<< —Te prometo Vicent que no estaba seduciendo al fotógrafo —Intento defenderse de las calumnias que está insinuando el hombre caucásico de ojos color avellana.
—¿¡Crees que estoy ciego!? —grito molesto, tomándola por el brazo y arrojándola contra el gabinete de cristal. El dolor se hace presente en su cuerpo ocasionado por los múltiples pinchazos y la sangre que mancha el piso>> —¡Ah! —gritó exaltada porque siempre sueña con los maltratos de ese monstruo. Intenta controlar su respiración tan agitada, haciendo sus ejercicios de relajación. Cuando logra controlar sus emociones y su acelerado corazón se pone a pensar en cómo han pasado ya 15 años desde la muerte de ese canalla y todavía la sigue atormentado esos terribles sucesos que sigue sintiéndose como si fuera ayer Estira los brazos mirando las varias cicatrices poco visibles que compruebas esos momentos de abuso. ¡Toc! ¡Toc! Se escucha cómo alguien toca la puerta haciendo que se gire dejando de mirar sus brazos. —Señora, Johanna —habla Alejandra, la sirvienta. —Sí —respondió intentando que su voz se escuche lo más normal posible. —El desayuno está listo, el chofer la espera para llevar a usted y a su hija —dijo de manera muy atenta y cordial. —Gracias Alejandra dile al chofer que en un momento bajo —ordenó la mujer con la voz casi normal en su totalidad. —Si señora —obedece la mujer. Escuchando sus pasos alejarse de la puerta de la alcoba de ella. Se pone de pie sintiendo el frío piso de concreto, se da una ducha rápida y se cambia con un bello vestido color ámbar pegado a su cuerpo con unos zapatos del mismo color. Dejando su cabello largo, suelto, cayendo por sus hombros hasta llegar a sus pechos. Baja las escaleras encontrándose en la sala con su sirvienta que trae una pequeña charola con un vaso con zumo de naranja. Ella lo toma bebiéndolo de un sorbo y es que ya se le ha hecho tarde. —Gracias Ale —le agradece porque siempre se acuerda de ella trayéndola algo pequeño para que no sé vaya con el estómago vacío. —De nada, señora —sonríe la mujer y es que desde que trabaja para la señora Suárez la trata de la mejor manera. —¿Dónde está mi hija? —preguntó la mujer bien vestida, dejando el vaso de nuevo en el centro de la charola. —La señorita Valeria ya está en el auto esperándola con el chofer —le informo con amabilidad. —Gracias y para la cena prepara algo ligero, ya que solo cenaré yo, mi hija se irá el fin de semana con su abuela materna. También al rato vendrá uno de los choferes de la familia Castillo por las maletas de ella —le comunico para que ella esté al tanto. —Si señora. Johanna sale por la puerta principal subiendo al auto donde su hija adolescente de 16 años la espera. Al entrar al vehículo mira que ella ni le dirige, la mirada solo está completamente metida en su móvil. —Buenos días, hija —le saludó con mucha amabilidad. —Buenos días —saludó con un tono seco. Ella deja salir un suspiro, pero decide no pelear y solo le hace una señal al chofer para que ponga en marcha el vehículo. Durante todo el trayecto ninguna de las dos hablo, Johanna solo mira como su hija sonríe y hace gestos al estar tan metida en su teléfono. El chofer se detiene en la entrada de la lujosa escuela de su hija. Valeria baja sin siquiera despedirse y es que desde que la estúpida familia de Vicent pidió pasar tiempo con su nieta, solo ha empeorado su comportamiento y está segura que esas personas le están diciendo cosas malas sobre su madre. Todavía recuerda cuando fue a prisión y se enteró de que estaba embarazada, sentía que todo su mundo se venía abajo. No sabría que iba a hacer, pero gracias al apoyo de su madre pudo salir adelante y después de que naciera su hija, ella se hizo cargo de ella. Johanna se lamentaba porque sabía que había quedado embarazada por hacerle caso a Vicent y dejar que tuvieran intimidad sin protección. Con la tonta excusa que el preservativo le incomodaba. Pero no mataría a un ser inocente por eso. Era tan solo una niña en ese entonces, pero así afronto su temprana maternidad