Sebastián Junior, más pequeño la dinastía Ferrari, siempre ha sido consentido su familia, eso por nacer casi dos décadas después de sus hermanos… por eso está acostumbrado a tomar todo lo que quiere sin pedir explicaciones y a que todos acepten sus propuestas sin objetar, es soberbio, orgulloso, machista, engreído, rayando incluso a veces en la crueldad. Cuando se enamoró de Briggitte Well, pensó que podría manipularla como títere, lo que no sabe es que ella a pesar de ser gentil, amorosa, no es una chica trofeo, ella ha tenido que abrirse paso en la vida sin ayuda, y por eso no duda en ir por sus sueños, ser una mujer de éxito y no depender de nadie, además, no está dispuesta a que nadie obstaculice su camino, ni siquiera él a quien ama con locura. Sin embargo, su determinación de ir tras su llevó a Sebastián a tomar una decisión impulsiva, con miras a hacerla pagar por no haber considerado su opinión, termina casándose con su hermanastra convirtiendo su propia vida en un infierno y dándose cuenta de que su locura lo llevó a cometer peor error todos, perder a la mujer que ama, un precio demasiado alto que no está dispuesto a pagar, por eso quiere su segunda oportunidad, aunque ya Briggitte no sea esa chica gentil, amorosa e inocente a quien conoció. Universo Ferrari. Registrada en Safecreative bajo número 2210092278043 fecha 09/10/2022.
Leer másDespués de esa pedida de matrimonio mutua y espectacular, tanto Sebastián como Briggitte se abocaron a organizar una grandiosa boda, la previeron para después de tres meses, por varias razones, una porque ambos estaban seguro de que se merecían una boda de ensueño y dos, porque Camil no quería asistir a la ceremonia con una gran barriga a la boda, para su alivio ya habían transcurrido un poco más de un par de meses y había dado a luz dos semanas atrás, por lo cual para la boda que se celebraría en dos semanas ya estaba bien.En cuanto a Flaviana, regresó a sus vidas, sin embargo, se le notaba triste, no era la mujer alegre que había sido apenas unos meses atrás, y ahora estaba en proceso de divorcio, tenía la impresión de que se había enamorado de Brandon, sin embargo, se negaba a hablar del tema y ni Camil ni Briggitte, querían presionarla, quizás ella hablaría cuando estuviera preparada, mientras tanto estaban dispuestas a esperar pacientemente, ese momento. Estaban terminando de v
Los días fueron pasando, Sebastián y Brigitte se alternaban para pasar tiempo Juntos, lo que al final se traducía en que no había una sola noche que la pasaran separados, eso le ganó la burla de Camil, con quien se encontraba en ese momento en la sala de estar de su casa.—¡Si serás idiota Brigg! No vives con Sebastián en un sitio fijo y no te casas porque quieres ir poco a poco, ¿Qué poco a poco? Si todas las noches duermen juntos, pienso que deberías ya formalizar ¿Cuánto meses llevas así? —expresó su amiga mientras ella se quedaba pensativa.—Si, creo que tienes razón, sin embargo —miró a su amiga con preocupación—. ¿Qué haré para que me lo proponga? —interrogó y Camil sonrió.—Dile que vas a regresar, pero sola, que ese no era el sentido de lo que esperabas —ante las palabras de su amiga frunció el ceño.—No sé… ya estoy acostumbrada a dormir con él… sabes que rápidamente uno se acostumbra a lo bueno —dijo con una sonrisa.—Es eso, o seguirás en la misma, sin casarte con el hombre
“Tengo a los hombres rodeando el lugar ¿Le digo que entren?” interrogó Enzo, dispuesto a dar la orden para sacar a la mujer de inmediato, aunque si había aprendido a conocer a Sebastián en sus escasos encuentros, sabía que no aceptaría porque era de quienes le gustaba encargarse el mismo de sus cosas y no se equivocó, así fue.—Gracias por tu ofrecimiento, preferiría encargarme yo mismo, así que puedes perfectamente decirle a tu gente que deje el lugar, yo llego en un momento. Gracias por la ayuda, estoy en deuda contigo.“Sabes que cualquier cosa que necesites, no dudes en pedírmelo, estamos en contacto, te envió la información a tu móvil”, con esas palabras cortó la llamada.—¿Qué pasó? —interrogó Briggitte con los ojos brillantes de emoción. Mientras todos dirigían su mirada a Sebastián en espera de su respuesta. Habían estado preparados para iniciar la búsqueda de Flaviana, pero la intervención de Enzo, hizo agilizar la búsqueda.—Me está enviando la dirección… voy por ella —dijo
El beso que le dio Sebastián, era un beso cargado de mucho amor, de pasión y de felicidad. Él comenzó a acariciar suavemente sus mejillas mientras seguía besándola con desesperación. Su lengua bailaba en perfecta armonía con la suya, llenando todas las esquinas de aquellos labios que sabían a dulce melodía.Brigitte levantó las manos para pasarlas por el cabello de Sebastián, sintiendo el suave pelo entre sus dedos y la profundidad del beso que no parecía tener fin. Él continuaba acariciando su cuerpo, recorriendo cada centímetro de ella como si fuera un lienzo en blanco que estaba dispuesto a llenar de colores.—¡Eres hermosa! Siempre has sido el amor de mi vida —dijo el hombre sin dejar de acariciarla ebrio de amor.—Tú también eres hermoso, te amo Sebas —pronunció ella con una voz ligeramente ronca.Comenzaron una explosión de besos, caricias y contención que iba más allá de las palabras. Poco a poco se acariciaban mutuamente con amor, como si fueran dos almas entrelazadas. Él sabí
