El hombre coreano está en su oficina que está medio iluminada, el señor Kim lee los documentos que están escritos en coreano, deja la carpeta sobre la mesa mientras deja caer su espalda sobre el respaldo de la silla y frota sus ojos que se sienten bastante cansados.
Ya es bastante tarde, el reloj que está sobre la mesa de madera marca las 9:30 p.m. Tantas horas de trabajo han hecho que se olvide por completo de enviarle mensaje a la señorita Suárez. Así que busca el móvil con desesperación. Lo encuentra dejado de una pila de hojas. Está por encender la pantalla cuando un ruido fuerte y agudo proveniente de la puerta hacen que deje el teléfono por un momento. —¡Pasen! —grito fuerte y claro para que la persona que esté afuera pueda entrar. Las puertas se abren y por estas entra su joven asistente. Abrazando la tableta caminando hasta quedar lo suficientemente cercas de él haciendo una reverencia—. ¿Qué ocurre? —La reservación está lista —dijo el joven manteniendo la reverencia. —Perfecto —contestó el señor Kim con una voz muy agradable. —¿Necesita algo más, señor Kim? —indagó el joven. —Solo llévate esos documentos y mañana a primera hora los envías. Les dejé marcados en cada hoja los detalles de los nuevos modelos que me gustan y los que quiero que sean corregidos —ordenó el hombre. Su asistente se acerca a la mesa tomando las carpetas mientras se va. Al quedar solo se enfoca de nuevo en su teléfono buscando la conversación que tuvo hace unas horas con la señorita Suárez. Y le escribe un mensaje rápido. 💬 —Hola de nuevo, señorita Suárez, espero que haya tenido un buen día. Me disculpo por no haberle mandado nada y es que estuve muy ocupado con el trabajo y apenas me he desocupado —lo envía, espera unos minutos con la esperanza de que ella le pueda contestar, pero no lo hace causando que se quede un poco extraño y es que no sabe si ella ya se haya dormido o esté molesta porque no se acordó de mandarle mensaje. Se encuentra muy tentado a llamarla y escuchar su voz. Pero en eso ve que el reloj sobre el escritorio marca que solo faltan 15 minutos para las 10 y tiene que irse por sí hija. Se pone de pie, agarrando sus cosas y saliendo de la oficina. Pasa por el escritorio de su asistente que se encuentra solo y es que ya es la hora de salir. Baja por el elevador de su empresa, al estar en el primer piso mira como todos se han ido, solo se encuentra el guardia que está haciendo sus rondas antes de salir. El hombre al ver al señor Kim hace una reverencia, la cual es respondida por él. Al final se va y su chofer lo espera en la entrada. Están los dos en el auto y el hombre pone él marcha el vehículo. El chofer no ocupa de preguntar a donde quiere ir porque ya sabe mejor que nadie cuál es la rutina de su jefe. Llagan a la casa de la madre de su jefe. El señor Kim se baja entrando por la puerta principal y antes de continuar se quita los zapatos poniéndose otros. El de un par de pasos cuando su madre lo espera en la entrada de las escaleras. Al verla hace una reverencia. —Hasta que por fin llegas, te estaba esperando —hablo la señora bien vestida porque al estatus que tiene ella siempre está muy bien arreglada. —Hola mamá, buenas noches, ¿dime que es lo que pasa? —contestó Sam con voz sumisa. —Ven hablaremos en la antigua oficina de tu padre —dijo la mujer mientras camino por los pasillos de la casa. Siendo seguida por su hijo a una distancia segura. Ambos entran a la antigua habitación que usaba el difunto padre de Sam como un despacho. Al estar en su interior, el hombre mira por todos lados dándose cuenta de que sigue igual de como lo había recordado y le alegra saber de qué su madre todavía conserve este lugar, así porque a pesar de que su padre fue un hombre superestricto, con él lo quería mucho —. Siéntate —ordenó su madre. Él obedece tomando asiento en una silla mientras observa cómo su madre se acerca al escritorio de