Viaje

Johanna no está muy contenta de dejar a su hija, pero su amiga tiene razón durante los dos meses de vacaciones su hija se la pasará con sus abuelos y es que en esa escuela de paga tiene la forma de estudio que una estadounidense y les dan todo ese tiempo.

Así que no tendrá nada que hacer más que estar encerrada en su casa. Además, a Valeria no le importa si se va así que precisamente por eso aceptó ir.

Preparo sus maletas y ahora están subiendo al vuelo en primera clase. Johanna toma su asiento y su amiga se sienta frente a ella.

—No estés triste, Valeria sabe cuidarse bien —añadió su amiga mirándola.

—Claro que estoy preocupada, esa familia solo buscan quitarme a mi hija —mencionó la mujer de color de piel medio.

—Pero no pueden hacer nada porque el juez ordenó que tú tienes todo para cuidarla y que solamente pasarían los fines de semana con ellos y unas vacaciones sí y una no —dijo—, pero lo que sigo sin entender es como el juez aceptó eso si son unas pésimas personas.

—Lo sé, pero aun así me preocupa mi hija, cada vez está más distante —le comenta lo que pasa; sin embargo, su amiga sabe muy bien por los problemas que ella pasa—. Si pelee mucho porque ellos no tuvieran control sobre ella, pero sus contactos hicieron que lograra eso aunque ellos querían quitármela.

—Pero ella tiene la sangre de Vicent Castillo —susurro para que nadie escuche y es que han pasado años, pero algunas personas todavía recuerdan a ese hombre como una persona muy especial.

—No menciones su nombre que tan solo escucharlo me dan ganas de vomitar —protesto Johanna porque tan solo oír ese nombre hasta le dio un dolor en la boca del estómago.

—¡Silencio, por favor, vamos a despegar! —les llama la atención la azafata que ha escuchado que están hablando.

Min se acomoda en su asiento, ambas se abrochan el cinturón y el avión comienza a moverse. Empieza agarrar velocidad y se siente por los constantes movimientos en el interior. Johanna no pierde de vista los movimientos del avión hasta que despega.

El avión sale del aeropuerto internacional de Guadalajara con rumbo a China y de ahí tomarán otro vuelo que las llevará hasta Tokio.

Después del primer vuelo de 17 horas y 10 minutos, tomaron el segundo avión de Tokio a Corea del Sur de 2 horas y 32 minutos, por fin han aterrizado. Ambas amigas bajan de la aeronave sintiéndose un poco cansadas, pero no tanto, ya que los asiento de primera clase son bastante espaciosos.

Al tomar sus maletas caminan por los lujosos corredores del aeropuerto, Johanna se queda asombrada y es que ha visto videos en las redes sociales de cómo es este lugar. Sabe que Corea del Sur está muy actualizada en la tecnología y se nota demasiado.

Y es que ver a un robot por el aeropuerto, eso lo comprueba bastante. Le llama a su hija para decirle que acaba de llegar a su destino.

—Hemos llegado mi vida —dijo la mexicana muy sonriente.

—Qué bueno, Johanna —respondió su hija muy cortante.

—¿Está todo bien, te encuentras cómoda? —Indagó porque por la línea se escucha mucho ruido.

—Sí, solo estoy ocupada, es que mis abuelos y yo iremos a navegar —mencionó con emoción—. Es mi primera vez y no quiero llegar tarde. Adiós Johanna —se despide la mexicana ni tiempo tiene de contestar cuando escucha la llamada finalizada.

Un poco de melancolía llega a ella, pero decide no aparentarlo y prefiere hablar de otra cosa para olvidarlo.

—Min, no puedo creer que dejarás todo esto por irte al otro lado del mundo —agregó la mujer de tono de piel medio y es que no entiende con exactitud porque ella se fue.

—Ya te lo he dicho muchas veces, aquí tienes que ser perfecto y exitoso para encajar en la sociedad —vuelve a decirle con un tono tranquilo—. Y no lo era, sentía que todo este lugar me asfixiaba y mi padre sabía que si me quedaba aquí moriría. Así que me mando a donde yo fuera feliz.

Johanna decide mejor no seguir preguntado y es que Min nunca antes le había dicho eso. Solo sabía que no se sentía a gusto, pero no sabía que sentía ganas de morir y se le hace un nudo en la garganta al recordar cuando estuvo en la correccional.

