Las dos amigas leen el mensaje y Johanna se queda en shock mientras que la coreana se pone de pie. Feliz porque por fin le ha demostrado a su amiga que todo lo que le ha dicho es porque está en lo correcto.
—¡Te lo dije! —expresó Min bailando de alegría, mientras que Johanna no dice ni media palabra. Porque al pensar en salir a cenar con alguien le hace recordar un momento muy difícil que tuvo con Vicent semanas antes de que él muriera. Johanna se encuentra en una sección de fotos para una revista de vestidos. Cuando en un descanso le llegó un mensaje de Vicent que decía: “Perdóname mi amor, sé que mi comportamiento no era el indicado y en la tarde pasaré por tú para compensarte. Te amo mucho” En ese entonces ella se sentía emocionada porque lo amas mucho y creía que él podría cambiar. Al finalizar la sesión, efectivamente él estaba en la entrada esperándola con un ramo de rosas rojas y una caja de chocolates. Se entusiasmó demasiado, al llegar a su lado le dio un beso y le ayudó a entrar. Durante el trayecto se comportó muy amable. Llegaron al lugar que era bellísimo, muy elegante y estaban completamente solos. Pidieron de comer algo delicioso, se la pasaron hablando como si no hubiera pasado nada y como si fueran una pareja muy estable. Hasta que llegó el camarero con la cuenta y dedicándole una sonrisa amistosa a Johanna. Cosa que Vicent vio y su actitud cambió de inmediato. Espero a que el joven se fuera y le dedico una mirada con rabia a la joven. Todavía recuerda lo que le dijo. —¡No puedo creerlo, eres una zo**a, no te importa estar frente a mí para seducir al camarero! —grito el hombre mirándola con desdén y haciendo que una vena de su frente se sobresalte del enojo. —Que, no es verdad, Vicent solo estaba haciendo amable —se defiende la joven chica de 15 años. —¡Crees que estoy loco, yo lo vi! —baja su vista hacia la camisa de su novia mirando la piel de su pecho—, ¡probablemente sea por esa tonta camisa que está tan escotada que casi puedo verte hasta el estómago, ya te he dicho que dejes de usarlas, pero veo que no entiendes ahora verás! —se pone de pie y toma la taza de café que había pedido hace unos minutos. Arrojándosela a la chica. Cayendo sobre su pecho causando que un enorme ardor se apodere de esa zona. >> —¡Ah! —grita Johanna poniéndose de pie—. ¡Me quema! —pone sus manos en su pecho mientras brinca frenéticamente. Min se espanta por la actitud de su amiga, se acerca a ella tomándole las manos intentando tranquilizarla. —Johanna —la llama, su amiga la mira con detenimiento notando la cara de terror, su respiración aguarda y sus pupilas dilatadas—. Respira hondo, exhala y repite —la mexicana me hace caso y es que Min tuvo que tomar clases de relajación cuando conoció a Johanna para ayudarle con sus ataques de pánico—. Él no está aquí, él no puede hacerte ningún daño —le recuerda. La mexicana comienza a tranquilizarse gracias a la ayuda de su amiga y ambas se vuelven a sentar. —Gracias Min y perdón, perdí el control —le agradece, pero también se disculpa por su comportamiento. —Creía que los ataques de pánico se había ido —mencionó Min sin dejar de soltar la mano de su amiga. —Lo habían hecho, pero pensar en salir con un hombre me hizo recordar el trágico momento que tuve con Vicent y la verdad no sé si estoy segura de acotar esa salida —expresó Johanna con voz débil. —Cuando regresemos iremos de nuevo con psicólogo —dijo y Johanna asiente porque si bien tiene años que dejo de ir todavía de vez en cuando el pasado regresa y necesita terapia—, y no te niegues por culpa de ese infeliz a conocer a alguien. No todos los hombres son iguales. —No lo sé Min —baja la vista, Johanna insegura de aceptar. —Acepta, sé que puede verse muy aterrador, pero no estás sola y si ves algo que no te guste solo llame e iré por ti —agregó la coreana para tranquilizar a su amiga y es que ella si quiere que salga con el señor Kim. Que conozca a personas nuevas y quizá el amor. Johanna levanta la vista, mira fijamente a su amiga y siente como ella aprieta su mano. No está muy segura de lo que hará, pero tiene razón y aceptará salir con el señor Kim. —Está bien. —Yupi, ahora confirma tu salida —le pasa su móvil que había caído al otro extremo de la mesa. La mexicana agarra el teléfono abriendo de nuevo la conversación con el coreano mirando el mensaje que no le había contestado y exhala tomando valor para empezar a escribir. Han pasado unos minutos en lo que el señor Kim no ha perdido de vista su teléfono y es que no sabe cómo tomar ese silencio por parte de la señorita Suárez. Por su mente pasan muchas cosas y ninguna le hace animarse. —A la mejor no le pareció lo que le dije —mencionó en voz baja. Está por tomar el móvil para disculparse cuando la pantalla se enciende y lo sostiene con impaciencia. Leyendo lo que dice el mensaje. 