Al cambiarse de zapatos en la entrada, las amigas salieron en la entrada principal donde Min le habla en coreano a uno de los choferes que de inmediato aceptó entrando al auto.
Ellas entran también al Kia blanco, el interior es bastante espacioso, los asientos están muy bien cómodos y la tela es suave. Johanna toma el cinturón de color oscuro, pasándolo por enfrente de su pecho e incrustarlo en su broche y lo mismo hace la coreana. El chofer presiona el botón haciendo que el motor ronronee, poniendo en marcha el carro, conduce por las calles de Seúl, haciendo sus paradas en los semáforos, hasta que se estaciona frente a un lugar donde la puerta es de cristal y a través de ellas se va los maniquíes con ropa. Escucha cómo su amiga se desabrocha el cinturón haciendo lo mismo, ambas se bajan del auto, Min se para frente a ella mientras que Johanna sigue sorprendida por el lugar y es que parece bastante caro. —Vamos, Johanna —añadió la coreana haciéndole un movimiento con la cabeza. —Min, no hay otro sitio —mencionó Johanna dudosa. —¿Por qué? Si este sitio es el indicado para encontrar ropa de tu talla y una que sea apropiada para el momento —dijo Min intentando convencer a su amiga. —No lo dudo, pero no se te hace que la ropa va a estar demasiado cara y la verdad no tengo tanto dinero como para gastar. Sabes que tengo gastos en México y los de mi mamá —le dice las razones por las cuales se está sintiendo incómoda. —Lo sé, pero yo pagaré por tu vestido. —¡Que, no Min! —se niega rotundamente aceptar eso. —Acéptalo, es una forma de agradecerte por salvarme de mi madre y sobre todo porque lo necesitarás por si quieres impresionar al señor Ki… —la coreana voltea a todos lados antes de terminar y decide no usar el apellido—, tú sabes bien a quién me refiero. Johanna solo la mira fijamente, la verdad no está muy conforme, pero conoce bastante bien a su amiga como para saber que no la dejará en paz y no teniendo más salida. —Está bien —acepta, pero no de muy buena gana. —Qué bueno, vamos o se nos hará tarde —dijo la coreana gustosa de haberse salido con la suya. Al entrar ambas amigas, Johanna se queda sorprendida por la linda tienda y lo bien arreglada que está. En eso se le viene algo a la mente y se acerca apresurada a su amiga. —¿Oye Min estas personas son de confianza? —indagó Johanna susurrando al oído de su amiga. —¿Por qué lo dices? —contestó la coreana mientras continúa caminando. —¿No crees que vayan a decir algo sobre que estoy aquí y de mi salida con ya sabes bien? —No les vamos a decir nada, solo venimos de compras y nada más —manifestó la coreana haciendo que Johanna entre en razón y medite como es que no pensó en eso antes. Sin embargo, se siente muy presionada, nerviosa por todo esto y su cerebro no procesa las cosas como debería de ser. Al llegar a la chica que está en la caja, Min les habla en coreano, amabas chicas voltean a verla y Johanna nota como la chica de la tienda la ve con cierta indiferencia. Le responde algo a Min en coreano, cosa que ella no logra entender y al final se termina yendo. —Ven —Min la llama y ambas amigas caminan por la tienda hasta llegar a una parte trasera donde están unos probadores—. Sentémonos en un momento vendrán con los vestidos. —¿Pero qué no los tendría que ver yo? —preguntó la mexicana mientras las dos se sientan en los pequeños sofás. —Te pedí los modelos que están de moda aquí y te los traerán para que te ayude a escoger el mejor —le aviso la coreana dedicándole una sonrisa. Por su parte, Johanna no respondió y solo se limitó a aceptar con la cabeza. Después de unos minutos, dos jóvenes coreanas bien vestidas llegan hasta donde están ellas. Colgando en la entrada de los probadores varios vestidos de diferentes estilos. Una de ellas se acerca a la coreana diciendo algo en su idioma, Min les dice algo y ambas se van dejándolas a solas. —¿Estaremos solas? —Si aquí