Era bien sabido que Clarissa había estado locamente enamorada de Luca por varios años. Siempre obediente y sumisa, ella se tatuó por él, rompió las normas por él, y vivió bajo el techo ajeno por él. Hasta que, después de caer al agua, él salvó a quien era su peor enemiga y se olvidó de ella, dejándola tirada y hecha un desastre. Ella en ese entonces se desilusionó de esa mentira que por años había construido. Pero por obra del destino, más tarde apareció un hombre que la abrazó y, con una sonrisa suave, le recordó: —Señorita Clarissa, ¿no has pensado en darle una merecida lección a su exmarido? Ella se dio cuenta de todo y pidió el divorcio, luego se casó con el hombre más rico y con mayor influencia de San Leo, el líder de Grupo Financiero Santoro, Giovanni. Aquella misma noche, subió el certificado de matrimonio a sus redes sociales. Luca, que siempre la había menospreciado, finalmente se puso celoso y le rogó que no se divorciara. Luego, miró a Giovanni y le dijo con dureza: —¿Crees en serio que ella te ama? ¡Solo quiere aprovecharse del poder de tu familia! Pero Giovanni, abrazándola, le respondió con calma: —¿Y qué? Ella se merece todo mi poder y mis recursos financieros. Nadie sabía que Clarissa siempre había sido parte de los planes de Giovanni. Él siempre la había amado como a una rosa que se cuida y aprecia solo desde la distancia, le encantaba su ambición y estaba dispuesto a apoyar su valentía.
Leer más—Hoy después de tanto eres mi esposa, así que no pude evitarlo. — Se inclinó un poco y rozó el borde de sus labios con mucho cuidado. — ¿Entonces ya podemos besarnos? Estaba tan cerca de su boca y aún preguntaba eso, ¿no era un poco tonto hacer este tipo de preguntas? Clarissa pensó que su primera impresión de Giovanni no había sido un error. "Un lobo disfrazado de caballero", "un tipo elegante con alma de pícaro", esas frases le quedaban perfecto. Sintió que la cara le ardía, su respiración estaba descontrolada y cerró los ojos sin querer mirarlo. — ¿Entonces qué le parece si nos besamos, mi esposa? Seguía preguntando, como si solo esperara su permiso para hacerlo de verdad. — Somos marido y mujer... Su voz fue un susurro, pero eso ya era una respuesta. Giovanni sonrió. — ¿Eso a un sí? Clarissa apenas murmuró un "sí" y él no esperó más. Se acercó otra vez y la besó. Clarissa se quedó quieta, sorprendida, pero poco a poco empezó a relajarse. Él pasó una mano
Giovanni llevaba una camisa blanca. Tal vez por el calor del verano, se había aflojado la corbata y desabrochado un par de botones, dejando ver un poco su clavícula y su atractiva manzana de Adán. Las mangas estaban remangadas hasta los codos, y sus manos firmes agarraban el volante. Cada vez que lo giraba, sus músculos se tensaban y la tela se ajustaba más a su cuerpo, resaltando su musculosa figura. Clarissa lo miró de reojo y notó lo atractivo que era. Nunca lo había observado con tanta atención y, por primera vez, entendió que tenía un encanto especial. Sus ojos eran intensos y brillantes como piedras preciosas, su nariz perfilada como si hubiera sido esculpida con precisión. Siempre había escuchado que Luca era apuesto, pero al compararlo con Giovanni, se dio cuenta de que no había punto de comparación. El hombre que ahora era su esposo tenía una presencia fuerte, una elegancia natural que Luca jamás podría igualar. Clarissa no pudo evitar seguir mirándolo durante todo e
Algunas cosas Javier las tiene muy claras y no les da a estas mujeres ninguna fantasía, dejándolas pensar que son especiales.…Cuando subió al auto, Clarissa se sentó en el asiento del copiloto, aún un poco distraída mientras miraba el anillo en su dedo. Había estado casada con Luca tres años, y también tenían anillos de boda. Pero Luca nunca lo usaba en público, así que ella tampoco lo llevaba. Ni siquiera tenía la marca del anillo en su dedo. Ahora, sin embargo, todo se sentía diferente. — ¿Por qué estas tan distraída? De repente, sintió calor en sus orejas, una brisa tibia en su cuello y la presencia de Giovanni muy cerca, con su fragancia fresca. Clarissa se giró rápido, sorprendida. La cara de Giovanni estaba demasiado cerca y, al voltear, sus labios estuvieron a punto de tocar su pómulo. Ahora su aliento le rozaba la cara, y Clarissa sintió cómo sus orejas y su piel hervían. Estaban tan cerca que, por primera vez, al verlo a través del espejo, pudo notar la expre
Javier nunca había usado anillos, pero el de platino que ahora tenía en el dedo le quedaba perfecto. Clarissa nunca había pensado que un hombre con anillo en la mano podía verse tan bien. Sus dedos largos y delgados resaltaban aún más con el brillo del anillo. De alguna forma, le transmitía la sensación de que él ya tenía dueña. Se quedó viéndolo un momento sin darse cuenta y, casi sin pensarlo, acarició su dedo con suavidad. En ese instante, le cayó el veinte: el hombre frente a ella ahora era su esposo. Mientras tanto, Javier estaba pagando con su tarjeta un collar y un anillo para su acompañante. Pero cuando la acompañante de Javier se volteó y vio a Clarissa, su expresión cambió. Javier nunca le había prestado mucha atención a ella, pero al ver la escena frente, su cara se puso aún más pálida. Intrigado, miró a Clarissa y se acercó corriendo. —¿Ya eligieron alguno? —preguntó, fijándose en los anillos que llevaban puestos. Giovanni pagó sin apurarse y asintió. —Jav
