Mensaje

Se afloja la corbata abriendo la puerta corrediza, entrando al interior de la habitación fría y oscura. Teniendo bien claro donde está cada mueble de su habitación, llega hasta la lámpara al lado de la cama encendiéndola y la tenue luz ilumina la alcoba.

Él termina de quitarse el saco, la camisa, dejando al descubierto su bien tonificado abdomen y sus pectorales. Deja la prenda sobre una silla, prosiguiendo a desabrochar su pantalón bajándolo hasta quitárselo.

Permaneciendo solo en ropa interior, medita si ponerla la pijama, pero está muy cansado y prefiere solo irse a cepillar los dientes. Al terminar se acuesta en la cama, mirando hacia el techo de color claro, que es iluminado muy ligeramente y es que tiene años que sufre de insomnio.

La soledad lo invade haciendo que los malos recuerdos se hagan presentes y ese es cuando hace tres años regreso de un viaje de negocios. Estaba cansado porque tenías días sin poder dormir, pero estaba impaciente por ver a su hija y a su amada esposa. Así que sin darle aviso a su esposa, viajó horas antes de lo acordado para poder verlas. Sin esperar con lo que se encontraría.

En aquel entonces residía en otro departamento, al llegar recuerda que el lugar se sentía solo y muy tranquilo. Como si su esposa no estuviera, pero de la nada los sollozos y los quejidos se empezó a escuchar. Él está tan extrañado por la que sucedía, pero siguió esos gritos por el pasillo hasta detenerse en la alcoba que compartía con su mujer y antes de abrir oyó como un jadeo con voz ronca que provenía del interior.

Se armó de valor y abrió la puerta encontrándose con una escena tan lamentable.

El señor Kim sacude la cabeza alejando esos recuerdos, se sienta en la cama intentando olvidar todo aquello que le amargaba su vida, pero por más que evitara no hacerlo siempre terminaba recordándolo todo y es que él llegó a querer mucho a Jung la madre de su hija. Así que le resultaba muy complicado no hacerlo.

Aunque para su exesposa fue diferente porque a ella sí se le ha visto tener parejas y es que nadie sabe la razón de su divorcio. Él no quería que su hija sufriera, así que prefirió mantener todo en secreto para que no fuera un objeto de burlas por los actos de su madre.

Eso le beneficio a Jung porque no quedó su reputación tan manchada, pero lo que más le duele es que Hee, le pregunta por su madre; sin embargo, ella nunca se preocupa por ella y rara vez la ve.

Sam sabe que su hija le duele mucho eso y hace que odie más y más a Jung por su pésimo comportamiento con su hija.

El señor Kim mira hacia un lado notando su móvil sobre el mueble al lado de la cama. Se acuerda de que le pidió su número a la señorita Suárez y con tan solo mencionar su apellido en su mente es suficiente para conmemorar su delicado rostro, su bella sonrisa y esos ojos grande cubiertos por esas pestañas largas y rizadas.

Sonríe sutilmente, se mueve hasta lograr tomarlo y mirando la pantalla pensando con claridad que decirle a la señorita Suárez. Piensa en algo rápido, pero sin que se vea tan urgido y teclea con los dedos.

Lee varias veces el mensaje y sin pensarlo mucho lo envía. Y es que sabe que si lo hace terminará sin mandarle nada. Se vuelve acomodar en la cama, dejando su móvil lo suficientemente cercas por si le contesta. Ahora solo espera y aún siga despierta.

Mientras tanto, Johanna está en el baño terminando de cepillarse los dientes y quitarse los últimos rastros del maquillaje.

Al terminar eso, se acerca al baño para hacer sus necesidades y entretanto se concentra en lo que hace. Min que está en la habitación de su amiga buscándola para hablar cuando mira que la pantalla de su amiga se enciende, por un momento piensa que es Valeria.

Pero la curiosidad la llama y toma el móvil encendiendo la pantalla notando que es un mensaje de texto. Abre los ojos al leer lo que dice y con el teléfono en su mano corre directo al baño.

