Megan Smith es una mujer que resalta a dónde quiera que va por su belleza, sin embargo, lejos de ser una bendición, esto siempre le ha traído problemas. La belleza de esta joven se convertirá en su mayor castigo cuando debido a una trampa, ella se acueste con un desconocido, un suceso que cambiará su vida drásticamente, obligándola a desaparecer, por temor a lo que pueda suceder. El atractivo heredero, Albert Collins pronto se convertirá en el hombre más rico y poderoso del país, por eso, es normal para este hombre que las mujeres lo persigan y deseen, lanzándose sobre él, sin recelos, no obstante, ninguna de ellas parece capturar su interés. Esto cambiará, cuando una joven tan hermosa que lo deja impactado, se aparece frente a él rogándole por una noche juntos, Albert no puede negarse, parece hipnotizado por los encantos de esa dulce damisela. A la mañana siguiente, luego de una noche única e inolvidable, él está seguro de que esa misteriosa chica es el amor de su vida, la mujer con la que debe casarse, sin embargo, ella ha desaparecido, por lo que él no descansara hasta tenerla de vuelta entre sus brazos.
Leer másDe inmediato, Megan se giró sobre los talones quedando frente a Albert, su respiración ya estaba agitada, el ritmo de sus pulsaciones era acelerado. Megan rodeó con sus brazos en el cuello de Albert al tiempo que le estampó un beso, sus labios se unieron, sus lenguas se entrelazaron, mientras que sus cuerpos se iban pegando. Ella intentó saltar para rodear sus piernas en las caderas de Albert, pero el largo y ajustado de la falda que usaba no se lo permitió, al instante, se escuchó una tela ser rasgada. Albert había abierto la falda por completo, lanzándola a un lado y se agachó ligeramente para tomar a Megan por los muslos, levantándola mientras ella se amarraba a su cuerpo. A unos pasos, el trasero de Megan terminó recostado sobre el tope de la peinadora de la habitación, todos los cosméticos comenzaron a caer, Megan prácticamente le arrancaba la camisa a Albert, al tiempo que él jaloneaba la blusa de ella. — Oye, ¿me piensas arrancar toda la ropa? — Gruñó Megan con un tono
Durante la cena no hubo mucha conversación, el silencio era cómodo para ambos, quienes parecían ya comunicarse a través de sus ojos, con miradas llenas de amor, felicidad, satisfacción y deseo.La cena terminó y Albert acompañó a Megan a la orilla del balcón, desde donde podían ver toda la propiedad y sus alrededores.De pronto, en medio de la oscuridad, él se agachó, dejando a Megan confundida y emocionada al mismo tiempo, la verdad no se esperaba esto.—Megan, cielo… He intentado hacer esto varias veces y espero que esta ocasión sea la definitiva… — Albert tragó grueso. Megan arrugó el entrecejo, pues ella solo recordaba la ocasión en qué estuvieron en la casa de los padres de él. — Megan, te amo, siempre lo he hecho y tengo la certeza de que el destino te hizo para mí, así como me hizo a mí para ti, nos lo ha demostrado poniéndonos en el camino del otro a pesar de todas las adversidades… Por eso, quiero consolidar esa unión, no solo por nuestros sentimientos o por nuestra hija,
Durante el tiempo de la preparación para los juicios de Dayana, Rosalyn y Gianfranco, Albert se tomó unas vacaciones completas de sus responsabilidades y se dedicó de lleno a su familia.Él se había convertido en el apoyo de Megan y en su cuidador, no solo para curar las heridas físicas que sanaban lentamente, sino también las heridas emocionales.Fue difícil y traumático para ambos, muchas veces Megan despertaba a media noche, gritando o llorando, pues las pesadillas la atacaban, aprovechándose de sus miedos.El amor y la dedicación de Albert, los días que pasaban entre el hombre que amaba y su hija, April, fue el bálsamo que, poco a poco, fue llenando a Megan de seguridad y coraje, hasta hacerla olvidarse por completo del temor y el dolor del pasado.Y ahora que todo había terminado y Megan ya estaba mejor, solo faltaban dos cosas por hacer.La primera salió a la luz pública, apenas Gianfranco y todos sus hombres estuvieron encerrados en prisión, Albert reconoció públicamente l
— La señora Smith llegó muy golpeada, pero estará bien… Ya hicimos una revisión general y no tiene grandes daños internos, el hígado está algo inflamado y vimos varios moretones, pero no es nada que con descanso, buenos cuidados y tratamiento se pueda quitar, en unos días estará bien… Es una mujer muy fuerte... — Explicó el doctor a Albert. — Ahora mismo está dormida, le dimos unos calmantes para el dolor y no despertará por un buen rato, pero puede acompañarla si lo desea. — Gracias, doctor. — Asintió Albert, para luego dirigirse a la habitación de Megan. Albert entró en la habitación, deteniéndose en la puerta, el dolor de verla en esa camilla de hospital fue muy grande. Tragando grueso, él se acercó a ella lentamente para detenerse a su lado, el corazón le latía acelerado. Aunque lucía algo pálida, Megan se veía plácidamente dormida, tan tranquila y serena, como si no hubiera acabado de pasar por todo el trauma que pasó. La única evidencia eran los moretones. Albert tom
