Cita parte 3

Después de detener a la mexicana el señor Kim la mira y nota que ella continúa muy dudosa así que debe de dejarle claro que lo que dice es verdad.

—Lo que le acabo de decir es cierto. No actúe como le dijeron que debería de hacerlo frente a mí, sea usted misma, quiero conocer su verdadero yo y no una falsa apariencia. No se preocupe por lo que pensaré, ya que no la voy a enjuiciar, además siéntase libre de decir y preguntar lo que quiera, quiero que esta cena sea agradable para usted y no un martirio —dijo Sam tomando la carne que hace un instante Johanna agarro y la mete al líquido caliente por unos minutos. Después la saca y la deposita en el plato de arroz de la mexicana que no ha perdido de vista ningún movimiento—. Coma —le ofrece con gentileza.

Johanna toma el plato sujetando la cuchara que Min le dijo y metiendo a su boca el pequeño bocado de arroz con la carne. Que al estar dentro, la mastica con cuidado saboreando lo exquisito que es y la suavidad de la carne.

—Mmm. Es delicioso —dijo Johanna al terminar el bocado.

—Me alegra escucharlo, pero debe de probar esto también —toma una de las hojas verdes, agarra con los palillos un poco de carne, arroz, kimchi y un pimiento verde. Duda si agarrar un trozo de ajo cruzo, pero decide no hacerlo. Se lo ofrece a la mujer linda que tiene enfrente. Ella lo agarra—. Esto se come de un bocado.

La extranjera obedece lo que le ha dicho y mete toda la hoja en su boca. Al principio el sabor de la hoja lo hace sentir algo extraño, pero al combinarse con las demás cosas resulta ser una combinación perfecta y muy sabrosa.

—Mmm, qué delicia —mencionó Johanna sonriente. Él también sonríe al oír que le agrada la comida. Así que él también comienza a probar la comida.

Ambos permanecen en silencio mientras disfrutan de la cena, observa cómo el coreano se pone de pie agarrando la jarra de cobre y llena el vaso de ella. Le hace una señal con la cabeza para que lo pruebe, Johanna toma el pequeño cuenco con el líquido blanco que hace un instante el señor Kim acabó de llenar y lo lleva hasta sus labios.

Llenando su boca con una considerable cantidad de líquido, percibiendo un sabor entre dulce y amargo que hacen una combinación perfecta. Lo traga y se le queda viendo por un momento al vaso que trae en su mano.

—¿No le gustó? —preguntó Sam al ver que se le ha quedado viendo con detenimiento a la bebida con una expresión seria en el rostro. Johanna al oír esa pregunta vuelta a verlo haciendo contacto visual con esos bellos ojos oscuros.

—Si es muy rico, pero solo estaba intentando descifrar de que es —dijo con una voz muy suave.

—Es una bebida a base de trigo y arroz con nuruk que le hace tener un ligero sabor dulce —le explico un poco de su composición. Johanna solo asiente y deja el cuenco en la mesa.

—¿Es una bebida tradicional? —indagó la mexicana mientras elige que otro platillo probar.

—Lo es.

—¿Creí que por el lugar la cómoda será más moderna? —curiosea para saber por qué eligió la comida y ahora que le ha dado la oportunidad de preguntar.

—Si le molesta podemos pedir otra cosa —propuso el señor Kim.

—¡No!, la comida es superrica, solo quería saber por qué escogió estos platillos.

—¡Oh!, los escogí para que conociera una comida tradicional y vea lo rica y variada que puede ser —respondió el señor Kim.

—Ya lo veo, pero continuemos cenando.

Y así pasaron unos cuantos minutos mientras la pareja estaba terminando de cenar. Cuando lo hicieron, el señor Kim llamó al camarero para que se llevara todo mientras ellos se quedan sentados en la mesa y tomando una bebida completamente diferente.

Johanna mientras comían estuvo pensado si hacer o no una pregunta que puede ser algo arriesgada, pero después de tanto meditarlo decidió que lo mejor hablar claro con él y saber de una vez sus intenciones.

—Señor… —recuerda lo que me dijo—, digo Sam puedo preguntarte algo.

—Claro que si —aceptó el señor Kim acomodándose en su silla.

—Sé que sonará algo extraño, pero ¿por qué me invito a salir? —el coreano se queda confundido por esa pregunta—. Tanto tú como yo no estamos en la edad de estar jugando juegos de adolescentes. Somos adultos y creo que es mejor dejar claro las verdaderas intenciones. ¿Espero que no le moleste mis palabras?

