—¡Albert, hijo! ¿Cómo estás? — Isabella entró emocionada para saludar a su hijo con un efusivo abrazo.—¿Qué tal todo, hijo? — Máximo, su padre, entro más atrás, dándole un par de palmadas en el hombro.—Estoy bien, con mucho trabajo, poniéndome al día… — Contestó Albert, complacido por la repentina visita de sus padres. — Bueno, díganme, ¿a qué se debe esta sorpresa? — Retomó su lugar tras el escritorio.—Pasamos porque queríamos felicitarte por tu nuevo puesto… — Dijo Isabella, al tiempo que se acomodaba en un asiento al otro lado del escritorio.—Bueno, en realidad ustedes mismos fueron quienes me dieron este puesto… — Comentó Albert, conteniendo una sonrisa y viendo como su padre se sentaba junto a ella.—Sí, por qué te lo ganaste, hijo, estamos muy impresionados, con los resultados que conseguiste en la empresa como CEO… — Contó Máximo, lleno de orgullo. — Además, ya era momento de que tomaras un cargo con mayor responsabilidad, ¡Director General del grupo de empresas
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