— ¿Qué buenas noticias voy a tener? — Javier ni siquiera miró a la mujer a su lado, tenía la cara pálida. Desde el principio, le había dejado claro que podía darle todo lo que quisiera, y ella solo debía estar solo a su lado. No pedía nada más. No era una relación física, sino un simple acuerdo. No eran pareja, mucho menos podía hablar de algo “más” entre ellos. Giovanni notó que ella no estaba de buen humor y solo asintió. — Hagan lo que quieran, yo llevaré a Clarissa a escoger los anillos. Javier hizo un pequeño sonido con la boca mientras Giovanni ya llevaba a Clarissa al mostrador de los anillos de pareja. Los diseños eran sencillos, y a Clarissa no le gustaban las cosas demasiado llamativas. Pensó que Giovanni tampoco elegiría algo extravagante. Un anillo discreto era lo mejor. — Sé que por ahora no es ideal que uses un anillo de casada, así que puedes llevar estos de pareja. Así los demás sabrán que ya tienes esposo. Para la boda, elegiremos algo más especial. Mie
Clarissa se quedó en silencio un momento, pensativa. ¿Qué significaba eso de casarse tan solo una vez? Significaba que él la había elegido a ella, que no la traicionaría, que no habría otra persona. Siempre sería su esposa. ¿Era esa una promesa de Giovanni a ella? Ella ya no era una niña ingenua que se emocionaría con cualquier palabra bonita, pero no pudo evitar sentir una pequeña chispa de esperanza dentro de sí. Maxence no subió al auto. Esta vez, Giovanni iba manejando. El auto por fin se detuvo frente a una joyería. —Bajemos. —dijo Giovanni, quitándose el cinturón de seguridad y saliendo primero. Clarissa se quedó confundida. No tenía idea de por qué estaban ahí, pero en cuanto bajó, él tomó su mano y la guio directo a la tienda. —Espera un momento. —Clarissa se detuvo en la entrada. Giovanni la miró con calma. Ella se quedó mirándolo y, al notar lo serio que estaba, sintió que tal vez había malinterpretado la situación. Ahora no sabía si preguntar o quedarse c
Era imposible, tenía que ser una broma de mal gusto. Seguro que solo la estaba ayudando un momento. La empleada del registro se sentía nerviosa por dentro, pero su sonrisa no cambió. — ¿Clarissa olvidó algo? — preguntó con amabilidad, pero en cuanto dijo eso, Clarissa se detuvo. No esperaba que la misma persona que la había atendido en la mañana estuviera todavía ahí. Miró a Giovanni. Él, con una expresión tranquila, respondió: — Venimos a registrar nuestro matrimonio, necesitamos los formularios. La empleada se quedó de pie como una estatua. ¿No era ninguna broma? ¿Clarissa sí que se había divorciado en la mañana y estaba casándose en la tarde? ¡Es algo que no se ve todos los días! Sus ojos se abrieron de sorpresa, pero por profesionalismo, solo sonrió, sacó los formularios y se los entregó. Clarissa, eres impresionante. No era tonta, ya había oído hablar del escándalo con Luca. Sabía que él tenía amantes y que no era más que un idiota. Si Luca hacía lo que q
Clarissa no pudo evitar sentirse nerviosa por la última frase que parecía en broma. El hecho de que dijera que la llevaría a conocer a toda la familia la hizo sentirse muy nerviosa. No se esperaba que, cuando mencionó que la llevaría a su casa, no mentía cuando dijo que la llevaría directo a ver a los abuelos de Giovanni. ¿No era un poco exagerado ir tan rápido a conocer a la familia? Esto le parecía un gran paso en su relación. Estaba bastante nerviosa. Ni siquiera cuando la familia tuvo problemas y Clarissa no estaba casada, nunca pensó en la posibilidad de conocer a los mayores de la familia Santoro, mucho menos ahora, después de casarse... — Giovanni, nunca te he preguntado, pero ¿en serio tu familia está de acuerdo con que te cases con alguien como yo? La familia Santoro no es una familia cualquiera, son aristócratas de verdad. Como heredero de la familia Santoro, Giovanni tiene muchas opciones de mujeres para elegir, pero él eligió a Clarissa. ¿Algún motivo de peso? —
Giovanni miró a Clarissa con una expresión algo seria y respondió con calma: — llegué hace poco, la verdad. El hombre le sirvió un plato de carne de res, uno de sus platos favoritos. Clarissa sonrió un poco, esta vez no dijo gracias, y en su lugar le sirvió un camarón. Luego empezó a comer felizmente la carne en su plato. El chef de este restaurante era muy bueno, la carne estaba suave y fresca, y Clarissa comía con buenos modales. El hombre solo se sentó a su lado, mirándola de vez en cuando, y se sentía contento viéndola disfrutar de la comida. La comida no duró mucho, porque Clarissa no comía mucho, y al final, terminó con un vaso de jugo de frutas dulce. Cuando el almuerzo estaba por terminar, Giovanni soltó los cubiertos y preguntó: — ¿Te han hecho algo hoy? ¿Luca y Giulia te han molestado? Sus palabras sonaron frías, pero también tenían un toque de preocupación. Clarissa sonrió un poco y respondió: — No soy de las que se dejan preocupar por cualquier bobada.