Llena de confusión, Megan se fue a tomar una ducha y prepararse, ese era el día le tocaba retocar el bronceado artificial de su piel y esta vez, demoraría un poco más al aplicarlo en su cuerpo por completo.Ella estaba decidida en evitar cualquier otro accidente, como el que ocurrió con Albert en el baño, cuando intentó desabotonarle la camisa y casi ve su pecho blanco.Mientras tanto, Albert se marchó hacia su apartamento pensativo, su mente solo daba vueltas en Megan, April y el aparente motivo de mantener a la niña en secreto.Por más que lo pensaba, por más que lo analizaba, solo una respuesta lógica llegaba a su mente: el padre de April debió ser un desgraciado infeliz, primero por abandonarla y seguramente él era el motivo por el que Megan mantenía oculta a su hija.Quizás el tipo era un maltratador, un mal hombre, un delincuente, quizás hasta un mafioso que hizo sufrir a Megan, quizás ella huyó de él, o posiblemente él la dejó y al enterarse de la niña quiso volver y reclam
Quizás no era del todo ético lo que estaba haciendo, pues según las reglas de la empresa a Megan no le correspondía el generoso bono que estaba recibiendo, pero Albert sabía que ella merecía y necesitaba el bono que daba la empresa por hijos, solo que ella no podía cobrarlo mientras mantuviera a April en secreto.Albert había pensado en diferentes formas de retribuirle el bono por hijos a Megan, sin que ella pensara mal y eso fue lo único que se le ocurrió, aunque rompía las reglas, eso a él no le importaba, porque sentía que era lo correcto.—Lo siento, hoy no puedo ir a verte. — Avisó Albert mientras hablaba por teléfono.—¿Qué?, ¿por qué?, tenemos varios días sin vernos. — La voz de Rosalyn al otro lado de la línea sonaba con cierto tono de molestia.—Ya te lo dije, tengo un asunto importante que atender. — Intentó explicar Albert, sintiéndose en el fondo algo culpable.—¿Más importante que yo? Albert, se supone que estamos saliendo y casi nunca puedo verte, esto me parece
Luego de todo el alboroto, los tres compartieron la pequeña caja de chocolates que Megan había comprado. Al principio Albert no quiso recibir porque le daba cierta vergüenza, pero April no le dio opción de negociar.—Lo voy a llamar, Albert. — Aseguró April, luego de largo rato mirando al oso.—¿Cómo yo?—Sí, es el mejor nombre, así me acordaré de ti cada vez que juegue con él… Además, él es niño porque tiene un lazo azul… ¡Ya sé!, ¿quieres jugar conmigo?—Nena, no creo que… — Intentó intervenir Megan, pero Albert se adelantó.—Está bien, me encantaría jugar un rato…April le entregó el oso a Albert y se marchó repentinamente, Megan solo los observaba desde su lugar en el sofá, con una permanente sonrisa que no podía borrar.Al momento, April volvió con unos cuantos muñecos más, Albert notó que ya estaban algo viejos y maltratados, pero la niña parecía adorarlos como si recién lo hubieran sacado de la juguetería.Los acomodó todos, sentándolos a cada uno en un puesto y lo
Megan llevaba mucho tiempo tirada, no sabía exactamente cuánto, pero se imaginaba que eran horas.El cuerpo le dolía, el trasero todavía más, se había doblado un tobillo al caer y parecía que su pie se había inflamado, pero la principal razón de que no se hubiera levantado antes, era que la escalera había caído por encima de ella, dejándola atrapada.¿Por qué no se había traído un teléfono?, ¿por qué no le pidió a alguien, un vigilante o algún otro empleado que la acompañara? Ah, sí, todos la odiaban en esa empresa.Megan suspiró frustrada, ¿cuánto tiempo pasaría allí antes de que alguien la encontrara?, era evidente que nadie visitaba ese cuarto, ¿estaría allí unas cuantas horas más?, ¿quizás días?Megan pensó en su hija, ¡No, imposible!, y una vez más intentó luchar con la escalera, sosteniéndola con todas sus fuerzas para quitársela de encima.Pero por más que luchó, no pudo moverla más que unos cuantos centímetros, cuando los brazos se le desmayaron, la condenada escalera hab
