Festividad parte 2

Las dos amigas han decidió retirarse y es que necesitan un poco de aire fresco y una bebida. Cómo son menores solo pueden escuchar las pláticas sin opinar nada y eso es superestresante. Más para Johanna que ella no está acostumbrada a este tipo de situaciones. Cada una se toma una pequeña copa y la coreana deja a su amiga sola porque necesita ir al baño.

La mexicana toma la bebida como su amiga le ha indicado que es girar la cabeza ligeramente, llevando el vaso con ambas ambos hacia la boca y al terminar deja la copa sobre la mesa.

Johanna ve un pequeño balcón y decide ir a ver qué vista tiene. Camina con calma hasta quedar de pie a pocos centímetros del barandal. Se queda mirando con asombro los lindos jardines y es que Min le ha dicho que tener este tipo de cosas aquí es supercaro y representa mucho el estatus y el dinero.

El señor Kim ha logrado separarse del señor Park y no ha perdido de vista a la señorita Suárez. Ahora la ve sola en el balcón y es el mejor momento de acercarse.

Camina directo hacia ella con un paso firme y delicado. Hasta quedar a menos de un metro de distancia. Observa que es más bajita de lo que recuerda, porque ahora al verla tan de cercas se da cuenta de que ella le llega al hombro, pero no le incomoda y es que verla en ese lindo vestido que marca perfectamente su cintura.

Dejando a la vista sus bien definidas piernas y solo que la falda es ancha de abajo y no logra ver con claridad si tiene o no glúteos. Porque en sus viajes a conocido mujeres que tienen muchos atributos y la verdad le llama la atención esa parte de las mujeres.

Deja de pensar en eso o hará que su parte en medio de sus piernas despierte en este lugar y no quiere ese. Espera un poco más para ver si ella se dé cuenta de su presencia, pero no lo hace.

—¡Ejem! —se aclara la garganta para llamar su atención y obtiene el resultado que deseaba porque la mujer voltea—. ¿Señorita Suárez verdad?

—Sí, y ¿usted es el señor Kim? —dijo con un tono neutro.

—Si lo soy, ¿no le molesta si la acompaño? —mencionó con un tono tranquilo, pero firme.

—No me molesta —respondió la mexicana y el coreano se acerca hasta llegar a un lado de ella junto al barandal. Ambos miran hacia el jardín, él, fórmula bien lo que quiere preguntarle.

—¿De dónde es señorita Suárez? —preguntó Sam.

—México.

—¡Oh! —expresó con asombro y Johanna se da cuenta de ese gesto.

—¿Ha ido a México? —curioseó la mexicana cambiando de postura. El señor Kim se queda callado causando que Johanna no sepa si acaba de hacer algo mal—. Disculpe si dije algo que no debía y perdone mi falta de respeto. No conozco mucho el cómo me debería de comportar con usted.

—No se preocupe, no me ha faltado al respeto, sé que usted es extranjera y entiendo perfectamente todo o por lo menos intento hacerlo —dijo—, y respondiendo a su pregunta no conozco México, pero me gustaría conocer en algún momento —mencionó con un tono seductor, pero intentando aparentarlo. Y es que se quedó callado debido a que vio su delicado cuello haciendo que se quedara en shock. Y no entiende como es que esta mujer logra cautivarlo de esa manera.

—Será muy bien recibido por México —sonrió Johanna, pero intentando disimularlo y es que ha entendido lo que él le dijo.

—¿Y qué la trajo a Corea, señorita Suárez? —indagó el coreano.

—Mi amiga Min me invitó por mi cumpleaños.

—En serio, ¿cuándo es? —continúa con su interrogatorio y es que él sabe que en otros países el cumpleaños en diferente a Corea. Y puede usar esa información a su favor.

—Para el sábado —contestó—. Aunque se me hace algo curioso porque mi amiga Min me ha dicho que ustedes aquí cumplen el primero de enero. Que no importa si nacen cualquier día del año —añadió Johanna y es que ella sabe esas cosas.

