El señor Kim está en su oficina esperando con impaciencia a que su asistente llegue para saber si el regalo que le envío a la señorita Suárez llegó. Está por ponerse de pie para ir a ver si ya ha llegado su asistente, pero en eso las puertas se abren entrando el joven bien vestido que se acerca hasta quedar frente al escritorio del señor Kim y hace una reverencia quedándose en esa posición.
El coreano mayor al verlo así se pone de pie acomodando su saco de color oscuro mientras da la vuelta quedando al lado de Dong. —Buenos días, Dong. ¿El regalo fue entregado? —preguntó el señor Kim con una voz firme y fría. —Buenos días, señor Kim. Si el ramo de flores y los Mochi fueron entregados a la dirección que me dio —confirmó el joven sin dejar de hacer reverencia. —Que bueno y ¿tú viste cuidado con no poner mi nombre ni mi apellido en la nota? —continúa interrogando. —Si señor, solo se escribió lo que usted ordenó y no deje ninguna pista que pueda vincularlo a usted —declaró el asistente. —Perfecto. Pero te tengo una nueva tarea —dijo el señor Kim alejándose un poco de él. —Diga y lo haré —expreso Dong muy servicial. —Necesito que me reserves en su totalidad el Jardín botánico para las seis de la tarde y hasta las 12 de la mañana, no importa el precio —dijo Sam—, también quiero que prepares esto —le entrega una hoja con indicaciones específicas, la cual toma el joven con ambas manos. —Si señor —acepta gustoso. —Gracias puedes irte —le agradece y el joven se va dejando al señor Kim solo de nuevo. El coreano toma su móvil mirando que ya son las 9 de la mañana así que ya es momento de mandarle un mensaje a la señorita Suárez. Rápido escribe algo y al terminar lo envía. Después busca el número de teléfono de su chofer y hace clic para llamar. Coloca su teléfono en su oído oyendo el sonido de llamada entrante. —Hola señor Kim —contestó el hombre. —Hola señor Cha, solo quería decirle que pase por mi hija a la misma hora de siempre y llévela con mi tía. Si mi madre pregunta algo dígale que me quedaré a trabajar tarde —le explico al chofer. —Si señor —acota el hombre las órdenes. —Gracias —termina la llamada. Entre tanto las amigas que se han vestido y ya han desayuno se encuentra en la alcoba de Johanna. Han sacado toda la ropa que Johanna ha traído de México viendo cuál es la ropa más indicada para usar. —¿Qué opinas sobre esto? —Min le muestra unos jeans. —No lo sé, siento que no es algo muy elegante para la situación —contento, Johanna inconforme porque siente que para su cita debe de ir más presentable. —¿Entonces que te parece esto? —le enseña un vestido unicolor que es demasiada corta la falda. —¿No crees que la falda es muy corta? —No, aquí puedes usar la falda corta y no te juzgarán. ¿Además, no quieres provocar al señor Kim? —propone Min dándome un codazo a su amiga. —No quiero dar esa mala impresión con él y que vaya a pensar que soy un tanto atrevida —protesto Johanna, tomando el vestido que Min sugirió y poniéndolo sobrepuesto sobre su pecho, mirando en el espejo como se miraría. —Pues eso lo dejaste claro ayer con tus preguntas tan directas —le recuerda Min—. Así que no digas tonterías y te pones esto. —¿Y qué zapatos me recomiendas, experta? —dijo Johanna con ironía. —Espera aquí —Min sale de la habitación mientras la mexicana escucha que le ha llegado una notificación a su teléfono. Se acerca a la mesa tomándolo con su mano derecha mirando el hombre del señor Kim. Rápido, Johanna abre el menaje y sonríe al leer lo que dice: 💬 —Buenos días, Johanna, espero que los presentes le hayan gustado y feliz cumpleaños —decía el mensaje. Contesta rápidamente. 