8|Tres días

~JACK~

Desde que era tan solo un niño deseé ser reconocido, que el mundo entero me reconociera por donde sea que pasara, que me vieran y supieran mi nombre, que se sintieran orgullosos y agradecidos de mí, que me quisieran y me trataran con amor y respeto.

Era ambicioso incluso para ser tan solo un chiquillo, pero era mi sueño convertirme en un hombre grande e importante, y ser el presidente de mi país, era un sueño sumamente lejano, casi inalcanzable como las estrellas. Quizás era muy soñador, eso era la que mi madre me decía, pero sinceramente deseaba demasiado, si fuera posible, lo deseaba todo en la vida.

A medida que fui creciendo, mi sueño por igual lo hizo. Estudié a más no poder, sacrifiqué horas de sueño y momentos en familia y amigos para prepararme. Cuando me gradué, lo hice con honores, haciendo que todo mis esfuerzos y sacrificios valieran la pena. Fui un estudiante modelo, el mejor del curso y un hombre con sus ideales claros.

La política no es nada fácil, siempre habrá un bache para que caigas, pero está en ti dejarte arrastrar a ese hueco o seguir luchando no solo por tu crecimiento, sino por todo un pueblo que confía y pone sus esperanzas en ti.

Me hice mi espacio en mi partido, empezando desde el puesto más bajo, pero no por ello menos importante, hasta llegar a donde tanto soñé.

Siempre confié en mí por más que otros no lo hicieron. Siempre supe que lo lograría, y hoy es un hecho, soy el presidente de los Estados Unidos, y nada me hace más feliz que serlo, que ver mis sueños cumplidos.

Me he dedicado por más de diez años a construir mi carrera, a hacerme un espacio en la historia del país, a que los ciudadanos recuerden quién soy, y hasta el momento lo he logrado, algo que me llena de tanta satisfacción porque a pasos cortos y de bebé llegué a donde estoy.

Pero así como he sido un hombre amado por la sociedad, también existe quien me odia y no comparte mi pensamiento.

Hace dos años, cuando tomé posesión como presidente de la nación, supe que, así como tendría a muchas personas siguiendo mis pasos y creyendo en mí, también existirían personas que no me querían ver en el cargo. Eso era algo que siempre supe, incluso desde que estaba en plena campaña.

Aunque siempre supe que tenía grandes y fuertes opositores de mi gobierno, nunca se cruzó por mi cabeza que llegarían tan lejos, tanto, que me quisieran ver muerto. Es decir, está bien no tener el mismo pensamiento, pero llegar hasta tal punto de amenazarme de muerte es porque sencillamente hay algo mucho más fuerte detrás, un interés oculto donde yo soy un muro que no permite llegar a el.

 A mi parecer he hecho un gran trabajo, limpio, honesto y siempre pensando en el pueblo, después de todo, fue gracias a ellos que llegué a donde estoy.

Tengo recuerdos difusos del día del atentado. Todo sucedió tan rápido y de un segundo a otro que no me dio tiempo a reaccionar, y cuando lo hice, estaba herido y en medio de maizales. Recuerdo haber caminado como pude, solo que el cansancio, el aturdimiento de la explosión y del estallido de las balas y la pérdida de sangre no me dejaron llegar muy lejos.

Cuando recobré consciencia, un par de ojos tan azules y profundos como el mar me miraban con verdadero pánico. Esos mismos ojos que acabaron de darme la mirada más triste y llena de soledad que jamás haya visto en mi vida, unos ojos muy bonitos que no muestran más que dolor.

Me siento un completo hijo de puta con la persona que me tendió la mano desinteresadamente… como bien dijo ella, sin siquiera conocerme o al menos saber quién soy.

Aún no puedo creer que no sepa que soy el presidente del país, pero ahora que lo pienso con más detenimiento, ella no enloqueció desde que me vio y tampoco ha mencionado absolutamente nada. Solo se ha dedicado a ayudarme y curar de mi herida.

Soy un completo imbécil.

Ahora que la frustración le ha dado paso a la culpa, me siento tan avergonzado de lo que dije. Nada me justifica, dije cosas que no debía a una mujer que me ha ayudado mucho, pero es que la desesperación me tiene al borde de un colapso.

El hecho de que Eric, Anthony o Demian no respondan mis mensajes o llamadas —y es entendible porque a ningún desconocido le responden—, me tiene sumamente estresado. Han sido muchos días de ausencia, por lo que no tengo ni la menor idea de cómo esté manejando esta situación Anthony o si ya salió a dar algún comunicado. Aunque de seguro que Marie es la que está poniendo la cara por mí, después de todo, es la vicepresidenta y ella mejor que nadie sabe lo que debe hacer si se llegaba a presentar una situación como esta.

