Indignación

Johanna mira su móvil muy seguido esperando a que el señor Kim le conteste y es que no le pudo haber contestado hace un momento porque estaba hablando con su hija.

Aunque se siente muy mal por lo que le dijo y de tan solo recordar le hace enojar. Mira por la ventana recordando lo que paso.

[Previamente]

Después de que regresaron de shopping. Ambas cenaron con la mamá de Min, pero sin la presencia del señor Park porque él seguía en el trabajo y durante el tiempo que estuvieron cenando permanecieron en total silencio.

Sin embargo, con la mirada de la señora Ara, en todo momento que pareciera que las estuviera examinando a ambas intentando averiguar que es lo que traman.

No obstante, ambas amigas mantuvieron la compostura y la calma para que no descubriera lo que están haciendo.

Al terminar la cena, la señora Ra mandó llamar a Min y corriendo a Johanna. Así que al salir del comedor se fue directo a la alcoba.

Y así lo hizo al estar en la habitación marco el número de su hija, colocando el móvil de última generación en su oído, escuchando el constante ruido de llamada entrante hasta que su hija contestó.

—Hola —se oyó la voz débil de su hija.

—Hola mi niña, ¿cómo estás? —preguntó Johanna con mucho entusiasmo de oír a su hija.

—Bien —contestó cortante y aun con voz débil, lo que Johanna le parece bastante extraño.

—¿Estás bien, hija, escuchó tu voz rara? —continuó con sus preguntas.

—Si Johanna, lo que pasa es que me acabas de despertar.

—Lo siento mi vida, es que acá son las 11 de la noche —dijo Johanna con voz avergonzada.

—Allá es bien noche, pero aquí son las 8 de la mañana y es que estoy superdesvelada después de que mis abuelos me dejaran ir con mi primo al antro —expresó Valeria con entusiasmo—. Y llegamos supertarde. Además, tengo que dormir porque en la tarde iré con mi abuela de compras para preparar todo para su fiesta de cumpleaños.

Al terminar de hablar, Johanna no le importa para nada saber qué harán para el cumpleaños de esa bruja. Pero está molesta de saber que su hija se fue de antro sin siquiera decirle.

—Que bien que te diviertas, pero ¿por qué no me pediste permiso para ir al antro, recuerda que eres menor de edad? —dijo Johanna con un tono de voz serio.

—Ay, Johanna, ya vas a comenzar, por eso no te digo nada, tú eres muy aguafiestas y no me dejas disfrutar de mi juventud. Yo no quiero terminar como tú sola y amargada —expresó Valeria con enojo y malestar.

Pero Johanna se siente muy defraudada de su hija y es que no puede creer que su hija le esté diciendo esas cosas. Haciendo que pierda la compostura.

—¡Si estoy sola y amargada como tú dices, fue para darte todo lo que tienes! ¡Para que fueras feliz! —la regaño.

—Ay, Johanna, no me culpes a mí no tener suerte con los hombres, ahora entiendo por qué mi abuela dijo que fuiste afortunada de que mi papá se fijara en ti. Qué caballero contigo un hombre digno —mencionó Valeria con reproche.

—¿¡Enserió dijo eso esa señora!? —dijo indignada.

—Sí.

—¡Esa señora miente, no fui afortunada con tu padre, si no todo lo contrario fui una estúpida por fijarme en él y de caballero no tenía nada! ¡Fue un completo cabro….! —no termina la palabra porque si hija la interrumpe.

—¡No dejaré que insultes a mi papá, que por tu culpa murió y nunca lo conoceré! —le reprocho Valeria lo que tanto le ha dicho su abuela—. Y una cosa más no regreses de Corea, quédate allá y déjame vivir mi vida con mis abuelitos.

—¡Valeria! —la llama Johanna al escuchar como le echaba de restregar en la cara la muerte de ese canalla. Pero antes de que pueda decir algo más se escucha el sonido de llamada finalizada. Así que se quita el móvil mirando la pantalla donde comprueba que efectivamente sí ha colgado—. ¡Esa niña, pero todo es mi culpa por dejar que esos ancianos le metieran tantas ideas erróneas!

