Capítulo5
Con el sonido del agua, los metiches fueron a ver qué estaba pasando.

Al ver tanta gente, Vittoria no pudo evitar soltar una palabrota.

Había gente por toda la fiesta. Luca también notó el alboroto y corrió hacia la piscina para sacar del agua a Giulia y también Clarissa.

Tras salir del agua, Giulia estaba toda mojada, desmaquillada y con el pelo alborotado. Se mordía el labio pálido y temblorosa mientras se apoyaba en el pecho de Luca.

—Luca, por favor no culpes a Clarissa, ella no me empujó al agua a propósito…

Las gotas de agua resbalaban por su cabello, dándole un aire de pobrecita.

Por el contrario, Clarissa, tras recibir la toalla de Vittoria, tranquilamente se secó.

Luca le puso su chaqueta a Giulia y miró de manera casi fulminante a Clarissa:

—¿Entonces fuiste tú?

Ese tonito ya ella lo había escuchado exactamente hace cinco años.

Clarissa levantó la mirada con calma, pero su expresión de calma solo consiguió sacarle más la rabia aún más a Luca.

—Clarissa, hace exactamente cinco años te quisiste aprovechar de Sofía, lastimándola, y ahora que Giulia también ha regresado al país, ¿por qué sigues empeñada en hacerle la vida imposible? ¿Estás tan desesperada acaso por ser mi esposa que no te importa por encima de quien tengas que pasar?

A su alrededor, los metiches murmuraban.

—¿Acaso el señor Luca dijo que su esposa lastimó a otra muchacha?

—Pues con razón no se llevan bien. Resulta que Clarissa si lastimó a la hija adoptiva de la familia.

—Pues uno Nunca dejas de sorprenderte con las personas… La familia Ferrucho ha pasado por altibajos.

Miradas de desprecio y aversión la rodeaban.

A lo largo de los años, la familia Ferrucho había evitado hablar públicamente de este asunto por falta de pruebas.

Pero aquella noche, Luca había expuesto todas las acusaciones sobre Clarissa ante todos los presentes.

La dejó sin posibilidad de defenderse.

A su lado, Giulia con los ojos llenos de lágrimas, murmuró:

—Déjalo, Luca. No sigas por favor… Clarissa solo tiene miedo de perderte…

Antes de que pudiera terminar, Clarissa avanzó hacia ella y le arrojó una copa de vino en la cara.

—Cierra la boca miserable.

Se sacudió el vino de la mano y dijo fríamente:

—Ya deja el show. Por qué hablas si ¿no tienes claro lo que realmente pasó?

—¡Ya fue suficiente! —Luca le agarró la muñeca con fuerza, y la fulminó con una mirada de desprecio.

—¿Hasta cuándo vas a seguir fingiendo? Clarissa, ya para.

Pero a pesar del frío y la humedad en su cuerpo, Clarissa se sentía sorprendentemente tranquila.

Siempre había creído que el abismo que los separaba a ellos dos se debía a un malentendido de hace años.

Pero la verdad era mucho más simple: nunca la había amado lo suficiente.

Y ya no quería seguir esperando.

—Divorciémonos.

Clarissa levantó la mirada y, por fin, habló:

—Te haré llegar los papeles del divorcio más tarde. Lo nuestro hasta aquí se termina.

Sin esperar la reacción de Luca, se dio la vuelta y se marchó.

Aún estaba empapada, y aunque llevaba una toalla sobre los hombros, estaba hecha un desastre.

Luca la observó alejarse.

Era la segunda vez que ella le pedía el divorcio.

¿De verdad creía que él no podía vivir sin ella?

Si no fuera porque tenía que pagar su deuda, la habría dejado hace mucho.

Vittoria miró a la pareja con desprecio y se burló:

—Vaya, pues qué parejita tan perfecta. ¿En serio se creen que los demás somos unos estúpidos? ¿O acaso la señorita Giulia piensa que lo que ocurrió esa vez no tuvo testigos?

