Brigitte, había estado de viaje por un mes en Milán, por razones de trabajo, durante toda su vida había querido ser modelo y se le presentó esa oportunidad, la cual no quería rechazar.Con toda la tristeza y el dolor del mundo dejó a su novio en Roma y se subió a un avión que la llevaría hasta allá, él no había estado de acuerdo con esa decisión, de hecho, el día que le informó tuvieron una fuerte discusión.“—¿Por qué debes ir allí? No quiero que te dediques a eso, a modelo se dedican solo las… —comenzó a decir y ella lo detuvo.—Cuidado con lo que vas a decir… es un trabajo decente como cualquier otro, tu apreciación es ofensiva, machista e injusta —lo debatió.—La novia mía no se va a dedicar a ese oficio, por mucho que te parezca un trabajo decente, a mí no y eso es lo que importa —dijo con soberbia.—Por si no lo sabes, la gente normal en este país y en cualquier otra parte del mundo, debe ganarse el dinero para poder vivir y así me lo ganaré yo —declaró ella con un poco de indig
—Esto debe ser un error… esto tiene que ser falso —repetía como un mantra casi sin aliento.Se negaba a creer que el hombre de quien estaba enamorada fuese capaz de hacerle eso, sería tan ruin de su parte casarse con su hermanastra, se sostuvo de la cama mientras cerraba los ojos con fuerza.No podía contener su angustia... le parecía que estaba en una pesadilla que pronto iba a despertar, pero por más que quisiera que eso fuese cierto, y a pesar de cerrar los ojos tratando de negarse a lo que veía, la tarjeta seguía en sus manos, vio la fecha y la hora y se dio cuenta, que si llegaba a tiempo podía impedir esa boda... él no podía casarse con otra, porque ella estaba esperando un hijo suyo, ella lo amaba.“Pero al parecer su amor no es suficiente” dijo su conciencia y ella empezó a reír como loca, al mismo tiempo que las lágrimas le caían por las mejillas y no podía dejar de llorar.—¿Por qué Sebastián me estás haciendo esto? ¿Por qué? ¿Por qué de pronto te transformaste y dejaste de
Sebastián la miró sin ninguna expresión en el rostro, por un momento no dijo nada, miró al padre de Franchesca por un par de segundos y luego dirigió su rostro con una máscara de absoluta frialdad a Briggitte y luego con un tono de desdén le respondió.—¿Por qué iba a querer vengarme de ti? —se burló—. Mi mundo no gira en torno a ti, Briggitte. Nuestra relación terminó cuando te fuiste a Milán, y en cuanto a tu embarazo... —se rio amargamente. —No sé de dónde has sacado esa idea, pero es imposible: No puedes estar esperando un hijo mío porque usabas anticonceptivos mientras estábamos juntos—expuso él con una expresión de indiferencia.—¿Acaso no sabes que los métodos de contracepción fallan? El único medio seguro de no quedar embarazada es la abstinencia y ese nosotros no lo practicábamos —dijo con sorna, emitiendo una leve sonrisa de burla dirigida más así misma por ser una idiota.—Entonces debiste practicarla, porque yo no confío en ti… no puedes aparecerte después de un mes a deci
Briggitte abrió los ojos poco a poco, se sentía aturdida, su cuerpo lo tenía pesado y por más intentos de moverlo lo tenía entumecido como si hubiera tardado meses sin moverse, intentó recordar, y lo último que llegó a su mente fue el momento de salir de la iglesia y luego ser golpeada por un auto… uno que salió de manera sorpresiva. Recorrió la sala con la mirada y se dio cuenta de que estaba en una habitación de hospital. Escuchó el murmullo de la gente alrededor, las enfermeras y médicos hablando, el sonido de sus voces le martillaban en la cabeza.—¡Ha despertado! ¡Ha salido del coma! —gritaba una enfermera en tono de sorpresa. —Hay que avisarle al señor Mackenzo —escuchó decir a otro y no pudo evitar fruncir el ceño con desagrado.“¿Qué carajos tenía que saber ese hombre de mí? ¿Si es el segundo ser que más desprecio después del innombrable?”, se dijo mentalmente.Un médico se acercó y le puso una linterna en el ojo, y ella parpadeó seguido sintiendo que la luz la cegaba, el
