Capitulo 29

Eliza

Me metí en la cama sin saber dónde demonios estaba Bastián. No había vuelto a la habitación y yo tampoco lo había buscado. Tal vez estaba en su despacho, tal vez se había largado de su casa, como si yo no existiera.

Y ¿sabes qué? No importaba.

No era su prometida, ni siquiera su novia. Él mismo se encargó de recordármelo, con esa frialdad suya que me sacaba de quicio y me rompía un poco por dentro cada vez que hablaba así.

Pero joder… mentiría si dijera que no dolió. Porque sí, claro que había dolido.

¿Y qué esperaba, en el fondo? ¿Qué solo porque me había invitado a esa maldita fiesta, porque me había provocado un orgasmo en ese ascensor y luego me había follado como si se le fuera la vida en ello, eso significaba que esto ya no era una farsa? ¿Que realmente había algo entre nosotros?

Sí. Esa era la triste verdad, eso era exactamente lo que había empezado a pensar.

Y me equivoqué. Como una idiota, me equivoqué en grande.

Había intentado relajarme. El baño, el libro que no pude
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