Embarazada de mi jefe gay

Embarazada de mi jefe gayES

Romántica
Giss Vargas  Completo
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9.9
206 Reseñas
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Resumen
Índice

Reyyan Bennett nunca imagino que a su vida llegaría una gran responsabilidad a manos de una pequeña bendición de nueve meses y menos aún que esa bendición fuese producto de una borrachera monumental en un evento de San Valentín, donde no solo acabo con todo el alcohol disponible, sino que también se aprovechó del endemoniadamente sexi de su jefe. Alexandros Cavalluci es un hombre guapo y sexi, con una enorme fila de mujeres detrás de él, pero tiene un pequeño defecto: es arrogante, amargado, déspota, mandón, explotador, y ¿hombreriego? Además, de que nunca podría fijarse en una mujer como Reyyan ni en las de su especie. ¿Qué sucederá cuando su jefe recuerde todo lo que sucedió y que ese bebé que crece en su vientre es su hijo? ¿Será capaz de aceptarlo? Una noche en blanco, una consecuencia… de 9 meses. **IMPORTANTE: esta historia es FICCIÓN, por lo que las acciones de los personajes no corresponden a cómo actuarían en la vida real.

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Ysanchez
está historia es buenísima.. la recomiendo.
2024-11-17 22:30:05
2
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PH. MUÑOZ.
Amé esta historia, de principio a fin, esos dos me hicieron reír y llorar con sus locuras y con ese amor hermoso que nació de una locura
2024-09-28 10:24:45
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Isabel Margarita Caicedo Martínez
Me gustó mucho es muy divertida excelente historia
2024-09-16 15:59:41
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Rosy
Me encantó la historia, personales bien estructurados y desarrollados, con una maravillosa narrativa, amé la personalidad de Reyyan.
2024-08-02 10:57:26
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Lili Ortiz Morales
me quedo con esta novela.. lastimosamente la segunda...me dejó en un bloqueo lector....trate de agarrarle sabor pero me decepcionaron varios personajes..actos que para muchos dirán no es nada para mí significan mucho..pero bueno excelente libro
2024-05-03 05:20:56
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Luchi
me gustó mucho!! entretenidisima y sin vueltas, excelente,ya estoy leyendo la segunda!!
2024-04-11 03:46:01
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Nuria Arroyo Blazq
Me ha gustado mucho tu historia, veo que has empezado la segunda parte, podrías dar por finalizada está y así los nuevos lectores que empezamos los libros una vez descargado a al finalizar los leemos más tranquilos, yo lo hice porque que poni Fin en el último capítulo
2024-03-11 17:55:31
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Sofía Lashley
Realmente la disfrute gracias
2024-02-16 23:02:01
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Jeannette Vasquez
Buena la historia, nada pesada la verdad, bastante ligera de leer. Lastima que no hubo extras de Aaron con Angela, me hubiera gustado saber como se enamoraron. Si hay un libro de ellos avísenme por favor! jaja
2024-02-15 11:45:45
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Akihiko Usami
Supremamente encantada con está novela, reí hasta más no poder con las ocurrencias de Reyyan y que decir con las de Gian y Marcelo, la cuota de mal genio y maldiciones se las debo a Alexandros . A la autora toda la energía y amor!!! Mil gracias por esta maravilla de historia!!......
2023-10-25 07:53:18
1
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Lucanys Carrera
me encanto la historia. bendiciones.
2023-10-14 00:35:31
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Fátima García López
Alguien me podría decir que dice la medalla, es que no se alcanza a ver. Gracias
2023-08-26 21:48:01
1
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Cristian Oseguera
AMÉ ESTA NOVELA, MUCHAS GRACIAS A LA ESCRITORA.
2023-08-25 02:09:21
1
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Melina Guerrero
muy buena historia me gusta mucho
2023-08-06 22:40:19
1
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Giss Vargas
¡¡Hola!! Paso por aquí para agradecerles su apoyo durante estas semanas y todo el cariño que le dieron a las locuras de estos personajes. Espero nos podamos leer en alguna otra historia. Saludos ......