Luca se quedó pasmado.

—Luca, me siento mal…

Antes de que pudiera continuar, Giulia se llevó una mano al pecho y palideció.

—¡Ay!

Al notar su mal aspecto, Luca se inclinó y la tomó en brazos con suavidad.

—Casi que te ahogas, necesitas de inmediato sentarte y descansar.

Clarissa estaba a punto de volver a la sala de descanso después de irse, cuando un tipo, al parecer con vestimenta de secretario, la detuvo con educación.

—Señorita Clarissa, nuestro señor la está esperando.

Clarissa lo reconoció de inmediato. El tipo frente a ella era el secretario de Giovanni.

Se detuvo un momento y luego comenzó a seguirlo lentamente.

El secretario la llevó rápidamente a una habitación en el segundo piso y le pidió que se cambiara.

Cuando Clarissa salió después de cambiarse, se dio cuenta de que había un hombre sentado en el sofá.

El tipo llevaba un traje hecho a la medida, su cara era elegante y atractiva, sus rasgos algo comunes pero cautivadores.

Su presencia era refinada y tranquila, su comportamiento era amable y culto.

Era tan discreto que casi no transmitía una sensación de invasión, pero, de alguna manera, provocaba un poco de miedo.

Él levantó una ceja al mirarla y con una voz profunda dijo:

—Ese vestido te queda muy bien.

Era Giovanni.

El hombre del que todos hablaban.

El jefe de la familia Santoro, y también su futuro esposo en un segundo matrimonio.

Clarissa pensó que él no estaría allí esa noche, pero se sorprendió al verlo en ese lugar.

El vestido que Giovanni había elegido resultó ser perfecto, un suéter suave y cómodo que resaltaba su belleza, suavizando su apariencia y dándole un toque de delicadeza y elegancia.

Era muy cómodo, ideal para abrigarse.

Clarissa tocó el suave suéter y luego miró la taza de cafecito caliente que Giovanni había preparado para ella. Se sorprendió de lo atento que fue, y luego lentamente dijo:

—Muchas gracias.

—No hay de qué. —Giovanni la miró, tomándose su tiempo para hablar.

—El abogado debería haberte mostrado el acuerdo de divorcio. Cuando tú y Luca lo firmen, podremos casarnos. En cuanto a lo de esta noche, haré que alguien aclare la situación. Ya he pedido las grabaciones de las cámaras del área donde caíste al agua.

Clarissa se quedó desconcertada.

No esperaba que Giovanni prestara atención a esos detalles, mucho menos que se ofreciera a aclarar las cosas por ella.

Bajó la mirada.

Este era su segundo encuentro con Giovanni.

Y él parecía dispuesto a confiar en ella.

Después de un momento, Clarissa habló lentamente:

—Giovanni, ¿me conocías de antes? Tal vez no lo sepas, pero al casarte conmigo, tu reputación probablemente no será la mejor…

Cuando Giovanni le propuso matrimonio, Clarissa estaba indecisa.

En ese momento, ella todavía no había superado a Luca, y Giovanni era un extraño.

Al volver a encontrarse con él, Clarissa comenzó a sentir muchas dudas.

Giovanni hizo una pausa antes de responder:

—No te conozco.

Giovanni la miró con una expresión difícil de entender y dijo lentamente:

—La familia Santoro no se preocupa por la reputación… Sin embargo, sobre el matrimonio, ¿estás realmente segura de haberlo pensado bien? Señorita Clarissa, ya sabes que he llegado a la edad para casarme, y hay muchas cosas que ya no quiero hacer solo por diversión. Señorita Clarissa, ¿estás segura de que has considerado todo?

Sus palabras tenían un doble sentido.

Era como si le estuviera recordando que su matrimonio nunca había sido solo un acuerdo de conveniencia.

Mucho más que solo un juego simple.
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