Preparándose

Al día siguiente ambas amigas estás en labor de prepararse para la fiesta. La coreana escogió un típico vestido rosa pálido, con cuello alto de mangas y la falda hasta la rodilla. Con su cabello con pequeñas ondas en las puntas.

Mientras la mexicana salió del baño luciendo un bello vestido verde oscuro entallado a su cuerpo, con escote en forma de corazón, dejando al descubierto la espalda y una pierna. La tela es de la que está de moda que asemeja como si el vestido estuviera mojado.

—¿Qué te parece? —preguntó Johanna mirando cómo su amiga abre los ojos más de lo que puede.

—¡Madre mía! —exclamó Min y no es que no esté acostumbrada a verla así. Si no es que aquí en Corea, eso no es para nada normal.

—¿Es mucho?

—Diría demasiado, mejor ponte otro que no esté tan revelador o nos sacarán de la fiesta —dijo la coreana con más tranquilidad.

—Pero sus reglas aplican para ustedes, no dijiste que no me dirán nada por ser extranjera —protesto Johanna colocando sus manos en su pequeña cintura.

—Si es verdad que no te dirán nada, pero a mí sí o a mi padre. Recuerda que es su fiesta y no puedo dejarlo pasar un mal momento —le recuerda la chica de cabello rosa—. Por favor ponte el menos provocador que tengas —le ruega.

—Está bien —Johanna acepta y se vuelve a meter al baño. Hurga en su maleta en busca de otro vestido y es que desde que llegaron aquí su amiga se comporta de una forma tan diferente. Ya que ella era tan alegre y ahora es tan amargada. Pero quizá sea por la presión que hay en este país. Cambia de vestido, ahora es uno de color azul pastel, con escote alto y la falda ancha hasta la rodilla sin dejar que se le vea la piel de la parte superior—. ¿Este está mejor? —dijo mientras salía.

—Si mucho mejor —confirmó su amiga.

Ahora la mexicana se acerca al espejo para lograr maquillarse de una mente muy sutil y es que ve que su amiga está maquillada de esa manera. El cabello se lo arregla de igual forma, solo ligeramente ondulado.

Se coloca unas zapatillas estilo stiletto tienen el tacón pequeño, pero la hacen ver muy elegante aunque no alta y es que ella tan solo mide un metro con sesenta. A comparación de su amiga, que mide un metro con sesenta y cinco.

Mientras ellas continúan arreglándose la puerta se abre ligeramente, ellas se dan cuenta y ven entrar a la madre de Min.

Una mujer guapa, delgada, cara en forma de corazón, con unos ojos preciosos y una boca fina. Luciendo un bello vestido de color plata y con su cabello corto liso. Johanna se queda impresionada por la belleza de la madre de su amiga y es que la había conocido en fotos, pero nunca en persona y es que es muy guapa.

Además, que ayer no la pudo conocer porque Min le informó que su madre estaba en un pequeño retiro y que regresaba hoy para la fiesta. La mujer entra y ambas hacen una reverencia en señal de respeto a sus mayores.

—Hola hija y un gusto en conocerte Johanna —dijo la mujer con una voz suave y delicada.

—Hola señora Park y también para mí es un gusto conocerla al fin —añadió la mexicana con mucha cortesía.

—Me disculpo por no estar presente ayer —dijo y la mexicana solo asiente. La mujer pasa la vista a su hija que continúa haciendo reverencia—. Te ves muy bien, espero y esta noche encuentres a un chico. Porque recuerda, ya tienes 30 años y necesitas casarte. Formar una familia —expresó la mujer con un tono serio.

—Ya te he dicho mamá que no estoy preparada para eso —contestó Min-Dea con una voz tranquila y serena.

—Tonterías, debes de hacerlo o lo tomaré en mis manos pidiéndote en contacto con las agencias matrimonial, pero tal vez sea un problema porque no todos aceptan a una mujer que ha estado en otro país —declaró la mujer con un tono más fuerte—. Recuerda, no quiero ser el hazmerreír de todas al ser la única que su hija no esté casada y menos para tu padre. ¿Entiendes?

—Si mamá —aceptó la coreana sin levantar la vista.

—Bien, apresúrense, no podemos llegar tarde —fue lo último que dijo la mujer saliendo de la habitación.

Toda esta situación hace que Johanna se sienta muy incómoda y es que sí le gusta el chisme como cualquier latino. Pero no se siente cómoda al oír que la madre de su amiga le esté diciendo que se busque marido con urgencia o ella se lo buscará.

Sin embargo, ahora entiende por qué su amiga Min no quiere estar aquí y es que nunca se imaginó que los padres llegarán a ese punto.

—Lo siento amiga, no pensé que tu madre fuera así —dijo abrazando a su amiga que está triste.

—Por eso me fui, estar aquí solo es más que agonía, también por eso te invite y no solo por tu cumpleaños. Es que no quería estar sola con todas estas emociones —explicó la coreana mientras deja salir una lágrima que baja por su mejilla.

—Si quieres cuando termine la fiesta nos vamos, no quiero que estés aguantando este trato —sugirió la mexicana.

—No cómo crees, es tu regalo de cumpleaños y sin importar que mi madre me haga la estancia un tanto difícil, nosotros disfrutaremos de estas semanas —manifestó Min-Dea y es que no quiere que su amiga se sienta mal—. Pero vámonos o nos regañarán por llegar tarde.

Ambas amigas con las zapatillas en la mano salen de la habitación hasta llegar a la entrada donde dejan los zapatos para andar en la casa y se colocan los tacones.

El chofer los espera con la puerta abierta, ambas amigas entran acomodándose en el interior donde la señora Park los espera, se colocan el cinturón de seguridad y el chofer pone en marcha el vehículo.

Conduce con calma y precaución por las calles de Seúl. Johanna no aparta la vista de la ventana y es que todo lo que ve es tan bonito. Todo tan limpio y bien organizado.

No obstante, Min-Dea mira a su madre de reojo, pero ella solo tiene una expresión seria e indescriptible que es la que suele tener todo el tiempo y su padre es igual que su madre. Solo con la diferencia que él nunca le ha dicho nada con respecto al matrimonio.

Transcurridos unos minutos el chofer se detiene en un salón bastante elegante, donde diversos autos llegan bajando mujeres y hombre bien vestidos que ingresan al interior del lugar.

Las tres mujeres bajan del vehículo caminando por la pequeña alfombra roja con calma y elegancia. Mientras son fotografiados por varios fotógrafos que han sido invitados para que publiquen en sus revistas.

Johanna al ser constantemente fotografiada se siente como si fuera una celebridad, pero se da cuenta de que lo hacen porque está siendo acompañada de la familia Park. Continúan con su trayecto hasta adentrarse al lugar que está muy bien decorado con miles de flores, verás y cristales de colores en lugares específicos.

En el centro hay un escenario por donde pasarán los modelos. Un hombre guía a las tres mujeres hasta las sillas asignadas con su nombre y es que ahora tienen que esperar a que todo esté en orden para comenzar…

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