su padre encendiendo un proyector. Que ilumina la pared blanca del frente. Ella le presiona, toma el control y se sienta al lado de su hijo. Acomodamos la falda de su vestido. —¿Qué es todo esto? —preguntó Sam, muy dudoso de no ser regaño por su madre. —Ya verás —dijo la mujer—. Mira al frente —el hombre hace caso a lo que le dice su madre. Presionando el botón con su delgado dedo haciendo que en la pantalla aparezca unas letras grandes en coreado que dice: Futuras candidatas. Al leer eso, el señor Kim ya sabe lo que significa. —Ya es muy tarde mamá, es mejor que vaya por Hee para irse —intenta liberarse de eso, sabe que no será nada agradable. —Shh, calla, primero mirarás esto —expresó la mujer con un tono fuerte y serio. La mujer presiona el botón de siguiente y aparece la foto de una mujer coreana—. La primera en la lista y es la que ya te había comentado la nieta del señor Lee. Es una mujer excepcional, estudio en una de las mejores universidades de Corea, trabaja en una empresa muy estable y respetada. No tiene muchas cirugías, así que eso es bueno. Además, lo importante es que pertenece a una de las antiguas dinastías de corea y eso es bueno para mantener la sangre pura. ¿Qué opinas? —Creo que es demasiado joven para mí y todos dirían que nuestra unión sería muy extraña y que no está preparada para cuidar a mi hija —agregó el señor Kim mientras se afloja la corbata. —Tienes razón, la siguiente —dijo la mujer pasando a la siguiente fotografía. Que es la hija del señor Park—. Park Min-Dea también está en la lista, estudio en las mejores escuelas en Corea, todo un par de años de estudio en Estados Unidos, actualmente es la encargada de la empresa de su padre en México. No me gusta la idea que haya viajado, pero no me puedo quejar a estas alturas —al oír el señor Kim la palabra Mexico se olvida de todo y recuerda a la señorita Suárez haciendo que sonría—. Hijo, Sam —lo llama la mujer, pero él no le hace caso—. ¡Ji-Sam! —vociferó la mujer causando que él voltee a verla. —Lo siento mamá, estoy bastante cansado —miente y es que no quiere que si madre se dé cuenta qué estaba pensado en una mujer que ella no estaría de acuerdo. —Últimamente, estás muy distraído, pero sigamos, ¿dime que opinas de la hija del señor Park? —Es linda, pero no creo que sea muy buen el ejemplo para mi hija traer el cabello pintado —vuelve a mentir y es que no le molesta para nada el cabello, pero no quiere darle ninguna falsa esperanza a su madre. La conoce bastante bien y si dijera algo bueno de alguna, al día siguiente hablaría con los padres, incluso hasta con la mismísima mujer. Su madre lo mira con atención como si se fuera de un concurso de miradas; sin embargo, su hijo tiene razón. —Es verdad, la siguiente —vuelve a pasar a la siguiente fotografía mientras que da una pequeña introducción. Él se siente cansado y frustrado por todo esto. Sabe que será una noche bastante larga porque está seguro que su madre tiene una lista larguísima. Después de varias fotografías de mujeres, el señor Kim escucha cómo en su teléfono le ha llegado un mensaje que probablemente sea la señorita Suárez, pero se lamenta no poder contestarle porque su madre se molestará mucho. Así que solo deja salir un suspiro y continúan con lo que están haciendo. Después de miles de excusas por fin han terminado, su madre se ha dado por vencida y salió de la habitación dejándolo solo. Él sube por su hija, baja con ella en brazos estando profundamente dormida y la sube al auto. Al estar en el auto saca su móvil para contestar el mensaje. Abre la conversación y lee lo que dice. 