💬 —Buenos días, Sam, si muchas gracias estás preciosa y muy ricos los mochi. Y gracias por las felicitaciones. ¿Ya desayuno? —envío el mensaje. —Espero que el que te haya enviado mensaje sea el señor Kim y no Valeria —añadió Min entrando de nuevo a la habitación. Johanna deja el móvil de nuevo sobre la mesa y levanta la vista mirando a su amiga que acaba de entrar con unos tenis blancos. —No era Valeria, era Sam —contestó la mexicana. —¿Sam? Ya te he dicho que no puede llamarlo por su nombre —la regaña mientras se cruza de brazos. —Él me dijo que lo llamara por su nombre —se defiende Johanna. —El señor Kim cada vez me sorprende más, entonces ya no digo nada más —se calmó Min y se acercó a su amiga—. Ten esto le quedará bien al vestido. —Gracias y siento que el Sam es un hombre diferente —le agradece Johanna tomando los zapatos y dejándolo al lado del vestido. —Si lo es y, ¿Valeria no te ha enviado nada? —curiosea la coreana. —No, me duele ver que no le importo, pero haré lo que me dijiste y no la molestaré si se quiere quedar con esos ancianos entonces está bien. Veremos, si esos viejos la aguantan por dos meses, yo estoy segura, que no tardara en mostrar su verdadero rostro —responde la mexicana sin tanto dolor. —¡Gracias Dios o quien sea quien me escuche! —vociferó la coreana. —¡Park Min-Dea, ven! —grito la madre de Min haciendo que ambas amigas se miren sorprendidas. La coreana se persina y sale de la habitación. Dejando a su amiga sola. Min baja las escaleras llegando a la sala donde se encuentra su madre, entra con mucho cuidado observado que está colocando el arreglo floral sobre una mesa. La mujer bien vestida se ha dado cuenta de la presencia de su hija—. Hable con mi amiga y me dijo que su hijo no te envío nada. ¿Así que dime quién te envío el arreglo? —volteo la mujer para ver a su hija. —No lo sé mamá, quizá sea un admirador desconocido —contestó Min ocultando la verdad de su madre. —Puede ser, pero no me detendré hasta saber quién te envío estas flores y averiguar si tiene un buen estado económico, tanto como académico y de donde proviene si familia —expresó la mujer—, pero si me entero de que sabes de quién son las flores y no me dijiste tendrás una buena reprenda. —Está bien mamá, ¿puedo retirarme? —preguntó la coreana con una voz sumisa. —No, siéntate —la coreana obedece—, ayer que estuvimos con mi amiga, no te comportaste como deberías de hacerlo o por lo menor como debería de ser una mujer lista para el matrimonio. Creo que pasar tiempo en el extranjero ya te afecto, pero toso es culpa de tu padre por dejarte ir. —Mamá, ¿dime por qué quieres casarme a toda costa? —indagó Min un tanto temerosa. —Todavía lo preguntas, pero te lo diré para que sepas la realidad. La empresa de tu padre está casi en bancarrota y necesitamos urgentemente dinero para sacarla del agujero o si no en menos de un año estaremos en la calle —reveló la mujer sin dejar su semblante frío. —Eso no es posible porque la empresa que está en México está perfectamente bien —añadió Min sin creer en las palabras de su madre. —La pequeña empresa que manejas es la única que está bien, pero las de aquí de Corea no todas están casi en el borde del abismo debido a una mala inversión de tu padre —siguió contando la mujer. —Pero no es necesario que me case, con el dinero que saque de la empresa podríamos hacer algo al respecto —protesto Min porque ella no quiere casarse y menos por dinero. —Hija, sé realista esa empresa ni en diez años podría hacer que las salgamos de la casi quiebra —dijo Ara—, así que no estés haciendo esto más difícil y acepta casarte de una vez. No lo hagas por amor, hazlo por el bienestar de la familia —Min no dice nada y es que no quiere hacerlo—. No lo pienses demasiado porque solo tenemos un año antes de que toda esta facha caiga. La señora Park se va dejando a su hija, la coreana se deja caer sobre el sofá pensado en todo lo que le ha dicho su madre y no quiere casarse, pero debido a la situación debe de meditar bien que es lo que hará. Así que esta tarde que irá con la amiga de su madre intentará ver que tal está ese hombre y saber si por lo menos hay una oportunidad de llevarse bien. Aunque también intentará hablar con su padre y averiguar que tan grave es el asunto. Porque la verdad no le cree de todo a su madre…Está casi por ser la hora que el señor Kim le dijo a la Johanna que pasaría por ella, la mexicana está lista y vestida con el atuendo que su amiga le sugirió. Ella se mira por el espejo dándose los últimos retoques cuando a través del espejo ve el rostro pensativo de su amiga y es que es raro verla así porque en estos momentos estaría muy emocionada por ella o incluso dándole lecciones, pero esta vez no le dice nada. Johanna deja la brocha en su lugar y camina directo hacia su amiga que está sentada sobre la cama. Se detiene al lado de ella. —¿Todo bien? —preguntó Johanna con preocupación. Min al oír la voz de su amiga voltea a verla. —No —contesta con la verdad. Johanna se sienta a un lado de ella. —¿Qué ocurre? —pregunto Johanna con preocupación. —Hace un instante le pregunté a mi madre porque estaba tan obsesionada con que me casara y lo que me dijo me dejó muy sorprendida —comentó Min con voz triste. —¿Qué te dijo? —indagó la mexicana. —Que mi familia está cas