Sebastián se quedó observando a Bruno con atención, no es que creyera que Enzo era un santo, desde que lo conoció sabía que el hombre no era una mansa paloma, pero se había dado cuenta de que no torturaba o mataba a la ligera, tenía conciencia de lo que hacía y cuando accionaba en contra de alguien es porque había una razón válida para hacerlo y no lo hacía por capricho, por eso no lo creía capaz de haber provocado el atentado donde murieron las esposas de los gemelos.—Sebastián Ferrari, después de todo no eres tan perfecto cuando solapas a un asesino —expresó el hombre con amargura.—No lo estoy solapando, solo quiero conocer de dónde surge tu acusación.—Mackenzo nos dio todas las pruebas de su culpabilidad —declaró el hombre con convicción.—¿Sabes Bruno? No sé si molestarme o sentir lástima por ti al ser tan ingenuo siendo un hombre de gran experiencia… la palabra de Mackenzo no tiene ningún peso, ninguna validez… no debiste haberle creído, sino investigado por ti mismo… la espec
Ante las palabras de Sebastián, Briggitte se quedó estática, mientras negaba con la cabeza. —¿Quién te llamó? —interrogó con preocupación. —Fue Camil, ella había quedado ir con Flaviana a enfrentarlo y decirle que no te querías casar, pero tu hermanastra se fue sin esperarla… al parecer Brandon hizo cambiar todo y obligó al cura a casarlos, y luego se la llevó —explicó Sebastián. —¡Está loco! ¿Fue capaz de secuestrarla? Me da miedo que quiere hacerle daño… debemos regresar a Roma —dijo Briggitte. No podía con la angustia, Flaviana era la única que siempre había estado para protegerla, lamentó haberla involucrado en todo eso, si la hubiera mantenido al margen el demente, ese no la hubiera raptado, pensó molesta consigo misma. —¿Quién sabe dónde la llevó? ¿Cómo es posible? Sebas debemos a hacer algo para ayudarla —dijo con preocupación mirando a Sebastián con una mezcla de incredulidad y desesperación, ella había comprendido rápidamente que él no iba a dejar ir a Flaviana tan fácilm
Ante la pregunta y el rostro sorprendido de Brigitte, Val y Bruno se miraron nerviosos, no esperaban esta situación. Val fue la primera en hablar. —Bueno, Brigitte… —se interrumpió y tragó saliva como para acumular fuerzas para contar la verdad. En ese momento sintió que su corazón latía fuerte dentro de su pecho, lo más que había temido se estaba dando— Ya te lo habíamos dicho antes… Somos una pareja desde hace un tiempo... —dijo al fin mientras sostenía aún la mano de Bruno con toda la confianza del mundo, demostrando que estaban más cerca que nunca, mientras el rostro de Briggitte era de desconcierto, parecía en Shock, con sus palabras. Se hizo un silenció incómodo. —Creo que lo mejor es pedir una reserva en un salón privado de este restaurante y hablar allí, sin interrupciones y sin público —propuso Sebastián, caminando al interior sin soltar la mano de Briggitte mientras los otros lo seguían. Brigitte hizo el recorrido hasta el comedor en silencio, se había quedado sin palabra
Briggitte no podía contener esa inmensa emoción que palpitaba en su pecho y aceleraba los latidos de su corazón, cuando vio a Sebastián, el hombre a quien amaba, aunque cientos de veces intentó negárselo así mismo, porque era así, el padre de su hijo, y por quien había sufrido tanto en las últimas semanas, pensando que se enamoraría de otra y la olvidaría para siempre. Se sintió abrumada con sus sentimientos, le lloraron los ojos sin control y solo pudo decir: —¡Sebastián! ¿Qué haces aquí? ¿Cómo es que eres el chofer de esta limusina? ¿Vas a llevarme a la boda? —las preguntas salían una tras otra, de sus labios sin control.Sebastián la miró con severidad.—Creo que no estás entendiendo lo que está ocurriendo aquí… no va a haber boda por hoy, ni mucho menos con Bruno, a ver Brigitte —le dijo Sebastián con la voz temblorosa de la emoción—. No te casarás porque yo te estoy secuestrando… junto a Camil y a Flaviana planifiqué robarte el día de tu boda y no voy a dejarte, debo hacer que
Brigitte nunca había sentido tanta vergüenza en su vida, sintió que el rostro le ardía, tenía ganas de quedarse debajo de la mesa para toda la vida, lamentablemente no podía hacerlo, era una adulta y debía enfrentarse a esa situación.Cuando por fin terminó de salir la mujer miraba con desconcierto, y Sebastián simplemente se encogió de hombros mientras exhibía una sonrisa de oreja a oreja, se notaba que estaba disfrutando de lo lindo lo que estaba ocurriendo, mientras Brigitte sentía vergüenza, no esperaba que su hijo la delatara así y menos delante de una tercera persona.—Bueno, parece que alguien no quiere que salgas conmigo —le dijo el hombre, a la mujer que lo acompañaba.—¡¿Qué?! —exclamó Briggitte sorprendida y trató de simular lo más que pudo la situación —Ya va espera ¿Acaso estás pensando que el hecho de que yo esté aquí significa que te estoy espiando? Ante su pregunta, Sebastián la miró con escepticismo y más rojo se puso el rostro de Brigitte, pero con todo el aplomo