Los días fueron pasando, Sebastián y Brigitte se alternaban para pasar tiempo Juntos, lo que al final se traducía en que no había una sola noche que la pasaran separados, eso le ganó la burla de Camil, con quien se encontraba en ese momento en la sala de estar de su casa.—¡Si serás idiota Brigg! No vives con Sebastián en un sitio fijo y no te casas porque quieres ir poco a poco, ¿Qué poco a poco? Si todas las noches duermen juntos, pienso que deberías ya formalizar ¿Cuánto meses llevas así? —expresó su amiga mientras ella se quedaba pensativa.—Si, creo que tienes razón, sin embargo —miró a su amiga con preocupación—. ¿Qué haré para que me lo proponga? —interrogó y Camil sonrió.—Dile que vas a regresar, pero sola, que ese no era el sentido de lo que esperabas —ante las palabras de su amiga frunció el ceño.—No sé… ya estoy acostumbrada a dormir con él… sabes que rápidamente uno se acostumbra a lo bueno —dijo con una sonrisa.—Es eso, o seguirás en la misma, sin casarte con el hombre
Después de esa pedida de matrimonio mutua y espectacular, tanto Sebastián como Briggitte se abocaron a organizar una grandiosa boda, la previeron para después de tres meses, por varias razones, una porque ambos estaban seguro de que se merecían una boda de ensueño y dos, porque Camil no quería asistir a la ceremonia con una gran barriga a la boda, para su alivio ya habían transcurrido un poco más de un par de meses y había dado a luz dos semanas atrás, por lo cual para la boda que se celebraría en dos semanas ya estaba bien.En cuanto a Flaviana, regresó a sus vidas, sin embargo, se le notaba triste, no era la mujer alegre que había sido apenas unos meses atrás, y ahora estaba en proceso de divorcio, tenía la impresión de que se había enamorado de Brandon, sin embargo, se negaba a hablar del tema y ni Camil ni Briggitte, querían presionarla, quizás ella hablaría cuando estuviera preparada, mientras tanto estaban dispuestas a esperar pacientemente, ese momento. Estaban terminando de v
Brigitte, había estado de viaje por un mes en Milán, por razones de trabajo, durante toda su vida había querido ser modelo y se le presentó esa oportunidad, la cual no quería rechazar.Con toda la tristeza y el dolor del mundo dejó a su novio en Roma y se subió a un avión que la llevaría hasta allá, él no había estado de acuerdo con esa decisión, de hecho, el día que le informó tuvieron una fuerte discusión.“—¿Por qué debes ir allí? No quiero que te dediques a eso, a modelo se dedican solo las… —comenzó a decir y ella lo detuvo.—Cuidado con lo que vas a decir… es un trabajo decente como cualquier otro, tu apreciación es ofensiva, machista e injusta —lo debatió.—La novia mía no se va a dedicar a ese oficio, por mucho que te parezca un trabajo decente, a mí no y eso es lo que importa —dijo con soberbia.—Por si no lo sabes, la gente normal en este país y en cualquier otra parte del mundo, debe ganarse el dinero para poder vivir y así me lo ganaré yo —declaró ella con un poco de indig
—Esto debe ser un error… esto tiene que ser falso —repetía como un mantra casi sin aliento.Se negaba a creer que el hombre de quien estaba enamorada fuese capaz de hacerle eso, sería tan ruin de su parte casarse con su hermanastra, se sostuvo de la cama mientras cerraba los ojos con fuerza.No podía contener su angustia... le parecía que estaba en una pesadilla que pronto iba a despertar, pero por más que quisiera que eso fuese cierto, y a pesar de cerrar los ojos tratando de negarse a lo que veía, la tarjeta seguía en sus manos, vio la fecha y la hora y se dio cuenta, que si llegaba a tiempo podía impedir esa boda... él no podía casarse con otra, porque ella estaba esperando un hijo suyo, ella lo amaba.“Pero al parecer su amor no es suficiente” dijo su conciencia y ella empezó a reír como loca, al mismo tiempo que las lágrimas le caían por las mejillas y no podía dejar de llorar.—¿Por qué Sebastián me estás haciendo esto? ¿Por qué? ¿Por qué de pronto te transformaste y dejaste de
