- No comeré nada ‒se gira con los brazos cruzados cuando una de las sirvientas deja la charola, no había comido nada desde que llegó, estaba en huelga de hambre, a ver si muerta le servía de algo.
- Señorita, por favor ‒insistía la joven sirvienta, ella se había negado siquiera a ver la comida.
- Sal, ya ‒ordena Faddei nada más entrar en la habitación, la chica asiente cerrando la puerta tras de sí‒, estas agotando mi paciencia mujer ‒dice bajo con ira contenida, ella se pone de pie y toma un florero, lo tira al suelo y toma un trozo, lo lleva a su garganta.
- Si no me dejas ir me corto el cuello, no te voy a servir de nada muerta ‒intenta no sonreír, debía ver que hablaba en serio.
- Bueno, quizás te interese lo que tengo para decirte ‒lo mira con desconfianza, no bajaría el trozo de cerámica‒, supe de muy buena fuente que tu abuela esta hospitalizada, al parecer el estúpido de tu padre le dijo lo que hizo, así que por la ira se puso grave y la internaron en ese horrible hospital donde trabajas ‒ella suelta el trozo al escuchar aquello.
- Necesito verla, y quemaré este lugar si es necesario ‒ahora estaba desesperada, debía estar con su abuela.
- Me encargue de trasladarla al mejor hospital de esta ciudad, recibirá el tratamiento adecuado siempre y cuando aceptes casarte conmigo por contrato, de lo contrario, volverá a ese viejo hospital y si muere, no será mi culpa ‒ahora si quería golpearlo, era un ser vil y horrible, era peor que un demonio, aprieta sus puños con fuerza clavando sus uñas en sus palmas.
- Eso es caer muy bajo, pero si es por mi abuela, acepto, pero debes llevarme con ella, necesito verla ‒su voz temblaba, estaba seguro que lloraría en cualquier momento.
- Imposible antes de la boda, ahora come y recomponte, la boda será en 2 días, si haces como digo, ese mismo día podrás verla ‒ella mordió el interior de su mejilla con fuerza.
- Bien ‒accedió a regañadientes, quería borrarle esa estúpida sonrisa petulante del rostro con sus puños, ese hombre la desquiciaba como ningún otro‒, pero ni creas que voy a someterme a ti, fingiré ante el mundo pero cuando nadie nos vea ya verás ‒lo amenaza molesta, él sonríe divertido.
- Claro, lo que digas ‒se da media vuelta y sale de aquel cuarto, ella grita y patalea molesta, maldito fuese él, también su padre, ¿cómo había podido hacerle eso? Era su única hija, sangre de su sangre, pensar en eso la entristeció al mismo nivel que le molesto. Luego pensó en su pobre abuela, lo mucho que debió sufrir cuando su padre le reveló lo que había hecho, las emociones fuertes le causaban estragos en su presión ya que sufría del corazón, se había dejado caer en el sofá y había llorado con amargura y rabia.
Se sentía complacido ante su logro, poco le importaba el método que tuviese que usar, él haría lo que fuera necesario para que todo saliera de acuerdo al plan, él heredaría lo que por derecho le correspondía, después de eso la dejaría libre y que hiciera lo que le viniera en gana, no se enamoraría, había cometido ese error en el pasado y le había costado muy caro. Por eso ahora sólo disfrutaba del sexo con alguna mujer dispuesta a sólo una noche, solía no repetir para evitar que se hicieran ideas, aunque claro, había excepciones y algunas mujeres sabían perfecto que buscaba y él las recompensaba muy bien.
Cuando el segundo día llegó, varias personas entraron para arreglarla, un día antes habían ido a medirle el vestido, le habían hecho cambios para el día siguiente, ella no había visto nada, había dejado que ellas eligieran, de todos modos se iba a casar con un extraño, ¿para qué tanto esfuerzo de su parte? Que se conformara con el hecho de que había accedido, coaccionada pero en fin.
Dejó que la maquillaran y peinaran, así como a vestirse, una vez lista se ve en el espejo, la mujer del reflejo era bonita, pero sólo era una muñequita comprada, una que movían a su antojo y conveniencia.
- Vamos skuchat’ ‒escucha a Sergei en la puerta, había preguntado a una de las sirvientas y le había explicado el significado de eso, y era señorita.
- Me niego ‒retrocede, no iría a ningún lugar, se negaba a casarse.
- Sé que esta nerviosa pero debe acompañarme ‒le susurra nervioso, si el amo notaba el retraso de la señorita, se enfadaría mucho.
