Abby Adams vive tranquilamente en una granja remota en algún condado lejano y olvidado del país, deseando olvidar el pasado que aún la persigue y que tanto la mortifica. Su paz se ve arruinada cuando una mañana se encuentra con un hombre herido en medio de los campos, al cual decide brindar ayuda, solo que nunca imaginó que aquel desconocido sería tan importante, mucho menos se le pasó por la cabeza que sería El Presidente de la nación, ni mucho menos contempló la posibilidad de que surgiera algún tipo de atracción, amor y deseo entre ellos mientras curaba de sus heridas. ... Jack Russell trabajó arduamente toda su juventud para ser presidente de los Estados Unidos, y ahora que lo logró, diez años después, sabe que su vida corre peligro, después de todo, muchos no están de acuerdo con sus ideales ni mucho menos que sea tan joven para estar al mando de un país entero. Pero el mandatario no contaba con que lo atacarían sorpresivamente, así que hará cualquier cosa para mantenerse a salvo, así sea escondiéndose de sus enemigos en una granja remota donde conocerá a su primera dama.
Leer másEl sol se asoma y tiñe de colores el cielo azul oscuro. El amanecer es uno de los tantos espectáculos que me encanta contemplar; ver el cielo siempre ha sido terapéutico para mí, allí con tanta quietud e inmensidad encuentro un poco de sosiego, una paz que no puedo explicar.
Un tono amarillo se mezcla con las nubes blancas y el azul, haciendo que frente a mis ojos se despliegue una gama de colores único y hermoso y que capturo en mi mente mientras bebo a sorbos cortos y lentos una taza de café. Cierro los ojos por un instante, disfrutando del momento de paz, pero, inevitablemente, recuerdos invaden mis pensamientos y siento que en cualquier instante tendré un ataque de ansiedad. La sangre en mis manos se vuelve tan espesa y es tan roja que, por más que intente limpiarlas, ella parece haberse quedado adherida a mi piel para siempre. Por más que me lave las manos, nunca podré limpiarme de aquel líquido repugnante. Mi respiración se acelera, siento como los latidos de mi corazón van en aumento a medida que las imágenes distorsionadas me atacan sin parar, volviéndose más claras y acusándome en medio de tanto silencio. Sí, cometí un delito. Sí, asesiné a un ser humano. Sí, probablemente estaré condenada de por vida. Pero hay algo que jamás podré cambiar, y es el hecho de que no siento arrepentimiento alguno. Lo hice por mí, o de lo contrario, hubiese muerto yo. Años después sigo pensando lo mismo. Si no me hubiera defendido aquella noche, yo estaría muerta, pero mi instinto de supervivencia afloró como nunca lo había hecho y, aunado a eso, años de sufrimiento, llanto y dolor hicieron que actuara sin pensarlo y acabara con la vida del que decía amarme. Era una chica tonta e ingenua que creyó en las palabras dulces del primer hombre que conoció. Dejé que me calentaran el oído, como solía decir mi madre, y cometí el peor error de toda mi vida. Me casé jovencita con un hombre que me doblaba en edad, pero para entonces él era como un príncipe azul, un hombre sacado de un cuento de hadas, alguien perfecto. Dulce, atento, amoroso, protector. Era todo lo que cualquier mujer podría desear y yo me sentía tan afortunada de que me hubiera elegido a mí como su mujer entre tantas, pero como todo cordero que se ve manso y tierno, un verdadero lobo monstruoso habitaba detrás de esa máscara. Pensé tontamente que él me amaba, después de todo, era lo que me decía cada día en medio de mis súplicas, pero ahora comprendo que el que ama jamás te haría daño. Una sonrisa agridulce se dibuja en mi rostro ante los recuerdos. Cada golpe y cada insulto son como un puñal en mi corazón, pero no más que las palabras que él me decía. «Te lo tienes merecido por llevarme la contraria». «Si dejaras de provocarme, no tendría que llegar a esto». «Si me dieras un hijo, todo sería tan diferente, pero no sirves ni siquiera para engendrar». «Eres una inservible». Siempre me hizo ver cómo la culpable, y lo repetía tanto, que hasta me lo llegué a creer. Era una completa sumisa. Edward había doblegado mi voluntad por completo y yo siempre buscaba justificar sus malos tratos con promesas que a juro me trataba de convencer a mí misma. Me quitó tanto, incluso ahora que está muerto me sigue