—¡Johanna! —entra sin tocar, asustando a la mexicana, que estaba tan concentrada en lo que hacía. Que al ver a su amiga entrar se sube el pantalón intentando cubrir lo que sea que pueda verle.

—¿¡Que estás haciendo Min!? No ves que estoy haciendo de baño —la regaña y su amiga coreana ni le importa que ella esté sentada en el retrete.

—¡Es él, es él! —balbucea la coreana con alergia.

—¿¡De que hablas!? —preguntó Johanna mientras continúa cubriendo su desnudez.

—¡El señor Kim te acaba de mandar mensaje!

—¡Que! —dijo con asombro.

—Lo que escuchas, estoy segura de que lo impactaste y quiere probar las carnes del extranjero —mencionó Min con mucha ironía.

—Por favor Min sal del baño para poder ver el mensaje —le ordena y la coreana se da cuenta sintiendo vergüenza por lo que acaba de hacer.

—Ups, está bien, te espero afuera —dejo el móvil sobre el lavado y salió cerrando la puerta.

Johanna termina de hacer sus necesidades, subiendo su pantalón y su ropa interior. Se lava las manos y toma el móvil mirando la pantalla. Hace clic sobre el mensaje haciendo que el teléfono la lleve directo hacia la bandeja de entrada.

Y dice: Hola buenas noches señorita Suárez, soy el señor Kim Ji-Sam, me disculpo por la hora, pero es que me acordé de usted y quería ver si sigue despierta.

Johanna sonríe al leer eso y más la parte donde dice que se acordó de ella. Haciendo que ella también recuerde el momento que paso con él y respira hondo, controlando sus emociones y pensando bien que le dirá. Escribe algo, lo lee varias veces y al final presiona en el botón de enviar.

Sale del baño y Min la espera sentada sobre la cama impaciente para poder interrogar a su amiga.

—¿Dime que si le contestaste? —indagó la coreana.

Johanna baja la vista sonriendo—. Si lo hice —acepta mirando a su amiga.

—¡Ah! —grita frenéticamente Min de emoción.

—¡Park Min-Dea, silencio! —se escucha un fuerte grito proviniendo de la madre de la coreana. Johanna hace un gesto de susto. Min se levanta de la cama y se acerca a la puerta, abriéndola, sacando la cabeza por esta.

—¡Lo siento, mamá! —le responde disculpándose. Johanna escucha que la señora Park le contesta algo en coreano y su amiga también lo hace. Al final vuelve a entrar a la habitación de su amiga—, hay que bajar la voz o vendrá mi mamá y me golpeará —al oír eso Johanna se sorprende.

—¿Tu madre todavía te golpea siendo una adulta? —curiosea la mexicana y es que en Latinoamérica no pasa eso.

—Sí, aquí existe mucho respeto hacia los mayores y si los ofendes o molestas si son capaces de decirte algo y si son tus padres te da una buena cachetada —responde Min—. Aquí tienes que ser obediente, respetuoso y disciplinado. Pero no hablemos de eso, mejor dime ¿qué fue lo que le contestaste?

Johanna, al escuchar la pregunta de su amiga, sonríe de nuevo al recordar lo que le contestó al señor Kim.

La pantalla se enciende causando que el hombre coreano de 36 años se emocione y tome ágilmente su móvil leyendo la contestación de la mexicana.

💬 —Hola señor Kim, buenas noches, no se preocupe por la hora, no me molesta y no estoy dormida aún. Y me alaga saber que acuerde de mí, espero que sean cosas buenas y no vaya a hacer por mi falta de modales.

Sam sonríe al leer eso y es que no se había acordado de la manera en la que le hablo en la fiesta. Y es que si bien para un coreano es una falta total de respeto a él, no le molesta para nada, además que no sabe por qué de cierta manera le agrada y le intriga ser tratado de manera diferente.

Y se dispone a contestarle…

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