Era lo lógico, lo obvio, que Albert se sintiera avergonzado o por lo menos dudoso por su aspecto, esa fue la idea que se hizo Megan y lo comprendía bien.Ese era uno de los beneficios conseguidos con su disfraz, todos los hombres se acercaban a ella por ser hermosa, por nada más, y ahora que ella tenía este aspecto, desarreglado, desaliñado, feo, ningún hombre se le había vuelto a acercar.Pero allí estaba Albert, besándola como nunca había sido besada y confesando que ella le gustaba, pero… Seguramente su aspecto lo detenía, como todos los hombres.¿Qué hubiera pasado si ella no llevara ese disfraz?, ¿si mostrara su aspecto real?, seguramente Albert no habría dudado.Porque era lógico, ¿cómo podría fijarse en ella luciendo así?, después de todo, aunque parecía ser muy bueno, Albert era un hombre más como todos los demás y, ¿qué era lo primero o lo único que ellos le veían a ella?, su aspecto.Eso era lo que Megan había aprendido desde muy joven, él no podría estar con ella por f
—Entonces, de verdad me gustas y no me importa como luces, para mí eres hermosa… — Aclaró Albert, al tiempo que Megan elevaba una ceja con incredulidad. Él tomó la mano de Megan, colocándola sobre su pecho, para que ella pudiera sentir los rápidos latidos de su corazón. — Megan, solo necesito verte para que mi corazón se agite, con tenerte cerca, no tienes idea de cómo reacciona mi cuerpo… Sí, adoro a April, es una niña excepcional, pero ella no tiene nada que ver con lo que siento por ti… Lo importante, Megan… — Albert bajó su mano lentamente, deslizándola hasta el pecho de Megan, señalando su corazón. — Es lo que hay aquí y la persona que eres, tanto por dentro, como por fuera, es quien me gusta, sin importar como te veas.Albert había tomado una decisión, la Megan Smith que conoció en la fiesta y de la que se había enamorado hacía cinco años, se quedaría en el pasado, era el momento de olvidarla por completo, pues su corazón ahora había sido atrapado por esta Megan.Ya no haría
«Debo ser más cuidadosa» sopesaba Megan frente al espejo del baño, mientras se lavaba el rostro, pensando en que ella se debió haber quedado dormida en los brazos de Albert y con los lentes de contacto puestos.Además, él seguramente la llevó a la cama, la arropó y la vio sin anteojos, un gran descuido que jamás hubieras cometido antes, pero desde que apareció Albert en su vida, todo era tan diferente.Megan suspiró pensativa, ahora que ambos se habían confesado lo que sentían, ¿por cuánto tiempo más ella podría guardarle su secreto?No solo eso, ¿qué sucedería cuando él lo supiera?, pues ya Albert le había dicho una vez que no toleraba las mentiras, Megan sintió un estremecimiento solo de imaginárselo, ¿y si la terminaba odiando?De inmediato, ella sacudió la cabeza, intentando eliminar ese pensamiento. Primero que nada, debía pensar seriamente en la posibilidad de decirle la verdad a Albert, contarle de su pasado y su verdadera identidad.Pues, si lo pensaba bien, Albert era un
Megan iba en el auto, nerviosa, habían pasado por diferentes tiendas exclusivas, sin embargo, ella parecía no encontrar nada acordé con la ocasión y con ella, a su estilo.Mientras tanto, Albert la había estado acompañado pacientemente, él ya tenía algo de experiencia en esto, le había tocado acompañar un par de veces a su hermana menor de compras y sabía lo larga que podía ser la jornada.Él notaba la incomodidad de Megan y no entendía por qué se le hacía tan difícil escoger un atuendo, pues Albert estaba seguro de que con cualquier tipo de ropa, ella se vería muy bien.Llegaron a una tienda más, Albert bajó del auto con Megan más atrás, cuando empezó a repiquetear un teléfono. Albert sacó el aparato del bolsillo de su traje para mirar la pantalla y apenas vio de quién se trataba, suspiró pesadamente.—¿Puedes adelantarte? — Le preguntó Albert a Megan con amabilidad. — Voy a contestar, te alcanzo en un momento.Megan asintió y se dirigió a la tienda, dejando a Albert solo.No