robando la poca vida y paz que me queda. Aún permito que me siga controlando, porque aún, por más que me niegue a aceptarlo, aún le tengo miedo. —Basta, Abby, él está muerto —me reprocho, dejando la taza de café a medio tomar sobre la encimera de la cocina. De repente se me quitaron las ganas de todo—. Está muerto y no volverá nunca más a lastimarme ni mucho menos a cohibirme. Contemplo el campo y el cielo frente a mis ojos, respirando hondo y apartando de mi mente todos esos malos recuerdos que lo único que hacen es envenenar mi corazón, llenarlo de odio, pero también hacerme sentir miserable. Decido que es suficiente pensar en el pasado y me dirijo a mi habitación para tomar una ducha refrescante y empezar con mi día. Hoy tengo mucho que hacer en el establo, así que no puedo seguir torturando mi mente con sucesos del pasado. No tardo demasiado tiempo en el baño, si dentro de un par de minutos estaré hecha un desastre. Me pongo mis pantalones más viejos, unas botas vaqueras que me llegan hasta las rodillas y una blusa que no me permita transpirar tanto. Recojo mi cabello en una coleta a lo alto de mi cabeza y no me preocupo en lo más mínimo en usar maquillaje, no es necesario y tampoco es que me guste usarlo. Una vez lista, me encamino hacia mis deberes, como siempre, acompañada de mis únicos y fieles compañeros: Nerón y Kansas, pero me doy cuenta al instante que Nerón no está por ningún lado, así que me detengo en medio del caminillo y echo un corto vistazo a mis alrededores. —¿En dónde se metió tu hermano esta vez? —le pregunto a la Husky a mi lado, cual me mira como si me estuviera respondiendo que no tiene ni la menor idea dónde está—. Solo espero que no esté revolcándose en el lodo esta vez, porque juro que no lo dejaré entrar a la casa. La semana pasada, el adorable Husky, se revolcó en el lodo e hizo un completo desastre en toda la casa. Pero lo peor fue cuando lo intentaba bañar; entre sus aullidos, dramas y desesperación por liberarse, el baño quedó hecho un desastre al igual que toda mi humanidad. —¡Nerón! —lo llamo, pero no aparece—. ¿Dónde estás, amigo? Antes de que pueda volver a llamarlo, sus ladridos resuenan a lo lejos del campo, haciéndome fruncir el ceño. Por lo general, ninguno de los dos perros se alejan demasiado si no están conmigo. Y tampoco les gusta salir a pasear por los alrededores ellos solos. Kansas entra en alerta, como si intuyera que algo está mal y sale a correr en dirección a los ladridos. Regreso rápidamente a la casa y busco mi arma antes de salir y seguir a Kansas. No me gusta tener que cargarla, se siente tan pesada y me trae tan malas sensaciones y recuerdos, pero aquí, en un lugar remoto, siempre se debe estar precavido. No hace falta que quieran entrar a robar. Sigo a la Husky por todo el sembrado de maíz, casi perdiéndola de vista por las altas plantaciones, pero aún puedo seguirla ya que no ha dejado de ladrar al igual que Nerón. No sé qué los tienen tan revueltos y ansiosos, por eso apresuro el paso para saber lo que está pasando, pero mis pies quedan congelados al llegar al final del campo y, entre las parcelas, ver un cuerpo tendido en un charco de sangre. Hay un hombre en medio del campo, herido… y lo que creo yo, probablemente muerto por la cantidad de sangre que lo rodea y lo inmóvil que se encuentra.Tres años después...Mirarme en el espejo y darme cuenta de lo mucho que he cambiado a lo largo de los años me forma un nudo en la garganta y hace que mi corazón se apriete en mi pecho.Y no me refiero a los cambios físicos en mi cuerpo, porque aunque sigo viéndome igual, mi mirada es diferente, mi sonrisa real y mi cuerpo un poco más voluptuoso.Me refiero a los cambios internos y psicológicos que he tenido durante los últimos años. Con mucho trabajo, esfuerzo y dedicación logré sanar todo lo que tenía roto. Logré superar muchas etapas dolorosas de mi pasado hasta que solo quedan como recuerdos tristes y un gran aprendizaje que llevaré por siempre en el alma.No fue fácil, en lo absoluto. Muchas veces quise rendirme y dejar que los ataques de pánico y ansiedad me ganaran, pero enfrentarme a los demonios en mi cabeza fue una de las batallas más grandes, tormentosas y difíciles de mi vida.Porque, a fin de cuentas, el dolor físico pasa. Las secuelas que te quedan en la piel se borran.