respetan mucho la privacidad y el espacio personal de las personas —dijo Min—, ahora pruébate este —Min tomo vestido largo de estampado floral de gasa rosa claro, de mangas largas y cuello alto. Johanna lo toma—. Entra aquí yo te estaré esperando aquí —ordenó. —Está bien —Johanna acepta las órdenes entrando al cuarto. —Algo más, sobre la pared estará una caja donde sacarás una pequeña tela blanca transparente y te la colocarás en la cabeza —comentó antes de que la mexicana cierre la puerta. Johanna pone una expresión de extrañeza al oír eso. —¿Y eso para que es? —Es para que no vayas a manchar los vestidos por el maquillaje —le expresó la coreana de cabello rosa. La mexicana solo asiente cerrando la puerta y al estar sola en el interior se desviste. Toma la tela que su amiga me dijo colocándola en su cabeza. Sacando el vestido del gancho y colocándoselo. Se cierra el cierre y se quita la tela de la cabeza. Se mira un par de veces en el espejo y en sí es lindo el vestido, pero siente que no le favorece a su piel. Así que agarra una bocanada de aire y sale del probador. Su amiga, que está sentada en un sofá, la mira con una expresión seria. —¿Qué te parece? —preguntó Johanna. —Es lindo, pero es demasiado provocativo y además el color no favorece tu piel —dijo Min y por fin Johanna siente que su amiga la apoya en algo—. Pruébate el siguiente —le ordena. Johanna toma el siguiente vestido en la fila y vuelve a entrar en el interior. Se coloca de pie o la tela quitándose el vestido y poniéndose el otro. Que es más casual, de color sólido amarillo, medio blanco, cuello de pico, de cintura elástica y con mangas. Johanna se mira al espejo dándose cuenta de que el vestido que trae es corte en A. Se parece un poco al que uso el día de la fiesta y si la hace ver algo bien, pero decide salir para que su amiga la ayude. La coreana se le queda viendo examinando cada parte del vestido. —Me gusta el estilo, pero hay que ver otro. Johanna toma el siguiente en la fila, vuelve a repetir lo mismo, se quita el vestido y se pone el siguiente que es completamente oscuro, de un solo hombro y sin ningún adorno. La falda larga y estilizada que llega hasta su rodilla. La mexicana se queda viendo en el espejo y lo que la deja sorprendida. Es que la verdad el vestido se ve muy bien, nunca pensó que un vestido estilo coreano le quedaría tan bien. Sale de nuevo del probador y su amiga se queda mirándola sorprendida. —Me gusta este vestido —dijo Johanna mientras pasa sus manos por su cintura. —Te ves hermosa en ese vestido y aunque revela mucho los hombros dejaré que lo lleves —sonríe Min al ver a su amiga feliz—. Vístete y vámonos. —Sí, espérame ya vuelvo. —Está bien —contestó Min. Johanna se cambia de nuevo poniéndose su ropa, al salir le entregué el vestido a la encargada de la tienda mientras se va Min con ella, ambas amigas se acercan a donde pagan y le entraban una bolsa de papel blanco con el nombre de la tienda a un lado. Min se la entrega a su amiga, ellas dos salen de la tienda entrando al auto para regresar a casa. —Gracias, amiga, nunca olvidaré tu ayuda en esto y trabajaré muy duro para pagarte el vestido —dijo Johanna tomando las manos de su amiga. Min voltea a verla y coloca su mano encima. —No es nada y no tienes que pagarme nada. Cuando tengas al señor Kim solo invítame a la boda y será todo. —No creo que lleguemos a tanto —mencionó la mexicana porque llegar a casarse con él no es su meta, quizá solamente sea pasa pasar una noche y ya después se olvidará de ella. —Veremos quién tiene la razón. Se sueltan de ese agarre y se quedan en completo silencio. Johanna mira a través de la ventana y su mente solo piensa en lo que pasará mañana en la noche. Haciendo que los nervios y la ansiedad se apodere de ella…El hombre coreano está en su oficina que está medio iluminada, el señor Kim lee los documentos que están escritos en coreano, deja