Las dos amigas han decidió retirarse y es que necesitan un poco de aire fresco y una bebida. Cómo son menores solo pueden escuchar las pláticas sin opinar nada y eso es superestresante. Más para Johanna que ella no está acostumbrada a este tipo de situaciones. Cada una se toma una pequeña copa y la coreana deja a su amiga sola porque necesita ir al baño.
La mexicana toma la bebida como su amiga le ha indicado que es girar la cabeza ligeramente, llevando el vaso con ambas ambos hacia la boca y al terminar deja la copa sobre la mesa. Johanna ve un pequeño balcón y decide ir a ver qué vista tiene. Camina con calma hasta quedar de pie a pocos centímetros del barandal. Se queda mirando con asombro los lindos jardines y es que Min le ha dicho que tener este tipo de cosas aquí es supercaro y representa mucho el estatus y el dinero. El señor Kim ha logrado separarse del señor Park y no ha perdido de vista a la señorita Suárez. Ahora la ve sola en el balcón y es el mejor momento de acercarse. Camina directo hacia ella con un paso firme y delicado. Hasta quedar a menos de un metro de distancia. Observa que es más bajita de lo que recuerda, porque ahora al verla tan de cercas se da cuenta de que ella le llega al hombro, pero no le incomoda y es que verla en ese lindo vestido que marca perfectamente su cintura. Dejando a la vista sus bien definidas piernas y solo que la falda es ancha de abajo y no logra ver con claridad si tiene o no glúteos. Porque en sus viajes a conocido mujeres que tienen muchos atributos y la verdad le llama la atención esa parte de las mujeres. Deja de pensar en eso o hará que su parte en medio de sus piernas despierte en este lugar y no quiere ese. Espera un poco más para ver si ella se dé cuenta de su presencia, pero no lo hace. —¡Ejem! —se aclara la garganta para llamar su atención y obtiene el resultado que deseaba porque la mujer voltea—. ¿Señorita Suárez verdad? —Sí, y ¿usted es el señor Kim? —dijo con un tono neutro. —Si lo soy, ¿no le molesta si la acompaño? —mencionó con un tono tranquilo, pero firme. —No me molesta —respondió la mexicana y el coreano se acerca hasta llegar a un lado de ella junto al barandal. Ambos miran hacia el jardín, él, fórmula bien lo que quiere preguntarle. —¿De dónde es señorita Suárez? —preguntó Sam. —México. —¡Oh! —expresó con asombro y Johanna se da cuenta de ese gesto. —¿Ha ido a México? —curioseó la mexicana cambiando de postura. El señor Kim se queda callado causando que Johanna no sepa si acaba de hacer algo mal—. Disculpe si dije algo que no debía y perdone mi falta de respeto. No conozco mucho el cómo me debería de comportar con usted. —No se preocupe, no me ha faltado al respeto, sé que usted es extranjera y entiendo perfectamente todo o por lo menos intento hacerlo —dijo—, y respondiendo a su pregunta no conozco México, pero me gustaría conocer en algún momento —mencionó con un tono seductor, pero intentando aparentarlo. Y es que se quedó callado debido a que vio su delicado cuello haciendo que se quedara en shock. Y no entiende como es que esta mujer logra cautivarlo de esa manera. —Será muy bien recibido por México —sonrió Johanna, pero intentando disimularlo y es que ha entendido lo que él le dijo. —¿Y qué la trajo a Corea, señorita Suárez? —indagó el coreano. —Mi amiga Min me invitó por mi cumpleaños. —En serio, ¿cuándo es? —continúa con su interrogatorio y es que él sabe que en otros países el cumpleaños en diferente a Corea. Y puede usar esa información a su favor. —Para el sábado —contestó—. Aunque se me hace algo curioso porque mi amiga Min me ha dicho que ustedes aquí cumplen el primero de enero. Que no importa si nacen cualquier día del año —añadió Johanna y es que ella sabe esas cosas. —Exactamente, aquí así es —confirmó Sam. Mientras Min sale del baño caminando