2023-06-16 09:36:25
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74 chapters
Prefacio
Reyyan Bennett Ahogo un grito de frustración y observo el paisaje mientras nos dirigimos a esa aburrida gala cuando recuerdo que es posible que no me dejen entrar a ella y con ese pequeño brillo de esperanza me giro hacia mi jefe. —Ahora que lo recuerdo para poder ingresar al evento, las personas tenían que confirmar su asistencia y el nombre de su acompañante —musito después de unos minutos de silencio. —Así es y cómo la conozco lo suficiente, yo mismo solicité un cambio en el nombre de mi acompañante —responde mi jefe con una sonrisa de superioridad. —¿Y por qué hizo eso? Yo soy su asistente. —Vaya, hasta que recuerda que es mi asistente y no una periodista de alguna revista de chismes, encargada de indagar sobre mi vida privada. —Usted es más chismoso que yo. ¿Sabe qué?, no quiero seguir discutiendo con usted, me pone de malas —sentencio con frialdad. —Eso sí que es una novedad, a usted le gusta discutir hasta por qué pasó una mosca y no se preocupe a mí, también me pone de m
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Endemoniadamente sexi
Meses antes —¡Señorita Bennett! —escucho el grito proveniente de la oficina de mi jefe, ante lo cual ruedo los ojos y tomo mi tablet, tiene un teléfono en su escritorio con línea directa al mío que, por cierto, se empolva porque es incapaz de levantarlo y comunicarse conmigo como lo harían las personas civilizadas, pero no, él malhumorado y detestable de mi jefe prefiere llamarme a gritos como el cavernícola que es—. ¡Señorita Bennett! —vuelve a gritar cada vez más fuerte. —Dígame, señor Cavalluci —respondo cuando pongo un pie en su oficina y le regalo una cálida sonrisa, mientras por dentro le recuerdo a su querida madre de una y mil formas diferentes como cada mañana. —¿Ya tiene listo todo para la junta de esta tarde con los directivos? —cuestiona al tiempo que me lanza una mirada gélida, de la cual Elsa de Frozen estaría sumamente orgullosa, aunque, ahora que lo pienso, ella debió ser pupila de este hombre. —Ya está todo listo, las carpetas están ordenadas de acuerdo con los pun
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Sacrificios
Después de algunos días me incorporo a la empresa y no tengo ni una semana en mi nuevo empleo, cuando siento el impulso de querer envenenar el café de mi jefe, pero sé que darían con el responsable en un abrir y cerrar de ojos, además de que eso destrozaría a mis padres. —¡Señorita Bennett! —grita desde su oficina, cierro los ojos y me concentro para no gritarle que use el maldito teléfono que tiene en su oficina para pedirme las cosas de buen modo, me levanto y toco a su puerta—, ¿por qué tardo tanto en llegar? Su escritorio solo está a unos cuantos pasos de mi oficina. —¿Qué se le ofrece, señor Cavalluci? —pregunto ignorando su ponzoña de esta mañana. —Esta noche tendré una cena con algunos posibles clientes, por lo que usted debe de acompañarme. —No me había informado nada. —Ahora ya lo sabe, ¿o es que no puede asistir? —inquiere con un tono de voz que no augura nada bueno si es que me niego. —Para nada jefe, ahí estaré, como siempre me avisa a última hora —murmuro esto último
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Apuesta
Al día siguiente, cuando llegó a mi escritorio, me dejo caer en mi silla bastante agotada, de tan solo imaginar los gritos que tendré que escuchar a lo largo del día, suelto un suspiro y enciendo mi computador antes de que aparezca mi adorado jefe y comience con venenosos comentarios sobre lo que ocurrió ayer. —¿Tan temprano y ya está cansada? —escucho su horrible voz. Cierro los ojos y después de contar hasta tres levanto la mirada y sonrío de tal forma que los músculos de mi cara se tensan tanto que es casi seguro que terminaré con un desgarre facial, y aunque en mi mundo imaginario me gustaría responder con algo como «¿Tan temprano y de tan mal humor?», me obligo a ser tan cortés como puedo serlo con este despreciable ser. —¡Buenos días, señor Cavalluci! En un momento le llevo su café y los pendientes del día. Pasa de largo y sin saludar, por lo que en cuanto se cierra la puerta de su oficina, lanzo un grito ahogado. Me pongo en pie y, como cada día de esta larga semana, preparo
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Mi jefe es gay
Justo, como lo dijo Marcello, regreso a mi lugar de trabajo y por suerte no aparece mi jefe hasta que termina mi jornada laboral. Me lanza una mirada fulminante y sube al ascensor sin decir nada de lo que sucedió hace un par de horas. Recargo mi cabeza en mi escritorio y lanzo un pequeño suspiro de alivio; por lo menos no desperté a la bestia que habita en mi jefe. Tomo mis cosas y salgo de la oficina con rumbo a mi departamento. Días después de la cena con Camille Dumont me enteré por Gianluca de que algunas asistentes a las que despidieron resultaron ser infiltradas de algún empresario importante (con hijas en edad de casarse) y las cuales fueron enviadas para hacer de casamenteras con mi jefe. Organizaban alguna cena con un posible cliente y esos empresarios aprovechaban para presentarle a su hermoso retoño que resultaba no estar comprometida, convirtiendo una cena de negocios en una cita a ciegas, mi jefe harto de todo ello fue que decidió contratar a una asistente mayor y bueno
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Más que la vida misma
Al otro día, cuando llego a la oficina por cada lugar que paso, el tema de conversación es el amorío entre mi jefe y el señor Marcello, por lo que me dirijo de inmediato al lugar de Gianluca. —¿Por qué corriste el chisme de mi jefe y del señor Marcello? Te dije que no contarás nada —lo acuso en cuanto lo tengo de frente. —Ya sé a qué te refieres y te aseguro que yo no dije nada. Cuando llegué, todos hablaban de ello, además salió una foto en una revista y tu jefe se ve bastante acaramelado con mi ex pastelito —musita con tristeza—. Ahora que Marcello ya tiene dueño, me doy cuenta de que lo he perdido, me quedé con ganas de probarlo —se lamenta con un pequeño mohín. —¿S-salió en una revista? —inquiero con incredulidad. —Sí —busca en su celular y después de algunos segundos me enseña el titular de esa revista y debajo de este una foto de mi jefe cenando con el señor De Santis en un lugar bastante elegante y hasta cierto punto romántico. —Nunca pensé que mis sospechas fuesen ciertas.