- ¿Por qué la demora Sergei? ‒lo escucha decir tras su espalda, se gira a verlo apenado por el comportamiento de la señorita.
- La señorita se niega a salir, creo que esta algo nerviosa ‒dice con calma, el joven amo no lucía para nada contento.
- Esperen aquí, ya vuelvo ‒entra al cuarto a pesar de las quejas de Sergei sobre ver a la novia antes de la boda, ve como se cierran las puertas y suspira, por muy enamorado que estuviera o fingiera estarlo, su paciencia era mínima‒. ¿Puedo saber qué demonios haces? ‒la ve dar un respingo por el susto.
- Que no quiero casarme contigo, eso pasa ‒alza las manos al cielo como si eso fuese obvio.
- Me importa bien poco si deseas casarte o no, allá afuera nos esperan los invitados más selectos de toda la ciudad y algunos del país, no me harás pasar vergüenza por tus estúpidos sentimientos ‒la mira con una frialdad que la hace estremecer, además del tono de su voz.
- No quiero casarme contigo con un completo desconocido ‒sisea molesta‒, además de que no me dejas ver a mi abuela ‒eso la tenía mortificada.
- Si no sales y pones la mejor cara de toda tu m*****a vida, te prometo que tu querida abuela y tu amiguita, ¿cómo es que se llamaba? ‒toca su barbilla con el dedo como si pensara, la ve ponerse pálida‒, es verdad, Lola ‒sonríe al ver la cara de la mujer‒; pagaran por tu estupidez, tienes 5 minutos para decidir ‒sin más, sale de la habitación, sabía que con eso ella aceptaría de buena gana.
Lo maldice por lo bajo, tira todo lo que se encuentra a su paso mientras grita toda clase de vituperios contra ese hombre, si no fuese por su querida abuela y su única amiga, hace días que lo habría mandado a la m****a.
Suspira y sale abriendo la puerta, se acerca a Sergei y rodea su brazo, comienzan a caminar teniendo cuidado de no pisar el vestido y sosteniendo el ramo con un poco más de fuerza, parecía todo menos una mujer enamorada a punto de casarse con el amor de su vida, quizás ella se sentía estresada y porque no, asustada porque ahora sería parte de una de las familias de la mafia más poderosas en esta ciudad, eso significaban muchos problemas, enemigos que ni siquiera eran suyos, por no decir que su trabajo fuese más complicado, y ahora que lo pensaba, ¿acaso la dejaría seguir trabajando?, ¿qué impresión daría de él con el resto del mundo si ella trabajaba? A pesar de que estaba harta de aquel doctor, no quería dejar el hospital ya que les tenía aprecio a sus pacientes, no quería dejarlos, debía ver cómo hacerle para seguir trabajando.
Se detienen frente a una puerta, el mayordomo acomoda el velo justo cuando las puertas se abren y entonces la realidad la golpea con fuerza al ver la enorme cantidad de personas, había políticos, empresarios, actores, directores y quién sabe cuántas personas más, además de reporteros que tomaban fotografías y grababan cada cosa que pasaba, de pronto se sintió molesta por toda esta exposición y por tener que casarse con un hombre tan frío y despiadado como él, ¿cómo sería capaz de sobrevivir durante un año?
Camina con paso sereno y esboza una pequeña sonrisa en caso de que pudiesen ver su rostro a través del velo. Tras llegar me acomodo a su lado colocando mi brazo al rededor del suyo, mira al frente sin prestar demasiada atención al juez, sólo vuelve en sí cuando escucha su nombre.
- Señorita Valentine, repita después de mí ‒asiento sin mucho ánimo.
- Yo, Hester Valentine ‒repito tal cual cada palabra del juez‒, te tomo a ti, Faddei Artem Grigoryev como mi legítimo esposo para amarte, respetarte y serte fiel en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y la pobreza hasta que la muerte nos separé ‒tomo el anillo y lo coloco en su dedo anular con mano temblorosa.
- Yo, Faddei Artem Grigoryev ‒miro atento su reacción bajo el velo, parecía estar en un velorio‒ te tomo a ti, Hester Valentine como mi legítima esposa, para amarte, respetarte y serte fiel en la salud y en la enfermedad, en la riqueza o la pobreza hasta que la muerte nos separé ‒toma con suavidad mi mano y deposita el anillo sin problema.
