. —Todo está bajo control —le susurró, con esa tranquilidad que sabía ella necesitaba. Violet lo miró y sonrió. —Gracias por lograrlo. Me siento tranquila, sin embargo… se me antoja comer chuletas de pollo con pepinillos y mermelada casera. —¿Bromeas, verdad, hermosa? Vio
Fue una imprudencia del conductor del otro vehículo, como mía, por ir con exceso de velocidad. Lamento haber olvidado que eres la mujer que me enloquece —le sobó el vientre con cariño y olió su cabello. —Está bien, amor, lo bueno es que ya pasó. Además, debemos reconocer que te evitó terminar loco, fueron semanas difíciles. Salomé sufrió mucho por tu trato, pero creo que tanto ella como yo aprendimos mucho de esto. Ahora tengo menos miedo, me siento más valiente y dispuesta. —Tú siempre has sido una mujer maravillosa, valiente y dispuesta. Eso, entre otras cosas, es lo que me tiene loco por ti. Te amo. Las caricias llevaron a un nuevo encuentro sexual y esta vez terminaron tan agotados que no tardaron en dormirse. En la mañana, Ignacio se levantó, llamó para avisar a sus empleados que les daba el día libre, luego se dispuso a preparar el desayuno. Salomé se despertó poco después, Ignacio la organizó y esperó a que Violet se levantara. Cuando esta lo hizo, la sorprendió con un nut
Violet suspiraba en medio de la felicidad, a pesar de la angustia y el miedo que sentía. Pronto las horas fueron pasando y su sufrimiento aumentaba. Al ser mellizos, los doctores consideraban la posibilidad de cesárea en caso de complicaciones. Cuatro horas después, Violet fue inducida a la sala de parto. Ignacio entró a su lado, sostenía su mano, besaba su frente y la animaba con palabras, mientras los médicos hacían lo suyo. La animaba a pujar, aguantaba sus uñas clavadas en sus manos y, aunque no era momento, no pudo evitar pensar en lo difícil que la había tenido ella en el pasado por la envidia de su amiga. Le alegraba estar allí y se lo hizo saber una y otra vez, especialmente cuando su hijo varón salió. Ignacio no derramó lágrimas, pero su rostro de orgullo lo decía todo. Luego la animó para el segundo bebé. Fue un proceso complejo, pero al final los dejó satisfechos. Violet los conoció y pronto se llevó a cabo el proceso final. Ella fue llevada a la sala de descanso,
Su rostro reflejó un leve desconcierto que rápidamente intentó ocultar. Su padre lo notó y decidió acercarse a él. Sin embargo, la mujer sonriente apoyó su mano en la espalda de Ignacio, la cual él quitó, luego miró en la dirección de Violet. Notó ese gesto tóxico que no lograba ocultar. Sonrió, y él se quedó a hablar con su suegro. Violet no podía evitar observar cada detalle, cada gesto, y aunque sabía que no tenía razones para sentirse incómoda, un sentimiento inexplicable la invadió. La mujer no entendió la intención de ambos de alejarla, hasta que Salomé se acercó y vació su cubeta de arena en sus pies. Ignacio la cargó y la mujer se alejó. Salomé besó su mejilla y pasó a brazos de su abuelo, quien se unió al resto. Ignacio se acercó a Violet llevándole una bebida. Notó de inmediato que algo no estaba bien. Violet no dijo nada, pero su actitud había cambiado. Había una tensión que no lograba controlar, una que solo él podía percibir. —Violet, ¿Todo bien, amor? —pr