—Exactamente, aquí así es —confirmó Sam.

Mientras Min sale del baño caminando directo hacia donde se encuentra su amiga, peor se detiene al ver que está platicado con el señor Kim Ji-Sam quedando impactado por lo que está presenciando y prefiere no interrumpir quedándose en un extremo donde pueda presenciar todo.

No pierde de vista los movimientos del señor Kim, notando que se pasa la mano por el cabello, seguido de tocarse la nuca, acomodarse, la cortaba y es que durante el tiempo que estuvo aquí se había rumoreado que el señor Kim hacía algunos movimientos cuando una mujer le gustaba.

Y los movimientos que acaba de hacer son lo que tanto se hablaba y nunca había visto hasta hoy. Lo bueno es que a esta área no están permitidos los reporteros si no en este momento estarían rodeando a esa pareja. Más porque Johanna es una extranjera.

—¿Y qué le parece Corea? —hace otra pregunta el señor Kim.

—Es muy hermosa, su comida es deliciosa y no se diga los postres que son ricos —respondió Johanna mirando el rostro del señor Kim. El hombre coreano se da cuenta de eso quedando más sorprendido y es que casi ninguna mujer es capaz de verlo a los ojos sin sentirse mal porque es una falta de respeto. Aunque con Johanna es diferente porque ella está actuando como realmente es haciendo que sienta cosas completamente distintas. Ese encuentro de miradas se prolonga a un más y la mexicana vuelve a bajar la vista al recordar las reglas que le ha dicho su amiga—. Discúlpeme de nuevo señor Kim, se me olvidó que es una falta de respeto verlo a los ojos, ya que usted es mayor que yo.

—Ya le dije, no me está faltando al respeto, sé que usted no sabe sobre nuestra forma de actuar, además he viajado por algunos países extranjeros y me he topado con mujeres que me ven a los ojos —dijo—. Así que no se sienta mal —al oír eso, Johanna vuelve a verlo comprobando que el señor Kim es un señor muy amable y considerado—. Y me alegra oír que le gusten los postres de aquí, son muy ricos que no cualquiera es capaz de contenerse.

—Si lo son —confirma Johanna con una sonrisa.

—¿Además, como sabe que soy mayor que usted? —indaga porque le pareció extraño si apenas se conocen, a menos que ella el día de su primer encuentro lo haya descubierto y se pusiera a investigar. Si le confirma eso, tal vez su forma de actuar sea una farsa y lo haga para intentar quedar bien con él. Porque si es así, odia a ese tipo de mujeres.

—Mi amiga Min me dijo que todos los hombres que se le acercaran hablar con su padre debía de bajar la mirada porque ellos eran mayores que yo —responde con honestidad y con una voz muy tranquila.

Al oír esa respuesta, el señor Kim deja salir un suspiro de alivio al notar que no está mintiendo, su voz es tan delicada y no se traba ni nada causando que quede mucho más tranquilo, pero curioso de conocerla.

—¡Oh, ya veo! —dijo poniendo una leve sonrisa. Johanna, que no ha apartado la vista, se dio cuenta haciendo que se quede helada porque hace que se vea mucho más atractivo de lo que ya es. Causando que suelte su bolso y ambos se agachen para tomarlo. Al estar mucho más cercas, la mexicana se da cuenta de esos ojos oscuros y como un mechón rebelde toca su frente causando que sienta como un déjà vu de que ha visto a este hombre en otro lado.

Al contrario, el coreano, al tener a la mujer mucho más cercas, mira sus ojos cafés mirando su reflejo en ellos y una pequeña brisa entra por la ventana provocando que el cabello de Johanna se mueva y el delicado aroma que emana de él impregne las fosas nasales de Sam.

—¡Señor Kim! —una voz aguda llama al coreano…

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