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El enviado del mal
Durante alrededor de dos horas me la paso caminando de un lado al otro, apoyando ya sea en revisar los guiones a los cuales se deben de apegar los talentos, así como revisar que algunas cosas de utilería se cambien por otras de acuerdo con algunas exigencias de los modelos. En un momento la grabación se detiene y, por fin, después de varias horas sin probar bocado, llega el servicio de catering del hotel con tantos platillos que no sé por cuál decidirme. Estoy por servirme un poco de estofado cuando uno de los modelos se acerca a mí y me sonríe. —Eso se ve muy rico —musita, señalando con su barbilla una de las bandejas. —S-sí, eso parece —le doy la razón sin poder apartar mi mirada de él, dado que sus hermosos ojos verdes contrastan a la perfección con su piel trigueña. —Creo que probaré un poco —toma el cucharón que aún sostengo entre mis manos y simplemente de un momento a otro esa pequeña burbuja de éxtasis se pincha en cuanto mi jefe me manda llamar. —¡¡Señorita Bennett!! —esc
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Relación de odio - amor
Después de mi pequeño desahogo, comienzo con todas las llamadas, así que cuando vuelvo a observar la hora en mi computador, me doy cuenta de que ya pasan de las diez de la noche. Por suerte, la mayoría de las asistentes trabajan hasta tarde, por lo que pude terminar de concretar las citas con mi jefe. Apago mi computador y después de tomar todas mis cosas, bajo por el ascensor hasta el lobby del edificio. Debido a que ya es bastante tarde, solo quedamos el personal de seguridad y yo, cuando paso a su lado, me despido con un pequeño movimiento de mi mano, mismo que ellos me responden, pero cuando veo que del otro lado de los grandes ventanales comienzan a verse algunos relámpagos acelero el paso para conseguir un taxi antes de que la lluvia que seguro está por llegar me empape. Salgo al implacable aire que azota la noche y no he caminado ni cinco metros cuando una fuerte tormenta descarga su furia sobre todas las personas que caminan apresuradas en un intento por huir de esa ducha hel
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Bomba andante de virus
Me encojo de hombros y con paso lento me dirijo a la oficina de mi jefe. Después de tocar dos veces, me permite pasar. —¿Por qué se tardó tanto? Por un momento pensé que ya se le había olvidado traer mi café —me regaña con el ceño fruncido. —Me había quedado muy caliente y tuve que enfriarlo un poco —me excuso fingiendo estar apenada. —Déjelo en esa parte de mi escritorio, no quiero que se me acerque —lo fulmino con la mirada, pero dado que no levanta la vista de sus documentos, no puede verme—. Toda usted es una bomba andante de virus —exclama con un escalofrío—. Es más, no sé ni por qué vino a la oficina. —Porque usted me obligó a venir, le hablé a su celular y solo se dedicó a darme órdenes sin escucharme al decirle que quería tomarme un día. —Puede retirarse, pero llévese el portátil a su casa para que trabaje desde ahí. No quiero que siga dejando su virus en mi empresa. —Y no solo en su empresa, sino también en su taza —mascullo cuando lo veo tomar un trago de su café y sabo
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Karma instantáneo
Después de unos cuarenta minutos llegamos a la hermosa casa de nuestro jefe y algo es seguro, el demonio ese tendrá mal carácter, pero no mal gusto. Siempre que vengo a su casa me encanta perder el tiempo, mientras miro el jardín desde los enormes ventanales que adornan la planta baja. Paolo me abre la puerta y bajo resignada a que estos serán los peores tres días de mi semana. —Ya sabes donde se encuentra su habitación, así que te dejo para que tú lidies con él —musita Paolo con una enorme sonrisa. —Claro como tú no eres al que están sacrificando como cerdo —refunfuño, molesta. Tomo todas mis cosas y me dirijo a la habitación de mi jefe, toco a la puerta y al instante su horrorosa voz me permite pasar. —¡Dios, luce terrible! —exclamo cuando lo veo con los ojos hinchados, el cabello parado y la nariz tan roja como una gran cereza. Ante mis palabras me fulmina con la mirada y me indica con su mano que me acerque a donde se encuentra. —Gracias, pero aquí estoy bien —sin darle tiem
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