💬 —No se preocupe, usted es un hombre con muchos asuntos, además también he andado ocupada y espero que tenga una buena noche —él sonríe y rápido teclea sobre la pantalla contestando al mensaje…Johanna mira su móvil muy seguido esperando a que el señor Kim le conteste y es que no le pudo haber contestado hace un momento porque estaba hablando con su hija. Aunque se siente muy mal por lo que le dijo y de tan solo recordar le hace enojar. Mira por la ventana recordando lo que paso. [Previamente] Después de que regresaron de shopping. Ambas cenaron con la mamá de Min, pero sin la presencia del señor Park porque él seguía en el trabajo y durante el tiempo que estuvieron cenando permanecieron en total silencio. Sin embargo, con la mirada de la señora Ara, en todo momento que pareciera que las estuviera examinando a ambas intentando averiguar que es lo que traman. No obstante, ambas amigas mantuvieron la compostura y la calma para que no descubriera lo que están haciendo. Al terminar la cena, la señora Ra mandó llamar a Min y corriendo a Johanna. Así que al salir del comedor se fue directo a la alcoba. Y así lo hizo al estar en la habitación marco el número de
El día ha llegado, Johanna ya tiene un reto despierta, se ha levantado temprano y no porque ella quisiera sino que Min, ahora trae el horario Coreano y como debe de obedecer las reglas de aquí, pues de paso se la lleva a ella también. Además, que le duele bastante la cabeza de pensar en lo que su hija le dijo y no la agrada para nada. Si fuera por ella duraría todo día, acostada en la cama. Justo en eso se escucha el sonido de mensaje en su móvil y es que desde que se levantó no había tocado su teléfono. Se acerca hasta la mesa donde lo había dejado, lo agarra con firmeza mirando la pantalla y viendo el mensaje del señor Kim. Lo abre rápido mirando que no solo es un mensaje sino dos. El primero tiene la hora de las 12:30 de la madrugada. 💬 —Me siento bien al saber que no esté molesta conmigo debido a mi trabajo. Igualmente, le deseo buenas noches —fue lo que decía el primer mensaje. El Segundo mensaje dice—. 💬 Buenos días señorita Suárez, espero que esté bien en este día ta
Pasan unos dos minutos el coreano se da cuenta de que Johanna lo mira despistadamente, pero cuando él voltea a verla y sus ojos hacen contacto visual, ella rápido baja la vista provocando que esa actitud le cause gracia y es que pareciera como una jovencita que está viendo a alguien que ha sido descubierta. Sonríe con sutileza, pero decide cubrir ese pequeño gesto que se dibuja en su rostro usando el menú para que ella no pueda ver lo que acaba de suceder. Recobra la compostura y baja el menú. —¿Ya sabe que ordenas, señoría Suárez? —preguntó el coreano recobrando la compostura. —La verdad no sé qué elegir, no conozco mucho de estos platillos, todos se ven muy ricos, pero no sé cuál sea el más adecuado —dijo Johanna y es que no miente si se ven muy ricos. No obstante, no sabe cuál seleccionar y es que no quiere algo demasiado grande. —¿Qué le parece si ordenó algo especial para los dos, bueno, si no le molesta? —indagó el señor Kim con una voz cortés. —No me molesta. —
Después de detener a la mexicana el señor Kim la mira y nota que ella continúa muy dudosa así que debe de dejarle claro que lo que dice es verdad. —Lo que le acabo de decir es cierto. No actúe como le dijeron que debería de hacerlo frente a mí, sea usted misma, quiero conocer su verdadero yo y no una falsa apariencia. No se preocupe por lo que pensaré, ya que no la voy a enjuiciar, además siéntase libre de decir y preguntar lo que quiera, quiero que esta cena sea agradable para usted y no un martirio —dijo Sam tomando la carne que hace un instante Johanna agarro y la mete al líquido caliente por unos minutos. Después la saca y la deposita en el plato de arroz de la mexicana que no ha perdido de vista ningún movimiento—. Coma —le ofrece con gentileza. Johanna toma el plato sujetando la cuchara que Min le dijo y metiendo a su boca el pequeño bocado de arroz con la carne. Que al estar dentro, la mastica con cuidado saboreando lo exquisito que es y la suavidad de la carne. —Mmm. E
