— Oye… Jon… ¿No te gustaría ser mi papá? — April… — Megan observó detenidamente a la pequeña con una expresión entremezclada de preocupación y tristeza. — ¿Qué estás diciendo, hija? — Es que… Mami… — April bajó la vista, haciendo un puchero. Jonathan le hizo una seña a Megan, para que le dejara hablar por un momento. — Oye… Pequeña… — Murmuró Jonathan a April, ella levantó la vista. — ¿Sabes?, me hubiera encantado ser padre de una niña tan hermosa como tú… — La pequeña sonrió. — Pero eso no puede ser, ya sabes, soy como tu tío y eso sería extraño, ¿no crees? — Pero… Pero quiero un papá y así, las niñas ya no serían malas… — Tranquila, nena… Estoy seguro, que un grandioso papá viene en camino y cuando llegue, será el más sorprendente… — Jonathan… — Musitó Megan, intentando detenerlo, pues a ella no le gustaba crearle falsas ilusiones a April, pero Jonathan la ignoro. — Mientras tanto, para cuando me necesites o tengas una actividad en el colegio, puedes llamar al tío Jon
Por un segundo, un escaso segundo que se sintió eterno estando tan cerca de un hombre tan atractivo, Megan sintió que perdió el aliento y cuando estuvo a punto de cerrar los ojos, pensando que él iba a besarla, Albert se apartó de pronto. — Mira, aquí tengo un kit de primeros auxilios… — Albert estiró una pequeña maleta hacia ella. Megan sintió como una sombra de vergüenza la cubrió, ¿así que era eso lo que buscaba?, ¡y ella pensando que quería besarla!, ¡qué vergüenza!, Megan cerró los ojos sintiendo las mejillas ardiendo, mordiéndose el labio instintivamente. Albert dejó el kit de primeros auxilios sobre la encimera y deslizó su mano por la barbilla de ella, notándola preocupada, ella seguía con las manos cubriéndose, pero ahora mantenía los ojos cerrados con fuerza al tiempo que se mordisqueó tiernamente el labio, ¿ella estaba asustada?, ¿pensaba que él le haría algo malo? Él levantó el rostro de ella con mucho cuidado y delicadeza. — ¿Megan?… La llamó Albert, detallándo
No fue difícil encontrar el lugar, la dirección estaba entre los papeles de la empresa y la zona no estaba muy alejada.Albert llegó a aquel viejo edificio ubicado en un urbanismo reconocido por su alto nivel de delincuencia, por supuesto fue acompañado por un par de escoltas que prefirió dejar en la entrada de la edificación, pues no quería verse rimbombante frente a ella.No obstante, las personas no dejaban de mirarlo, de preguntarse quién era ese hombre que parecía tan importante, ¿a quién buscaba?No fue una sorpresa cuando Albert notó que el ascensor no servía, de hecho, debido al estado precario del edificio era muy obvio, así que subió las escaleras que, gracias a los ejercicios que hacía a diario, no lo cansaron.Quizás por ese motivo Megan usaba ropa antigua y desgastada, considerando el lugar en el que vivía, posiblemente la chica no tenía los recursos para comprarse ropa nueva, sopesaba Albert.Él se detuvo frente a la entrada del apartamento de Megan con cierto nervi
Costó algo de trabajo para que April pudiera dormirse, pero luego de una larga lucha, Megan lo logró.Sin embargo, no era hora de descansar para Megan, pues Albert Collins, su jefe, seguía esperándola pacientemente, sentado en el viejo sofá de su pequeña sala, y a pesar de las altas horas de la noche, él no tenía la intención de irse sin una explicación.—Señor Collins… — Musitó Megan, apenas cerró la puerta de la habitación de su hija, ella estaba muy nerviosa, pues posiblemente su jefe estaría molesto por mentirle con respecto a April. — ¿Le gustaría tomar un café? — Preguntó Megan abrazándose a sí misma, en un frágil intento de darse seguridad.—Oh, sí, claro… Si no es mucha molestia. — Albert se levantó y camino tras Megan hacia la pequeña barra que estaba junto a la sala, él se sentó en un banco y observó con interés a la chica moviéndose por la diminuta cocina, mientras preparaba el café.—¿Cómo le gusta? — Preguntó ella cuando ya estuvo listo.—¿Eh? — Albert se sorpren