directo hacia donde se encuentra su amiga, peor se detiene al ver que está platicado con el señor Kim Ji-Sam quedando impactado por lo que está presenciando y prefiere no interrumpir quedándose en un extremo donde pueda presenciar todo. No pierde de vista los movimientos del señor Kim, notando que se pasa la mano por el cabello, seguido de tocarse la nuca, acomodarse, la cortaba y es que durante el tiempo que estuvo aquí se había rumoreado que el señor Kim hacía algunos movimientos cuando una mujer le gustaba. Y los movimientos que acaba de hacer son lo que tanto se hablaba y nunca había visto hasta hoy. Lo bueno es que a esta área no están permitidos los reporteros si no en este momento estarían rodeando a esa pareja. Más porque Johanna es una extranjera. —¿Y qué le parece Corea? —hace otra pregunta el señor Kim. —Es muy hermosa, su comida es deliciosa y no se diga los postres que son ricos —respondió Johanna mirando el rostro del señor Kim. El hombre coreano se da cuenta de eso quedando más sorprendido y es que casi ninguna mujer es capaz de verlo a los ojos sin sentirse mal porque es una falta de respeto. Aunque con Johanna es diferente porque ella está actuando como realmente es haciendo que sienta cosas completamente distintas. Ese encuentro de miradas se prolonga a un más y la mexicana vuelve a bajar la vista al recordar las reglas que le ha dicho su amiga—. Discúlpeme de nuevo señor Kim, se me olvidó que es una falta de respeto verlo a los ojos, ya que usted es mayor que yo. —Ya le dije, no me está faltando al respeto, sé que usted no sabe sobre nuestra forma de actuar, además he viajado por algunos países extranjeros y me he topado con mujeres que me ven a los ojos —dijo—. Así que no se sienta mal —al oír eso, Johanna vuelve a verlo comprobando que el señor Kim es un señor muy amable y considerado—. Y me alegra oír que le gusten los postres de aquí, son muy ricos que no cualquiera es capaz de contenerse. —Si lo son —confirma Johanna con una sonrisa. —¿Además, como sabe que soy mayor que usted? —indaga porque le pareció extraño si apenas se conocen, a menos que ella el día de su primer encuentro lo haya descubierto y se pusiera a investigar. Si le confirma eso, tal vez su forma de actuar sea una farsa y lo haga para intentar quedar bien con él. Porque si es así, odia a ese tipo de mujeres. —Mi amiga Min me dijo que todos los hombres que se le acercaran hablar con su padre debía de bajar la mirada porque ellos eran mayores que yo —responde con honestidad y con una voz muy tranquila. Al oír esa respuesta, el señor Kim deja salir un suspiro de alivio al notar que no está mintiendo, su voz es tan delicada y no se traba ni nada causando que quede mucho más tranquilo, pero curioso de conocerla. —¡Oh, ya veo! —dijo poniendo una leve sonrisa. Johanna, que no ha apartado la vista, se dio cuenta haciendo que se quede helada porque hace que se vea mucho más atractivo de lo que ya es. Causando que suelte su bolso y ambos se agachen para tomarlo. Al estar mucho más cercas, la mexicana se da cuenta de esos ojos oscuros y como un mechón rebelde toca su frente causando que sienta como un déjà vu de que ha visto a este hombre en otro lado. Al contrario, el coreano, al tener a la mujer mucho más cercas, mira sus ojos cafés mirando su reflejo en ellos y una pequeña brisa entra por la ventana provocando que el cabello de Johanna se mueva y el delicado aroma que emana de él impregne las fosas nasales de Sam. —¡Señor Kim! —una voz aguda llama al coreano…Al ser interrumpidos por el señor, ambos dejan de hacer ese contacto visual que estaba haciendo tan evidente y se ponen de pie intentando aparentar que nada ha pasado. Sintiéndose más confundido que nunca y es que no saben que es lo que les está ocurriendo. —Sí —el señor Kim voltea a ver al hombre