Capítulo3
Clarissa no mostró la más mínima emoción en su corazón.

Durante esos cinco años, Caterina se preocupó por que ella se cuidara, pero, aun así, no pudo quedarse embarazada.

Caterina no es que no hubiera tenido quejas.

En ese entonces, siempre pensó que ella y Luca tendrían la oportunidad de volver a lo de antes, y nunca mencionó lo que había pasado entre ellos a la familia Ferrucho.

Dejó que Caterina se quejara, mientras ella se bebía todas las infusiones medicinales por cinco años.

Pero, ahora, ya no tenía necesidad de seguir fingiendo.

Caterina se sorprendió, pero rápidamente reaccionó. Estos años, su hijo había estado trayendo mujeres a casa sin pizca de vergüenza, y no debería ser un problema suyo. La única explicación era que, entre ellos, nunca había tenido una relación.

Enrico, padre de Luca, de repente, pareció molestarse y dijo:

—Luca, ven a mi estudio en un rato.

Luca casi se echó a reír de la ira.

No había esperado que Clarissa dijera los asuntos privados de ambos frente a la familia Ferrucho.

La miró con los dientes apretados y casi mordiendo, antes de ir con Enrico al estudio.

Clarissa ni siquiera lo miró.

Caterina tampoco había imaginado que su hijo fuera tan sinvergüenza.

Suspiró y, apenada, tomó la mano de Clarissa.

—Clarissa, te hemos hecho sufrir. No te preocupes, mamá hablará con él, y Luca no te va a volver a tratar así.

La familia Ferrucho era una familia tradicional de alto estatus. Ambos, Enrico y Caterina, eran personas razonables, pero en cuanto al asunto de los hijos, Clarissa había sufrido mucho en silencio durante estos años.

—No me pasa nada.

Clarissa sonrió un poco, manteniendo su apariencia serena.

Solo que... ¿que no la va a volver a tratar así?

Ya ni siquiera habría la posibilidad de que la trate así.

En el estudio.

Enrico, molesto, regañaba a Luca:

—La persona que tú mismo decidiste traer a casa, la que considerabas como tu estúpido tesoro, ahora, ¿cómo acabó todo? ¡¿Qué es lo que piensas al respecto?!

Luca seguía indiferente, aunque se podía ver en sus ojos lo que realmente sentía.

Él había casado a Clarissa para vengarse de ella.

En cuanto a los hijos, nunca tendría hijos con una persona que había lastimado a Sofía.

Enrico conocía bien a su hijo y, casi con solo una mirada, pudo entender lo que pensaba.

Lo miró, completamente en contra de lo que él piensa.

—La muerte de Sofía fue solo un accidente, las palabras de Giulia no tienen pruebas ni fundamento alguno. Luca, si una persona sigue atrapada en el pasado, al final podría arrepentirse toda su vida.

Él conocía bien a su hijo.

Si al final los dos se seperaron, sería un arrepentimiento para toda la vida.

Cuando salió del estudio, los labios finos de Luca estaban apretados, pero sus ojos estaban llenos de un desprecio marcado.

¿Pruebas?

¿Giulia mentiría acaso?

En ese momento, sonó el celular de Luca.

—Luca, Giulia está herida, ahora está en el hospital. ¿Puedes venir?

Antes de que pudiera terminar la frase, la expresión de Luca cambió de inmediato. Tomó las llaves y bajó corriendo.

Clarissa lo observó, pero, en su interior, no sintió ni la más mínima sorpresa.

Pensando un poco, recordaba cómo cuando Luca estaba intentando conquistarla, actuaba de la misma manera.

Una simple llamada de Giulia y Sofía, era suficiente para que él viniera y luego se fuera sin dudar.

Y ahora, nada había cambiado.

Justo en ese momento, llegó un mensaje de Giovanni.

Él compartió dos imágenes.

En las imágenes, unos anillos de boda brillaban con un eterno resplandor.

Cada uno de ellos valía una fortuna.

Clarissa se sorprendió un poco.

¿Lo envió por error?

Pero, ahí fue cuando le llegó un mensaje de voz.

La voz de Giovanni era grave y atrapante:

—¿Te gusta alguno de ellos?

Clarissa se quedó congelada.

Su matrimonio con Giovanni era puramente un arreglo mutuo. Él la ayudaba a salir de la familia Ferrucho, a romper esta unión, mientras que ella, naturalmente, pasaba a ser su esposa de nombre.