Vuelvo a reír, divertida con lo que ellas siempre tienen para decir. Durante estos tres meses, una amistad bonita ha surgido entre nosotras. Pensé que sería difícil, pero la verdad ha sido todo lo contrario.Ellas hablan hasta por los codos, tienen personalidades explosivas y a veces pienso que son la misma mujer, pero Rumer es dulce y amable, y Dakota muy amorosa y una madre que lo da todo por su bebé. Luego estoy yo, la que habla poco y se expresa cuando lo cree necesario, eso es algo en lo que estoy trabajando aún y procuro ser más suelta, pero algunas veces me cuesta y más cuando ellas hablan tanto y mi mente se dispersa.Sin embargo, las tres funcionamos bien, las conversaciones y las risas nunca tienen fin. Y cuando se trata de liberar cargas o apoyarnos, hemos sabido escucharnos y aconsejarnos. Nos entendemos a la perfección y la conexión que tenemos las tres ha ido creciendo, tal como lo ha hecho nuestra amistad.Debo admitir que me tiene emocionada, es la primera vez en muchí
Mi recuperación fue más rápida de lo que pensé que sería. Pasé un mes entero teniendo los cuidados pertinentes hasta que el doctor me volvió a revisar y hace un par de semanas, retomé la normalidad de mi vida.El dolor había quedado en un segundo plano, aunque a veces mi mente se desvía a ese día y debo admitir que siento miedo de que algo tan horrible o peor que eso me vuelva a pasar, pero tengo la esperanza de que al fin mi vida se llenó de paz.Además, con toda la seguridad que hay a mi alrededor, dudo mucho que de nuevo quieran atacarme. Y Jack lo prometió, él me dijo que a su lado nada ni nadie volvería a hacerme daño y yo creo en él, siempre lo haré a ojos cerrados.Por otro lado, mi relación con mis padres ha mejorado muchísimo. Pasamos demasiado tiempo juntos, compartiendo lo más que podemos y recuperando los años perdidos. Dejamos el pasado atrás y decidimos avanzar, porque no nos podíamos quedar en lo que había pasado o esta dinámica que hacía muchísimo no tenía con ellos, n
🍂🍂🍂Acaricio a Kansas y Nerón como puedo, tratando de no estirarme demasiado o moverme tan brusco mientras pienso en las palabras correctas para pedirles perdón a mis padres, pero no hay ninguna que le haga justicia, porque nada borrará el hecho que los alejé y les hice pasar años de angustia y preocupación.No es fácil para mí hablar del pasado, pero necesito hacer las paces con el para avanzar, porque llegó el momento de que lo deje atrás y avance en este nuevo y maravilloso camino que al fin me ilumina y me hace tener la esperanza de que será mucho mejor, que al fin podré ser tan feliz como lo he querido y lo merezco.Mis padres están sentados en la mesa, conversando de cosas que no escucho. Estamos solos y pienso que es la oportunidad perfecta para hablar, pero las palabras no salen de mi boca porque no sé cómo no sentirme avergonzada delante de ellos.Pero tengo que hacerlo, debo hablar, debo dejar de quedarme callada.—No sé por dónde empezar —digo, y aunque no levanto la cab
Luego de varios días en los que me hicieron un sinnúmero de estudios y exámenes, el doctor por fin hoy me dio el alta, dándonos todos los cuidados que necesitaba para terminar de recuperarme en casa.Estaba bien, no tenía ninguna secuela física grave más que los molestos dolores de cabeza que me daban de vez en cuando y el ligero dolor que aún sentía en mi abdomen. El doctor decía que era un milagro que las apuñaladas no hubieran tocado órganos importantes o los daños hubieran sido irreparables.Durante mi hospitalización estando consciente ni mis padres ni Jack se separaron de mí ni un solo instante. Su compañía me hacía bien, me ayudaba a no entrar en pánico cuando las pesadillas de ese ataque me invadían cuando dormía.Pero en el fondo nunca dejé de sentirme inquieta con la presencia de mis padres. Ellos estaban conmigo y actuaban como si nunca los hubiera apartado de mi vida, pero sabía que nuestra conversación solo se había postergado debido a mi recuperación. Tarde que temprano
~ABBY~Intento moverme, pero cada fibra de mi ser protesta ante el dolor que siento. Mi cabeza pesa al igual que todo mi cuerpo, no tengo fuerzas ni siquiera para salir de esa oscuridad que me envuelve y no me permite reaccionar.Una punzada sorda se extiende desde mi cabeza hasta las puntas de mis pies que me hace retorcer y emitir un quejido.¿Dónde estoy? ¿Por qué me cuesta tanto levantarme o moverme? Es como si mi cuerpo estuviese hecho de concreto.El olor a desinfectante me irrita la nariz, y un pitido constante, rítmico, llena mis oídos.Me cuesta abrir los ojos, y cuando lo consigo, la luz me ciega por un instante antes de que reconozca el techo blanco de una habitación que no es la mía.Mi mente es una maraña confusa. Imágenes fugaces se mezclan en mi mente: rejas, uniformes, el eco frío de una celda que me cierra el pecho.Esa mirada furiosa, cargada de desprecio y una ira que me deja indefensa y vulnerable. Las palabras ofensivas, escupidas con un odio que no entiendo de dó
Último capítulo