Interés en una cita

La coreana y la mexicana se encuentran en un desayuno bastante incómodo al lado de la madre de Min. Si bien no les dice nada, ambas sienten como una mala vibra y cómo las quiere matar con la mirada. Tal vez sea porque anoche Min no platico con nadie y su madre que estaba muy entusiasmada esperando que si encontrara a alguien.

—Ya terminaste —murmuro entre dientes la coreana. Johanna ha logrado escuchar lo que dijo su amiga.

—Sí, pero tu madre no —respondió con el mismo tono de voz mirando de reojo a la madre de Min que todavía sigue comiendo a un ritmo bastante lento.

Y es que Min le ha dicho que no pueden moverse, ni hablar y no pueden terminar antes que sus mayores, así que deben de fingir que siguen comiendo hasta que la señora Park termine de comer.

Después de un rato, ambas amigas ven que por fin la madre de Min ha terminado de comer, dejando su plato sobre la mesa y tomando su vaso bebiendo su té.

La señora Park se pone de pie, ellas hacen lo mismo, no les dice nada y solo se va. Haciendo que Min haga una reverencia, Johanna no entiende eso y solo imita lo que hace su amiga.

Se quedan un momento así, haciendo que la cintura empiece a dolerle a la mexicana y mira hacia donde se ha ido la mamá de su amiga para ver si alguien los ve.

—¿Ya se fue, ya no podemos enderezar? —curiosea la mexicana.

—Sí —contestó la coreana. Ambas se enderezan—. Vámonos —las dos salen del comedor caminando por los lujosos pasillos, que están adornados de una manera tan sutil y elegante. Las dos llegan a la puerta que conecta con el jardín lateral y antes de salir se quitan los zapatos que se usa en el interior y se ponen uno que son solo para salir al jardín.

Ellas caminan hasta que llegan a unas sillas de madera en el jardín y durante el pequeño trayecto Johanna no dijo nada por respeto y para que la madre de Min no las escuchara. Pero ahora que está a fuera ya puede preguntarle.

—¿Por qué está enojada tu mamá? —indagó Johanna mirando a su amiga que está vestida con un vestido que cubre desde su cuello hasta sus tobillos de color crema y es que en México no se viste así.

—Porque no logre entablar ninguna conversación con algún hombre en la fiesta —declaró la coreana.

—Lo sabía y ¿también por eso vistes así? —preguntó Johanna haciendo que su amiga mire su outfit.

—Si, mi madre odia cuando me visto con mi ropa, dice que es muy llamativa y que a mi fin hombre coreano le gustará una mujer que use ropa tan descarada —dijo—, así que desde que supo que vendría me compro toda esta ropa para vestirme como toda una dama de alta alcurnia —señaló a su vestido y a la vez que se intenta aflojar el cuello del vestido.

—Pues pareces más monja que dama de alcurnia, ja, ja, ja —se rio Johanna haciendo que su amiga la mire con molestia—. ¿Y lo que dijo ayer de la agencia matrimonial era broma o es verdad?

—Claro que es verdad, cuando salí de tu habitación me la encontré en el pasillo y me entregó varios perfiles de hombres que me dieron en la agencia —le cuenta Min a su amiga.

—Qué pena amiga no me imagino a mi madre obligándome a buscar un hombre para casarme —añadió Johanna.

—Si yo también quisiera una mamá latina, pero en fin ¿no te ha enviado nada el señor Kim? —cambia de tema la coreana porque no le gusta hablar de ese tema que tanto le incomoda. Johanna está por contestar cuando se escucha el sonido de mensaje recién llegado. Saca el móvil de su bolsillo y mira que efectivamente es él—. ¿Es él, verdad?

—Lo invocaste —la mira asombrada.

—¡Ja, ja, ja! No es eso, sino que sé lo que dura una reunión —agregó la coreana con un tono burlesco—. ¿Qué te dice?

Johanna vuelve a enfocar su vista en el mensaje que le ha llegado y lee en voz alta para que su amiga puede escuchar.

—Gracias por esperar, señorita Suárez. Acabe de salir de mi reunión y estás por desayunar cuando recordé que no le había preguntado eso. Me disculpo por mi falta de atención. ¿Ya desayunaste? —termino Johanna de leer el mensaje causando que frunza el ceño y arrugue un poco la nariz al quedar totalmente confundida—, porque me está pidiendo perdón si ni siquiera somos nada —dijo mirando a ver a su amiga que está con la boca abierta—. Min —la llama, pero ella no responde. Así que le pellizca el brazo.

—Auch —exclamó la coreana, cerrando la boca y mirando a su amiga.

—¿Por qué pusiste cara de boca de tonta?

—Hey, no me insultes —reclamo Min y es que no le gusto lo que le dijo.

—Soy mayor que tú en este país —le recordó y la coreana solo se cruza de brazo mirándola molesta—. Ya Min lo digo de broma, dime que pasa.

—Solo porque eres mi amiga y te quiero —dijo y cambio de actitud—, si puse cara de tonta como me dijiste es porque su actitud es de un novio.

—¿Como que de un novio? Recuerda que soy mexicana y no entiendo su comportamiento —mencionó Johanna.

—Porque cuando hay noviazgo las parejas se la pasan enviándose mensajes y diciendo todo lo que hacer. Preguntado por su día y si hacen algo mal se disculpan para que no se moleste la chica o chico y pueda pensar que no hay interés de su parte —le explico—. Ves, te digo que el señor Kim está sumamente interesado en ti —Johanna, al oír eso se sonroja y Min se da cuenta de que aunque ella no quiera admitirlo también le está moviendo algo—, pero ya contéstale.

—Si tienes razón —Johanna teclea sobre la pantalla al terminar envía el mensaje.

A varios kilómetros de ahí, un coreano está sentado comiendo su desayuno mientras no pierde de vista su móvil que está sobre la mesa. La pantalla se enciende y lo toma con rapidez leyendo el mensaje.

💬 —No se preocupe, señor Kim, entiendo que estaba ocupado y si desayuné hace un momento. Que como siempre riquísima la gastronomía de este país. También espero que disfrute mucho de su comida.

Él contesta rápido su mensaje. Ahora lanzará la primera indirecta. La contestación llega al móvil de Johanna y ambas chicas leen el mensaje.

💬 —Gracias señorita Suárez, por entenderme y no molestarse. Si he disfrutado mucho de mi comida, ¿pero dígame que hará mañana?

—Te lo dije, él tiene interés por ti —añadió Min con alegría.

—Mejor dicho interés en saber lo que hago que eso no es para nada extraño en Latinoamérica también se pregunta eso —se defiende la mexicana.

—Contéstale que no harás nada, que yo iré a una cita con mi madre y verás que tengo razón —agregó la coreana. Y así Johanna escribe de una manera muy cordial para no verse tan cortante. Y lo que envía.

El señor Kim que mira fijamente la pantalla leyendo el mensaje rápido.

💬 —Nunca me enojaría con usted señor Kim, sé que tiene cosas importantes que hacer y respondiendo a su pregunta no haré nada, mi amiga se irá con su mamá a una cita y no puedo ir con ella.

El hombre coreano sonríe ante la respuesta y es que es el mejor momento para aprovechar y que la señora Park no vaya a decirle nada a su madre si llega a pasar por ella o bueno si es que la acepta. Así que con mucha decisión escribe el mensaje.

💬 —Bueno, entonces aprovechando que no estará ocupada mañana, ¿le gustaría ir a cenar conmigo?

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