—Señorita Johanna Suárez, es usted encontrada culpable del homicidio del productor Vicent castillo —exclamó el señor juez—. Pero debido a que usted es menor de edad, será trasladada al correccional femenil de mujeres hasta cumplir la mayoría de edad. —Terminó el señor juez golpeando el escritorio con el martillo de madera. —¡No! —un grito invade toda la sala y ese provenía de la madre de Vicent Castillo, que se sentía indignada por la sentencia que le habían dado a la mujer que asesino a su hijo—. ¡Esa mujer debería de ser condenada a la pena de muerte! —dijo la mujer de cabello castaño cubierto con algunas canas. —¡Silencio en la sala! —dijo el juez con voz ronca—. Doy por finalizado este juicio —al terminar de hablar la gente se pone de pie. Dos policías toman del brazo a la joven de quince años de cabello castaño, piel de color medio y de complexión delgada. Que tiene esposas en las muñecas y en los tobillos. Los hombres se llevan a la joven. —¡Te juro que nunca te deja
> —¡Ah! —gritó exaltada porque siempre sueña con los maltratos de ese monstruo. Intenta controlar su respiración tan agitada, haciendo sus ejercicios de relajación. Cuando logra controlar sus emociones y su acelerado corazón se pone a pensar en cómo han pasado ya 15 años desde la muerte de ese canalla y todavía la sigue atormentado esos terribles sucesos que sigue sintiéndose como si fuera ayer Estira los brazos mirando las varias cicatrices poco visibles que compruebas esos momentos de abuso. ¡Toc! ¡Toc! Se escucha cómo alguien toca la puerta haciendo que se gire dejando de mirar sus brazos. —S
Al llegar del trabajo, como le había ordenado a su sirvienta estaba cenando sola, no le gustaba mucho esa sensación tan extraña, tan lúgubre, nunca le ha agradado estar sola y es que cada vez que está así siempre los terribles momentos del pasado se manifiestan. Y hoy no es la excepción, su mente viaja a cuando ella siendo una niña aceptó irse a vivir con Vicent estaba alegre porque desde que estaba con él su carrera había mejorado era la chica del momento. Pero cuando estuvo en esa jaula todo cambio, ella como buena chica le preparaba su comida; sin embargo, él siempre le decía que sabía mal o estaba fría, causando que en ocasiones cuando estaba muy caliente se la arrojara intentando quemarla. Ella nunca entendía por qué la trataba así. Incluso después le prohibía ponerse ropa muy reveladora o muy ajustada porque siempre le gritaba que se la ponía para que todos la vieran. El día que ella se defendió recibió su primera cachetada. Ella agita la cabeza intentando olvidar eso
Johanna no está muy contenta de dejar a su hija, pero su amiga tiene razón durante los dos meses de vacaciones su hija se la pasará con sus abuelos y es que en esa escuela de paga tiene la forma de estudio que una estadounidense y les dan todo ese tiempo. Así que no tendrá nada que hacer más que estar encerrada en su casa. Además, a Valeria no le importa si se va así que precisamente por eso aceptó ir. Preparo sus maletas y ahora están subiendo al vuelo en primera clase. Johanna toma su asiento y su amiga se sienta frente a ella. —No estés triste, Valeria sabe cuidarse bien —añadió su amiga mirándola. —Claro que estoy preocupada, esa familia solo buscan quitarme a mi hija —mencionó la mujer de color de piel medio. —Pero no pueden hacer nada porque el juez ordenó que tú tienes todo para cuidarla y que solamente pasarían los fines de semana con ellos y unas vacaciones sí y una no —dijo—, pero lo que sigo sin entender es como el juez aceptó eso si son unas pésimas personas.