y la amiga que tuvo en la prisión fue un apoyo incondicional. Aunque lamentablemente ella falleció en un accidente en moto cuando salió del lugar. Cuando Johanna terminó por fin su condena pudo pasar tiempo con su hija, durante el transcurso de unos años fueron felices hasta que Valeria cumplió los 6 años y los estúpidos padres de Vicent se enteraron de que tuvo una hija, la demandaron para quitársela. Pero gracias a Dios y a todo lo divino, el juez se negó debido a que Johanna tuvo un buen comportamiento en la correccional. Sin embargo, decretó que todos los fines de semana la niña tenía que pasarlos con sus abuelos. Y durante las vacaciones estaría una vez con ellos y una vez con su madre. Y desde ahí todo fue en caída porque primero empezó con regalos ostentosos y después la ropa. Al final la escuela privada y ahora su mal comportamiento. Cada vez que intenta hablar con ella siempre le niega todo y solo le dice que no se meta con ella ni con sus abuelos porque son buenas personas. Así que lo mejor es llevársela bien con ella, aunque la trate mal, ella sabe que tarde o temprano esa familia revelará sus verdaderas intenciones. —Señora hemos llegado a la empresa —le comunico el hombre sacándola de su trance. —Gracias Terry —ella baja del vehículo caminando directo a la pequeña empresa para la que trabaja como modelo. Y es que si no fuera por su amiga Min una coreana que conoció después que salió de prisión y es que al salir de ese lugar todas las puertas que una vez se le habían abierto se cerraron por completo. Su madre la motivó a ir a una escuela en Estados Unidos, donde los Castillo no tenían ninguna influencia y en ese lugar conoció a Park Min-Dea, que se convirtió en su mejor amiga. Al terminar la escuela su amiga la invitó a trabajar con ella en una empresa de su padre y de ahí empezó como recepcionista y ahora es directora de marketing en la empresa. Al caminar por los pasillos todas las personas la saludan con amabilidad y es que es el único sitio donde nadie la mira rara por el delito que cometió hace años. Todos piensan que es una asesina, pero ella sabe que lo que hizo fue en defensa propia. Así que siempre está en deuda con su mejor amiga. Al llegar a su oficina y sentarse en su silla para empezar con sus deberes, la puerta se abre repentinamente. Johanna mira que la que acaba de entrar es su mejor amiga. —Hola amiga, me alegra que por fin hayas llegado —dijo acercándose a su escritorio—. Estuve a punto de mandar a alguien por ti. —Hola Min, pues me viste ayer, no sé qué haya pasado en este pequeño lapso de tiempo como para que sea tan emocionante. Espero que no sea nada relacionado con algún galán o un futuro novio —mencionó la mexicana y es que durante años su amiga a intentando que salga con alguien. Si bien le gusta salir a fiestas, andar en ambiente y cosas así. Pero ella está totalmente negada a salir, un hombre prefiere estar sola que mal acompañada. Durante 15 años no ha necesitado de ningún hombre y ahora a sus 31 años no espera ningún varón a su lado. —Ya lo sé, pero también sé que estás a días de tu cumpleaños número 32 y estaba pensando en tu regalo —expresó la chica de cabello pintado de rosa con alegría. —Ay, no tus sorpresas me dan miedo —declaró la mujer de tono de piel color medio. —Bah, así que prepara tus maletas porque nos iremos a Corea —añadió la chica entregándole un boleto de avión. —¿Y a que voy a ir hasta el otro lado del mundo? —Divertirte, además de que mi padre tendrá un desfile de modas y tengo que ir y prefiero ir acompaña de mi mejor amiga será menos estresante —le cuenta la verdadera razón. —Que bien se escucha todos eso, pero tengo a mi hija, ¿dónde la dejaré? —busca la manera de librarse de ir a ese viaje y es que la conoce, sabe que no se quedará tranquila. —Creo que me habías dicho que para el lunes ya salían de vacaciones y que por las órdenes del juez ella iba a pasar estas vacaciones con sus abuelos—hace una señal con el dedo apuntando hacia su amiga. —No lo sé Min —intenta negarse. —Ándale