Sebastián la miró sin ninguna expresión en el rostro, por un momento no dijo nada, miró al padre de Franchesca por un par de segundos y luego dirigió su rostro con una máscara de absoluta frialdad a Briggitte y luego con un tono de desdén le respondió.—¿Por qué iba a querer vengarme de ti? —se burló—. Mi mundo no gira en torno a ti, Briggitte. Nuestra relación terminó cuando te fuiste a Milán, y en cuanto a tu embarazo... —se rio amargamente. —No sé de dónde has sacado esa idea, pero es imposible: No puedes estar esperando un hijo mío porque usabas anticonceptivos mientras estábamos juntos—expuso él con una expresión de indiferencia.—¿Acaso no sabes que los métodos de contracepción fallan? El único medio seguro de no quedar embarazada es la abstinencia y ese nosotros no lo practicábamos —dijo con sorna, emitiendo una leve sonrisa de burla dirigida más así misma por ser una idiota.—Entonces debiste practicarla, porque yo no confío en ti… no puedes aparecerte después de un mes a deci
Briggitte abrió los ojos poco a poco, se sentía aturdida, su cuerpo lo tenía pesado y por más intentos de moverlo lo tenía entumecido como si hubiera tardado meses sin moverse, intentó recordar, y lo último que llegó a su mente fue el momento de salir de la iglesia y luego ser golpeada por un auto… uno que salió de manera sorpresiva. Recorrió la sala con la mirada y se dio cuenta de que estaba en una habitación de hospital. Escuchó el murmullo de la gente alrededor, las enfermeras y médicos hablando, el sonido de sus voces le martillaban en la cabeza.—¡Ha despertado! ¡Ha salido del coma! —gritaba una enfermera en tono de sorpresa. —Hay que avisarle al señor Mackenzo —escuchó decir a otro y no pudo evitar fruncir el ceño con desagrado.“¿Qué carajos tenía que saber ese hombre de mí? ¿Si es el segundo ser que más desprecio después del innombrable?”, se dijo mentalmente.Un médico se acercó y le puso una linterna en el ojo, y ella parpadeó seguido sintiendo que la luz la cegaba, el
Franchesca dormía plácidamente, cuando un llanto de bebé inconsolable penetró en su sueño y la despertó. Abrió los ojos de mala gana, y observó al bebé que lloraba de manera inconsolable, arrugando de manera más intensa su nariz y moviendo sus bracitos como si tratara de agarrar a algo. Se sentía frustrada, aquel hijo no hacía más que llorar desde que nació, primero era el llanto del hambre y ahora parecía que lloraba porque quería llorar. Franchesca no podía más, se sentía cansada y estresada, necesitaba un respiro. No podía cuidar a un bebé todo el día, necesitaba ayuda, además, le dolían los senos, los tenía hinchado de la leche acumulada, pero por más intento de tomar medicamentos y cuanto té le decían para inhibir la leche de su pecho, aún no lo había logrado, además, le dolía la cicatriz de la cesárea; estaba arrepentida de haberse sometido a semejante sacrificio por gusto, pensaba la mujer con frustración.Todo le estaba saliendo contrario a cómo había creído, porque pensó qu
Sebastián salió de la habitación echo una furia… entró al despacho y se sirvió un trago tras otro, el enojo bullía en su interior de manera peligrosa, al punto de terminar estrellando la copa contra la pared. —¿Dónde carajos te metiste? ¡¿La tierra te tragó?! —se dijo pasándose la mano por la cabeza en un gesto de desesperación. Habían pasado seis meses durante los cuales, no dejó de enviar detective tras detective para encontrarla y ninguno había dado con ella y él necesitaba respuestas a esas interrogantes que surgían en su mente una y otra vez ¿Para dónde se fue? ¿Qué había sido del bebé que esperaba? Ni siquiera su propia madre sabía de su paradero, Por qué ni una sola llamada le había hecho. Aunque después de como la trató, no tenía razón para decirle de su paradero, con una madre así, mejor era no haber tenido nada. Hablando de madres, justo estaba recibiendo una llamada de la suya, cuando le atendió ni siquiera lo saludó. “Sebastián, te juro que no sé qué tienes en esa cabe