Detalle parte 2

El señor Kim está en su oficina esperando con impaciencia a que su asistente llegue para saber si el regalo que le envío a la señorita Suárez llegó. Está por ponerse de pie para ir a ver si ya ha llegado su asistente, pero en eso las puertas se abren entrando el joven bien vestido que se acerca hasta quedar frente al escritorio del señor Kim y hace una reverencia quedándose en esa posición.

El coreano mayor al verlo así se pone de pie acomodando su saco de color oscuro mientras da la vuelta quedando al lado de Dong.

—Buenos días, Dong. ¿El regalo fue entregado? —preguntó el señor Kim con una voz firme y fría.

—Buenos días, señor Kim. Si el ramo de flores y los Mochi fueron entregados a la dirección que me dio —confirmó el joven sin dejar de hacer reverencia.

—Que bueno y ¿tú viste cuidado con no poner mi nombre ni mi apellido en la nota? —continúa interrogando.

—Si señor, solo se escribió lo que usted ordenó y no deje ninguna pista que pueda vincularlo a usted —declaró el asistente.

—Perfecto. Pero te tengo una nueva tarea —dijo el señor Kim alejándose un poco de él.

—Diga y lo haré —expreso Dong muy servicial.

—Necesito que me reserves en su totalidad el Jardín botánico para las seis de la tarde y hasta las 12 de la mañana, no importa el precio —dijo Sam—, también quiero que prepares esto —le entrega una hoja con indicaciones específicas, la cual toma el joven con ambas manos.

—Si señor —acepta gustoso.

—Gracias puedes irte —le agradece y el joven se va dejando al señor Kim solo de nuevo. El coreano toma su móvil mirando que ya son las 9 de la mañana así que ya es momento de mandarle un mensaje a la señorita Suárez. Rápido escribe algo y al terminar lo envía. Después busca el número de teléfono de su chofer y hace clic para llamar. Coloca su teléfono en su oído oyendo el sonido de llamada entrante.

—Hola señor Kim —contestó el hombre.

—Hola señor Cha, solo quería decirle que pase por mi hija a la misma hora de siempre y llévela con mi tía. Si mi madre pregunta algo dígale que me quedaré a trabajar tarde —le explico al chofer.

—Si señor —acota el hombre las órdenes.

—Gracias —termina la llamada.

Entre tanto las amigas que se han vestido y ya han desayuno se encuentra en la alcoba de Johanna. Han sacado toda la ropa que Johanna ha traído de México viendo cuál es la ropa más indicada para usar.

—¿Qué opinas sobre esto? —Min le muestra unos jeans.

—No lo sé, siento que no es algo muy elegante para la situación —contento, Johanna inconforme porque siente que para su cita debe de ir más presentable.

—¿Entonces que te parece esto? —le enseña un vestido unicolor que es demasiada corta la falda.

—¿No crees que la falda es muy corta?

—No, aquí puedes usar la falda corta y no te juzgarán. ¿Además, no quieres provocar al señor Kim? —propone Min dándome un codazo a su amiga.

—No quiero dar esa mala impresión con él y que vaya a pensar que soy un tanto atrevida —protesto Johanna, tomando el vestido que Min sugirió y poniéndolo sobrepuesto sobre su pecho, mirando en el espejo como se miraría.

—Pues eso lo dejaste claro ayer con tus preguntas tan directas —le recuerda Min—. Así que no digas tonterías y te pones esto.

—¿Y qué zapatos me recomiendas, experta? —dijo Johanna con ironía.

—Espera aquí —Min sale de la habitación mientras la mexicana escucha que le ha llegado una notificación a su teléfono. Se acerca a la mesa tomándolo con su mano derecha mirando el hombre del señor Kim. Rápido, Johanna abre el menaje y sonríe al leer lo que dice:

💬 —Buenos días, Johanna, espero que los presentes le hayan gustado y feliz cumpleaños —decía el mensaje. Contesta rápidamente.

💬 —Buenos días, Sam, si muchas gracias estás preciosa y muy ricos los mochi. Y gracias por las felicitaciones. ¿Ya desayuno? —envío el mensaje.

