Detalle

Al día siguiente las cortinas son corridas haciendo que la luz invada la habitación y por ende impacte en los ojos de la castaña que está tirada sobre la cama. Ella abre poco los ojos intentando acoplarse a la luz, mira una silueta borrosa al lado de la ventana y poco a poco su visión mejora donde se cuenta que la que acaba de abrir las cortinas en su amiga Min.

—Feliz cumpleaños Johanna —la felicita—, ¡levántate!—exclamo la coreana frenéticamente.

—Buenos días, Min. Gracias, pero ¿a qué se debe que me estés despertando? —preguntó Johanna.

—¡Levántate! —vuelve a decir.

—¿Dime que pasa o no me levanto? —protesto la mexicana un tanto malhumorada debido a las pocas horas que ha dormido.

—Ven, te juro que te va a encantar —Min le ruega tomándola de la mano. Johanna solo la ve mientras ella pone ojos de borrego a medio morir. Así que dejando salir un suspiro aparta la manta de sus piernas poniéndose de pie.

Se coloca las pantuflas de color blanco y en cuanto logras colocárselas la coreana la jala saliendo de la habitación. Caminando a un paso apresurado y es que Min sabe que ser rápida antes de que su mamá se levante.

Bajan las escaleras ahora a un paso más lento, al llegar ambas al primer piso Johanna mira en la mesa de centro un gigantesco arreglo floral de hermosas rosas rojas enrolladas en un papel de color crema y detalles dorados.

—¿De quién es? —indagó Johanna confundida.

—Como que de quién, tuyas de quién más, de seguro el señor Kim te las envío —contestó Min, alegre y jala a su amiga que se ha quedado petrificada. Quedan ambas amigas a centímetros de enorme arreglo.

—No lo creo —dudo Johanna. Ella mira una nota a un lado, lo toma y abre el pequeño sobre.

—¿Qué dice? —curiosea Min.

—Le deseo que tenga un feliz día —leyó Johanna en voz alta.

—Que lindo detalle del señor Kim —exclamó Min tomando sus manos y llevándolas hasta su mejilla, dejando salir un suspiro.

—No creo que sean del señor Kim, no dice nada ni su nombre o apellido —añadió Johanna porque no quiere hacerse falsas ilusiones.

—Claro que es él. Además, hay algo más —agregó la coreana volteando ambas amigas a la mesa de al lado, donde hay una pequeña caja de color rosa pastel y con un moño del mismo tono encima de ella.

Johanna se acerca desatando ese moño y abriendo la caja. Dejando ver el contenido que son unos mini mochis de varios colores, rosas, verdes, amarillos y blancos. Ella sonríe al ver ese postre porque sabe que esto confirma que efectivamente el que lo envío es el señor Kim y es que recuerda lo que paso anoche.

—Mmm, que rico Mochis —Min se lanza agarrando un par decidido a comérselo.

—Park Min-Dea, ni se te ocurra comerte eso —exclamó una voz femenina detrás de ellas. Ambas voltean directo hacia las escaleras donde ven a la señora Park bajando las escaleras con una expresión seria en el rostro. La mujer se aproxima a ellas, mientras que Min deja los postres en la caja antes de que su madre la golpee. La señora Park al ver las flores olvida por completo a lo que iba—. ¿De quién son?

Min no sabe que responder y es que tan solo tener la presencia de su madre la hace que se quede con la mente en blanco. La extranjera se da cuenta del cambio de actitud de su amiga y responde.

—No lo sabemos, solo llego esta carta —extiende Johanna ambas manos con la nota. La señora Park la agarra—, pero no dice para quién es ni quién lo manda. Le digo a Min que probablemente ha sido para ella.

La señora Ara lee la nota y corrobora lo que la mexicana dice. Pero debido a que ayer se llevó a su hija con su amiga, tal vez sea un detalle de su hijo haciendo que ella se alegre.

—Min tendrás que hablarle al hijo de mi amiga y agradecerle por el detalle —añadió la mujer feliz porque al fin hay alguien interesado en su hija.

—Mamá, no creo que él me lo haya enviado —protesto la coreana y es que ella sabe que pasará una vergüenza si hace lo que su madre le pide.

—Calla —la regaña—. Yo me encargaré de averiguar si él te la envió —dijo la mujer dando unos pasos hacia la puerta más cercana—. Una cosa más. Llévense esos postres, no los quiero ver o los arrojaré a la basura. Te los puedes comer Johanna si te gustan, pero no dejes que Min se los coma, ella está muy gorda y está a dieta —al terminar de hablar se va.