Se decía que Giovanni había tenido a alguien a quien amaba profundamente. Pero, antes de que pudieran casarse, hubo un imprevisto.

Ella pensó que Giovanni y ella solo eran algo pasajero. No esperaba que él se lo tomara tan en serio.

—Este —dijo Clarissa, mientras elegía una de las cartas.

—Sobre la fiesta de mañana... —Hizo una pausa, queriendo preguntar a Giovanni sobre el evento de la noche siguiente.

Sin embargo, él no le envió más mensajes, y Clarissa, al final, no preguntó.

Miró la pantalla de su conversación con Giovanni.

Solo se habían visto una vez, y, de todos modos, iban a ser marido y mujer.

Hasta ese momento, ella no comprendía por qué Giovanni había decidido casarse con ella, a pesar de lo que pasó entre ellos.

Por inercia, tocó la foto de perfil de Giovanni. Era un tierno gatito blanco y negro dibujado a mano.

Clarissa sintió que le resultaba algo familiar, pero no podía recordar de dónde lo había visto. Lo que más le sorprendía era cómo Giovanni, una persona tan seria, podía elegir algo tan inocente para que lo represente.

Esa noche, debido a la petición de la madre de Luca, Clarissa tuvo que quedarse en la casa de los Ferrucho.

Se quedó dormida en plena confusión.

Cuando Luca abrió la puerta de la habitación, vio a Clarissa profundamente dormida.

Ella llevaba una bata de dormir que dejaba ver su pequeño tobillo pálido y delicado. Ya no mostraba la actitud orgullosa de antes, sino que parecía serena y dócil.

Los ojos de Luca cambiaron al verla. Con su dedo, rozó los labios de Clarissa. Pensando en lo que había dicho el padre de Luca, suspiró.

¿Arrepentido de por vida?

¿Ella se lo merecía?

Sin embargo, gracias a la mezcla de la ira y el alcohol, la tomó de la muñeca y se inclinó hacia ella...

El dolor en su muñeca despertó a Clarissa en un instante.

Los labios de Luca estaban a punto de aterrizar sobre los suyos. Clarissa apartó la cabeza y dijo

—¿Qué quieres?

Su tono era molesto.

Pero, Luca entrecerró los ojos, sonrió y dijo en un tono medio burlesco:

—¿No querías un hijo? ¿No lo dijiste frente a mis papás? Yo te lo daré.

La agarró con fuerza y se acercó para besarla.

El olor al perfume de Giulia que venía de su cuerpo hizo que Clarissa sintiera náuseas.

Luchando, Luca se volvió más brusco, y en sus ojos había un desprecio claro.

Clarissa, con un empujón brusco, lo alejó de ella.

Sin decir nada, le zampo una cachetada resonante, y le habló con un tono de completo rechazo:

—Dormir con dos mujeres en una noche, si a ti no te da asco, a mí sí.

Bajo la luz, sus llamativos ojos y cejas brillaban ligeramente rojizos, su piel resplandecía con un blanco luminoso, y su mirada era profunda y vibrante. Aunque su expresión parecía serena, transmitía una evidente aversión.

Este fue el momento en el que Clarissa realmente se cansó de este hombre al que había amado durante tantos años.

Poco a poco, dijo —Luca, esto ya no tiene sentido. Mejor divorciémonos. Esto solo nos causa dolor a los dos. ¿No que te gusta Giulia? Yo la dejaría ser feliz contigo.

Al escuchar la propuesta de divorcio de Clarissa, algo en Luca se encendió.

¿Cómo se atrevía ella a mencionarlo? Aún tenía una deuda con Sofía que no había saldado.

—¿Qué estás fingiendo?

Dijo con los ojos entrecerrados y un tono molesto:

—Clarissa, ¿crees que no conozco tus trucos? ¿Divorciarte? ¿Crees que tienes derecho? ¡Esta vida solo la pasarás en la casa de los Ferrucho pagando por tus pecados!

Con esas palabras, Luca dio un portazo al salir.

Clarissa lo miró alejarse y, justo en ese momento, recibió un mensaje de Vittoria Serena.

—Clarissa, te envié los registros de la aprobación del terreno que querías. Por cierto, ¿Giovanni te dará ese terreno en serio?
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