que lo llamo poniendo su porte frío y serio al igual que su expresión facial. —Me gustaría hablar con usted —dijo el hombre mayor con amabilidad. —Ya voy adelántese en un momento lo alcanzo —el hombre asiente, hacen una pequeña reverencia y se va. El coreano voltea a ver a la mexicana cambiando su mirada. —Creo que lo necesitan, señor Kim —añadió la mexicana intentando controlar sus emociones y que él no vea cómo su rostro se ha puesto rojo. Y sus manos sudan y tiemblan. —Sí, pero antes de irme me gustaría que me diera su número para quizá ir a tomar un café, después —declaró el coreano sin miedo alguno y es que él es muy decidido. Todos saben eso, las personas que lo conocen de
Mientras las amigas estaban en el jardín sonriendo y hablando sobre lo impresionante que le acaba de pasar a Johanna. Alguien desde el balcón las mira con una expresión serena y sonriendo ladino al ver a la señorita Suárez riendo. A pesar de la distancia se ve tan linda, tierna y le agrada mucho, no entiende por qué, pero los pocos minutos que hablo con ella sintió que el tiempo se le detenía y una enorme paz lo invadía haciéndolo olvidar todo. Le sorprende mucho porque ni con su exesposa sintió esta sensación y no niega que sí llego a quererla mucho. Más porque ella le dio a su linda y tierna hija. Siempre estará agradecido por eso, pero el rencor y la ira de pensar en lo mal que ella se comportó con él le hacen quitar esa sonrisa cambiándola por una expresión más sombría. Vuelve a ver hacia la dirección donde estaban las dos mujeres, pero en el lugar no hay nadie, él siente una leve tristeza de no poder ver de nuevo a la señorita Suárez y comprende lo que le está pasando.
Se afloja la corbata abriendo la puerta corrediza, entrando al interior de la habitación fría y oscura. Teniendo bien claro donde está cada mueble de su habitación, llega hasta la lámpara al lado de la cama encendiéndola y la tenue luz ilumina la alcoba. Él termina de quitarse el saco, la camisa, dejando al descubierto su bien tonificado abdomen y sus pectorales. Deja la prenda sobre una silla, prosiguiendo a desabrochar su pantalón bajándolo hasta quitárselo. Permaneciendo solo en ropa interior, medita si ponerla la pijama, pero está muy cansado y prefiere solo irse a cepillar los dientes. Al terminar se acuesta en la cama, mirando hacia el techo de color claro, que es iluminado muy ligeramente y es que tiene años que sufre de insomnio. La soledad lo invade haciendo que los malos recuerdos se hagan presentes y ese es cuando hace tres años regreso de un viaje de negocios. Estaba cansado porque tenías días sin poder dormir, pero estaba impaciente por ver a su hija y a su amada
La coreana coloca su mano en el costado de su cabeza al oír lo que su amiga le contestó al señor Kim. —Hay amiga de verdad le contestaste eso, se nota que necesito enseñarte mucho más sobre la cultura y los modales de esta sociedad —agregó la coreana al escuchar lo que me contestó al señor Kim—. Pero por lo menos le has hablado por su apellido y eso es bueno porque si le hablas de otra manera y no le gusta se puede molestar. —Ay Min, crees que no me esfuerzo en aprender, tienen tantas reglas, incluso para vestir, para comer y además no le veo nada de malo lo que le dije. Él entiende que soy extranjera y no comprendo sus reglas —se defiende Johanna y es que como va a hacer para recordar tanta cosa. Justo en eso, Min está por seguir regañándola cuando se escucha el sonido de mensaje en el móvil de su amiga. La mexicana levanta el teléfono viendo quién es. —¿Es él? —Si me acaba de contestar —confirma Johanna con una sonrisa en el rostro. —¿Qué dice? —curiosea la coreana y