El chico misterioso al ver que la mujer a la que acaba de salvar se ha distraído aprovecha para salir huyendo del lugar y es que no sabe por qué la salvo y más a una total desconocida. Bueno, pero no dejaría que la atropellaran, en fin es mejor dejar las cosas así. Continúa con su trayecto hasta llegar al estacionamiento privado donde había dejado su motocicleta. Al entrar al lugar la ve a la distancia, se acerca hasta ella y aunque debido a la tela que cubre la mitad de su rostro, no se ve la sonrisa que ha puesto. Pero le alegra ver a su moto y es que a él le encanta sentir la adrenalina. Siendo acompañada del aire que toca su piel. Se coloca su mochila en su espalda, subiendo ahorcajadas sobre ella, poniéndose el casco y enciende el motor escuchándose un ronronear. Saliendo del estacionamiento a una velocidad considerable. Al entrar a las calles de vez en cuando le acelera para sentir esa sensación que tanto le gusta, se detiene al ver el semáforo en rojo y en eso pasa un
Después de salir del aeropuerto, las amigas llegaron a la lujosa casa del padre de Min, como le había dicho, él no estaba y decidieron quedarse en la casa para poder descansar. Al día siguiente, ambas mujeres después de un desayuno salieron para que Johanna pudiera conocer un poco de la ciudad. El chofer las llevo a al centro comercial, donde las chicas se la pasaron viendo miles de ropas de marca y lujo. Johanna miraba con atención cada precio y la verdad es que es sumamente caro. Pero Min le ha explicado que aquí lo importante es traer lo que es original y no una copia barata. —¿No te gustaría probarte algo? —preguntó Min al ver cómo Johanna se le queda mirando a un lindo vestido color Borgoña, con la marca corta, sin espalda, falda ancha y escote cuadrado. —Es muy lindo, pero no hay de mi talla —respondió algo triste—. En México soy talla S y aquí no lo sé. La coreana se pone a buscar entre la ropa, como sabe con exactitud las medidas de su amiga, agarra el que sea su
Al día siguiente ambas amigas estás en labor de prepararse para la fiesta. La coreana escogió un típico vestido rosa pálido, con cuello alto de mangas y la falda hasta la rodilla. Con su cabello con pequeñas ondas en las puntas. Mientras la mexicana salió del baño luciendo un bello vestido verde oscuro entallado a su cuerpo, con escote en forma de corazón, dejando al descubierto la espalda y una pierna. La tela es de la que está de moda que asemeja como si el vestido estuviera mojado. —¿Qué te parece? —preguntó Johanna mirando cómo su amiga abre los ojos más de lo que puede. —¡Madre mía! —exclamó Min y no es que no esté acostumbrada a verla así. Si no es que aquí en Corea, eso no es para nada normal. —¿Es mucho? —Diría demasiado, mejor ponte otro que no esté tan revelador o nos sacarán de la fiesta —dijo la coreana con más tranquilidad. —Pero sus reglas aplican para ustedes, no dijiste que no me dirán nada por ser extranjera —protesto Johanna colocando sus manos en su