Organización para la cita, parte 2

Al cambiarse de zapatos en la entrada, las amigas salieron en la entrada principal donde Min le habla en coreano a uno de los choferes que de inmediato aceptó entrando al auto.

Ellas entran también al Kia blanco, el interior es bastante espacioso, los asientos están muy bien cómodos y la tela es suave. Johanna toma el cinturón de color oscuro, pasándolo por enfrente de su pecho e incrustarlo en su broche y lo mismo hace la coreana.

El chofer presiona el botón haciendo que el motor ronronee, poniendo en marcha el carro, conduce por las calles de Seúl, haciendo sus paradas en los semáforos, hasta que se estaciona frente a un lugar donde la puerta es de cristal y a través de ellas se va los maniquíes con ropa.

Escucha cómo su amiga se desabrocha el cinturón haciendo lo mismo, ambas se bajan del auto, Min se para frente a ella mientras que Johanna sigue sorprendida por el lugar y es que parece bastante caro.

—Vamos, Johanna —añadió la coreana haciéndole un movimiento con la cabeza.

—Min, no hay otro sitio —mencionó Johanna dudosa.

—¿Por qué? Si este sitio es el indicado para encontrar ropa de tu talla y una que sea apropiada para el momento —dijo Min intentando convencer a su amiga.

—No lo dudo, pero no se te hace que la ropa va a estar demasiado cara y la verdad no tengo tanto dinero como para gastar. Sabes que tengo gastos en México y los de mi mamá —le dice las razones por las cuales se está sintiendo incómoda.

—Lo sé, pero yo pagaré por tu vestido.

—¡Que, no Min! —se niega rotundamente aceptar eso.

—Acéptalo, es una forma de agradecerte por salvarme de mi madre y sobre todo porque lo necesitarás por si quieres impresionar al señor Ki… —la coreana voltea a todos lados antes de terminar y decide no usar el apellido—, tú sabes bien a quién me refiero.

Johanna solo la mira fijamente, la verdad no está muy conforme, pero conoce bastante bien a su amiga como para saber que no la dejará en paz y no teniendo más salida.

—Está bien —acepta, pero no de muy buena gana.

—Qué bueno, vamos o se nos hará tarde —dijo la coreana gustosa de haberse salido con la suya.

Al entrar ambas amigas, Johanna se queda sorprendida por la linda tienda y lo bien arreglada que está. En eso se le viene algo a la mente y se acerca apresurada a su amiga.

—¿Oye Min estas personas son de confianza? —indagó Johanna susurrando al oído de su amiga.

—¿Por qué lo dices? —contestó la coreana mientras continúa caminando.

—¿No crees que vayan a decir algo sobre que estoy aquí y de mi salida con ya sabes bien?

—No les vamos a decir nada, solo venimos de compras y nada más —manifestó la coreana haciendo que Johanna entre en razón y medite como es que no pensó en eso antes.

Sin embargo, se siente muy presionada, nerviosa por todo esto y su cerebro no procesa las cosas como debería de ser. Al llegar a la chica que está en la caja, Min les habla en coreano, amabas chicas voltean a verla y Johanna nota como la chica de la tienda la ve con cierta indiferencia.

Le responde algo a Min en coreano, cosa que ella no logra entender y al final se termina yendo.

—Ven —Min la llama y ambas amigas caminan por la tienda hasta llegar a una parte trasera donde están unos probadores—. Sentémonos en un momento vendrán con los vestidos.

—¿Pero qué no los tendría que ver yo? —preguntó la mexicana mientras las dos se sientan en los pequeños sofás.

—Te pedí los modelos que están de moda aquí y te los traerán para que te ayude a escoger el mejor —le aviso la coreana dedicándole una sonrisa.

Por su parte, Johanna no respondió y solo se limitó a aceptar con la cabeza. Después de unos minutos, dos jóvenes coreanas bien vestidas llegan hasta donde están ellas. Colgando en la entrada de los probadores varios vestidos de diferentes estilos.

Una de ellas se acerca a la coreana diciendo algo en su idioma, Min les dice algo y ambas se van dejándolas a solas.

