Las dos amigas leen el mensaje y Johanna se queda en shock mientras que la coreana se pone de pie. Feliz porque por fin le ha demostrado a su amiga que todo lo que le ha dicho es porque está en lo correcto. —¡Te lo dije! —expresó Min bailando de alegría, mientras que Johanna no dice ni media palabra. Porque al pensar en salir a cenar con alguien le hace recordar un momento muy difícil que tuvo con Vicent semanas antes de que él muriera. Johanna se encuentra en una sección de fotos para una revista de vestidos. Cuando en un descanso le llegó un mensaje de Vicent que decía: “Perdóname mi amor, sé que mi comportamiento no era el indicado y en la tarde pasaré por tú para compensarte. Te amo mucho” En ese entonces ella se sentía emocionada porque lo amas mucho y creía que él podría cambiar. Al finalizar la sesión, efectivamente él estaba en la entrada esperándola con un ramo de rosas rojas y una caja de chocolates. Se entusiasmó demasiado, al llegar a su lado le dio un beso y
Al mandarle el último mensaje a la señorita Suárez se pone de pie caminando directo hacia la salida de su oficina donde se acerca al escritorio de su asistente. —Dong —lo llama por su nombre. El joven se levanta de su asiento haciendo una reverencia y sin mirar a los ojos a su jefe. —Sí, señor Kim —responde el joven. —Puedes hacerme una reservación para cenar mañana en la noche en el mejor restaurante de Corea —ordena, el joven asiente—. Mejor háblale al dueño y dile que quiero reservar todo el restaurante para mañana en la noche. No importa el precio pagaré el doble si es necesario. Que solo deje a los trabajadores que sean indispensables y discretos. —Está bien señor Kim —obedece el joven bien vestido. —También mándales el contrato de confidencialidad al dueño, que lo firmen todos los que estén presentes y déjales claro que si incumplen con su parte tendrán consecuencias legales —le deja claro para que entienda que esto es de suma delicadeza. —Sí, señor Kim, yo le d
Al cambiarse de zapatos en la entrada, las amigas salieron en la entrada principal donde Min le habla en coreano a uno de los choferes que de inmediato aceptó entrando al auto. Ellas entran también al Kia blanco, el interior es bastante espacioso, los asientos están muy bien cómodos y la tela es suave. Johanna toma el cinturón de color oscuro, pasándolo por enfrente de su pecho e incrustarlo en su broche y lo mismo hace la coreana. El chofer presiona el botón haciendo que el motor ronronee, poniendo en marcha el carro, conduce por las calles de Seúl, haciendo sus paradas en los semáforos, hasta que se estaciona frente a un lugar donde la puerta es de cristal y a través de ellas se va los maniquíes con ropa. Escucha cómo su amiga se desabrocha el cinturón haciendo lo mismo, ambas se bajan del auto, Min se para frente a ella mientras que Johanna sigue sorprendida por el lugar y es que parece bastante caro. —Vamos, Johanna —añadió la coreana haciéndole un movimiento con la ca
El hombre coreano está en su oficina que está medio iluminada, el señor Kim lee los documentos que están escritos en coreano, deja la carpeta sobre la mesa mientras deja caer su espalda sobre el respaldo de la silla y frota sus ojos que se sienten bastante cansados. Ya es bastante tarde, el reloj que está sobre la mesa de madera marca las 9:30 p.m. Tantas horas de trabajo han hecho que se olvide por completo de enviarle mensaje a la señorita Suárez. Así que busca el móvil con desesperación. Lo encuentra dejado de una pila de hojas. Está por encender la pantalla cuando un ruido fuerte y agudo proveniente de la puerta hacen que deje el teléfono por un momento. —¡Pasen! —grito fuerte y claro para que la persona que esté afuera pueda entrar. Las puertas se abren y por estas entra su joven asistente. Abrazando la tableta caminando hasta quedar lo suficientemente cercas de él haciendo una reverencia—. ¿Qué ocurre? —La reservación está lista —dijo el joven manteniendo la reverenc