—No para nada, me agradan las personas que son directas, lo único es que… —hace una pausa porque no encuentra como decirlo—, creí que mis intenciones estaban claras.

—Me temo que no sé qué intenciones tiene y no quiero hacerme ideas erróneas. Así que prefiero que usted me lo explique —agregó Johanna con calma.

—Si la invite a cenar fue porque estoy interesado en usted y no vaya a pensar de una manera inapropiada. Me gustaría conocerla, que sé de la oportunidad de conocerme y vea que no soy un mal hombre —dijo Sam—, le seré sincero, me cuesta mucho explicarlo, pero intentaré hacer el mejor esfuerzo. Me encanta estar junto a usted y siento cosas que no logro comprender con exactitud. Pero que son muy agradables y que quiero seguir sintiendo —Sam fue lo más honesto posible, aunque las palabras usadas no fueron las indicadas. Johanna baja la mirada hacia sus manos que están sobre su regazo, levanta la vista y ve al señor Kim sonriendo sutilmente.

—También lo quiero conocer —declaró con cierto temor como si fuera una mujer primeriza en el amor. Al oír esas palabras tan hermosas, el señor Kim sonríe con más claridad.

—Entonces si vamos a conocernos es mejor que le diga que tengo una hija, aunque probablemente eso ya lo sepa.

—Si lo sé —confirma Johanna.

—¿Y le molesta? —indagó el coreano.

—No, porque también tengo una hija —también le cuenta por qué sabe que es algo que no se debe de ocultar—. ¿Espero que a usted no le moleste?

—No. ¿Qué edad tiene su hija? —curiosea ahora que ya están empezando agarrar confianza.

—Mi hija tiene 15 años —al oír esa respuesta Sam frunce el ceño confundido, Johanna se da cuenta de ese gesto y decide explicarle—, si sé que suena difícil de creer, pero tuve a mi hija cuando tenía 16 años y no digo que es un error porque no lo es. Solo fui una niña teniendo intimidad a temprana edad que no se cuidó y eso pasó.

—Como le dije no la juzgaré, todos tenemos un pasado que nos ha forjado, pero qué valiente fue al tener a su hija a una edad tan temprana —mencionó Sam intentando evitar hacer preguntas o cometarios que no sé a apropiados y es que él sabe que aquí en Corea eso no pasa o nadie lo dice, pero allá es diferente.

—¿Cómo se llama su hija? —interroga Johanna.

—Mi niña se llama Kim Ji-Hee.

—Que lindo nombre —declaró la mexicana con tranquilidad.

—¿Y como se llama su hija? —ahora preguntó Sam.

—Valeria Castillo —contestó Johanna y como el coreano es superdetallista nota de inmediato que ese no es el apellido de ella.

—¿Castillo es el apellido de su padre? —preguntó medio dudoso de tocar ese tema.

—Si es el apellido de su padre —se hace una pausa y es que Sam no sabe si seguí haciendo preguntas sobre eso, así que prefiere no tocar más del tema—. ¿Y dónde está su hija?

—Está con mi madre.

—¿Con su mamá y la mamá de su hija no pasa tiempo con ella? —Johanna se da cuenta de que ha hablado de más—. Disculpe por mi pregunta es que…

—No se preocupe, sé que ha de saber que soy un hombre divorciado y que mi hija pasa más tiempo conmigo, que —hace una pausa—. Seré honesto con usted y le confiaré cosas que nunca antes le he dicho a alguien —dijo Sam—. Mi exesposa no pasa más de dos días al mes con mi hija y hay veces que Hee me pregunta sobre ella y no sé cómo decirle la verdad. Ella entiende que sus padres no están juntos, pero me es difícil encontrar las palabras correctas y no contarle la verdad que su madre no se preocupa por ella —deja salir un suspiro y toma un trago a su cuenco—, así que solo le digo que su madre está ocupada y que por eso no puede venir por ella —termino de hablar y Johanna se compadece por esa pequeña niña que a su corta edad ha estado viviendo lo difícil que es el divorcio. También ve cómo el señor Kim es un hombre muy especial al estar educando a su hija de una muy buena manera.

Se acerca hasta tomar su mano que está sobre la mesa, él ha bajado la vista, pero siente el cálido tacto que presiona gentilmente su mano y levanta la vista mirando el rostro de la bella mujer. Quedado mucho más impactado por su belleza…

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