Si lo haría

Al ser interrumpidos por el señor, ambos dejan de hacer ese contacto visual que estaba haciendo tan evidente y se ponen de pie intentando aparentar que nada ha pasado. Sintiéndose más confundido que nunca y es que no saben que es lo que les está ocurriendo.

—Sí —el señor Kim voltea a ver al hombre que lo llamo poniendo su porte frío y serio al igual que su expresión facial.

—Me gustaría hablar con usted —dijo el hombre mayor con amabilidad.

—Ya voy adelántese en un momento lo alcanzo —el hombre asiente, hacen una pequeña reverencia y se va. El coreano voltea a ver a la mexicana cambiando su mirada.

—Creo que lo necesitan, señor Kim —añadió la mexicana intentando controlar sus emociones y que él no vea cómo su rostro se ha puesto rojo. Y sus manos sudan y tiemblan.

—Sí, pero antes de irme me gustaría que me diera su número para quizá ir a tomar un café, después —declaró el coreano sin miedo alguno y es que él es muy decidido. Todos saben eso, las personas que lo conocen de años entienden que él es un hombre muy seguro de sí mismo y cuando quiere algo no se detiene hasta obtenerlo. Aunque muchas personas le temen, ya que debido a su semblante frío e inexpresivo creen que siempre está de mal humor.

—Claro —Johanna está que no se la cree, pero el señor Kim saca su móvil entregándoselo a ella. La mexicana lo toma y con los dedos temblorosos teclea el número y se lo entrega al hombre.

—Gracias y nos vemos después —le agradece dedicándole una media sonrisa y hace una pequeña reverencia que es respondida de la misma manera por la mexicana.

Él se da la vuelta, Johanna no pierde de vista ninguno de sus movimientos mientras se aleja cada vez más y notando como tiene una figura espectacular.

Ya que sus hombros son más anchos que su cintura, pero sus piernas y sus brazos son largos y ligeramente gruesos. Causando que Johanna se pregunte que es lo que esconde debajo de esa ropa. Al darse cuenta en lo que está pensado sé da varias cachetadas mentales y es que como se le ocurre pensar en esas cosas.

Su amiga Min que no se ha perdido ninguno de los movimientos de esos dos, al ver que el señor Kim se fue por la puerta lateral, ella camina hasta llegar a su amiga.

—¿Qué fue todo eso? —preguntó entre susurros y es que no pueden hacer mucho ruido.

—Ni yo sé qué paso —contestó Johanna totalmente confundida.

—Como que no sabes, ¿pero tú te acercaste hablar con él?

—¡Que, no! —niega mirando a su amiga a los ojos—, yo solo estaba mirando el jardín cuando él llegó y empezó a platicar conmigo —le cuenta lo que paso.

—¿Qué te dijo? —curiosea la coreana es que ella entiende que ese hombre no es el típico mujeriego que anda buscando mujeres, él tiene años sin verlo con alguien y de ahora en la mañana le habla a su amiga a una extranjera.

—Solo me preguntó que de donde era, que me había traído aquí, si me gustaba Corea, la comida y me pidió mi número —le simplifica para no tener que repetir cada palabra y es que sabe que su amiga Min es capaz de casi hacer que recuerde que fue lo que le dijo.

—¡Te pidió tu número! —exclamó con un tono más fuerte, haciendo que las personas la vean de mala manera. Ella se disculpa hablando en su idioma.

—Si lo hizo —contestó Johanna, confirmando de nuevo lo que acaba de decir.

—Mmm, ya veo, pero es muy extraño todo esto —declaró la coreana entre susurros.

—¿Por qué extraño? ¿Qué los coreanos no se les acercan a las mujeres o qué? —preguntó Johanna y es que no entiende por qué su amiga dijo eso.

—Si obvio que se acercan, pero… —hace una pausa al ver que uno de los hombres mayores les está haciendo mala cara—. Ven hablemos en otro lugar —ambas caminando con tranquilidad y calma para no llamar la atención. Hasta que salen por una puerta corrediza que las lleva al pequeño jardín lateral que Johanna miraba desde el balcón.

Haciendo que ella quede más impresionada por las bellas flores que hay y de colores vivos y hermosos. Pero omite eso para seguir con la plática.

—Ahora si dime que pasa.

—Si me impresiona que el señor Kim Ji-Sam, te hablara es porque él no es el típico hombre mujeriego que sale con todas las mujeres —declaró la coreana.

—Quizá solo le interesa una noche con una extranjera y ya —agregó Johanna y es que ella piensa que por eso le hablo.

—No creo.

—¿Y por qué lo dudas? —indagó la mexicana cruzándose de brazos.

—Mira desde que él se divorció nunca se le ha visto con ninguna mujer y cuando te digo nunca es porque así es —le contó Min esperando que ella entienda.

—¿Y cuánto tiempo tiene que se divorció?

—Tres años y para que sepas tiene una hija producto del matrimonio con su exesposa. La niña tiene seis años y es muy linda —le cuenta sin que Johanna le haya preguntado nada sobre ese tema. Sin embargo, la verdad es que sí le interesa saberlo.

—Tener hijos no es nada malo, recuerda que también tengo una hija —dijo Johanna porque tener bebés no es un impedimento para nada.

—Pero recuerda que aquí es diferente, estar divorciado es algo muy poco común, pero al tener una hija esperan a que le dé una madre a esa pobre niña y cosa que él no ha hecho. Por eso ha sido muy criticado —siguió contando con calma.

—Nunca llegaré a entender sus costumbres o creencias, pero tampoco las juzgo porque también nosotros opinamos diferente —mencionó la mexicana—. ¿Pero por qué se divorció?

—No lo sé, cuando él anduvo con su ex todo parecía tan bien una pareja envidiable ante los ojos de todos, pero después de tres años de matrimonio solo sin decir más se separaron y aquí es muy raro el divorcio —dijo—. Porque solo te lo pueden otorgar por infidelidad o por apuestas. Si no es ninguna de esas, la persona que quiera divorciarse tiene que darle mucho dinero al otro para hacerlo —termina de hablar.

—¿Pero por qué aquí quieren que se case si la niña tiene su madre? —continúa con sus preguntas es que para ella todo esto es tan extraño.

—Aquí así es; sin embargo, durante todos estos años se ha especulado que tal vez ella le fue infiel porque la niña siempre está con el señor Kim —Min le sigue contestado sus preguntas.

—No hablemos de eso, admito que si me interesa saber, pero como te digo tal vez solo quiere una aventura de una noche con una extranjera y ya —vuelve a repetirle lo mismo a su amiga.

—¿Y si eso quisiera, lo harías? —curiosea Min y es que Johanna no es como las coreanas y puede hablar de esas cosas libremente con ella.

—No lo sé, tengo años que no tengo intimidad con un hombre, pero no sé por qué él me intriga tanto y creo que si llegara a pasar eso no sería tan mala idea. Si él quiere tener una experiencia así yo también lo quiero hacer —dijo Johanna con una sonrisa en el rostro y es que la verdad no le desagrada para nada la idea de tener un momento candente con un coreano.

—Esa es mi amiga, hasta que por fin se te vuelve a provocar esa hormona —mencionó Min feliz de que por fin su amiga acepte a un hombre.

—Será una buena oportunidad de saber lo que dicen sobre los coreanos —agregó Johanna sin dejar de ver a su amiga.

—Solo te digo que como en México hay variedad, aquí también las hay y espero que el señor Kim tenga una perfecta que te haga tocar el cielo y llevarte al infierno —sonrieron ambas amigas por las palabras que acaba de decir la coreana…

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