la carpeta sobre la mesa mientras deja caer su espalda sobre el respaldo de la silla y frota sus ojos que se sienten bastante cansados. Ya es bastante tarde, el reloj que está sobre la mesa de madera marca las 9:30 p.m. Tantas horas de trabajo han hecho que se olvide por completo de enviarle mensaje a la señorita Suárez. Así que busca el móvil con desesperación. Lo encuentra dejado de una pila de hojas. Está por encender la pantalla cuando un ruido fuerte y agudo proveniente de la puerta hacen que deje el teléfono por un momento. —¡Pasen! —grito fuerte y claro para que la persona que esté afuera pueda entrar. Las puertas se abren y por estas entra su joven asistente. Abrazando la tableta caminando hasta quedar lo suficientemente cercas de él haciendo una reverencia—. ¿Qué ocurre? —La reservación está lista —dijo el joven manteniendo la reverenc
Johanna mira su móvil muy seguido esperando a que el señor Kim le conteste y es que no le pudo haber contestado hace un momento porque estaba hablando con su hija. Aunque se siente muy mal por lo que le dijo y de tan solo recordar le hace enojar. Mira por la ventana recordando lo que paso. [Previamente] Después de que regresaron de shopping. Ambas cenaron con la mamá de Min, pero sin la presencia del señor Park porque él seguía en el trabajo y durante el tiempo que estuvieron cenando permanecieron en total silencio. Sin embargo, con la mirada de la señora Ara, en todo momento que pareciera que las estuviera examinando a ambas intentando averiguar que es lo que traman. No obstante, ambas amigas mantuvieron la compostura y la calma para que no descubriera lo que están haciendo. Al terminar la cena, la señora Ra mandó llamar a Min y corriendo a Johanna. Así que al salir del comedor se fue directo a la alcoba. Y así lo hizo al estar en la habitación marco el número de
El día ha llegado, Johanna ya tiene un reto despierta, se ha levantado temprano y no porque ella quisiera sino que Min, ahora trae el horario Coreano y como debe de obedecer las reglas de aquí, pues de paso se la lleva a ella también. Además, que le duele bastante la cabeza de pensar en lo que su hija le dijo y no la agrada para nada. Si fuera por ella duraría todo día, acostada en la cama. Justo en eso se escucha el sonido de mensaje en su móvil y es que desde que se levantó no había tocado su teléfono. Se acerca hasta la mesa donde lo había dejado, lo agarra con firmeza mirando la pantalla y viendo el mensaje del señor Kim. Lo abre rápido mirando que no solo es un mensaje sino dos. El primero tiene la hora de las 12:30 de la madrugada. 💬 —Me siento bien al saber que no esté molesta conmigo debido a mi trabajo. Igualmente, le deseo buenas noches —fue lo que decía el primer mensaje. El Segundo mensaje dice—. 💬 Buenos días señorita Suárez, espero que esté bien en este día ta
Pasan unos dos minutos el coreano se da cuenta de que Johanna lo mira despistadamente, pero cuando él voltea a verla y sus ojos hacen contacto visual, ella rápido baja la vista provocando que esa actitud le cause gracia y es que pareciera como una jovencita que está viendo a alguien que ha sido descubierta. Sonríe con sutileza, pero decide cubrir ese pequeño gesto que se dibuja en su rostro usando el menú para que ella no pueda ver lo que acaba de suceder. Recobra la compostura y baja el menú. —¿Ya sabe que ordenas, señoría Suárez? —preguntó el coreano recobrando la compostura. —La verdad no sé qué elegir, no conozco mucho de estos platillos, todos se ven muy ricos, pero no sé cuál sea el más adecuado —dijo Johanna y es que no miente si se ven muy ricos. No obstante, no sabe cuál seleccionar y es que no quiere algo demasiado grande. —¿Qué le parece si ordenó algo especial para los dos, bueno, si no le molesta? —indagó el señor Kim con una voz cortés. —No me molesta. —