Y reitero que no me estoy justificando, pero mi desesperación por entablar comunicación con mi partido me ha tenido de un constante malhumor y estrés, y sumado a las bromas que ella suele hacerme día a día, no pude evitar explotar como lo hice.

Ahora me siento como la m****a con Abby, ella que ha sido muy amable a cada instante conmigo. Y no me agrada en lo absoluto en la forma en que salió de la casa, con sus ojos azules en cualquier momento con desbordarse. Su fragilidad y tristeza fue tan palpable, un sentimiento que no había visto durante estos días, pero que vine a descubrir con mi estupidez.

Ahora bien, he de admitir que estoy muy preocupado por ella, hace horas que salió y no ha regresado. No tengo ni la menor idea a dónde pudo haber ido, cuando salí de la casa, iba en caballo a toda prisa y no me dio tiempo a detenerla.

Definitivamente voy a perder la cabeza en cualquier instante. Han pasado horas desde que Abby se fue, ya se ha hecho de noche y el cielo avecina una tempestad, los truenos que resuenan da aviso de ella.

Miro por la ventana, acariciando los suaves pelajes de Kansas y Nerón. Ellos están inquietos, se pasean constantemente por la sala y se asoman por la ventana como esperando ver a su dueña, pero solo dan vueltas y vuelven a pararse en sus dos patas para mirar de nuevo.

Lo que comenzó como una suave llovizna hace unos minutos, acaba de convertirse en una gran tormenta. El repique de la lluvia en las ventanas y el techo es fuerte, truenos y relámpagos se escuchan cada cierto tiempo, lo que aumenta mi preocupación. Quisiera ir a buscarla, pero no tengo ni la menor idea a dónde ir.

Esta propiedad es inmensa, tan inmensa que está llena de campos de maíz, y a sus alrededores más propiedades y muchas más hectáreas de sembradíos se extienden a lo largo y ancho. De hecho, no hay una sola casa que se alcance a ver desde aquí.

Me preocupa que ella esté sola, con esta lluvia tan intensa y a caballo. No quiero dejarme llevar por lo malo, pero podría caer del caballo, golpearse y quedar inconsciente.

—Mierda, no puedo quedarme solo aquí —murmuro, dirigiéndome a la puerta y buscando algo que pueda cubrirme de la lluvia.

Me pongo una capa negra de entre todos los abrigos y salgo, decidido a encontrarla. La lluvia es tan fuerte que de la tierra pareciera emerger polvo, pero no es más que la intensidad con la que el agua cae.

—Quédense aquí, dentro de la casa —le indico a los perros y ellos me miran con curiosidad—. Lo que menos quiero es que sean tres los perdidos y no solo uno…

Doy un paso al frente, pero entonces alcanzo a ver cómo Abby viene a un trote lento en su caballo, adentrándose en el establo a tan solo unos metros de la casa. Está empapada por la lluvia y seguramente debe estar temblando de frío.

Regreso por un abrigo y me apresuro a ir al establo. Mi costado duele, no debería estar haciendo esfuerzos porque mi herida sigue abierta y no ha sanado, pero no quiero que Abby enferme por mi culpa, Es un alivio saber que está bien dentro de todo.

Llego jadeando y empapado al establo, maldiciendo por lo bajo ante el dolor que experimento, pero de alguna manera divertido tras el grito que da Abby al verme. Mi intención no era asustarla, pero supongo que no está acostumbrada a tener compañía.

—¡Dios mío! ¡¿Qué te pasa?! ¡¿Quieres matarme de un susto?! —sus ojos están abiertos de par en par, hinchados y rojizos. Su cabello, rostro y ropa completamente húmedos por la lluvia y tiemblan debido al frío—. ¡¿Qué diablos haces fuera de la casa?! ¡No puedes hacer esfuerzos o te vas a lastimar aún más, imbécil!

Obviando de cómo me llamó, me es imposible no mirarla con fijeza. Ella es una mujer preciosa, eso no se pone en duda si desde el primer momento que la vi su belleza me cautivó. Pero verla completamente mojada, con su ropa pegada a su figura, haciendo que resalten cada una de sus curvas, no puedo evitar contemplarla con otros ojos. Se ve sexi, tan sensual, y más con esa expresión de furia tatuada en su rostro.

Sacudo la cabeza, no debo irme por ese camino.

—Estaba preocupado por ti —susurro, pensando muy bien en mis palabras para no cagarla de nuevo—. Los perdones no se piden y las disculpas no son suficientes, pero me arrepiento sinceramente de cómo te traté. Jamás había explotado de esa manera…

—Ya te dije que no pasa nada, y si buscas decirme todo esto para que te deje quedar más tiempo en mi casa, estás muy equivocado. Tres días, Jack, en tres días te quiero fuera de mi casa, ¿entendido? —sin esperar respuesta alguna, cruza por mi lado y, sin importar que se moje, camina bajo la lluvia hasta llegar a la casa y perderse de mi vista.

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