—¡Señor Collins! Qué gusto conocerlo finalmente, es un honor que me haya invitado a esta reunión… — Gianfranco estiraba su mano hacia Albert con gran entusiasmo.—Mucho gusto, señor Rizzo, puede tomar asiento. — Contestó Albert, respondiéndole con un apretón de mano fugaz y mostrándose con mucha seriedad.—Señor, gracias por esta oportunidad, estoy muy entusiasmado con la reciente inversión que hice en su empresa y si me lo permite, tengo algunos proyectos que creo, podrían interesarles… — Gianfranco fue a abrir una enorme carpeta, cuando Albert lo interrumpió.—Disculpe, señor Rizzo, pero no lo mandé a llamar por eso… — Soltó Albert tajante con una expresión ceñuda.—¿Qué? — Gianfranco se detuvo, confundido, viendo que Albert sacaba un papel de una carpeta que tenía al frente.—Señor Rizzo, no soy un hombre que se ande por las ramas, así que iré al grano… Lo mandé a llamar porque necesito que me diga, ¿quién es esta mujer y que relación tiene usted con ella? — Albert estir
—¡Albert, hijo! ¿Cómo estás? — Isabella entró emocionada para saludar a su hijo con un efusivo abrazo.—¿Qué tal todo, hijo? — Máximo, su padre, entro más atrás, dándole un par de palmadas en el hombro.—Estoy bien, con mucho trabajo, poniéndome al día… — Contestó Albert, complacido por la repentina visita de sus padres. — Bueno, díganme, ¿a qué se debe esta sorpresa? — Retomó su lugar tras el escritorio.—Pasamos porque queríamos felicitarte por tu nuevo puesto… — Dijo Isabella, al tiempo que se acomodaba en un asiento al otro lado del escritorio.—Bueno, en realidad ustedes mismos fueron quienes me dieron este puesto… — Comentó Albert, conteniendo una sonrisa y viendo como su padre se sentaba junto a ella.—Sí, por qué te lo ganaste, hijo, estamos muy impresionados, con los resultados que conseguiste en la empresa como CEO… — Contó Máximo, lleno de orgullo. — Además, ya era momento de que tomaras un cargo con mayor responsabilidad, ¡Director General del grupo de empresas
—¡Albert! — La puerta se abrió sin previo aviso, haciendo resonar la voz de una mujer. Albert de inmediato arrugó el entrecejo. — ¿Cómo estás, cariño?—Rosalyn… — Albert se levantó de su asiento tras el escritorio. — ¿Qué haces aquí?—Vine a verte, ¿no es obvio? — La mujer se adentró en la oficina, mientras Albert veía que su secretaria provisional lo observaba avergonzada desde la puerta.—Lo siento mucho, señor. — La secretaria bajó la vista con vergüenza. — La señorita no quiso esperar a ser anunciada.—Obvio no iba a esperar… — Rosalyn le dirigió una mirada fulminante a la secretaria. — Estamos saliendo…—Está bien, por favor, cierra la puerta. — Le respondió Albert a la secretaria, para dirigirse nuevamente a su inesperada visitante. — Rosalyn, te preguntaré de nuevo, ¿qué haces aquí?—¿Qué pasa, cariño?, no me digas… — La joven le sonrió con sensualidad, acomodándose en el asiento frente al escritorio. — Eres de los que amanecen de mal humor, ¿no?—No, no es eso…
—Disculpe, primero tengo que llamar a recursos humanos… — La recepcionista intentó esconder su expresión de sorpresa y desagrado, al tiempo que se volteaba para tomar la bocina del teléfono.—Está bien.La recepcionista llamó y al cabo de unos minutos, apareció taconeando una mujer elegante y hermosa, quien miró a Megan de arriba para abajo con una expresión llena de rabia.—¿Tú eres? — Preguntó la mujer, sin presentarse, revisando el interior de una carpeta que llevaba en la mano.—Yo… Soy… Megan Smith. — Respondió ella, algo nerviosa.—¡No lo puedo creer! — La mujer volvió a dirigirle una mirada a Megan, con una mueca despectiva, como si sintiera asco. — ¡¿Tú eres la chica que viene recomendada?!—Eh… Yo… Eso creo… Una amiga de mi hermana… Ella… — Balbuceó Megan, sintiéndose cada vez más pequeña.—¡Agr! — Gruñó la mujer volteando los ojos. — No sé por qué acepté hacer este favor… Bien, pasarás a la entrevista, ya no se puede hacer nada, ya di mi palabra y estás en la l
