~JACK~
Desde que era tan solo un niño deseé ser reconocido, que el mundo entero me reconociera por donde sea que pasara, que me vieran y supieran mi nombre, que se sintieran orgullosos y agradecidos de mí, que me quisieran y me trataran con amor y respeto. Era ambicioso incluso para ser tan solo un chiquillo, pero era mi sueño convertirme en un hombre grande e importante, y ser el presidente de mi país, era un sueño sumamente lejano, casi inalcanzable como las estrellas. Quizás era muy soñador, eso era la que mi madre me decía, pero sinceramente deseaba demasiado, si fuera posible, lo deseaba todo en la vida. A medida que fui creciendo, mi sueño por igual lo hizo. Estudié a más no poder, sacrifiqué horas de sueño y momentos en familia y amigos para prepararme. Cuando me gradué, lo hice con honores, haciendo que todo mis esfuerzos y sacrificios valieran la pena. Fui un estudiante modelo, el mejor del curso y un hombre con sus ideales claros. La política no es nada fácil, siempre habrá un bache para que caigas, pero está en ti dejarte arrastrar a ese hueco o seguir luchando no solo por tu crecimiento, sino por todo un pueblo que confía y pone sus esperanzas en ti. Me hice mi espacio en mi partido, empezando desde el puesto más bajo, pero no por ello menos importante, hasta llegar a donde tanto soñé. Siempre confié en mí por más que otros no lo hicieron. Siempre supe que lo lograría, y hoy es un hecho, soy el presidente de los Estados Unidos, y nada me hace más feliz que serlo, que ver mis sueños cumplidos. Me he dedicado por más de diez años a construir mi carrera, a hacerme un espacio en la historia del país, a que los ciudadanos recuerden quién soy, y hasta el momento lo he logrado, algo que me llena de tanta satisfacción porque a pasos cortos y de bebé llegué a donde estoy. Pero así como he sido un hombre amado por la sociedad, también existe quien me odia y no comparte mi pensamiento. Hace dos años, cuando tomé posesión como presidente de la nación, supe que, así como tendría a muchas personas siguiendo mis pasos y creyendo en mí, también existirían personas que no me querían ver en el cargo. Eso era algo que siempre supe, incluso desde que estaba en plena campaña. Aunque siempre supe que tenía grandes y fuertes opositores de mi gobierno, nunca se cruzó por mi cabeza que llegarían tan lejos, tanto, que me quisieran ver muerto. Es decir, está bien no tener el mismo pensamiento, pero llegar hasta tal punto de amenazarme de muerte es porque sencillamente hay algo mucho más fuerte detrás, un interés oculto donde yo soy un muro que no permite llegar a el. A mi parecer he hecho un gran trabajo, limpio, honesto y siempre pensando en el pueblo, después de todo, fue gracias a ellos que llegué a donde estoy. Tengo recuerdos difusos del día del atentado. Todo sucedió tan rápido y de un segundo a otro que no me dio tiempo a reaccionar, y cuando lo hice, estaba herido y en medio de maizales. Recuerdo haber caminado como pude, solo que el cansancio, el aturdimiento de la explosión y del estallido de las balas y la pérdida de sangre no me dejaron llegar muy lejos. Cuando recobré consciencia, un par de ojos tan azules y profundos como el mar me miraban con verdadero pánico. Esos mismos ojos que acabaron de darme la mirada más triste y llena de soledad que jamás haya visto en mi vida, unos ojos muy bonitos que no muestran más que dolor. Me siento un completo hijo de puta con la persona que me tendió la mano desinteresadamente… como bien dijo ella, sin siquiera conocerme o al menos saber quién soy. Aún no puedo creer que no sepa que soy el presidente del país, pero ahora que lo pienso con más detenimiento, ella no enloqueció desde que me vio y tampoco ha mencionado absolutamente nada. Solo se ha dedicado a ayudarme y curar de mi herida. Soy un completo imbécil. Ahora que la frustración le ha dado paso a la culpa, me siento tan avergonzado de lo que dije. Nada me justifica, dije cosas que no debía a una mujer que me ha ayudado mucho, pero es que la desesperación me tiene al borde de un colapso. El hecho de que Eric, Anthony o Demian no respondan mis mensajes o llamadas —y es entendible porque a ningún desconocido le responden—, me tiene sumamente estresado. Han sido muchos días de ausencia, por lo que no tengo ni la menor idea