—¿Gorda, de donde? —Johanna voltea a ver a su amiga—. Estás casi a punto de que el aire te lleve —dijo levantando la mano de su amiga.

—Ya ni me lo digas, fue un tonto comentario que hizo la amiga de mi madre al verme dijo: como que tu hija come mucho no lo crees. A mi hijo solo le gustan las mujeres delgadas —mencionó min con un tono de voz de mujer alzada.

—Qué mujer tan más loca —declaró Johanna haciendo un gesto de desaprobación.

—Sí, y esta tarde tendré que verla de nuevo. Que horror —hace una pausa—, pero ya dejemos de hablar de mí, mejor dime cómo te fue con, ya sabes quién —murmuró para que su madre no las vaya a escuchar.

—Vayamos a un lugar más seguro —contestó susurrando, caminando directo hacia las escaleras. Min la sigue, pero recuerda los postres.

—Espera —Johanna se detiene volteando a ver a su amiga que regresa con la caja.

—En serio.

—No voy a dejar que los tiren, además si con esto puedo hacer que ese hombre no se fije en mí, entonces a comer —dijo y subió rápido por las escaleras, siendo seguida por la mexicana. Las amigas llegan hasta la habitación de Johanna, donde al estar en su interior, ella cierra la puerta con seguro para prevenir que oídos curiosos puedan escuchar su conversación. La coreana se sienta en la cama agarrando un mochi de color rosa y dándole una mordida—. Ahora sí, cuéntame cómo te fue anoche —comentó con la boca llena de comida.

—Ay, Min —deja salir un suspiro mientras se sienta al lado de su amiga—, al principio creí que era un desastre, pero después fue todo tan bien.

—¿Por qué?

—Porque al llenar su cuenco lo llene de más y se derramó en la mesa —le cuenta cómo pasó.

—¡Que! —dijo Min con asombro.

—Y no es todo, él pidió comida como me había dicho de cocinar la carne y fue donde ya no pude. Y es que si le intente, pero unas gotas de agua caliente cayeron en mi piel recordando pésimos recuerdos con Vicent y donde ya no pude más y está a punto de venirme cuando él me detuvo —hace una pausa—. Me dijo que no me fuera y en ese instante le dije toda la verdad. Que no sabía cómo hacer las cosas y él fue tan amable. Me dijo que no me procurara por nada y que actuara normal y no falsamente. Él cocinó la comida, incluso me sirvió en mi plato —Johanna mira a su amiga que se quedó con una expresión de asombro y con la boca abierta. Así que la mexicana aprovecha, agarra un mochi y se lo mete a la boca.

—Gracias lo necesitaba —manifestó Min mientras mastica el postre—. ¡No puedo creer que el señor Kim hiciera eso!

—Lo hizo y los regalos son para mí. Anoche que salimos, él me dio un mochi y me dije que ahora esa mi postre favorito —le platica y a la vez confirma lo que Min sospechaba.

—Lo sabía.

—Aunque lo que me desconcertó es que al llegar a la cita él no me ayudó a sentarme —añadió Johanna porque a pesar de que no quiso pensar mucho en eso, es bueno decirle a su amiga.

—Pues ni lo esperes, aquí eso no es un gesto romántico y ni te abrirá la puerta del carro o de un lugar a menos que seas mayor —respondió Min.

—Bueno, me tengo que acostumbrar a eso. Pero también hoy tengo otra cita con él —declaró con una sonrisa en el rostro.

—Qué bueno —la felicita Min.

—Pero me dijo que llevara calzado más cómodo, ¿a dónde crees que me vaya a llevar? —curiosea Johanna para saber qué ropa usar.

—No lo sé probablemente a caminar, no espera, no creo, ya que tal vez no vaya a querer que los vean juntos —agregó Min y con esas palabras hacer que Johanna se acuerde de algo.

—Ahora que tocas el tema, también le dije que ya sabía que su madre era muy tradicional y me dijo: que aun sabiendo eso me atreví a salir con él.

—Hay Johanna, si eres aventada —expresó con mucha emoción.

—Además, le pregunté cuáles eran sus intenciones conmigo. Y me dijo: que pensó que sus intenciones eran más que obvias y que quería conocerme y me diera la oportunidad de conocerlo.

—¡Lo sabía, él quiere algo más que una noche candente! —se pone de pie Min y empieza a brincar en la cama como si fuera una niña pequeña mientras Johanna la ve y come un mochi. Y es que está feliz y emocionada por esta tarde…

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