—¡Ella! — Voceo una espectacular rubia que Megan ya había visto pasar hacia la oficina del jefe. — ¡Escógela a ella, Albert! ¡Que ella sea tu nueva asistente personal!—¿Qué? — Megan levantó la vista, confundida con los gritos de la mujer.—¡Albert, la chica fea y mal vestida, debe ser tu asistente personal! ¡Escógela! — Insistió la rubia, provocando un estremecimiento en Megan.Se escuchó como se escapaban las risas de las otras chicas que esperaban por la entrevista, Megan bajó la mirada sintiéndose apenada.¿Era un chiste?, ¿todos se burlaban?Esta era su esperanza, la oportunidad que tenía para tener una vida mejor, para ofrecerle una vida mejor a su hija, y no solo la habían tratado despectivo por verse fea, sino que también la humillaban y se reían.Aunque Megan sabía que ese no era su verdadero aspecto, sino un disfraz, eso no aminoraba su vergüenza y humillación.—¡Ya basta, Rosalyn! — Se escuchó un grito que hizo eco en el pasillo, hubo un momento de silencio.Alb
Albert no la contrató lástima, simplemente, algo dentro de él, le dijo que ella era perfecta, que ella tenía que tener el puesto, que ella tenía que quedarse.¿Podría ser por llevar ese nombre que con solo recordarlo le aceleraba el pulso? «Megan Smith», algo se agitaba en el interior de Albert con solo pensarla.Él no sabía qué lo había hecho tomar esa decisión tan improvisada, pero algo sí tenía por seguro y es que, luego de ver cómo las otras mujeres se burlaban de Megan, Albert supo que esas chicas no eran el tipo de personas con las que él querría trabajar.—Señor Collins… — Musitó Megan con sorpresa. — Yo… Yo no… — Lo primero que paso por la mente de Megan, fue rechazar el trabajo.El corazón de ella daba saltos, era un sentimiento contradictorio, ella estaba feliz de escuchar que había conseguido el trabajo, eso significaba una maravillosa oportunidad, pero estaba el riesgo latente, de que en cualquier momento, Gianfranco podría aparecerse.«Está bien, Megan, hay miles de
— Oye… Jon… ¿No te gustaría ser mi papá? — April… — Megan observó detenidamente a la pequeña con una expresión entremezclada de preocupación y tristeza. — ¿Qué estás diciendo, hija? — Es que… Mami… — April bajó la vista, haciendo un puchero. Jonathan le hizo una seña a Megan, para que le dejara hablar por un momento. — Oye… Pequeña… — Murmuró Jonathan a April, ella levantó la vista. — ¿Sabes?, me hubiera encantado ser padre de una niña tan hermosa como tú… — La pequeña sonrió. — Pero eso no puede ser, ya sabes, soy como tu tío y eso sería extraño, ¿no crees? — Pero… Pero quiero un papá y así, las niñas ya no serían malas… — Tranquila, nena… Estoy seguro, que un grandioso papá viene en camino y cuando llegue, será el más sorprendente… — Jonathan… — Musitó Megan, intentando detenerlo, pues a ella no le gustaba crearle falsas ilusiones a April, pero Jonathan la ignoro. — Mientras tanto, para cuando me necesites o tengas una actividad en el colegio, puedes llamar al tío Jon
Por un segundo, un escaso segundo que se sintió eterno estando tan cerca de un hombre tan atractivo, Megan sintió que perdió el aliento y cuando estuvo a punto de cerrar los ojos, pensando que él iba a besarla, Albert se apartó de pronto. — Mira, aquí tengo un kit de primeros auxilios… — Albert estiró una pequeña maleta hacia ella. Megan sintió como una sombra de vergüenza la cubrió, ¿así que era eso lo que buscaba?, ¡y ella pensando que quería besarla!, ¡qué vergüenza!, Megan cerró los ojos sintiendo las mejillas ardiendo, mordiéndose el labio instintivamente. Albert dejó el kit de primeros auxilios sobre la encimera y deslizó su mano por la barbilla de ella, notándola preocupada, ella seguía con las manos cubriéndose, pero ahora mantenía los ojos cerrados con fuerza al tiempo que se mordisqueó tiernamente el labio, ¿ella estaba asustada?, ¿pensaba que él le haría algo malo? Él levantó el rostro de ella con mucho cuidado y delicadeza. — ¿Megan?… La llamó Albert, detallándo