de cómo esté manejando esta situación Anthony o si ya salió a dar algún comunicado. Aunque de seguro que Marie es la que está poniendo la cara por mí, después de todo, es la vicepresidenta y ella mejor que nadie sabe lo que debe hacer si se llegaba a presentar una situación como esta. Y reitero que no me estoy justificando, pero mi desesperación por entablar comunicación con mi partido me ha tenido de un constante malhumor y estrés, y sumado a las bromas que ella suele hacerme día a día, no pude evitar explotar como lo hice. Ahora me siento como la m****a con Abby, ella que ha sido muy amable a cada instante conmigo. Y no me agrada en lo absoluto en la forma en que salió de la casa, con sus ojos azules en cualquier momento con desbordarse. Su fragilidad y tristeza fue tan palpable, un sentimiento que no había visto durante estos días, pero que vine a descubrir con mi estupidez. Ahora bien, he de admitir que estoy muy preocupado por ella, hace horas que salió y no ha regresado. No tengo ni la menor idea a dónde pudo haber ido, cuando salí de la casa, iba en caballo a toda prisa y no me dio tiempo a detenerla. Definitivamente voy a perder la cabeza en cualquier instante. Han pasado horas desde que Abby se fue, ya se ha hecho de noche y el cielo avecina una tempestad, los truenos que resuenan da aviso de ella. Miro por la ventana, acariciando los suaves pelajes de Kansas y Nerón. Ellos están inquietos, se pasean constantemente por la sala y se asoman por la ventana como esperando ver a su dueña, pero solo dan vueltas y vuelven a pararse en sus dos patas para mirar de nuevo. Lo que comenzó como una suave llovizna hace unos minutos, acaba de convertirse en una gran tormenta. El repique de la lluvia en las ventanas y el techo es fuerte, truenos y relámpagos se escuchan cada cierto tiempo, lo que aumenta mi preocupación. Quisiera ir a buscarla, pero no tengo ni la menor idea a dónde ir. Esta propiedad es inmensa, tan inmensa que está llena de campos de maíz, y a sus alrededores más propiedades y muchas más hectáreas de sembradíos se extienden a lo largo y ancho. De hecho, no hay una sola casa que se alcance a ver desde aquí. Me preocupa que ella esté sola, con esta lluvia tan intensa y a caballo. No quiero dejarme llevar por lo malo, pero podría caer del caballo, golpearse y quedar inconsciente. —Mierda, no puedo quedarme solo aquí —murmuro, dirigiéndome a la puerta y buscando algo que pueda cubrirme de la lluvia. Me pongo una capa negra de entre todos los abrigos y salgo, decidido a encontrarla. La lluvia es tan fuerte que de la tierra pareciera emerger polvo, pero no es más que la intensidad con la que el agua cae. —Quédense aquí, dentro de la casa —le indico a los perros y ellos me miran con curiosidad—. Lo que menos quiero es que sean tres los perdidos y no solo uno… Doy un paso al frente, pero entonces alcanzo a ver cómo Abby viene a un trote lento en su caballo, adentrándose en el establo a tan solo unos metros de la casa. Está empapada por la lluvia y seguramente debe estar temblando de frío. Regreso por un abrigo y me apresuro a ir al establo. Mi costado duele, no debería estar haciendo esfuerzos porque mi herida sigue abierta y no ha sanado, pero no quiero que Abby enferme por mi culpa, Es un alivio saber que está bien dentro de todo. Llego jadeando y empapado al establo, maldiciendo por lo bajo ante el dolor que experimento, pero de alguna manera divertido tras el grito que da Abby al verme. Mi intención no era asustarla, pero supongo que no está acostumbrada a tener compañía. —¡Dios mío! ¡¿Qué te pasa?! ¡¿Quieres matarme de un susto?! —sus ojos están abiertos de par en par, hinchados y rojizos. Su cabello, rostro y ropa completamente húmedos por la lluvia y tiemblan debido al frío—. ¡¿Qué diablos haces fuera de la casa?! ¡No puedes hacer esfuerzos o te vas a lastimar aún más, imbécil! Obviando de cómo me llamó, me es imposible no mirarla con fijeza. Ella es una mujer preciosa, eso no se pone en duda si desde el primer momento que la vi su belleza me cautivó. Pero verla completamente mojada, con su ropa pegada a su figura, haciendo que resalten cada una de sus curvas, no puedo evitar contemplarla con otros ojos. Se ve sexi, tan sensual, y más con esa expresión de furia tatuada en su rostro. Sacudo la cabeza, no