Johanna lee varias veces el mensaje que el señor Kim le han enviado y piensa con mucho cuidado que es lo que le dirá. Así que busca las palabras adecuadas y comienza a teclear. Corrobora que no tenga ninguna palabra que pueda hacer que el señor Kim piense mal de ella y lo envía. El coreano que está tirado sobre su cama ve el mensaje de inmediato. Sonriendo con sutileza ante lo que ven sus ojos. 💬 —Me alegra saber que mi presencia le pareció agradable, sabiendo que soy una extranjera y que todos los de la sala solo me miraban como si fuera el centro de atención —lee en su mente. El señor Kim frunce el ceño y es que creía que ella no se había dado cuenta. Pero es que él conociendo a los coreanos sabe que la miraban con asombro y a la vez desapruebo debido a que el vestido que ella usaba mostraba un poco los hombros y para muchos que no están acostumbrados a eso su vestimenta era bastante reveladora. Piensa con cuidado que es lo que dirá y teclea sobre la pantalla. Presionando
Min se ha despertado desde las 6 de la mañana y es que aunque en México es muy diferente, el horario al que se levantan al estar en la casa de sus padres es diferente, aquí se levantan a muy temprana hora. Y cómo no quiere ir a la cocina porque sabe que su madre estará ahí, prefiere ir a molestar a su amiga. Entra a la habitación con mucha calma, notando una tenue oscuridad, se acerca hasta su cama, notando el cuerpo de su amiga tirada sobre la cama y mira como duerme como si fuera un angelito. La pantalla del móvil se enciende, pero sin hacer ningún ruido, y la coreana tan curiosa lo toma en su mano. Notando que tiene dos mensajes, uno de Valeria y otro que dice el señor Kim. Min se emociona y es que mira la hora en la que me envió el mensaje y ya tiene algunas horas que se lo envío. Eso quiere decir que si está interesado en Johanna y es que ella mejor que nadie sabe que aquí en Corea las parejas desde que se levantan se envían mensajes. Pero ellos todavía no son pareja;
—Aceptó —dijo Johanna decidida y es que no le gusta como su amiga la rete de esa manera. Así que se puso a contestarle al señor Kim. 💬 —Hola buen día señor Kim, gracias e igualmente que tenga un buen día de trabajo y espero que no esté desvelado por mi culpa. Y vaya a interferir en su rendimiento —al terminar presiona en enviar. —Ahora solo esperemos —Min le hace una señal a su amiga para que deje su móvil sobre la cama mientras ellas se acomodan a su lado. Mientras tanto, en la empresa del señor Kim, él está en plena reunión y cuando escucha cómo su móvil suena ligeramente sobre su pecho. Sin dejar de ver hacia el frente, saca con mucho cuidado su teléfono colocándolo en sus piernas. Enciende la pantalla, mirando despistadamente hacia abajo, mirando el nombre de la señorita Suárez en la pantalla. Hace clic en el mensaje abriéndolo y leyendo lo que dice. Pero controla sus emociones sin aparentar la felicidad que tiene en el interior y permaneciendo en su porte frío y se
La coreana y la mexicana se encuentran en un desayuno bastante incómodo al lado de la madre de Min. Si bien no les dice nada, ambas sienten como una mala vibra y cómo las quiere matar con la mirada. Tal vez sea porque anoche Min no platico con nadie y su madre que estaba muy entusiasmada esperando que si encontrara a alguien. —Ya terminaste —murmuro entre dientes la coreana. Johanna ha logrado escuchar lo que dijo su amiga. —Sí, pero tu madre no —respondió con el mismo tono de voz mirando de reojo a la madre de Min que todavía sigue comiendo a un ritmo bastante lento. Y es que Min le ha dicho que no pueden moverse, ni hablar y no pueden terminar antes que sus mayores, así que deben de fingir que siguen comiendo hasta que la señora Park termine de comer. Después de un rato, ambas amigas ven que por fin la madre de Min ha terminado de comer, dejando su plato sobre la mesa y tomando su vaso bebiendo su té. La señora Park se pone de pie, ellas hacen lo mismo, no les dice nad