Deja el teléfono sobre la mesa, yendo directo al baño, completamente furiosa donde se desviste y abre la llave de la tina. Al llenarse hasta cierto punto cierra la llave entrando en el agua tibia.

Recarga su espalda contra la tina, cierra los ojos intentando tranquilizarse, pero las palabras de su hija están muy presenten en su cabeza. En eso las lágrimas comienzan a bajar por sus mejillas y es que le parte el corazón escuchar a su hija decirle eso. Sabiendo que ella lo dio todo por su pequeña.

Posteriormente, salió de la tina, se secó y se puso una pijama cómoda. Y ahora está mirando por la ventana.

Alguien llama a la puerta sacando a Johanna de su trance, ella voltea hacia donde proviene el ruido y mira como la puerta se abre, entrando Min por esta.

—¿Ya terminó el regaño o el interrogatorio?

—Era regaño, para recordarme que tengo que buscar marido y lo mismo de siempre —dijo Min—. Te escuché hablar con Valeria, ¿todo está en orden?

—No —voltea Johanna hacia la ventana—, nunca le había dicho nada, pero hoy me saco de mis casillas, al decirme que esos ancianos le están diciendo que su padre fue un buen hombre y que por mi culpa murió. Estoy más que segura que le han dicho pestes de mí —dijo con seriedad.

—Qué viejos malnacidos, lo sabía y dime ¿que si te defendiste o por lo menos le dijiste algo?

—Te estoy diciendo que sí, le dije que fue un terrible hombre y que esos ancianos estaban mintiendo. Ella me respondió molesta que me quedara en Corea y que la dejara ser feliz con sus abuelos —término de habla.

—Qué niña tan malcriada, si eso quiere aquí nos quedaremos para que entienda, no me importa soportar a mi madre con tal de darle una lección a Valeria yo sé que esos viejitos no soportarán tener a tu hija y mostrarán su verdadera personalidad —añadió Min inconforme porque no le gusta el comportamiento de esa niña.

—Por primera vez tienes razón y haré lo que me dices. Ya estoy cansada de que mi hija me vea como la mala y si quiere que me quede lo haré. También para no molestarla no le mandaré mensajes ni nada para no molestar su felicidad —mencionó Johanna con voz tranquila.

—Esa es mi amiga, pero ya es hora de irnos a dormir porque mañana tendremos un día muy pesado —dijo Min. Johanna asiente con la cabeza—. ¿No te importa que duerma contigo?

—Claro que no eres bienvenida —aceptó con gusto y es que Johanna más que nunca necesita apoyo y no estar sola.

Ambas amigas se acomodan en la cama cubriéndose con la pequeña mancha de color blanco, apagan las luces y durante un momento ambas se quedan en silencio hasta que queda completamente dormidas.

Después de un momento el móvil de Johanna se enciende apareciendo en la pantalla el menaje del señor Kim.

A la misma hora de costumbre, el coreano acaba de levantarse, mira la pantalla de su teléfono con la espera de tener la contestación de la señorita Suárez, pero no hay nada y decide hacer sus ejercicios matutinos.

Al terminar, como de costumbre, tomo un baño, se puso su traje, se arregló el cabello y salió hacia la cocina, agarro algo de comer y se fue con su hija.

Después de dejarla en la escuela, él entra a la empresa llegando a su oficina y tomando su lugar frente a su escritorio. Su asistente le ha dicho todo lo que harán este día antes de su cita, también le ha dejado todos los documentos que tiene que revisar y se fue a traerle su café de las mañanas.

Justo en eso él toma la primera carpeta cuando ve debajo de ella la nota que le ha dejado su asistente donde le recuerda la hora y el lugar donde será la reservación que le pidió hacer.

Se acuerda que la señorita Suárez le pidió la dirección y ve la excusa perfecta para mandarle mensaje y no lo vea como un completo acosador.

Y es que no entiende por qué le preocupa tanto lo que ella puede pensar de él, más sabiendo que ella es una extranjera y no entiende su comportamiento. Pero en fin deja de pensar en esas cosas y rápido le escribe el mensaje con la dirección….

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