—Señor, tenemos a la niña, está sana y salva… — Jorge traía a April en los brazos, entregándosela a Albert, quien, de inmediato, la apretó contra su pecho, April lloraba y gemía de la emoción.—¿Y Megan? — Preguntó Albert ansioso.—Ya revisamos toda la casa, no la hemos encontrado, ni tampoco a Gianfranco, parece que era, como pensábamos, una trampa para entretenernos y terminar huyendo… — Explicó Jorge.—¡No! Mi mamita está aquí, yo la escuché papi, tienen que salvarla, búsquenla bien, de verdad, ella está aquí… — Intervino April, desesperada.—Tranquila, te prometo que la encontraré, ¿sí? — Albert la apretó una vez más, llenándose del calor de la niña y sintiendo como el corazón le saltaba de felicidad, había recuperado a su hija.—¡Señor! — Uno de los escoltas se acercó apresurado. — Encontramos una puerta escondida, parece ser de un sótano, está cerrada… — Albert y Jorge se miraron leyéndose el pensamiento, allí debían estar.—Bien, sáquenla de aquí… — Albert le entre
Una flota de autos se acercaban desde diferentes calles hacia la ubicación que habían conseguido Jorge, gracias al número del que había llamado April.—¿Por qué no se nos ocurrió esto antes?, pudimos conseguir algún número del teléfono de Gianfranco con Dayana o con el teléfono de Rosalyn… — Meditaba Albert, pensativo mientras iba en uno de los autos blindados, acompañado por Jorge y otros escoltas.—Lo intentamos, señor, pero todos los teléfonos desde los que se estuvo comunicando ese hombre eran desechables, por lo que no eran rastreables… — Explicaba Jorge, cuando el auto blindado ya se estacionaba a un par de calles de la casa donde estaban Megan y April. Ambos bajaron del auto. — Es por eso, señor, que le recomiendo que se quede aquí…—¿Qué?—Señor Collins, ¿cómo piensa usted que esa niña pequeña pudo llamar desde un teléfono rastreable mientras estuvo secuestrada?, esto puede ser una trampa, es muy peligroso… — Afirmó Jorge, preocupado.—No me pienso quedar atrás, no e
Albert estaba furioso y desesperado, había pasado varias horas desde que Megan se había marchado y todavía nadie se había comunicado para la entrega de April.Un grupo de hombres se había dedicado a buscar por toda la zona cercana desde donde desapareció la señal del localizador que llevaba Megan, pero no habían tenido éxito.Y Rosalyn seguía atada, llorosa y adolorida, Isabella y Marianella se habían dedicado a intentar sacarle más información, sin éxito.¿Había perdido a la mujer que amaba y a la hija que acababa de encontrar?Un rápido golpeteo sonó en la puerta, sin esperar respuesta, Jorge entró en la oficina privada de Albert, donde su jefe se había encerrado hacía solo unos minutos para intentar calmar sus ánimos y pensar claramente.—¡Señor!, lamento molestarlo, pero… — Empezó Jorge ansioso.—¿Encontraron algo? — Albert sintió una fuerte corazonada.—No, señor… Pero creo que es mejor que eso… — Jorge se volvió para abrir nuevamente la puerta de la oficina y una joven
—¡Señor! — Los hombres entraron en la casa con la presa entre sus manos. — ¡Aquí está!, ¡la mujer que pidió!—¡Por fin! — Gianfranco se acercó, su expresión se iluminó con una sonrisa socarrona.—¡Señor, traía esto! — Uno de los hombres mostró el localizador destruido.Gianfranco soltó una fuerte bofetada en el rostro de Megan, volteándola por completo, las piernas de ella temblaron ante tal golpe, la cabeza le dio vueltas, si no hubiera sido porque los dos hombres la sostenían por los brazos, se hubiera caído de largo a largo.—Parece ser que no aprecias tu vida, ni la de tu hija… — Gruñó Gianfranco.—No… — Musitó Megan intentando levantar el rostro. — Pro favor…—Llévenla al sótano, la quiero encadenada y desnuda, no soporto su desagradable aspecto. — Ordenó Gianfranco a los hombres.—¡Ahhhhh! ¡Yaaaaaaa! ¡Déjenme salir! — Se escuchó el grito de una niña.—¡¿April?! — Susurró Megan sintiendo como se le cristalizaban los ojos y las mejillas se le encendían, llenándose
Todos se miraron, tenían a la mujer que se había llevado a April, pero ella había dicho que no sabía en dónde estaba la niña, ¿podría ser eso cierto?—¿Qué hacemos con ella? — Preguntó Patrick.Todos miraron a la distancia hacia Rosalyn, quien ahora lloraba con más ganas y dramatismo.—Seguiré insistiendo y si mi madre me apoya, la seguiremos presionando hasta que hable… — Afirmó Albert.—Claro, hijo. — Isabella se irguió, preparándose.—Uh, yo también quiero ayudar, puedo ser tan persuasiva como mi madre… — Se ofreció Marianella.—¿Persuasiva?, creo que de hecho ahora le tengo un poco de miedo a mamá… — Comentó Patrick.—Debo admitir que Máximo te ayudó a sacar todo tu potencial, prima… — Aiden le sonrió a Isabella.—Bueno, bueno… No es algo que me plazca hacer y espero que no aprendan, pero considerando las circunstancias…Isabella miró significativamente a su hijo, Albert, quien asintió para darse la media vuelta y volver con Rosalyn, más atrás lo siguieron su madre