—Eres un padre espectacular —dijo Johanna sin apartar su mano ni su vista de él. —¿Lo soy? —preguntó el coreano muy desconcertado. —Si lo eres, le has enseñado a tu hija a no odiar a su madre sin importar que ella no le importe y ese es un magnífico ejemplo —dijo Johanna olvidando por completo que está hablando con un coreano. El señor Kim no encuentra las palabras adecuadas para responder a lo que ella le ha dicho más por el gesto que hizo, ya que aquí no es nada común, pero le agrada, no sabe por qué, así que solo se limita a voltear su mano y entrelazar sus dedos con los de la extranjera. Volviendo a sentir esa sensación tan extraña, tan profunda, como una electricidad que recorre su extremidad subiendo por su brazo hasta llegar a su pecho donde le hace sentir cosas que no había sentido antes. Johanna siente lo mismo y retira la mano sentándose de nuevo en su silla, dejando al coreano confundido y sin saber qué decir. Mientras que ella siente como sus mejillas se han pue
Al día siguiente las cortinas son corridas haciendo que la luz invada la habitación y por ende impacte en los ojos de la castaña que está tirada sobre la cama. Ella abre poco los ojos intentando acoplarse a la luz, mira una silueta borrosa al lado de la ventana y poco a poco su visión mejora donde se cuenta que la que acaba de abrir las cortinas en su amiga Min. —Feliz cumpleaños Johanna —la felicita—, ¡levántate!—exclamo la coreana frenéticamente. —Buenos días, Min. Gracias, pero ¿a qué se debe que me estés despertando? —preguntó Johanna. —¡Levántate! —vuelve a decir. —¿Dime que pasa o no me levanto? —protesto la mexicana un tanto malhumorada debido a las pocas horas que ha dormido. —Ven, te juro que te va a encantar —Min le ruega tomándola de la mano. Johanna solo la ve mientras ella pone ojos de borrego a medio morir. Así que dejando salir un suspiro aparta la manta de sus piernas poniéndose de pie. Se coloca las pantuflas de color blanco y en cuanto logras colocá
El señor Kim está en su oficina esperando con impaciencia a que su asistente llegue para saber si el regalo que le envío a la señorita Suárez llegó. Está por ponerse de pie para ir a ver si ya ha llegado su asistente, pero en eso las puertas se abren entrando el joven bien vestido que se acerca hasta quedar frente al escritorio del señor Kim y hace una reverencia quedándose en esa posición. El coreano mayor al verlo así se pone de pie acomodando su saco de color oscuro mientras da la vuelta quedando al lado de Dong. —Buenos días, Dong. ¿El regalo fue entregado? —preguntó el señor Kim con una voz firme y fría. —Buenos días, señor Kim. Si el ramo de flores y los Mochi fueron entregados a la dirección que me dio —confirmó el joven sin dejar de hacer reverencia. —Que bueno y ¿tú viste cuidado con no poner mi nombre ni mi apellido en la nota? —continúa interrogando. —Si señor, solo se escribió lo que usted ordenó y no deje ninguna pista que pueda vincularlo a usted —declaró
Está casi por ser la hora que el señor Kim le dijo a la Johanna que pasaría por ella, la mexicana está lista y vestida con el atuendo que su amiga le sugirió. Ella se mira por el espejo dándose los últimos retoques cuando a través del espejo ve el rostro pensativo de su amiga y es que es raro verla así porque en estos momentos estaría muy emocionada por ella o incluso dándole lecciones, pero esta vez no le dice nada. Johanna deja la brocha en su lugar y camina directo hacia su amiga que está sentada sobre la cama. Se detiene al lado de ella. —¿Todo bien? —preguntó Johanna con preocupación. Min al oír la voz de su amiga voltea a verla. —No —contesta con la verdad. Johanna se sienta a un lado de ella. —¿Qué ocurre? —pregunto Johanna con preocupación. —Hace un instante le pregunté a mi madre porque estaba tan obsesionada con que me casara y lo que me dijo me dejó muy sorprendida —comentó Min con voz triste. —¿Qué te dijo? —indagó la mexicana. —Que mi familia está cas