Inconforme

La coreana coloca su mano en el costado de su cabeza al oír lo que su amiga le contestó al señor Kim.

—Hay amiga de verdad le contestaste eso, se nota que necesito enseñarte mucho más sobre la cultura y los modales de esta sociedad —agregó la coreana al escuchar lo que me contestó al señor Kim—. Pero por lo menos le has hablado por su apellido y eso es bueno porque si le hablas de otra manera y no le gusta se puede molestar.

—Ay Min, crees que no me esfuerzo en aprender, tienen tantas reglas, incluso para vestir, para comer y además no le veo nada de malo lo que le dije. Él entiende que soy extranjera y no comprendo sus reglas —se defiende Johanna y es que como va a hacer para recordar tanta cosa.

Justo en eso, Min está por seguir regañándola cuando se escucha el sonido de mensaje en el móvil de su amiga. La mexicana levanta el teléfono viendo quién es.

—¿Es él?

—Si me acaba de contestar —confirma Johanna con una sonrisa en el rostro.

—¿Qué dice? —curiosea la coreana y es que se siente muy emocionada por lo que le está pasando a su amiga.

—Me alegra saber que siga despierta y claro, lo que recuerdo de usted son cosas buenas. Como por ejemplo, lo cómodo que es hablar con usted —Johanna lee en voz alta lo que dice el mensaje—. Ah, me dijo linda.

—Wow, se nota que no dejaste bien impactado —dijo Min—. Pero te dejo para que sigas disfrutando de tu momento con el señor Kim, tengo que dormir o lo que pueda antes de que mi madre me busque marido —mencionó la coreana poniéndose de pie y caminando hacia la puerta.

—Descansa Min —le responde Johanna viendo a su amiga irse.

Mientras ella se sienta en la cama sonriente y pensado que le dirá al señor Kim. Y es que no es lo mismo hablar con un latino, con un coreano, porque en Latinoamérica no hay reglas al hablar y aquí hay de sobra.

Entre tanto, la madre de Min entra disgustada a su habitación después de estar esperando que su hija regrese a su cuarto. El señor Park, que está sentado en la cama leyendo un libro, mira cómo su esposa entra con su expresión seria y murmurando algo en coreano que no logra comprender. La señora Ra camina hasta sentarse frente al enorme espejo donde toma un cepillo y comienza a peinarse el cabello.

—Espero que esos insultos no sean para mí —dijo con tono serio.

—No son para ti —contesta de mala manera y por el reflejo del espejo el señor Park puede ver cómo frunce el ceño. Tiene muchos años viviendo con su esposa, sabe que está molesta.

—¿Por qué estás enojada si la fiesta fue todo un éxito? —indagó el hombre mayor con lentes.

—Porque yo esperaba que el señor Kim se acerca a Min, nuestra hija necesita casarse y formar su propia familia —dijo la mujer con tono fuerte—. Pero en vez de eso, el señor Kim se fue hablar con esa extranjera.

—Cariño, te entiendo y sé que Min debe de casarse. No niego que también esperaba que el señor Kim se fijara en nuestra hija, pero esta noche comprobé que no le intereso ni un poco, así que mejor no intentemos moverle más. No quiero meterse en problemas con uno de mis mejores socios —expresó el señor Ho.

—A ti lo único que te importa es eso, le tienes miedo al señor Kim. Porque si no fuera así, irías a su empresa a ofrecerle una unión entre nuestras familias y que la verdad sería beneficioso para todos —dijo la mujer volteando y mirando con desdén a su esposo.

—No le tengo miedo a un joven 30 años menor que yo, pero no arruinaré todo lo que he logrado por un capricho tuyo, nuestra hija puede encontrarse a otro hombre.

La madre de Min solo hace una mueca de disgusto, pero en eso una idea ronda su mente.

—¿Que pasaría si la señora Seol-Yeon se enterara de que su hijo estaba muy interesado en una extranjera? —dijo la mujer con cierta maldad.

—¡No se te ocurra ir con el chisme, sabes bien lo que es capaz la señora Kim, además de lo tradicional que es y te prohíbo que vayas a hacer un problema! —le advierte a su esposa y es que él sabe de lo que es capaz—. Además, no sabes si realmente está interesado en Johanna, quizá sea otra cosa.

—Yo escuché cómo Min dijo que le había mandado un mensaje y eso comprueba que si está interesado en ella. Y sé que la señora Yeon estará de mi lado con respeto a esto —respondió Ara intentando convencer a su esposo.

—¡Ya te dije que no harás nada! —vociferó el hombre.

—Pero…

—¡Nada de peros, si llegas a decirle algo te irá muy mal! —dijo—. Mejor preocúpate por ir a la agencia matrimonial y buscar un buen candidato para Min y que sea antes de que regrese a México o no creo que tengas una oportunidad de casarla —sugirió el hombre—. Así que ven, acuéstate y no estén pensando en maldades.

El hombre mayor coreano sé quieta los lentes dejándolo sobre la mesa al lado de la cama, se acomoda en la cama cubriéndose con una delicada manta. La señora Ara mira con disgusto a su esposo y es que ella sí tenía la idea de ir con la señora Seol-Yeon y decirle lo que pasaba.

Para sí quizá tener la oportunidad de que ella le ayudara a que su hija se case con el señor Kim y es que para la señora Ara no hay otro hombre mejor para su hija.

No obstante, de esa unión tendrían muchos beneficios, tanto económicos y más poder entrar a los grupos sociales a donde va la familia Kim. Ya que para ella son muy importantes y es que sabe que a este paso que va su esposo nunca llegarán hacerlo y la única manera es esa.

Y la hija del señor Kim no sería problema porque si su hija lograra casarse con Min. Ella se encargaría de buscarle una buena nana que cuide de ella, mientras que ellos forman una nueva familia.

—¡Mujer, acuéstate ya! —levantó la voz el señor Ho, haciendo que la señora Ara deje de soñar y solo se ponga de pie caminando hasta la cama y metiéndole entre la sábana. Apagando la lámpara de su lado quedando a oscuras.

Pasan unos minutos y escucha cómo su esposo se duerme en su totalidad. Ella se queda pensado en lo que está pasando y la información que tiene. Sin embargo, también lo que acaba de decir su esposo la hace dudar y quizá el señor Kim solo quiere a Johanna para una noche.

Y es que quizá como ella es extranjera, le llama la atención por su físico tan diferente y cuando tenga lo que quiera dejará de tomarle importancia. Entonces es cuando hará que su hija le hable para que él se dé cuenta de lo linda que es y lo interesada que está en él.

La señora Ara sonríe con malicia y aunque debido a la oscuridad nadie puede verla. Ella está feliz por lo que acaba de decidir…

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