Johanna y no acepto un no por respuesta —dijo la coreana cruzándose de brazos para que su amiga entienda que lo dice de verdad…Al llegar del trabajo, como le había ordenado a su sirvienta estaba cenando sola, no le gustaba mucho esa sensación tan extraña, tan lúgubre, nunca le ha agradado estar sola y es que cada vez que está así siempre los terribles momentos del pasado se manifiestan. Y hoy no es la excepción, su mente viaja a cuando ella siendo una niña aceptó irse a vivir con Vicent estaba alegre porque desde que estaba con él su carrera había mejorado era la chica del momento. Pero cuando estuvo en esa jaula todo cambio, ella como buena chica le preparaba su comida; sin embargo, él siempre le decía que sabía mal o estaba fría, causando que en ocasiones cuando estaba muy caliente se la arrojara intentando quemarla. Ella nunca entendía por qué la trataba así. Incluso después le prohibía ponerse ropa muy reveladora o muy ajustada porque siempre le gritaba que se la ponía para que todos la vieran. El día que ella se defendió recibió su primera cachetada. Ella agita la cabeza intentando olvidar eso
Johanna no está muy contenta de dejar a su hija, pero su amiga tiene razón durante los dos meses de vacaciones su hija se la pasará con sus abuelos y es que en esa escuela de paga tiene la forma de estudio que una estadounidense y les dan todo ese tiempo. Así que no tendrá nada que hacer más que estar encerrada en su casa. Además, a Valeria no le importa si se va así que precisamente por eso aceptó ir. Preparo sus maletas y ahora están subiendo al vuelo en primera clase. Johanna toma su asiento y su amiga se sienta frente a ella. —No estés triste, Valeria sabe cuidarse bien —añadió su amiga mirándola. —Claro que estoy preocupada, esa familia solo buscan quitarme a mi hija —mencionó la mujer de color de piel medio. —Pero no pueden hacer nada porque el juez ordenó que tú tienes todo para cuidarla y que solamente pasarían los fines de semana con ellos y unas vacaciones sí y una no —dijo—, pero lo que sigo sin entender es como el juez aceptó eso si son unas pésimas personas.
El chico misterioso al ver que la mujer a la que acaba de salvar se ha distraído aprovecha para salir huyendo del lugar y es que no sabe por qué la salvo y más a una total desconocida. Bueno, pero no dejaría que la atropellaran, en fin es mejor dejar las cosas así. Continúa con su trayecto hasta llegar al estacionamiento privado donde había dejado su motocicleta. Al entrar al lugar la ve a la distancia, se acerca hasta ella y aunque debido a la tela que cubre la mitad de su rostro, no se ve la sonrisa que ha puesto. Pero le alegra ver a su moto y es que a él le encanta sentir la adrenalina. Siendo acompañada del aire que toca su piel. Se coloca su mochila en su espalda, subiendo ahorcajadas sobre ella, poniéndose el casco y enciende el motor escuchándose un ronronear. Saliendo del estacionamiento a una velocidad considerable. Al entrar a las calles de vez en cuando le acelera para sentir esa sensación que tanto le gusta, se detiene al ver el semáforo en rojo y en eso pasa un
Después de salir del aeropuerto, las amigas llegaron a la lujosa casa del padre de Min, como le había dicho, él no estaba y decidieron quedarse en la casa para poder descansar. Al día siguiente, ambas mujeres después de un desayuno salieron para que Johanna pudiera conocer un poco de la ciudad. El chofer las llevo a al centro comercial, donde las chicas se la pasaron viendo miles de ropas de marca y lujo. Johanna miraba con atención cada precio y la verdad es que es sumamente caro. Pero Min le ha explicado que aquí lo importante es traer lo que es original y no una copia barata. —¿No te gustaría probarte algo? —preguntó Min al ver cómo Johanna se le queda mirando a un lindo vestido color Borgoña, con la marca corta, sin espalda, falda ancha y escote cuadrado. —Es muy lindo, pero no hay de mi talla —respondió algo triste—. En México soy talla S y aquí no lo sé. La coreana se pone a buscar entre la ropa, como sabe con exactitud las medidas de su amiga, agarra el que sea su