Después de detener a la mexicana el señor Kim la mira y nota que ella continúa muy dudosa así que debe de dejarle claro que lo que dice es verdad. —Lo que le acabo de decir es cierto. No actúe como le dijeron que debería de hacerlo frente a mí, sea usted misma, quiero conocer su verdadero yo y no una falsa apariencia. No se preocupe por lo que pensaré, ya que no la voy a enjuiciar, además siéntase libre de decir y preguntar lo que quiera, quiero que esta cena sea agradable para usted y no un martirio —dijo Sam tomando la carne que hace un instante Johanna agarro y la mete al líquido caliente por unos minutos. Después la saca y la deposita en el plato de arroz de la mexicana que no ha perdido de vista ningún movimiento—. Coma —le ofrece con gentileza. Johanna toma el plato sujetando la cuchara que Min le dijo y metiendo a su boca el pequeño bocado de arroz con la carne. Que al estar dentro, la mastica con cuidado saboreando lo exquisito que es y la suavidad de la carne. —Mmm. E
—Eres un padre espectacular —dijo Johanna sin apartar su mano ni su vista de él. —¿Lo soy? —preguntó el coreano muy desconcertado. —Si lo eres, le has enseñado a tu hija a no odiar a su madre sin importar que ella no le importe y ese es un magnífico ejemplo —dijo Johanna olvidando por completo que está hablando con un coreano. El señor Kim no encuentra las palabras adecuadas para responder a lo que ella le ha dicho más por el gesto que hizo, ya que aquí no es nada común, pero le agrada, no sabe por qué, así que solo se limita a voltear su mano y entrelazar sus dedos con los de la extranjera. Volviendo a sentir esa sensación tan extraña, tan profunda, como una electricidad que recorre su extremidad subiendo por su brazo hasta llegar a su pecho donde le hace sentir cosas que no había sentido antes. Johanna siente lo mismo y retira la mano sentándose de nuevo en su silla, dejando al coreano confundido y sin saber qué decir. Mientras que ella siente como sus mejillas se han pue
Al día siguiente las cortinas son corridas haciendo que la luz invada la habitación y por ende impacte en los ojos de la castaña que está tirada sobre la cama. Ella abre poco los ojos intentando acoplarse a la luz, mira una silueta borrosa al lado de la ventana y poco a poco su visión mejora donde se cuenta que la que acaba de abrir las cortinas en su amiga Min. —Feliz cumpleaños Johanna —la felicita—, ¡levántate!—exclamo la coreana frenéticamente. —Buenos días, Min. Gracias, pero ¿a qué se debe que me estés despertando? —preguntó Johanna. —¡Levántate! —vuelve a decir. —¿Dime que pasa o no me levanto? —protesto la mexicana un tanto malhumorada debido a las pocas horas que ha dormido. —Ven, te juro que te va a encantar —Min le ruega tomándola de la mano. Johanna solo la ve mientras ella pone ojos de borrego a medio morir. Así que dejando salir un suspiro aparta la manta de sus piernas poniéndose de pie. Se coloca las pantuflas de color blanco y en cuanto logras colocá
El señor Kim está en su oficina esperando con impaciencia a que su asistente llegue para saber si el regalo que le envío a la señorita Suárez llegó. Está por ponerse de pie para ir a ver si ya ha llegado su asistente, pero en eso las puertas se abren entrando el joven bien vestido que se acerca hasta quedar frente al escritorio del señor Kim y hace una reverencia quedándose en esa posición. El coreano mayor al verlo así se pone de pie acomodando su saco de color oscuro mientras da la vuelta quedando al lado de Dong. —Buenos días, Dong. ¿El regalo fue entregado? —preguntó el señor Kim con una voz firme y fría. —Buenos días, señor Kim. Si el ramo de flores y los Mochi fueron entregados a la dirección que me dio —confirmó el joven sin dejar de hacer reverencia. —Que bueno y ¿tú viste cuidado con no poner mi nombre ni mi apellido en la nota? —continúa interrogando. —Si señor, solo se escribió lo que usted ordenó y no deje ninguna pista que pueda vincularlo a usted —declaró