- Por el poder conferido por el estado de Long Beach, los declaro marido y mujer, puede besar a la novia ‒me acerco lento para levantar el velo y poder susurrarle algo antes de mostrar su rostro.
- Más te vale cambiar esa cara ‒susurro bajo, la veo rodar los ojos pero cuando lo hago, ella sonríe con timidez, sonrío antes de depositar un casto y rápido beso, nos giramos cuando todos aplauden y caminamos hacia la recepción sonriendo, esto sin duda alguna, debía funcionar, todos veían a una pareja enamorada, la apariencia simplona de Hester le daba un halo de inocencia que podía ver, tenía cautivado a la audiencia, mejor para mí, así ese viejo notario no sospecharía nada y tras un año, la mafia sería mía.
No estuvieron en aquel salón más de 3 horas, habían hecho todo lo que se hace en una boda, vals, cortar el pastel y tras un brindis, se habían despedido alegando que ella estaba cansada, pudo ver en la cara de todos que pensaban que se iban para tener la anhelada noche de bodas, y debía admitir que temía que quisiese que pasara algo entre ellos, no era virgen por gusto, en realidad alguna vez pensó en perderla con alguien experimentado, pero siempre estaba ocupada y ese momento jamás se dio, quiso pensar que algún día encontraría al hombre de sus sueños y con él lo haría, ahora quizás la perdería con un extraño.La ayuda a subir al mercedes negro porque sabía que los fotógrafos seguían ahí, pero estaba segura que la abría subido con violencia, como la primera vez. Él había dado la orden de regresar a la mansión, apretaba el costoso vestido intentando alejar los nervios.- Veo que fuiste sensata esta tarde, espero que lo seas siempre o ‒ella rueda los ojos y lo detiene de manera brusca
Hester veía el monitor de su abuela mientras pensaba en todo lo que había pasado, parecía que fue ayer, y quizás lo era, no lo sabía con certeza.- Quizás no me gusté su forma de hacer las cosas, es un mandón de primera y bastante temperamental, pero debo agradecerle por haberme sacado de ese lugar –le cuenta bajo a su abuela–, también está pagando tu tratamiento, ni vendiendo todos mis órganos podría pagar una sola hora en este hospital, te prometo que se lo agradeceré como es debido –besa su mejilla, las enfermeras la habían dejado estar otro ratito.- Ya no podemos extender más esto –dice una de las amables enfermeras, asiente mientras sale, tras la llamada con su mejor amiga había ido con la recepcionista para preguntarle quienes se encargaban de cuidar a su abuela en los diferentes turnos, una de las enfermeras encargadas de ese piso le había dado toda la información, Hester le había contado que también era enfermera sólo que ella trabajaba en un hospital público, eso hizo que la
Estaba asustada, se había despertado sintiendo que todo le daba vueltas, y se había preocupado cuando notó que no podía ver, creyó haberse quedado ciega, poco después se dio cuenta que tenía una venda en los ojos y que estaba amarrada a una silla, agudizo el oído y notó que estaba sola, eso le dio tiempo a pensar en quién pudo haberla secuestrado, quizás su padre con ayuda de algún enemigo de su nuevo esposito, aunque lo dudaba, su padre no tenía forma de saber dónde estaba su abuela y mucho menos que ella iría a visitarla, a menos que la hubiese seguido o hecho guarda durante muchos días, algo que le parecía poco creíble teniendo en cuenta que su padre amaba apostar más que otra cosa en el mundo, entonces sólo le quedaba la idea de que era algún enemigo, uno de los muchos que tenía Faddei. A los pocos segundos pudo escuchar una puerta abrirse y a alguien entrar, las botas resonaban contra el piso, eran de un hombre, lo supo por lo pesadas que se escuchaban, también pudo sentir que e
Había estado meditando durante esos días, y había llegado a la conclusión que nada ganaba con esto, él no iba a cambiar de parecer, así que era hora de aceptarlo y seguir, quizás en un punto lograría convencerlo, con esto en mente, se fue a dormir.Faddei se despertó más temprano que de costumbre, quizás porque ayer le había llegado todo el cansancio de golpe y se había dormido temprano.Hizo su rutina de todos los días, baño, entrenamiento y regadera antes de irse a la cocina, grande fue su sorpresa al ver que Hester estaba ahí.- Buenos días –le dice suave, deja un plato en la isla de la cocina–, siéntate, ahora te sirvo el café, cargado y sin azúcar, ¿verdad? –él asiente mientras se sienta, la observa servir el café y dejarlo frente a él, mira el desayuno y se sorprende al ver que era su comida favorita, un platillo tradicional ruso que mi madre me hacía en la infancia, syrniki–, no sé qué prefieras, si mermelada o miel, así que te dejo ambas –se gira tras dejar las cosas frente a