debo irme por ese camino. —Estaba preocupado por ti —susurro, pensando muy bien en mis palabras para no cagarla de nuevo—. Los perdones no se piden y las disculpas no son suficientes, pero me arrepiento sinceramente de cómo te traté. Jamás había explotado de esa manera… —Ya te dije que no pasa nada, y si buscas decirme todo esto para que te deje quedar más tiempo en mi casa, estás muy equivocado. Tres días, Jack, en tres días te quiero fuera de mi casa, ¿entendido? —sin esperar respuesta alguna, cruza por mi lado y, sin importar que se moje, camina bajo la lluvia hasta llegar a la casa y perderse de mi vista.Es extraño despertar y que Abby junto a los dos hermosos huskys no vengan a mi habitación. Ella, todos estos días, entraba y me preguntaba cómo estaba, me cambiaba los apósitos por unos nuevos e incluso se molestaba en traerme el desayuno. Se aseguraba de que la herida no estuviera infectada, de que no tuviera fiebre o presentara dolor intenso.Sí, es demasiado extraño que no esté cuidando de mí, pero la entiendo, fui un patán con ella, un reverendo imbécil, así que es entendible que me quiera fuera de su casa y su vida cuanto antes.Aún así, sigue siendo extraño no estar bajo sus cuidados. Pero más extraño es como que no se siente nada bien… para nada.Me levanto de la cama y me aseo, después, como puedo, me cambio por mi cuenta los apósitos y me tomo los antibióticos que me dejó en algún momento sobre la mesita de noche.Quiero salir y hablar con ella, pero aún debe estar molesta, por lo que prefiero no terminar de cagarla con ella. Quizás, cuando su enojo baje, podamos hablar con m
ABBY~He sido de poco enfermar, pero cuando el mal me ataca, es como si lo hiciera con toda la intención de destruirme en su totalidad.Ciertamente no pensé que me daría un fuerte resfriado luego de permanecer bajo la lluvia por largas horas hace días y tampoco ayudó el hecho de tener que bañarme con agua fría fuera de la casa luego de quitarle todo el lodo a Nerón por enésima vez en el mes.Lo único bueno es que mi casa no sufrió ningún daño y mi baño sigue intacto y sin rastros de lodo. Pero yo, yo me siento como la mismísima mierda, como si un camión me hubiese pasado por encima.Me duele todo el cuerpo e incluso hasta los huesos. La cabeza me palpita dolorosamente y me cuesta mantener los ojos abiertos, la garganta me arde y tengo este horrible malestar general impidiendo que me levante de la cama. No he dejado de estornudar, es como si a cada instante me pasaran una pluma por la nariz que me genera muchas cosquillas. Es desagradable y muy asqueroso la cantidad de moco que me ha s
El sol se asoma y tiñe de colores el cielo azul oscuro. El amanecer es uno de los tantos espectáculos que me encanta contemplar; ver el cielo siempre ha sido terapéutico para mí, allí con tanta quietud e inmensidad encuentro un poco de sosiego, una paz que no puedo explicar.Un tono amarillo se mezcla con las nubes blancas y el azul, haciendo que frente a mis ojos se despliegue una gama de colores único y hermoso y que capturo en mi mente mientras bebo a sorbos cortos y lentos una taza de café. Cierro los ojos por un instante, disfrutando del momento de paz, pero, inevitablemente, recuerdos invaden mis pensamientos y siento que en cualquier instante tendré un ataque de ansiedad. La sangre en mis manos se vuelve tan espesa y es tan roja que, por más que intente limpiarlas, ella parece haberse quedado adherida a mi piel para siempre. Por más que me lave las manos, nunca podré limpiarme de aquel líquido repugnante. Mi respiración se acelera, siento como los latidos de mi corazón van e
Ver toda esa sangre me paraliza de pies a cabeza, me trae el recuerdo de lo que pasó hace años. Me hace sentir tan ansiosa como lo están mis fieles compañeros. ¿Por qué me persigue este tipo de situaciones? Pero, en especial, ¿de dónde salió ese hombre? ¿Cómo es posible que haya aparecido aquí, en medio de la nada y con heridas de gravedad?¿Habrán dejado el cuerpo aquí tirado? La sola idea me provoca escalofríos y me entra un miedo terrible de que alguien esté por ahí, vigilando a la distancia, asegurándose de que el hombre en cuestión no se vaya a levantar. Tanto Kansas como Nerón no dejan de ladrar alrededor del cuerpo, pero yo soy incapaz de moverme de mi lugar y acercarme y verificar si está muerto o vivo. Debería llamar a la policía y dar aviso; sin embargo, no cuento con un teléfono, además de que muy en el fondo me da miedo avisarles y que me señalen a mí como la responsable. Volver a la cárcel nunca será una opción. Si conseguí mi libertad fue porque mi abogada apeló y m