💬 —Disculpe la tardanza es que estaba haciendo algunas cosas. Pero respondiendo a su propuesta, claro que aceptó salir con usted —al terminar de leer el texto el señor Kim sonríe ampliamente sintiendo una emoción que tenía años que no presenciaba en él. Y se dispone a contestar. Las dos amigas esperan la respuesta del señor Kim que aparece unos segundos después. 💬 —Qué bueno. Mañana pasaré por usted a las 9:00 pm a la residencia de la familia Park. —Es demasiado tarde, dile que te mande la dirección y yo te ayudo a llegar hasta ahí. No quiero que mi mamá esté de metiche y pueda ocasionar problemas —mencionó Min. —¿Cuándo dices problemas te refieres a la madre del señor Kim? —preguntó Johanna y es que entiende esas indirectas. —Sí, su madre es supertradicional y si se entera de que su hijo sale con una extranjera no será nada bueno —le cuenta la coreana. —Pero ya me vieron hablar con él. —Nadie se dio cuenta, todos estaban atentos a lo que decía mi padre, yo me aseguré de eso, aparte del señor Lee, pero él es un hombre muy profesional, no se mete en asuntos personales —dijo Min—. Así que solo dile que te mande la dirección, él entenderá por qué. —Está bien —Johanna le escribe al señor Kim lo que su amiga le ha dicho. El coreano lee el mensaje que le ha mandado la señorita Suárez. 💬 —Si no le parece mal mejor envíeme la dirección, yo llegaré al lugar —decía el mensaje y entendió perfectamente bien que era porque si lo ven llegar a la casa del señor Park será un escándalo que probablemente puede llegar a oídos de su madre. Entendiendo que la señorita Suárez es una mujer muy inteligente. Otro mensaje llega al móvil de Johanna que ambas amigas leen. 💬 —Está bien, en un momento se la envío, pero si me disculpa tengo que irme a otra reunión. —Perfecto, entonces ven —dijo Min poniéndose de pie. —¿A dónde vamos? —curiosea Johanna. —A prepararte. —¿Prepararme? —dijo la mexicana. —Sí, como debes de comportarte en la mesa —la toma de la mano llevándola consigo hasta el interior de la casa… Nota del autor: ¿Que opina cómo va la historia les gusta?Al mandarle el último mensaje a la señorita Suárez se pone de pie caminando directo hacia la salida de su oficina donde se acerca al escritorio de su asistente. —Dong —lo llama por su nombre. El joven se levanta de su asiento haciendo una reverencia y sin mirar a los ojos a su jefe. —Sí, señor Kim —responde el joven. —Puedes hacerme una reservación para cenar mañana en la noche en el mejor restaurante de Corea —ordena, el joven asiente—. Mejor háblale al dueño y dile que quiero reservar todo el restaurante para mañana en la noche. No importa el precio pagaré el doble si es necesario. Que solo deje a los trabajadores que sean indispensables y discretos. —Está bien señor Kim —obedece el joven bien vestido. —También mándales el contrato de confidencialidad al dueño, que lo firmen todos los que estén presentes y déjales claro que si incumplen con su parte tendrán consecuencias legales —le deja claro para que entienda que esto es de suma delicadeza. —Sí, señor Kim, yo le d
Al cambiarse de zapatos en la entrada, las amigas salieron en la entrada principal donde Min le habla en coreano a uno de los choferes que de inmediato aceptó entrando al auto. Ellas entran también al Kia blanco, el interior es bastante espacioso, los asientos están muy bien cómodos y la tela es suave. Johanna toma el cinturón de color oscuro, pasándolo por enfrente de su pecho e incrustarlo en su broche y lo mismo hace la coreana. El chofer presiona el botón haciendo que el motor ronronee, poniendo en marcha el carro, conduce por las calles de Seúl, haciendo sus paradas en los semáforos, hasta que se estaciona frente a un lugar donde la puerta es de cristal y a través de ellas se va los maniquíes con ropa. Escucha cómo su amiga se desabrocha el cinturón haciendo lo mismo, ambas se bajan del auto, Min se para frente a ella mientras que Johanna sigue sorprendida por el lugar y es que parece bastante caro. —Vamos, Johanna —añadió la coreana haciéndole un movimiento con la ca
El hombre coreano está en su oficina que está medio iluminada, el señor Kim lee los documentos que están escritos en coreano, deja la carpeta sobre la mesa mientras deja caer su espalda sobre el respaldo de la silla y frota sus ojos que se sienten bastante cansados. Ya es bastante tarde, el reloj que está sobre la mesa de madera marca las 9:30 p.m. Tantas horas de trabajo han hecho que se olvide por completo de enviarle mensaje a la señorita Suárez. Así que busca el móvil con desesperación. Lo encuentra dejado de una pila de hojas. Está por encender la pantalla cuando un ruido fuerte y agudo proveniente de la puerta hacen que deje el teléfono por un momento. —¡Pasen! —grito fuerte y claro para que la persona que esté afuera pueda entrar. Las puertas se abren y por estas entra su joven asistente. Abrazando la tableta caminando hasta quedar lo suficientemente cercas de él haciendo una reverencia—. ¿Qué ocurre? —La reservación está lista —dijo el joven manteniendo la reverenc