Johanna mira su móvil muy seguido esperando a que el señor Kim le conteste y es que no le pudo haber contestado hace un momento porque estaba hablando con su hija. Aunque se siente muy mal por lo que le dijo y de tan solo recordar le hace enojar. Mira por la ventana recordando lo que paso. [Previamente] Después de que regresaron de shopping. Ambas cenaron con la mamá de Min, pero sin la presencia del señor Park porque él seguía en el trabajo y durante el tiempo que estuvieron cenando permanecieron en total silencio. Sin embargo, con la mirada de la señora Ara, en todo momento que pareciera que las estuviera examinando a ambas intentando averiguar que es lo que traman. No obstante, ambas amigas mantuvieron la compostura y la calma para que no descubriera lo que están haciendo. Al terminar la cena, la señora Ra mandó llamar a Min y corriendo a Johanna. Así que al salir del comedor se fue directo a la alcoba. Y así lo hizo al estar en la habitación marco el número de
El día ha llegado, Johanna ya tiene un reto despierta, se ha levantado temprano y no porque ella quisiera sino que Min, ahora trae el horario Coreano y como debe de obedecer las reglas de aquí, pues de paso se la lleva a ella también. Además, que le duele bastante la cabeza de pensar en lo que su hija le dijo y no la agrada para nada. Si fuera por ella duraría todo día, acostada en la cama. Justo en eso se escucha el sonido de mensaje en su móvil y es que desde que se levantó no había tocado su teléfono. Se acerca hasta la mesa donde lo había dejado, lo agarra con firmeza mirando la pantalla y viendo el mensaje del señor Kim. Lo abre rápido mirando que no solo es un mensaje sino dos. El primero tiene la hora de las 12:30 de la madrugada. 💬 —Me siento bien al saber que no esté molesta conmigo debido a mi trabajo. Igualmente, le deseo buenas noches —fue lo que decía el primer mensaje. El Segundo mensaje dice—. 💬 Buenos días señorita Suárez, espero que esté bien en este día ta
Pasan unos dos minutos el coreano se da cuenta de que Johanna lo mira despistadamente, pero cuando él voltea a verla y sus ojos hacen contacto visual, ella rápido baja la vista provocando que esa actitud le cause gracia y es que pareciera como una jovencita que está viendo a alguien que ha sido descubierta. Sonríe con sutileza, pero decide cubrir ese pequeño gesto que se dibuja en su rostro usando el menú para que ella no pueda ver lo que acaba de suceder. Recobra la compostura y baja el menú. —¿Ya sabe que ordenas, señoría Suárez? —preguntó el coreano recobrando la compostura. —La verdad no sé qué elegir, no conozco mucho de estos platillos, todos se ven muy ricos, pero no sé cuál sea el más adecuado —dijo Johanna y es que no miente si se ven muy ricos. No obstante, no sabe cuál seleccionar y es que no quiere algo demasiado grande. —¿Qué le parece si ordenó algo especial para los dos, bueno, si no le molesta? —indagó el señor Kim con una voz cortés. —No me molesta. —
Después de detener a la mexicana el señor Kim la mira y nota que ella continúa muy dudosa así que debe de dejarle claro que lo que dice es verdad. —Lo que le acabo de decir es cierto. No actúe como le dijeron que debería de hacerlo frente a mí, sea usted misma, quiero conocer su verdadero yo y no una falsa apariencia. No se preocupe por lo que pensaré, ya que no la voy a enjuiciar, además siéntase libre de decir y preguntar lo que quiera, quiero que esta cena sea agradable para usted y no un martirio —dijo Sam tomando la carne que hace un instante Johanna agarro y la mete al líquido caliente por unos minutos. Después la saca y la deposita en el plato de arroz de la mexicana que no ha perdido de vista ningún movimiento—. Coma —le ofrece con gentileza. Johanna toma el plato sujetando la cuchara que Min le dijo y metiendo a su boca el pequeño bocado de arroz con la carne. Que al estar dentro, la mastica con cuidado saboreando lo exquisito que es y la suavidad de la carne. —Mmm. E