Franchesca dormía plácidamente, cuando un llanto de bebé inconsolable penetró en su sueño y la despertó. Abrió los ojos de mala gana, y observó al bebé que lloraba de manera inconsolable, arrugando de manera más intensa su nariz y moviendo sus bracitos como si tratara de agarrar a algo. Se sentía frustrada, aquel hijo no hacía más que llorar desde que nació, primero era el llanto del hambre y ahora parecía que lloraba porque quería llorar. Franchesca no podía más, se sentía cansada y estresada, necesitaba un respiro. No podía cuidar a un bebé todo el día, necesitaba ayuda, además, le dolían los senos, los tenía hinchado de la leche acumulada, pero por más intento de tomar medicamentos y cuanto té le decían para inhibir la leche de su pecho, aún no lo había logrado, además, le dolía la cicatriz de la cesárea; estaba arrepentida de haberse sometido a semejante sacrificio por gusto, pensaba la mujer con frustración.Todo le estaba saliendo contrario a cómo había creído, porque pensó qu
Sebastián salió de la habitación echo una furia… entró al despacho y se sirvió un trago tras otro, el enojo bullía en su interior de manera peligrosa, al punto de terminar estrellando la copa contra la pared. —¿Dónde carajos te metiste? ¡¿La tierra te tragó?! —se dijo pasándose la mano por la cabeza en un gesto de desesperación. Habían pasado seis meses durante los cuales, no dejó de enviar detective tras detective para encontrarla y ninguno había dado con ella y él necesitaba respuestas a esas interrogantes que surgían en su mente una y otra vez ¿Para dónde se fue? ¿Qué había sido del bebé que esperaba? Ni siquiera su propia madre sabía de su paradero, Por qué ni una sola llamada le había hecho. Aunque después de como la trató, no tenía razón para decirle de su paradero, con una madre así, mejor era no haber tenido nada. Hablando de madres, justo estaba recibiendo una llamada de la suya, cuando le atendió ni siquiera lo saludó. “Sebastián, te juro que no sé qué tienes en esa cabe
Cuando el hombre la estaba besando, la chica se quedó estática, mientras se recriminaba interiormente "¡Maldit4 sea Briggitte, pero que haces acaso has perdido el juicio!", se dijo indignada consigo misma “¡Te estás dejando besar imbécil! ¡Despierta de una vez!" Un rato después, no supo cuánto, el doctor evadió aprovechar la ocasión, y la apartó ligeramente, para mirarla a los ojos de manera intensa.—¿Dame una razón lógica y creíble para no regresarte a tu habitación, no decirle a la enfermera que te atiende que estás en mi despacho? ¿Por qué estás vestida con ese uniforme y sobre todo por qué cargas mis pantuflas? —preguntó con seriedad y los ojos verdes de Briggitte se abrieron de par en par sorprendida.“¡Mierda y ahora!”, armándose de valor.—¿Le parece una razón lógica que, si no me dice como salir de aquí, lo mínimo que me pasará es que me droguen y me pongan en coma de nuevo o definitivamente me maten? Briggitte no podía creer lo que estaba haciendo, “Pero ¿qué estás diciendo
Brigitte apuntó, en tanto Bruno aceleraba con todas sus fuerzas intentando evitar que les dieran alcance, pero no lo lograba, los intrusos se acercaban cada vez más y estaban a punto de alcanzarlos, mientras no dejaban de dispararles, era evidente la intención de acabar con ellos.Briggitte no se controló y comenzó a gritar y maldecir a los hombres que navegaban tras ellos y que parecían no mostrar ninguna intención de detenerse ante nada, ella, sin embargo, estaba dispuesta a defenderse y a quienquiera que estuviera a su lado, por más que le diera miedo, sabía que no permitiría que hicieran daño a Bruno, él arriesgó todo por ella y no era justo que resultara perjudicado, eso le dio la fuerza y el ánimo, para retomar fuerzas y disparar sin cesar, no daba respiro.No obstante, no le atinaba a ninguno y eso la tenía frustrada, aunque para su buena suerte los otros tampoco les atinaban a ellos.—¡Ahhhh! ¡Lo siento! ¡No le atino!… no sé cómo hacerlo.—Despacio, fija tu mirada en el objeti