Johanna mira su móvil muy seguido esperando a que el señor Kim le conteste y es que no le pudo haber contestado hace un momento porque estaba hablando con su hija. Aunque se siente muy mal por lo que le dijo y de tan solo recordar le hace enojar. Mira por la ventana recordando lo que paso. [Previamente] Después de que regresaron de shopping. Ambas cenaron con la mamá de Min, pero sin la presencia del señor Park porque él seguía en el trabajo y durante el tiempo que estuvieron cenando permanecieron en total silencio. Sin embargo, con la mirada de la señora Ara, en todo momento que pareciera que las estuviera examinando a ambas intentando averiguar que es lo que traman. No obstante, ambas amigas mantuvieron la compostura y la calma para que no descubriera lo que están haciendo. Al terminar la cena, la señora Ra mandó llamar a Min y corriendo a Johanna. Así que al salir del comedor se fue directo a la alcoba. Y así lo hizo al estar en la habitación marco el número de
El día ha llegado, Johanna ya tiene un reto despierta, se ha levantado temprano y no porque ella quisiera sino que Min, ahora trae el horario Coreano y como debe de obedecer las reglas de aquí, pues de paso se la lleva a ella también. Además, que le duele bastante la cabeza de pensar en lo que su hija le dijo y no la agrada para nada. Si fuera por ella duraría todo día, acostada en la cama. Justo en eso se escucha el sonido de mensaje en su móvil y es que desde que se levantó no había tocado su teléfono. Se acerca hasta la mesa donde lo había dejado, lo agarra con firmeza mirando la pantalla y viendo el mensaje del señor Kim. Lo abre rápido mirando que no solo es un mensaje sino dos. El primero tiene la hora de las 12:30 de la madrugada. 💬 —Me siento bien al saber que no esté molesta conmigo debido a mi trabajo. Igualmente, le deseo buenas noches —fue lo que decía el primer mensaje. El Segundo mensaje dice—. 💬 Buenos días señorita Suárez, espero que esté bien en este día ta
Pasan unos dos minutos el coreano se da cuenta de que Johanna lo mira despistadamente, pero cuando él voltea a verla y sus ojos hacen contacto visual, ella rápido baja la vista provocando que esa actitud le cause gracia y es que pareciera como una jovencita que está viendo a alguien que ha sido descubierta. Sonríe con sutileza, pero decide cubrir ese pequeño gesto que se dibuja en su rostro usando el menú para que ella no pueda ver lo que acaba de suceder. Recobra la compostura y baja el menú. —¿Ya sabe que ordenas, señoría Suárez? —preguntó el coreano recobrando la compostura. —La verdad no sé qué elegir, no conozco mucho de estos platillos, todos se ven muy ricos, pero no sé cuál sea el más adecuado —dijo Johanna y es que no miente si se ven muy ricos. No obstante, no sabe cuál seleccionar y es que no quiere algo demasiado grande. —¿Qué le parece si ordenó algo especial para los dos, bueno, si no le molesta? —indagó el señor Kim con una voz cortés. —No me molesta. —
Después de detener a la mexicana el señor Kim la mira y nota que ella continúa muy dudosa así que debe de dejarle claro que lo que dice es verdad. —Lo que le acabo de decir es cierto. No actúe como le dijeron que debería de hacerlo frente a mí, sea usted misma, quiero conocer su verdadero yo y no una falsa apariencia. No se preocupe por lo que pensaré, ya que no la voy a enjuiciar, además siéntase libre de decir y preguntar lo que quiera, quiero que esta cena sea agradable para usted y no un martirio —dijo Sam tomando la carne que hace un instante Johanna agarro y la mete al líquido caliente por unos minutos. Después la saca y la deposita en el plato de arroz de la mexicana que no ha perdido de vista ningún movimiento—. Coma —le ofrece con gentileza. Johanna toma el plato sujetando la cuchara que Min le dijo y metiendo a su boca el pequeño bocado de arroz con la carne. Que al estar dentro, la mastica con cuidado saboreando lo exquisito que es y la suavidad de la carne. —Mmm. E
—Eres un padre espectacular —dijo Johanna sin apartar su mano ni su vista de él. —¿Lo soy? —preguntó el coreano muy desconcertado. —Si lo eres, le has enseñado a tu hija a no odiar a su madre sin importar que ella no le importe y ese es un magnífico ejemplo —dijo Johanna olvidando por completo que está hablando con un coreano. El señor Kim no encuentra las palabras adecuadas para responder a lo que ella le ha dicho más por el gesto que hizo, ya que aquí no es nada común, pero le agrada, no sabe por qué, así que solo se limita a voltear su mano y entrelazar sus dedos con los de la extranjera. Volviendo a sentir esa sensación tan extraña, tan profunda, como una electricidad que recorre su extremidad subiendo por su brazo hasta llegar a su pecho donde le hace sentir cosas que no había sentido antes. Johanna siente lo mismo y retira la mano sentándose de nuevo en su silla, dejando al coreano confundido y sin saber qué decir. Mientras que ella siente como sus mejillas se han pue