Llena de confusión, Megan se fue a tomar una ducha y prepararse, ese era el día le tocaba retocar el bronceado artificial de su piel y esta vez, demoraría un poco más al aplicarlo en su cuerpo por completo.Ella estaba decidida en evitar cualquier otro accidente, como el que ocurrió con Albert en el baño, cuando intentó desabotonarle la camisa y casi ve su pecho blanco.Mientras tanto, Albert se marchó hacia su apartamento pensativo, su mente solo daba vueltas en Megan, April y el aparente motivo de mantener a la niña en secreto.Por más que lo pensaba, por más que lo analizaba, solo una respuesta lógica llegaba a su mente: el padre de April debió ser un desgraciado infeliz, primero por abandonarla y seguramente él era el motivo por el que Megan mantenía oculta a su hija.Quizás el tipo era un maltratador, un mal hombre, un delincuente, quizás hasta un mafioso que hizo sufrir a Megan, quizás ella huyó de él, o posiblemente él la dejó y al enterarse de la niña quiso volver y reclam
Quizás no era del todo ético lo que estaba haciendo, pues según las reglas de la empresa a Megan no le correspondía el generoso bono que estaba recibiendo, pero Albert sabía que ella merecía y necesitaba el bono que daba la empresa por hijos, solo que ella no podía cobrarlo mientras mantuviera a April en secreto.Albert había pensado en diferentes formas de retribuirle el bono por hijos a Megan, sin que ella pensara mal y eso fue lo único que se le ocurrió, aunque rompía las reglas, eso a él no le importaba, porque sentía que era lo correcto.—Lo siento, hoy no puedo ir a verte. — Avisó Albert mientras hablaba por teléfono.—¿Qué?, ¿por qué?, tenemos varios días sin vernos. — La voz de Rosalyn al otro lado de la línea sonaba con cierto tono de molestia.—Ya te lo dije, tengo un asunto importante que atender. — Intentó explicar Albert, sintiéndose en el fondo algo culpable.—¿Más importante que yo? Albert, se supone que estamos saliendo y casi nunca puedo verte, esto me parece
Luego de todo el alboroto, los tres compartieron la pequeña caja de chocolates que Megan había comprado. Al principio Albert no quiso recibir porque le daba cierta vergüenza, pero April no le dio opción de negociar.—Lo voy a llamar, Albert. — Aseguró April, luego de largo rato mirando al oso.—¿Cómo yo?—Sí, es el mejor nombre, así me acordaré de ti cada vez que juegue con él… Además, él es niño porque tiene un lazo azul… ¡Ya sé!, ¿quieres jugar conmigo?—Nena, no creo que… — Intentó intervenir Megan, pero Albert se adelantó.—Está bien, me encantaría jugar un rato…April le entregó el oso a Albert y se marchó repentinamente, Megan solo los observaba desde su lugar en el sofá, con una permanente sonrisa que no podía borrar.Al momento, April volvió con unos cuantos muñecos más, Albert notó que ya estaban algo viejos y maltratados, pero la niña parecía adorarlos como si recién lo hubieran sacado de la juguetería.Los acomodó todos, sentándolos a cada uno en un puesto y lo
Megan llevaba mucho tiempo tirada, no sabía exactamente cuánto, pero se imaginaba que eran horas.El cuerpo le dolía, el trasero todavía más, se había doblado un tobillo al caer y parecía que su pie se había inflamado, pero la principal razón de que no se hubiera levantado antes, era que la escalera había caído por encima de ella, dejándola atrapada.¿Por qué no se había traído un teléfono?, ¿por qué no le pidió a alguien, un vigilante o algún otro empleado que la acompañara? Ah, sí, todos la odiaban en esa empresa.Megan suspiró frustrada, ¿cuánto tiempo pasaría allí antes de que alguien la encontrara?, era evidente que nadie visitaba ese cuarto, ¿estaría allí unas cuantas horas más?, ¿quizás días?Megan pensó en su hija, ¡No, imposible!, y una vez más intentó luchar con la escalera, sosteniéndola con todas sus fuerzas para quitársela de encima.Pero por más que luchó, no pudo moverla más que unos cuantos centímetros, cuando los brazos se le desmayaron, la condenada escalera hab