—¿Estaremos solas?

—Si aquí respetan mucho la privacidad y el espacio personal de las personas —dijo Min—, ahora pruébate este —Min tomo vestido largo de estampado floral de gasa rosa claro, de mangas largas y cuello alto. Johanna lo toma—. Entra aquí yo te estaré esperando aquí —ordenó.

—Está bien —Johanna acepta las órdenes entrando al cuarto.

—Algo más, sobre la pared estará una caja donde sacarás una pequeña tela blanca transparente y te la colocarás en la cabeza —comentó antes de que la mexicana cierre la puerta. Johanna pone una expresión de extrañeza al oír eso.

—¿Y eso para que es?

—Es para que no vayas a manchar los vestidos por el maquillaje —le expresó la coreana de cabello rosa.

La mexicana solo asiente cerrando la puerta y al estar sola en el interior se desviste. Toma la tela que su amiga me dijo colocándola en su cabeza. Sacando el vestido del gancho y colocándoselo. Se cierra el cierre y se quita la tela de la cabeza. Se mira un par de veces en el espejo y en sí es lindo el vestido, pero siente que no le favorece a su piel.

Así que agarra una bocanada de aire y sale del probador. Su amiga, que está sentada en un sofá, la mira con una expresión seria.

—¿Qué te parece? —preguntó Johanna.

—Es lindo, pero es demasiado provocativo y además el color no favorece tu piel —dijo Min y por fin Johanna siente que su amiga la apoya en algo—. Pruébate el siguiente —le ordena. Johanna toma el siguiente vestido en la fila y vuelve a entrar en el interior. Se coloca de pie o la tela quitándose el vestido y poniéndose el otro.

Que es más casual, de color sólido amarillo, medio blanco, cuello de pico, de cintura elástica y con mangas. Johanna se mira al espejo dándose cuenta de que el vestido que trae es corte en A.

Se parece un poco al que uso el día de la fiesta y si la hace ver algo bien, pero decide salir para que su amiga la ayude. La coreana se le queda viendo examinando cada parte del vestido.

—Me gusta el estilo, pero hay que ver otro.

Johanna toma el siguiente en la fila, vuelve a repetir lo mismo, se quita el vestido y se pone el siguiente que es completamente oscuro, de un solo hombro y sin ningún adorno. La falda larga y estilizada que llega hasta su rodilla.

La mexicana se queda viendo en el espejo y lo que la deja sorprendida. Es que la verdad el vestido se ve muy bien, nunca pensó que un vestido estilo coreano le quedaría tan bien. Sale de nuevo del probador y su amiga se queda mirándola sorprendida.

—Me gusta este vestido —dijo Johanna mientras pasa sus manos por su cintura.

—Te ves hermosa en ese vestido y aunque revela mucho los hombros dejaré que lo lleves —sonríe Min al ver a su amiga feliz—. Vístete y vámonos.

—Sí, espérame ya vuelvo.

—Está bien —contestó Min.

Johanna se cambia de nuevo poniéndose su ropa, al salir le entregué el vestido a la encargada de la tienda mientras se va Min con ella, ambas amigas se acercan a donde pagan y le entraban una bolsa de papel blanco con el nombre de la tienda a un lado.

Min se la entrega a su amiga, ellas dos salen de la tienda entrando al auto para regresar a casa.

—Gracias, amiga, nunca olvidaré tu ayuda en esto y trabajaré muy duro para pagarte el vestido —dijo Johanna tomando las manos de su amiga. Min voltea a verla y coloca su mano encima.

—No es nada y no tienes que pagarme nada. Cuando tengas al señor Kim solo invítame a la boda y será todo.

—No creo que lleguemos a tanto —mencionó la mexicana porque llegar a casarse con él no es su meta, quizá solamente sea pasa pasar una noche y ya después se olvidará de ella.

—Veremos quién tiene la razón.

Se sueltan de ese agarre y se quedan en completo silencio. Johanna mira a través de la ventana y su mente solo piensa en lo que pasará mañana en la noche. Haciendo que los nervios y la ansiedad se apodere de ella…

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