—Espero que el que te haya enviado mensaje sea el señor Kim y no Valeria —añadió Min entrando de nuevo a la habitación. Johanna deja el móvil de nuevo sobre la mesa y levanta la vista mirando a su amiga que acaba de entrar con unos tenis blancos.

—No era Valeria, era Sam —contestó la mexicana.

—¿Sam? Ya te he dicho que no puede llamarlo por su nombre —la regaña mientras se cruza de brazos.

—Él me dijo que lo llamara por su nombre —se defiende Johanna.

—El señor Kim cada vez me sorprende más, entonces ya no digo nada más —se calmó Min y se acercó a su amiga—. Ten esto le quedará bien al vestido.

—Gracias y siento que el Sam es un hombre diferente —le agradece Johanna tomando los zapatos y dejándolo al lado del vestido.

—Si lo es y, ¿Valeria no te ha enviado nada? —curiosea la coreana.

—No, me duele ver que no le importo, pero haré lo que me dijiste y no la molestaré si se quiere quedar con esos ancianos entonces está bien. Veremos, si esos viejos la aguantan por dos meses, yo estoy segura, que no tardara en mostrar su verdadero rostro —responde la mexicana sin tanto dolor.

—¡Gracias Dios o quien sea quien me escuche! —vociferó la coreana.

—¡Park Min-Dea, ven! —grito la madre de Min haciendo que ambas amigas se miren sorprendidas. La coreana se persina y sale de la habitación. Dejando a su amiga sola. Min baja las escaleras llegando a la sala donde se encuentra su madre, entra con mucho cuidado observado que está colocando el arreglo floral sobre una mesa. La mujer bien vestida se ha dado cuenta de la presencia de su hija—. Hable con mi amiga y me dijo que su hijo no te envío nada. ¿Así que dime quién te envío el arreglo? —volteo la mujer para ver a su hija.

—No lo sé mamá, quizá sea un admirador desconocido —contestó Min ocultando la verdad de su madre.

—Puede ser, pero no me detendré hasta saber quién te envío estas flores y averiguar si tiene un buen estado económico, tanto como académico y de donde proviene si familia —expresó la mujer—, pero si me entero de que sabes de quién son las flores y no me dijiste tendrás una buena reprenda.

—Está bien mamá, ¿puedo retirarme? —preguntó la coreana con una voz sumisa.

—No, siéntate —la coreana obedece—, ayer que estuvimos con mi amiga, no te comportaste como deberías de hacerlo o por lo menor como debería de ser una mujer lista para el matrimonio. Creo que pasar tiempo en el extranjero ya te afecto, pero toso es culpa de tu padre por dejarte ir.

—Mamá, ¿dime por qué quieres casarme a toda costa? —indagó Min un tanto temerosa.

—Todavía lo preguntas, pero te lo diré para que sepas la realidad. La empresa de tu padre está casi en bancarrota y necesitamos urgentemente dinero para sacarla del agujero o si no en menos de un año estaremos en la calle —reveló la mujer sin dejar su semblante frío.

—Eso no es posible porque la empresa que está en México está perfectamente bien —añadió Min sin creer en las palabras de su madre.

—La pequeña empresa que manejas es la única que está bien, pero las de aquí de Corea no todas están casi en el borde del abismo debido a una mala inversión de tu padre —siguió contando la mujer.

—Pero no es necesario que me case, con el dinero que saque de la empresa podríamos hacer algo al respecto —protesto Min porque ella no quiere casarse y menos por dinero.

—Hija, sé realista esa empresa ni en diez años podría hacer que las salgamos de la casi quiebra —dijo Ara—, así que no estés haciendo esto más difícil y acepta casarte de una vez. No lo hagas por amor, hazlo por el bienestar de la familia —Min no dice nada y es que no quiere hacerlo—. No lo pienses demasiado porque solo tenemos un año antes de que toda esta facha caiga.

La señora Park se va dejando a su hija, la coreana se deja caer sobre el sofá pensado en todo lo que le ha dicho su madre y no quiere casarse, pero debido a la situación debe de meditar bien que es lo que hará.

Así que esta tarde que irá con la amiga de su madre intentará ver que tal está ese hombre y saber si por lo menos hay una oportunidad de llevarse bien. Aunque también intentará hablar con su padre y averiguar que tan grave es el asunto. Porque la verdad no le cree de todo a su madre…

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