No sé cómo lo logré, pero conseguí entrar al hombre desconocido a mi casa. Desde que se desmayó no ha despertado ni una vez y empiezo a cuestionarme si hice bien en no llevarlo a un hospital. He estado dándole vueltas todo el día, viendo si aún respira o si se despierta y necesita algo, pero él parece haber entrado en un estado de coma que me aterra y me mantiene en vilo. Debí llevarlo a un hospital; sin embargo, aún recuerdo la expresión de terror que puso cuando lo mencioné. Quizás por eso no lo llevé, porque me convenció de que, probablemente, existía la posibilidad de que terminaran con su vida. Lo que me lleva a deducir que, en efecto, este hombre está metido en algo turbio y peligroso, algo que yo no debería indagar, porque podría terminar en sus mismas condiciones. A ti no te tiran a matar de la noche a la mañana y solo porque sí, ¿verdad? Mi lado paranoico me recrimina por ayudarle, pero mi lado más humano jamás lo hubiera dejado a su suerte, abandono y malherido. Tantas v
Luego de darle la sopa que le preparé, dejo que el hombre descanse y recobre un poco más de energía.Antes de ir a mi habitación, me aseguro que esté bien, que no esté sangrando o prendido en fiebre. Pero en aspecto se ve mucho mejor y su piel ya no se siente tan caliente cuando la toco.Cansada, me dirijo hacia mi habitación y me doy un baño largo y tibio que me quite todo el estrés del día. Hace mucho que no me preocupo por nada más que no sea cultivar maíz y cuidar de mis animales. En realidad, hace mucho que no tenía un contacto tan prolongado con otra persona. Desde ese día… desde la cárcel… Sacudo la cabeza, no es momento para dejarme llevar por esos malos recuerdos.Hoy soy libre, tengo lo que quiero y me siento bien estando aquí, lejos del mundo entero. Salgo envuelta en una toalla y Kansas y Nerón me dan la bienvenida ocupando toda la cama. Sonrío, una sonrisa genuina y real, después de todo, mis perros lo son todo para mí. Ellos son la compañía que necesito, me hacen tan f
Lo contemplo por largos segundos en silencio. ¿Es que acaso sí lo conozco y no recuerdo?Imposible. Un hombre así, con ese porte, con esa voz tan masculina, esos pectorales y brazos bien fornidos, esa mirada tan profunda y bonita y toda esa buena delantera es imposible de olvidar.—Estoy cien por ciento segura de que no te conozco. Abre la boca con toda la intención de decirme algo, pero sacude la cabeza con fuerza, dejando los platos nuevamente en la mesita junto a la cama. —Estás bromeando, ¿no es cierto? Todo el mundo, y digo el mundo entero, sabe quién soy yo. —Bueno, debo pertenecer a ese pequeño porcentaje del mundo que ignora quién eres —refuto.—No es posible —ríe, ahora sí con algo de gracia—. Soy el presidente de este país, Jack Russell. ¿Cómo es posible que no sepas quién soy? Lo miro desconcertada por un segundo antes de explotar en risas. Desde luego, y yo debo ser alguna princesa que se perdió o tiraron al mar. —¿No me crees? —inquiere, entrecerrando los ojos y luc
Han pasado varios días y aún, el que dice ser el presidente, no ha logrado contactarse con el supuesto jefe de seguridad, su secretario o algún miembro de su gabinete. Lo he visto frustrado y preocupado, la mayor parte del tiempo en silencio y envuelto en sus pensamientos, pero no dice nada y sigue insistiendo en comunicarse con alguna persona de La Casa Blanca.Por mi parte, no le creo ni una sola palabra. Tendría que ser una ignorante y una estúpida —y mira que hace mucho dejé de serlo—, como para creer semejante barbaridad. Si fuera el presidente, este sería el último lugar en la tierra donde estuviese. Hay algo que está ocultando y deseo saber, pero algo me dice que no me deje arrastrar por esa curiosidad o me podría ir muy mal. Es mejor perder la vida que indagar en cosas que no me conciernen. Prefiero no decirle nada con respecto a ese tema, pero a veces me resulta imposible no hacerle una que otra broma y, aunque me mira serio e indignado, algunas veces termina sonriendo. He d