Antes de que supiera que estaba embarazada, recuerda cómo fue humillada constantemente y acosada por otras chicas. Se encontraba tan tentada a terminar con su vida y con su sufrimiento. Hasta que una noche, mientras se bañaba, la golpearon al punto de casi morir y al llevarla al hospital le dijeron que estaba embarazada.

Su hija fue lo que le impidió matarse, ella quería conocerla, sabía que su padre había sido un monstruo con ella y que varias veces había abusado de ella. No obstante, su hija no tenía la culpa de nada y haría todo para que viviera.

Y es que sin que se diera cuenta la mexicana han salido a la calle, la coreana se ha quedado de pie esperando al auto mientras su amiga que está sumida en su mundo continúa caminando directo hacia la calle.

—¡Johanna! —la mujer de cabello café escucha que alguien le llama.

La mexicana entra en media razón y mira que se encuentra a mitad de la calle y un auto se acerca a ella a toda velocidad. Sin embargo, alguien que ha mirado a la chica corre directo hacia ella jalándola del brazo, apartándola de ahí.

Johanna siente que alguien la ha tomado quitándola del peligro. Ella queda demasiado cercas de su salvador como para ver su rostro, que sé que encuentra cubierto por una fina tela oscura de la nariz hacia abajo y con una capucha. Pero sus ojos cafés oscuros sobresaltan y un mechón rebelde oscuro que toca su frente rozando sus frondosas cejas oscuras.

—¡Amiga! —grito su amiga que está a unos metros de ella.

El hombre desconocido y la chica al oír esa voz regresan a la realidad. Johanna se suelta del agarre firme y fuerte el hombre. Voltea a ver a su amiga que la mira con una expresión de asombro en su rostro. La coreana le hace un gesto con la mano para que vaya con ella.

La mexicana gira hacia donde estaba ese hombre para agradecerle, pero se da cuenta de que no hay nadie y confundida se acerca hasta su amiga.

—¿Qué demonios te pasa? —preguntó Min asustada por poco presenciar el accidente de su mejor amiga.

—Nada, solo estaba tan metida en mis pensamientos —le explica la mexicana.

—Sí, pero gracias a ese hombre que te salvo la vida o en este momento estarías pegada a la calle —la regaño la coreada de cabello rosa.

—¿Viste a donde se fue? —indaga la mexicana y es que sí quiere agradecerle por salvarla.

—Se fue por allá —señala hacia el estacionamiento—. Pero ni se te ocurra ir tras el porqué aquí está muy mal visto eso y más viniendo de una extranjera.

—Lo sé, pero él me salvó la vida, tengo que hacer algo.

—No puedes hacer nada, no estás en un K-drama como para que pienses que este será un momento romántico —exclamó—. Entiende Johanna, aquí no es como México que puedes saludar o desconoció, ya te lo he explicado muchas veces como es el mundo acá —la regaño, la coreana.

—Creo que debes de recordármelo de nuevo porque son muchas reglas que sí al hablar, al saludar y al comer.

—Si te las diré, pero vayamos mi papá, mando a su chofer —agarra la coreana, el brazo de su amiga y caminan hasta llegar a un Hyundai blanco. La coreana le dice algo al chofer en su idioma y al final suben las dos—. Mi padre no podrá recibirnos, está muy ocupado con su trabajo, pero nos desea que nos la pasemos muy bien y que el chofer está a nuestra disposición. Y madre no está se fue a un retiro, estaremos solas en la casa.

—Por lo visto en este país es más importante el trabajo que la familia —mencionó Johanna y es que había visto videos en internet al respecto, pero ahora lo está viviendo en carne propia.

—Aquí lo relevante es el trabajo o somos unos fracasados —dijo la coreana con mucha seguridad.

—Si ya lo vi —ambas amigas caminan hacia el auto de lujo color blanco que está a pocos pasos de ellas.

Pero Johanna sigue sintiéndose intranquila, no puede dejar de pensar en el hombre extraño que la salvo y es que sus ojos eran tan oscuros y bellos. Que la dejan muy sorprendida. Además, con esa aura de misterio lo hacen ver mucho más atractivo. No obstante, si le hubiera gustado agradecerle…

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo