El señor Kim por fin regresa a la realidad y ve lo que ha hecho. Se separa precipitado de ella como si hubiera cometido un crimen atroz. Tomando unos dos metros de distancia de ella. —Perdón, Johanna, no sé qué me paso —se disculpa con ella bajando la vista, sintiéndose muy avergonzado. La mexicana mira esa actitud y admite que sí fue algo muy inesperado, pero no es para que él se sienta mal. Ella se acerca a él acortando ese alejamiento y sujeta su mano. El señor Kim siente su agarre levantando la vista. —No tiene por qué disculparse no hizo nada malo —dijo Johanna intentando mantenerse tranquila. —¡Si lo hice la bese sin su consentimiento! —vociferó el señor Kim desesperado y angustiado. —Sam, sé que ustedes respetan mucho el espacio personal de las personas y que no se dan un beso en su segunda cita —declaró la castaña con un tono de voz que es y tranquilo. Él la ve totalmente serio—, no obstante recuerda que no soy coreana y de donde vengo no hay reglas que digan cuando
Durante un rato en el auto, el señor Kim ha llegado al mismo lugar donde recogió a Johanna. Deteniendo el vehículo y dejándolo en modo neutral. La mexicana se quita el cinturón al igual que él. Johanna saca de nuevo su teléfono para decirle a su amiga que está afuera y que salga. 💬 —Estoy a fuera —le escribió rápido a su amiga. 💬 —Ok —responde Min de inmediato. La mexicana está tocando la manija de la puerta para salir, su acompañante se da cuenta y rápido pone su mano sobre la de ella para detenerla. —Espere —dijo Sam. La mexicana voltea a verlo—. Me gustaría que volvamos a salir. —Claro que sí —aceptó ella muy feliz. —Le parecería bien si mañana —preguntó el señor Kim. —¡Oh! Me temo que tendrá que ser hasta pasado mañana porque ya había quedado con Min de salir mañana juntas y es que hoy era el día de salir, pero pospuso todo para que pudiera salir contigo —le cuenta Johanna. —Está bien, ¿entonces que le parece pasado mañana? —Claro que sí —aceptó gustosa
Mientras tanto, a miles de kilómetros de distancia y por la diferencia horaria en Jalisco, México, están a punto de empezar la fiesta de la señora Castillo. Valeria está superemocionada, ya que le compro un lindo collar con el dije de dos siluetas, abrazándose que cada una de ellas pose sus iniciales para representarlas. La joven adolescente usa un lindo vestido que su abuelo le compró para la ocasión, revela bastante de la espalda y si su madre se lo viera lanzaría el grito al suelo. Pero lo bueno es que ella no está aquí. Aunque después de su pelea no ha vuelto a mandarle mensajes ni nada y si ella cree que le mandará algo ni en sus sueños. Johanna solo le amarga la vida y si ella quiere quedarse en Corea o si se busca un hombre al otro lado del mundo mejor para la joven. Porque ella estará encantada de quedarse con sus abuelos que tanto la aman. —¡Valeria! —el grito del señor Castillo trae a la realidad a la joven que estaba frente al espejo. —¡Ya voy abuelito! —le contes
Al día siguiente ambas amigas se preparan para salir y es que es turno de Min de ir a festejar con su amiga. Ya que por eso fue que la trajo hasta el otro lado del mundo, además para poder sobrellevar a la intensa de su madre. Así que se pone un lindo atuendo, un short de color oscuro que le ayuda a su piel a verse más linda y un abrigo encima de un color alegre. Mientras ve cómo su amiga se pone unos pantalones de mezclilla, una camisa color vino y un tenis cómodos. Y es que le dijo que irían a un lugar donde sería mejor no llevar vestidos. Johanna está entusiasmada porque nunca en su vida se había sentido tan libre, contenta y tranquila. Sobre todo despreocupada. Ambas salen de la habitación bajando por las escaleras y saliendo por la puerta principal subiendo al vehículo. Mientras que desde la sala la señora Park las mira con desdén y con curiosidad. Y es que ella ya sospecha que pasa algo. Anoche miro como ese par entro con un montón de cosas, además de que Johanna sale
Ambas amigas van rumbo a la sorpresa que le tiene preparada la coreana. Cuando Johanna se le viene a la mente que ayer, Min fue con la amiga de su madre y no le ha preguntado cómo le fue o que paso. —Min —la llama haciendo que la coreana voltee a ver a su amiga. —Sí. —No me has contado cómo te fue ayer con la amiga de tu madre —dijo Johanna y es que también es justo que así como ella le cuenta todo, ella también lo haga. —Mejor de lo que esperaba —declaró Min. —¡Que! ¿De qué me perdí? —indago la mexicana en total asombro. —Ayer ya no te conté por qué me dijiste lo que paso con el señor Kim y la verdad eso era mucho más interesante. Pero te lo diré, ayer que llegue al lugar, me encontré con un joven bastante atractivo, pensé que se había equivocado de mesa; sin embargo, resultó que era el hijo y claro empecé hacer reverencia comportándome como se debe —hizo una pausa para tomar aire—. Aun así me dijo que no lo hiciera, que me olvidara de esas regalas y que lo llamara por
El coreano no soportó ningún minuto más y es que odia no saber de Johanna. Su interés es cada vez más fuerte y pensó en enviarle un mensaje, pero por lo que pasó entre ellos, quizá ya sea mejor escuchar su voz. —Hola —responde Johanna con voz gentil. —Hola, Johanna, qué gusto escucharte, ayer sin saber de ti fue algo bastante duro —declaró Sam con algo de miedo, pero sabe que Johanna no lo tomará a mal. —Me hubieras mandado un mensaje —dijo la mexicana con voz suave y tranquila. —Si lo quería hacer, pero no quise molestar tu día especial con la señorita Park y es que aquí en Corea es importante no molestarte durante tu espacio personal —Ya sabes que no soy coreana y no pienso en eso —agregó Johanna y es que no entiende cómo es que piensan en esas cosas. —Sí, lo sé, pero es difícil cambiar lo que por años te han dicho hacer —intenta disculparse y es que todavía no se acostumbra. —Es cuestión de tiempo. —Lo sé, ¿pero quería saber si estás libre para irnos? —indagó
Mientras tanto, la pareja conformada por la coreana y el filipino, ambos están sentados en una silla debajo de la sombra de un árbol. Mientras que a varios metros de ellas, ambas madres de ellos que los miran con detenimiento a la vez que murmuran entre ellas. —Te apuesto a que debes de estar planeando nuestra boda y nuestra vida juntos —murmuro Min bajando la vista para aparentar que no las está viendo. —Y también han de estar planeando cuantos hijos tendremos —susurra Alim en forma de burla—. Yo quiero tres y un perro —al oír esa declaración Min voltea a verlo con una expresión inexplicable que Alim logra apreciar—. Solo bromeaba, ¡ja, ja, ja! —suelta la carcajada, la coreana solo sonríe forzadamente y es que para ella hablar de ese tema no es nada fácil porque la verdad es que tiene ningún interés en tener hijos. —¿De verdad quieres tener tres hijos? —cuestionó Min con un tono muy serio. —No sé si tres hijos, pero tal vez en un futuro posiblemente uno —respondió Alim con
Han pasado un par de minutos desde que dieron de la casa, este paseo para el señor Kim se ha vuelto muy interesante y es que la tiene a pocos centímetros de ella. Puede oler su sutil fragancia que lo tiene tan loco, ver la delicada piel de su cuello que le hace estar sumamente tentado a depositar un beso en esa zona, pero debe de dejar de pensar en eso y mantener la mente tranquila. Se separa de ella, intentando dejar un poco de distanciamiento entre ellos y fija su vista hacia el frente. —¿Espero que esté disfrutando de esta salida? —habló el señor Kim para dejar de pensar en cosas que probablemente no le den buena impresión a la señorita Suárez. —Me está encantando, tiene una residencia muy bella y, por más intento ver hasta dónde termina, no logró encontrarla —contestó Johanna y es que sí le ha gustado mucho esta experiencia. —Y eso no es todo, sosténganse fuerte —le avisa y hace que el caballo empiece a correr. Debido a la falta de experiencia en montar caballo, la ext