El regreso a casa fue por demás silencioso, no uno cómodo sino letal, al menos así lo sintió Hester, se había concentrado en ver por la ventana, no se había atrevido ni siquiera a ver el móvil para saber si Lola estaba bien, temía que Faddei arremetiese contra ella en ese momento.Tras unos minutos llegaron, Faddei bajo hecho una furia, ella fue tras él con rapidez, estaba tentada a irse a su habitación, pero sabía que sería peor, lo mejor era enfrentar el problema de una buena vez.- Es increíble que uses a tu abuela de pretexto para salir a divertirte –casi había ladrado en cuanto cerro las puertas–, te recuerdo que eres mi maldita esposa, ¿sabes dónde me dejaría eso parado si se enteran de que andas en ese tipo de lugares? –se había acercado a ella, a pesar de temerle, no se movió–. No volverás a salir –sentencia, Hester resopla, estaba harta de todo esto– y si te atreves a desobedecerme, ya sabes quienes pagaran el precio –la apunta con el dedo.- Sabes una cosa Faddei, estoy hart
- A las siete debe estar lista señora –Hester asiente, se coloca las pantuflas y va dónde Faddei, sabía que estaba en su habitación, debía jugar bien esta carta.- Adelante –escucha que autoriza y entra, vestía un short, una blusa de tirantes, sería fácil remover aquello.- Necesito decirte algo –dice tras suspirar, Faddei se gira arreglándose el moño del traje corte inglés que le quedaba como un guante, era probable que fuera a la medida.- ¿Eso tiene que ver con el hecho de que no te has vestido? –la mira serio alzando una ceja, eso la hace volver a la realidad.- Sí, quiero que sepas que no volveré a causar problemas, más que nada porque no me gusta que me castigues –lo mira seria, no creía mucho en lo que acababa de decir pero si quería que accediera, tenía que verse sumisa–, además quiero volver a trabajar, no me gusta estar aquí sin hacer nada –alza la mano deteniendo lo que sea que vaya a decir–, si te niegas, no iré contigo a la fiesta –se encoge de hombros como si aquello no
Se había despertado bastante tarde, y bueno, era entendible después de haberse dormido entrada la madrugada.Tras bañarse y vestirse, supo que su esposo había salido, así que almorzó algo y decidió preparar la comida, de ese modo le mostraría su buena voluntad.Tras terminar la comida procede a enviarle un mensaje a la misteriosa mujer de ayer, esta le respondió encantada porque ella se hubiese animado, le contó que dentro de unos días habría una pasarela y si le interesaba estar, debía asistir a un ensayo, sonriendo presionó la respuesta, debía decir que le emocionaba mucho la idea, era diferente a lo que hacía pero sin duda, le dejaría mayor ingreso, así podría pagar el hospital de su abuela y devolverle a Faddei todo lo que había gastado, así que estaba bien.Fue a su habitación para buscar que se pondría, tenía que ser algo casual pero elegante, ante todo, debía verse como la esposa de un hombre muy rico, una vez seleccionado el conjunto se sentó a leer, cada tanto dejaba el libro
- ¡No me mientas maldita sea! –pronto la ira estaba comenzando a sustituir el miedo, o quizás era instinto de supervivencia.- No sé quién te haya dicho eso, pero miente, no le dije ni a Lola, ¡menos a alguien desconocido! –le espeta molesta–, no soy tan estúpida como crees que soy –ahora estaba rabiosa, estaba harta de que menospreciara su inteligencia.- Habíamos hecho un trato, ¿qué debería hacer?, ¿detengo los pagos al hospital o volvemos esto real? –la miraba con burlesca diversión.- No te atrevas, si lo haces lo pagaras muy caro –al fin había logrado quitarlo de encima, se sienta y tras sentir que sus piernas no van a fallar, se pone de pie, así se sentía menos indefensa.- ¿Sí, qué harás? –si las miradas mataran, ella estaría más que muerta.- Te juro por mi madre que así tenga que vender mi alma al diablo, derribaré esta casa hasta los cimientos –apretaba los puños a su lado, temblaba de rabia y porque no, de miedo.- ¿Así es cómo pagas tus deudas, metiendo en aprietos a otro