Al día siguiente ambas amigas estás en labor de prepararse para la fiesta. La coreana escogió un típico vestido rosa pálido, con cuello alto de mangas y la falda hasta la rodilla. Con su cabello con pequeñas ondas en las puntas. Mientras la mexicana salió del baño luciendo un bello vestido verde oscuro entallado a su cuerpo, con escote en forma de corazón, dejando al descubierto la espalda y una pierna. La tela es de la que está de moda que asemeja como si el vestido estuviera mojado. —¿Qué te parece? —preguntó Johanna mirando cómo su amiga abre los ojos más de lo que puede. —¡Madre mía! —exclamó Min y no es que no esté acostumbrada a verla así. Si no es que aquí en Corea, eso no es para nada normal. —¿Es mucho? —Diría demasiado, mejor ponte otro que no esté tan revelador o nos sacarán de la fiesta —dijo la coreana con más tranquilidad. —Pero sus reglas aplican para ustedes, no dijiste que no me dirán nada por ser extranjera —protesto Johanna colocando sus manos en su
El hombre desconocido se la ha pasado en su oficina y es que desde muy temprano su madre le mando los perfiles de las chicas. No niega que son hermosas, con excelentes carreras y trabajos. Pero ninguna de ellas le llama la atención y prefiere dejar toda esa información a un lado. Se desploma sobre la silla y es que le estresa demasiado que su madre le esté insistiendo con eso cuando ella sabe mejor que nadie lo mal que se la paso. Vuelve abrir una de las carpetas mirando la foto de la chica, pero su mente recuerda a la mujer que salvo en el aeropuerto y la verdad que era una mujer muy bonita. Con rasgos completamente distintos que lo han dejado impactado. Las puertas se abren haciendo que el hombre regresa a la realidad. A la oficina entra un chico joven con paso apresurado hasta quedar de pie frente a su jefe que se encuentra revisando algunos documentos. —¿Qué ocurre? —preguntó el hombre desconocido. —Señor Kim, la fiesta del señor Park está por comenzar y si no se va
Las dos amigas han decidió retirarse y es que necesitan un poco de aire fresco y una bebida. Cómo son menores solo pueden escuchar las pláticas sin opinar nada y eso es superestresante. Más para Johanna que ella no está acostumbrada a este tipo de situaciones. Cada una se toma una pequeña copa y la coreana deja a su amiga sola porque necesita ir al baño. La mexicana toma la bebida como su amiga le ha indicado que es girar la cabeza ligeramente, llevando el vaso con ambas ambos hacia la boca y al terminar deja la copa sobre la mesa. Johanna ve un pequeño balcón y decide ir a ver qué vista tiene. Camina con calma hasta quedar de pie a pocos centímetros del barandal. Se queda mirando con asombro los lindos jardines y es que Min le ha dicho que tener este tipo de cosas aquí es supercaro y representa mucho el estatus y el dinero. El señor Kim ha logrado separarse del señor Park y no ha perdido de vista a la señorita Suárez. Ahora la ve sola en el balcón y es el mejor momento de acer
Al ser interrumpidos por el señor, ambos dejan de hacer ese contacto visual que estaba haciendo tan evidente y se ponen de pie intentando aparentar que nada ha pasado. Sintiéndose más confundido que nunca y es que no saben que es lo que les está ocurriendo. —Sí —el señor Kim voltea a ver al hombre que lo llamo poniendo su porte frío y serio al igual que su expresión facial. —Me gustaría hablar con usted —dijo el hombre mayor con amabilidad. —Ya voy adelántese en un momento lo alcanzo —el hombre asiente, hacen una pequeña reverencia y se va. El coreano voltea a ver a la mexicana cambiando su mirada. —Creo que lo necesitan, señor Kim —añadió la mexicana intentando controlar sus emociones y que él no vea cómo su rostro se ha puesto rojo. Y sus manos sudan y tiemblan. —Sí, pero antes de irme me gustaría que me diera su número para quizá ir a tomar un café, después —declaró el coreano sin miedo alguno y es que él es muy decidido. Todos saben eso, las personas que lo conocen de